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weil dies die Lecture allzusehr würde unterbrochen haben. Auch habe ich einige Details weggelassen, welche mir von keiner Erheblichkeit schienen.

Cap. XIII.

Como se declara, á que diferencia de habilidad pertenece el arte militar; y con que señales se ha de conocer el hombre, que alcanzare esta manera de ingenio.

Que es la causa, pregunta Aristóteles, que no siendo

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la valencia la mayor virtud de todas, ántes la justicia y prudencia son los mayores; con todo eso la repúb、 lica y casi todos los hombres (de comun consentimiento) estiman mas á un valiente, y le hacen mas honra (dentro en su pecho) que á los justos y prudentes, aunque esten constituidos en grandes dignidades y oficios? A este problema responde Aristóteles, diciendo: que no hay Rey en el mundo, que no haga guerra á otro ó la reciba: y como los valientes le dan gloria, y imperio, lo vengan de sus enemigos y le conservan su estado, hacen mas honra, no á la virtud suprema (que es la justicia) sino á aquella de quien reciben mas provecho y utilidad: porque sino tratasen así los valientes, como era posible hallar los Reyes, capitanos y soldados, que de buena gana arriscas en su vida, por defenderles su hacienda y estado?

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De los Asianos se cuenta que era una gente que se preciaba de muy animosa; y preguntádoles la causa porque no querian tener Rey ni leyes? respondiéron, que las leyes los hacian cobardes y que tambien les parecia necedad ponerse en los peligros de la guerra, por ensanchar á otro su estado: que mas querian pelear por sí, y llevarsi ellos el provecho de la victoria. Pero esta es respuesta de hombres bárbaros, y no de gente racional, la qual tiene entendido que sin Rey, ni república, ni leyes, es imposible consevarse los hombres en paz, Lo que dixo Aristoteles, está muy bien apuntado, aunque hay otra respuesta mejor; y es, que quando Roma honraba sus capitanes con aquellos triumfos y pasatiempos, no premiaba solamente la valencia del que triumfaba, sino tambien la justicia, con que sustentó el

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exercito en paz y concordia; y la prudencia con que hizo los hechos, y la temperancia de que usó quitándose el vino, las mugeres y el mucho comer: lo qual hace perturbar el juycio y errar los consejos. Antes la prudencia se ha de buscar mas en el Capitan general y premiarla, que el ánimo y la valencia. Porque, como dixo Vegecio, pocos capitanes muy valientes aciertan a hacer buenos hechos. Y es la causa: que la prudencia es mas necesaria en la guerra, que la osadía en acometer; pero qué prudencia sea esta, nunca Vegecio la pudo atinar, ni supo señalar que diferencia de ingenio habia de tener el que ha de gobernar la milicia; y no me espanto por no haberse hallado esta manera de filosofar, de la qual dependia. Verdad es que averiguar esto, no responde al intento que llevamos (que es elegir los ingenios que piden las letras) pero es la guerra tan peligrosa y de tan alto consejo y tan nece sario al Rey saber, á quien ha de confiar su potencia y estado, que no harémos ménos servicio á la repúblien señalar esta diferencia de ingenio y sus señales, que en las demas que hemos pintado. Y así es á saber, que la malicia y la milicia casi convienen en el mesmo nombre y tienen tambien la misma difinicion: porque trocando la a por la i de malicia se hace milicia y de milicia, malicia, con facilidad. Quales sean las propriedades y naturaleza de la malicia, trae les Cicero (De natura deorum) diciendo: La malicia no es otra cosa mas que una razon doblada, astuta y mañosa, de hacer mal. Y así es en la guerra; no se trata de otra cosa, mas de como ofenderán al enemigo, y se ampararán de sus asechanzas. Por donde la mejor propriedad que puede tener un Capitan general, es ser inalicioso con el enemigo y no echar ningun movimiento suyo á buen fin; sino al peor que pudiere, y proveerse para ello. Eccles. Cap. 12. Jamas creas & tu enemigo porque te dirá palabras dulces y sabrosas y en su corazón está poniendo asechanzas para matar te: llora con los ojos; y si halla ocasion conveniente, para aprovecharse de ti, no se hartará de tu sangre.

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El ingenio pues que es menester para los embuster y engaños así para hacerlos como para entenderlos y hallar remedio que tienen, apuntólo Cicerou trayende la descendencia deste nombre versutia: el qual dice que viene deste verbo versor; porque los que sort Mañosos, astutos, doblados, y cavilosos, en un mo

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misericordia:

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mento atinan al engaño y menean la mente con facilidad: y así lo exemplificó el mesmo Ciceron diciendo: Versutos appello quorum celeriter mens versatnr. Esta propriedad de atinar presto al medio, es solercia; y pertenece á la imaginativa, porque las potencias que consisten en calor hacen de presto la obra, y por eso los hombres de grande entendimiento no valen nada para la guerra; porque esta potencia es muy tarda en obra y amiga de rectitud, de llaneza, de simplicidad y Todo lo qual suele hacer mucho daño en la guerra. Y fuera desto no saben astucias ni ardides, ni entienden como se pueden hacer: y así les hacen muchos engaños porque de todos se fan. Estos son buenos para tratar con amigos, entre los quales no es menester la prudencia de la imaginativa, sino la rectitud y simplicidad de entendimiento, el qual no admite doblezas, ni hacer mal á nadie: pero para con el enemigo, no valen nada; porque este trata siempre de ofender con engaños y es menester tener el mesmo ingenio para poderse amparar. Y así avisó Christo á sus discípulos, diciendo: Mirad, que os envio como ovejas en medio de los lobos: sed prudentes como las serpientes y simples como palomas. De la prudencia se ha de usar con el enemigo y de la llaneza y simplicidad con el amigo.

