La caza buscando vane. El tiempo era caluroso, Vispera era de Sant Juane. Métense en una arboleda Para refresco tomare, Al derredor de una fuente A todos mandó asentare. Viandas aparejadas Traen, y procuran yantare. Desque hubiéron yantado Comenzaron de hablare Solamente de la caza Como se ha de ordenare. Al pié estaban de una breña Que junto á la fuente estae. Oyeron un gran ruido Entre las ramas sonare, Todos estuvieron quedos Por ver qué cosa serae : Por las mas espesas matas Ven un ciervo asomare. De sed venia fatigado, Al agua se iba á lanzare ; Los monteros á gran priesa Los perros van á soltare : Sueltan lebreles, sabuesos Para le haber de tomare. El ciervo que los sintió Al monte se vuelve á entrare. Caballeros y monteros Comienzan de cabalgare,
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Tantas yueltas iba dando Que no sabe donde estae. La noche era muy escura, Comenzó recio á tronare, El cielo estaba nublado, No cesa de relampagueare. El marques que así se vido Su bocina fué á tomare, A sus monteros llamando, Tres veces la fué á tocare: Los monteros eran lejos, Por demas era el sonare, El caballo iba cansado De por las breñas saltare, A cada paso caia, No se podia meneare. El marques muy enojado La rienda le fué á soltare, Por do el çaballo queria Lo dejaba caminare : El caballo era de casta, Esfuerzo fuera á tomare. Diez millas ha caminado Sin un momento parare, No va camino derecho, Mas por do podia andare. Caminando todavía
Un camino va á topare, Siguiendo por el camino Va á dar en un pinare. Por él anduvo una pieza Sin poder dél se apartare. Pensó reposar allí O adelante pasare ; Mas por buscar á los suyos Adelante quiere andare.
Del pinar salió muy presto, Por un valle fuera á entrare, Cuando oyó dar un gran grito Temeroso y de pesare, Sin saber que de hombre fuese, O de qué puediese estare, (Solo gan. dolor mostraba, Otro no pudo notare). De que se turbó el marques, Todo espeluzado se hae; Mas aunque viejo de dias, Empiézase de esforzare. Por su camino delante Empieza de caminare : A pié va que no á caballo, El caballo va á dajare Porque estaba muy cansado, Y no podia bien andare. En un prado que allí estaba Allí le fuera á dejare. Cuando Il gó á un rio, En medio de un arenale Vido un caballero muerto, Comenzóle de mirare : Armado estaba de guerra A guisa de peleare, Los brazos tenia cortados, Las piernas, otro que tale, Y mas adelante un poco Una voz sintió hablare : -¡0 santa María, señora, No me quieras olvidare! A tí encomiendo mi alma, Plégate de la guardare., En este trago de muerte Esfuerzo me quieras dare, Pues á los tristes consuelas Quieras á mi consolare, Y al tu precioso Hijo Por mí te plega rogare Que perdone mis pecados, Mi alma quiera salvare. Cuando aquesto oyó el marques Luego se fuera apartare, Revolvióse el manto al brazo, La espada fuera á sacare : Apartado del camino Por el monte fuera á Hacia do sintió la voz Empieza de caminare. Las ramas iba cortando Para la vuelta acertare, A todas partes miraba Por ver qué cosa serae; El camino por do iba Cubierto de sangre estae. Vinole grande congoja. Todo se fué á demadare,
Que el espíritu le daba Sobresalto de pesare. De donde la voz oyera Muy cerca fuera á llegare : Al pié de unos altos robles Vido un caballero estare Armado de todas armas, Sin estoque ni puñale. Tendido estaba en el suelo, No cesa de se quejare, Las lástimas que decia Al marques hacen llorare: Por entender lo que dice Acordó de se acercare. Atento estaba escuchando Sin bullir ni menearse. Lo que decia el caballero Razon es de lo contare. -¿Dónde estás, señora mia, (5) Que no te pena mi male? De mis pequeñas heri las Compasion solias tomare, Agora de las de muerte No tienes ningun pesare. No te doy culpa, señora, Que descanso en el hablare; Mi dolor, que es muy sobrado, Me hace desatinare.
