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De modo que de tropas regladas eran poco mas de 16.000 hombres los que reunia Blake fuera de las guarniciones de las plazas, y no le inspiraba gran confianza el paisanage armado. So pretesto de poner á salvo de una contingencia las autoridades populares, dispuso que la junta se trasladase de Valencia á Alcira, y que la acompañase el marqués del Palacio como capitan general del distrito, puesto que las riberas del Júcar habian de servir de segunda línea de defensa. Puede creerse con fundamento que entraba tambien en la política de Blake alejar al del Palacio de la capital.

Lo primero de que trató Suchet fué de apoderarse del castillo ó fuerte de Sagunto, sito en un cerro, ó sea en un grupo aislado de pequeñas alturas, que forma una de las mas risueñas y agradables atalayas, junto á la villa de Murviedro; lugar de gloriosos recuerdos históricos, que si pudieran borrarse de la memoria de los españoles, se le renovaria uno de aquellos sitios que lleva todavía el nombre de altura de Anibal. Esta fortaleza, no castillo, sino campo atrincherado, como lo denominó con razon el ingeniero director de las obras, que no existia en 1810 cuando Suchet estuvo la primera vez á la inmediacion de Valencia, comenzó á construirse en enero de 1811 por consejo

pa y Obispo, ya hemos dicho ban los generales su número y que solian obrar con indepen- organizacion. dencia, y á veces hasta ignora

del general inglés Doile sobre ruinas y restos de antiguos muros. Hiciéronse los primeros trabajos siendo comandante general de Valencia Bassecourt, los continuó su sucesor don Cárlos O'Donnell, nada hizo en ellos el marqués del Palacio, que todo lo fiaba á los muros de la capital y á los esfuerzos de sus habitantes; mandó Blake renovar y proseguir con actividad las obras de fortificacion tan pronto como llegó á Valencia; mas ni el escaso tiempo que para ello tuvo permitió concluirlas, ni habia los útiles y medios necesarios para ello. Asi, aunque bastante espacioso el recinto atrincherado, observábanse fácilmente las partes flacas y vulnerables que tenia, faltábanle edificios á prueba, fosos, caminos cubiertos, artillería apropósito, y otras muchas cosas necesarias para una defensa séria. Era no obstante preciso á los españoles conservar y defender el fuerte para entretener y molestar al enemigo, en tanto que se organizaba el ejército y se daba lugar á que viniesen tropas de otras partes; asi como interesaba á los franceses hacerle suyo para cubrir los sitios de Oropesa y Peñíscola, y para emprender desde él sus operaciones sobre Valencia. Gobernábale el coronel don Luis María Andriani: tenia el fuerte 17 piezas, 3 de á 12, las demás de á 4 y 8,

y

3 obuses: Blake le dió para su defensa 3.000 hombres escasos, reclutas muchos de ellos.

Tál era su estado cuando se presentó Suchet con su ejército delante del fuerte de Sagunto (23 de setiem

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bre). Pronto y con facilidad se apoderó de Murviedro y pueblos inmediatos, y quedó incomunicada la guarnicion con el ejército, de tal manera que solo por medio de señales en las alturas de la fortificacion, en las torres de Valencia y en los buques podia entenderse imperfectamente el gobernador con el general en gefe. De tan poca importancia pareció la fortaleza á Suchet, acostumbrado á rendir plazas de guerra las mas respetables, que sin necesidad de formalizar sitio intentó y pensó tomarla por un golpe de mano. Al efecto dispuso y se ejecutó en la noche del 28 de setiembre una escalada por cinco puntos, trepando con arrojo y á porfia granaderos y cazadores á lo alto del muro; pero acudiendo nuestros soldados y arengán dolos Andriani, arrojan á la bayoneta á los franceses, hieren en la cabeza al coronel Gudin, lanzan de lo alto de los parapetos á otros oficiales, rompen las escalas, arrollan á los atrevidos asaltadores, que antes del amanecer se retiran dejando 300 muertos, entre ellos muchos oficiales. Regocijase y se alienta la guarnicion con esta victoria; Suchet reconoce que necesita otros preparativos para una empresa que habia creido tan facil, y Andriani recibe de Blake en justa recompensa el grado de brigadier, para que habia sido ya propuesto por otros generales.

Con este escarmiento hizo Suchet trasportar la artillería de sitio que tenia en Tortosa para batir en toda regla el fuerte de Sagunto. Entretanto érale

tambien forzoso rechazar las columnas de Obispo y de O'Donnell que no cesaban de incomodarle, mientras nuestras partidas de Soria y Guadalajara, manniobrando por la parte de Aragon para llamar la atencion del francés, rendian la guarnicion de Calatayud. Queriendo por su parte Suchet quedar desembarazado para la empresa de Sagunto, hizo batir en brecha el castillo de Oropesa sobre el camino real de Cataluña, logrando al cabo de diez dias apoderarse de él y de los 150 españoles que le guarnecian: con lo cual no pudiendo sostenerse los pocos que defendian el pequeño y vecino fuerte llamado la Torre del Rey construido sobre la costa, le abandonaron recogiéndose á los buques. Libre asi la carretera, pudieron los franceses conducir sin obstáculo la artillería de Tortosa. Comprendiendo Blake la necesidad de reforzar su ejército, tanto más, cuanto que el general francés D'Armagnac que se hallaba en la Mancha amenazaba por las Cabrillas la derecha del Guadalaviar, pidió con urgencia á Freire las tropas que pudiese enviarle del 3.er ejército, en cuya virtud se puso en marcha el general Mahy con 6.000 hombres, y realizado este movimiento oportunamente llegó al parage designado para impedir á D'Armagnac ejecutar su intento de adelantarse hacia Valencia. Pero imperturbable el mariscal Suchet, establecidas sus baterías frente á Sagunto, sin que pudieran los nuestros impedirlo por el corto calibre de sus piezas, acallando

facilmente sus fuegos los muy superiores del enemigo, abiertas pronto practicables brechas en su recinto, por varias partes débil, por otras cubiertos con solos maderos sus boquetes, ordenó el asalto la tarde del 18 de octubre.

A resistirle se prepararon los nuestros, asi acordado en junta de gefes que reunió Andriani, y en que los exhortó á defender las brechas á todo trance: 2.000 franceses suben con ímpetu de sus trincheras, y se arrojan intrépidamente á la muralla, de donde son rechazados á bayonetazos: 800 granaderos del Vístula, sostenidos por otros 2.000 hombres, repiten el ataque, y trepan con ardimiento por la brecha; pero en la cresta de ella los esperan firmemente los de. fensores; trábase mortífero combate, lúchase cuerpo á cuerpo, y además los nuestros arrojan sobre el enemigo piedras, granadas, y hasta las bombas caidas en el fuerte; los terribles granaderos se ven forzados á cejar dejando cerca de 500 entre muertos y heridos ("). Ante aquellos venerables restos confundíanse, como dice un moderno escritor, antiguos y nuevos trofeos. Mas á pesar de estas gloriosas victorias, á pesar de los ardides empleados por Andriani para seguir enardeciendo el espíritu de su tropa, á pesar del ejemplo que le daba presentándose al borde de una brecha con

(1) Todo esto se ve confirmado en los partes de Suchet y del general Rogniat, que se inserta

ron en el Diario del Imperio, 24 y 26 de noviembre de 1811.

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