Luego si el capitan no ha de creer á su enemigo y ha de pensar siempre que le quiere engañar, es necesario que tenga una diferencia de imaginativa, adevinadora, solerte y que sepa conocer los engaños que vienen-debaxo de alguna cubierta; por que la mesma potencia que los halla, esa sola puede inventar los remedios que tienen. Ótra diferencia de imaginativa parece que es la que finge los ingenios y maquinamientos con que se ganan las fuerzas inexpugnables, là que ordena el campo y pone cada escuadron en su lugar; y la que conoce la ocasion de acometer y retirarse; la que hace los tratos, conciertos y capitulaciones con el enemigo. Para todo lo qual es tan impertinente el entendimiento como los oidos para ver. Y así yo no dudo, sino que el arte militar pertenece á imaginativa: por que todo lo que el buen capitan ha de hacer, dice consonancia, figura y correspondencia. La dificultad está ahora en señalar con que diferencia de imaginativa en particular se ha de exercitar la guerra. Y en esto no me sabria determinar con certidumbre, por ser conos

cimiento tan delicado; pero yo sospecho que pide un grado mas de calor que la práctica de la medicina; y que allega la colera á quémarse del todo. Viese esto claramente, porque los capitanes muy mañosos y astu tos non son muy animosos, ni amigos de romper ni dar la batalla; antes con embustes y engaños hacen á su salvo los hechos. La qual propriedad contentó mas á Vegecio que otra ninguna: Los buenos capitanes no Son aquellos que pelean á cureña rasa y ordenan una batalla campal y rompen á su enemigo; sino los que con ardides y mañas le destruyen, sin que les cueste un soldado. El provecho desta manera de ingenio, tenia bien entendido el Senado Romano, porque puesto caso, que algunos famosos Capitanes que tuvo, vencian muchas batallas, pero venidos á Roma á recebir el triumfo y gloria de sus hazañas, eran tantos los llantos que hacian los padres por sus hijos y los hijos por los padres y las mugeres por los maridos y las hermanas por sus hermanos, que no se gozaba de los juegos y pasatiempos, con la lástima de los que en la batalla quedaban muertos. Por donde determinó el Senado de no buscar capitanes tan valientes, ni que fuesen amigos de romper, sino hombres algo temerosos y muy mañosos como Quinto Fabio, del qual se escribe, que por maravilla arriscaba el exercito Romano en ninguna batalla campal (mayormente estando desviado de Roma, donde en el mal suceso no podia ser de presto socorrido) todo era dar largas al enemigo y buscar ardides y mañas: con las quales hacia grandes hechos y conseguia muchas victorias, sin perdida de un soldado. Este era recebido en Roma con grande alegría de todos: porque se cien mil soldados sacaba, esos mesmos volvia: (salvo aquellos que de enfermedad se morian) la grita que las gentes le daban era lo que dixo Ennio: Uno dando largo al enemigo, nos hace señores del mundo, y nos

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vuelve nuestros soldados.

Al qual despues han procurado imitar algunos capitanes y por no tener su ingenio y maña dexáron muchas veces pasar la ocasion de pelear; de donde naciéron mayores daños y inconvenientes que si de presto

rompieran.

Tambien podrémos traer por exemplo aquel famoso Capitan de los Carthaginenses, de quien escribe Plutarcó estas palabras: Annibal, quando hubo conseguido aquesta tan grande victoria, mandó, que liberalmente

(sin, rescate) se dexasen muchos presos del nombre Italico; porque la fama de su humanidad y perdon se devulgase por los pueblos; aunque su ingenio era muy agéno destas virtudes. La de su natural fué fiero y inhumano: y de tal manera fue disciplinado desde su primera puericia, que él no habia aprendido leyes, ni civiles constumbres; mas guerras, muertes y enemigables trayciones. Así que vino á ser muy cruel capitan y muy malicioso en engañar á los hombres y siempre puesto en cuidado de como podria engañar á su enemigo. Y quando ya no pudiese por manifesta pelea vencer, buscaba engaños, segun de ligero pareció en la presente batalla y de la que antes acometió contra Sempronio cerca del rio Trebia.

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Las señales con que se ha de conocer el hombre que tuviere esta diferencia de ingenio, son muy extrañas y dignas de contemplar. Y así dice Platon: que el hombre que fuere muy sabio (en este genero de habi lidad que vamos tratando) no puede ser valiente, ni bien acondicionado; porque la prudencia, dice Aristóteles que consiste en frialdad, y el animo y valencia en calor. Y así como estas dos calidades son repugnantes y contrarias; de la misma manera es imposible ser un hombre muy animoso y prudente. Por donde es necesario que se queme la colera y se haga atra bilis, para ser el hombre prudente; pero donde hay este genero de malancholia (por ser fria) luego nace temor y cobardia. De manera que la astucia y maña pide calor por ser obra de la imaginativa; pero no en tanto grado como la valencia, y así se contradicen en la intencion. Pero en este hay una cosa digna de notar, que de las quatro virtudes morales Justicia, Prudencia, Forlaleza y Temperancia, las dos primeras han menester ingenio y buen temperamento para poderlas exercitar; porque si un juez no tiene entendimiento para alcanzar el punto de la justicia, poco aprovecha tener voluntad de dar la hacienda á cuja es; con buen intencion puede errar y quitar la á su dueño.

Lo mismo se entiende de la Prudencia: porque si la voluntad bastase para hacer las cosas bien ordenadas, ninguna obra buena ni mala errarian los hombres. Ningun ladron hay que no trata de hurtar de manera que no sea visto; ni hay capitan que no desea tener prudencia para vencer á su enemigo; pero el ladron que no tiene ingenio para hurtar con maña, luego es descu

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