Tú no sabes de mi mal Ni de mi angustia mortale, Yo te pedí la licencia Para mi muerte buscare; Pues yo la hallé, señora, A nadie debo culpare, Cuanto mas á tí, mi bien Que no me la querias dare; Mas cuando mas no podiste, Bien sentí tu gran pesare En la fe de tu querer, Segun te ví demostrare. Esposa mia y señora, No cures de me esperare, Hasta el dia dei juicio No nos podemos juntare. Si viviendo me quisiste, Al morir lo has de mostrare,
No Mas por el alma rogare. ¡O mi primo Montesinos, Infante don Meriane! Deshecha es la compañía En que soliamos andare. Ya no espereis mas de verme, No os cumple ya mas buscare, Que en balde trabajaréis, Pues no me podreis hallare. ¡O esforzado don Renaldos, O buen paladin Roldane,
en hacer grandes estremos
O valiente don Urgel, O don Ricardo Normante, O marques don Oliveros, O Durandarte el galane, O archiduque don Estolfo, O gran duque de Milane! ¿Dónde sois todos vosotros? ¿No venis á me ayudare? ¡O emperador Carlo Magno, Mi buen señor naturale, Si supieses tú mi muerte Como la harias vengare! Aunque me mató tu hijo, Justicia quieras guardare, Pues me mató á traicion Viniendole acompañare. ¡O príncipe don Carloto! ¿Qué ira tan desiguale Te movió sobre tal caso A quererme así matare, Rogándome que viniese Contigo por te guardare? ¡O desventurado yo, Cómo venia sin cuidare Que tan alto caballero Pudiese hacer tal maldade! Pensando venir á caza Mi muerte vine á cazare. No me pesa del morir, Pues es cosa naturale, Mas por morir como muero Sin merecer nigun male, Y en tal parte donde nunca La mi muerte se sabrae. ¡O alto Dios poderoso. Justiciero y de verdade! Sobre mi muerte inocente Justicia quieras mostrare : Desta ánima pecadora Quieras haber piedade. ¡O triste reina mi madre! Dios te quiera consolare, Que ya es quebrado el espejo En que te solias mirare. Siempre de mí recelabas Recebir algun pesare, Agora de aqui adelante No te cumple recelare. En las justas y torneos Consejos me solias dare. Agora triste en la muerte Aun no me puedes hablare. ¡O noble marques de Mantua, (6) Mi señor tio carnale! ¿Dónde estás que no ois Mi doloroso quejare ? ¡Qué nueva tan dolorosa Os será y de gran pesare
Cuando de mí no supieredes Ni me pudierdes hallare! Hecístesme heredero
Por vuestro estado heredare, Mas vos lo habreis de ser mio, Aunque sois de mas edade. ¡O mundo desventurado! Nadie debe en tí fiare, Al que mas subido tienes Mayor caida haces dare. - Estas palabras diciendo, No cesa de sospirare Sospiros muy dolorosos Para el corazon quebrare. Turbado estaba el marques, No pudo mas escuchare, El corazon se le aprieta, La sangre vuelto se le hae. A los piés piés del caballero Junto se fué á llegare; Con la voz muy alterada Empezóle de hablare : -¿Qué mal teneis, caballero? ¿Queredes me lo contare? ¿Teneis heridas de muerte O teneis otro algun male?- Cuando lo oyó el caballero La cabeza probó alzare, Pensó que era su escudero, Tal respuesta le fué á dare : -¿Qué dices, amigo mio? ¿Traes con quien me confesare? Que ya se me sale el alma, La vida quiero acabare: Del cuerpo no tengo pena, Que el alma querria salvare. - Luego le entendió el marques Por otro le fué á tomare : Respondióle muy turbado Que apenas pudo hablare : -Yo no soy vuestro criado, Nunca comí vuestro pane, Antes soy un caballero Que por aquí acerté á pasare : Vuestras voces dolorosas Aqui me han hecho llegare A saber qué mal teneis O de qué es vuestro penare. Pues que caballero sois, Querades vos esforzare, Que para esto es este mundo Para bien y mal pasare. Decidme, señor quién sois Y de qué es vuestro male, Que si remediarse puede Yo os prometo de ayudare: No dudeis, buen caballero, De decirme la verdade. -
Tornára en sí Baldovinos, Respuesta le fué á dare: -Muchas mercedes, señor, Por la buena voluntade; Mi mal es crudo y de muerte, No se puede remediare. Veinte y dos heridas tengo Que cada una es mortale; El mayor dolor que siento Es morir en tal lugare, Do no se sabrá mi muerte Para poderse vengare, Porque me han muerto á traicion Sin merecer ningun male. A lo que habéis preguntado Por mi fe os digo verdade, Que á mí dicen Baldovinos, Que el Franco solian llamare :
Hijo soy del rey de Dacia Hijo soy suyo carnale, Uno de los doce Pares
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Que á la mesa comen pane. La reina doña Ermelina Es mi madre naturale, El noble marques de Mantua Era mi tió carnale, Hermano era de mi padre Sin en nada discrepare: La linda infanta Sevilla Es mi esposa sin dudare : Hame herido Carloto Su hijo del emperante, Porque él requirió de amores A mi esposa con maldade: Porque no le dió su amor, Él en mí se fué á vengare, Pensando que por mi muerte Con ella habia de casare. Hame muerto á traicion Viniendo yo á le guardare, Porqu'él me rogó en Paris Le viniese acompañare A dar fin á una aventura En que se queria probare. Qienquier que seais, caballero, La nueva os plega llevare De mi desastrada muerte A Paris, esa ciudade, Y si hácia Paris no fuerdes, A Mantua la ireis á dare, Qu'el trabajo que ende habreis Muy bien os lo pagarane, Y si no quisierdes paga Bien se os agradecerae. Cuando aquesto oyó el marques La habla perdido hae. En el suelo dió consigo, La espada fué arrojare,
Las barbas de la su cara Empezólas de arrancare, Los sus cabellos muy canos Comiénzalos de mesare. A cabo de una gran pieza En pié se fué á levantare, Allegóse al caballero Por las armas le quitare, Desque le quitó el almete Comenzóle de mirare: Estaba en sangre bañado, Con la color muy mortale, Estaba desfigurado No lo podia figurare, No lo podia conoscer En el gesto ni el hablare; Dudando estaba, dudando Si era mentira ó verdade. Con un paño que traia La cara le fué á limpiare; Desque le hubo limpiado Luego conocido lo hae. En la boca lo besaba No cesando de llorare, Las palabras que decia Dolor es de las contare. -¡O sobrino Baldovinos, Mi buen sobrino carnale! ¿Quién os trató de esta suerte? ¿Quién os trujo á tal lugare? ¿Quién es el que á vos mató Que á mí vivo fué á dejare? Mas valiera la mi muerte Que la vuestra en tal edade. ¿No me conoceis, sobrino? ¡Por Dios queraisme hablare! Yo soy, el triste marques Que tio solíades llamare, Yo soy el marques de Mantua Que debo de reventare Llorando la vuestra muerte Por cou vida no quedare. ¡O desventurado viejo! ¿Quien me podrá conhortare? Qu'en pérdida tan crecida Mas dolor es consolare. Yo la muerte de mis hijos Con vos podria olvidare, Agora, mi buen señor, De nuevo habré de llorare. A vos tenia por sobrino Para mi estado heredare, Agora por mi ventura Yo vos habré de enterrare. Sobrino, de aquí adelante Yo no quiero vivir mase : Ven, muerte, cuando quisieres, No te quieras retardare;
Mas al que menos te teme Le huyes por mas penare. ¿Quién le llevará las nuevas Amargas de gran pesare A la triste madre vuestra ? ¿Quien la podrá consolare? Siempre lo oí decir, Agora veo ser verdade, Que quien larga vida vive Mucho mal ha de pasare : Por un placer muy pequeño Pesares ha de gustare. - Destas palabras y otras No cesaba de hablare, Llorando de los sus ojos Sin poderse conhortare. Esforzóse Baldovinos Con el angustia mortale, Cuando conosció á su tio Alivio fuera á tomare: Tomóle entrambas las manos, Muy recio le fué apretare, Disimulando su pena Comenzó al marques á hablare.
No lloredes, señor tio, Por Dios no quera's llorare, Que me dais doblada pena Y al alma haceis penare; Mas lo que yo os encomiendo, Es por mi querais rogare, Y no me desampareis En este esquivo lugare, Hasta que yo haya espirado, No me querades dejare : Encomiendoos á mi madre, Vos la quarais consolare Que bien creo que mi muerte Su vida habrá de acabare; Encoraiendoos á mi esposa, Por ella querais mirare; El mayor dolor que siento Es no le poder hablare.- Ellos estando en aquesto Su escudero fué á llegare : Un erinitaño traja
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El marques de quebrantado Gran sueño le fué á tomare. Confesóse Baldovinos A toda su voluntade. Estando en su confesion Ya que queria acabare, Las angustias de la muerte Comienzan de le aquejare : Con el dolor que sentia Una gran voz fuera á dare; Llama á su tio el marques, Comenzó asi de hablare; -A Dios, á Dios, mi buen tio, A Dios os querais quedare, Que yo me voy de e te mundo Para la mi cuenta dare : Lo que os ruego y encomiendo No lo querais olvidare : Dadme vuestra bendicion, La mano para besare. - Luego perdiera el sentido, Luego perdiera el hablare, Los dientes se le cerraron, Los ojos vuelto se le hane. Recordó luego el marques, A él se fuera á llegare, Muchas veces lo bendice No cesando de llorare. Absolvióle el ermitaño, Por él comienza á rezare, Y á cabo de poco rato Baldovinos fué á espirare. El marques de verlo así Amortescido se hae, Consuélalo el ermitaño, Muchos ejemplos le dae : El marques como discreto Acuerdo fuera á tomare, Pues remediar no se puede, A haberse de conhortare. Lo que hacia el escudero Lástima era de mirare, Rascuñaba la su cara Sus ropas rasgado hae, Sus barbas y sus cabellos Por tierra los va á lanzare. A cabo de una gran pieza, Que ambos cansados estane, El marques al ermitaño Comienza de preguntare :
Pidoos por Dios, padre honrado, Respusta me querais dare : ¿Donde estamos, ó en que reino, En qué señorío ó lugare?
¿Como se llama esta tierra ? ¿Cuya es, yá que mandare? - El ermitaño responde:
Pláceme de voluntade:
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