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LOS DOS CRISTOBAL DE MOLINA

En el escenario del descubrimiento y conquista del Perú y las guerras civiles entre los conquistadores, uno, y de la definitiva organización del virreinato, ambos, figuraron dos personas con idéntica afición: el estudio de las antigüedades del país conquistado; un mismo ideal: la conservación, el bienestar. y la civilización de la población indígena; igual profesión: la religiosa, y que, por una de esas rarísimas coincidencias en tiempos en que la ola española invasora era aún tan rala, llevaban el mismo nombre; los dos fueron clérigos y se llamaron Cristóbal de Molina. Esta igualdad de nombre ha sido causa para que los bibliografos e historiógrafos del siglo XIX y de este en que vivimos, hayan confundido confundido lamentablemente la personalidad de ambos, haciendo de los dos una sola persona, y adjudicándoies, recíprocamente, los hechos y las obras del uno al otro. Quienes hasta hoy se ocuparon de estos dos escritores, inclusive los más insignes americanistas, no se detuvieron a comparar la resaltante diferencia que había entre el estilo castizo y casi correcto del uno, y atolondrado e incorrecto del otro; ni tuvieron en cuenta la vida agitada y aventurera del uno, el almagrista, a quien seguiremos llamando así, y la existencia apacible casi burguesa del otro, el cuzqueño, entregado a la enseñanza y conversión de rebaños espirituales de indios. Ni tampoco cayeron en cuenta en que tales Relaciones no podían ser obra de una misma mano ni fruto de un mismo intelecto, pues la una de ellas demuestra profundo conocimiento de la lengua indígena e ignorancia de la pro

pia, mientras la otra, al revés, conocimiento de la propia e ignorancia de la indígena. El erudito bibliógrafo chileno D. Tomás Thayer Ojeda, en la biografía que precede a la Relación de Molina el cuzqueño, publicada en la Revista Chilena de Historia y Geografía (1) ha sido el primero que tuvo sospechas de la existencia de dos Cristóbal de Molina, coetáneos, pero después de analizar fechas, sucesos y documentos, acaba por rechazar esa hipótesis.

"La afirmación del obispo Medellín-dice- por una "parte, y la muerte de Molina acaecida en Santiago, pare"cen indicar que hubiera sido distinta persona de un Cris"tóbal de Molina, cura de la parroquia de Nuestra Señora "de los Remedios del hospital de los naturales del Cuzco, "autor de una Relación de las fábulas y ritos de los Incas, "dedicada al obispo del Cuzco don Sebastián de Lartaún. "Sin desconocer la importancia de las objeciones cree"mos que no bastan para establecer la dualidad de las "personas, pues si bien Lartaún tomó posesión de su dió"cesis en 1570 (2), cuando Molina estaba por lo menos "cercano a la demencia, pudo escribir la obra mucho tiempo, antes, y ello es tanto más probable cuanto que no te"nemos noticias de su vida precisamente del período que "corresponde a su estada en el Cuzco. Por otra parte, es "difícil suponer en esa época, atendiendo a la escasa po"blación española de estas remotas regiones, la existen"cia de dos personas de un mismo nombre, estado y afi"ciones que hasta hoy son pocos frecuentes." (3)

se

Para que pueda juzgarse cuán lamentablemente ha confundido a estos dos insignes varones en virtud y letras, reproducimos el siguiente trozo de un estudio histórico intitulado "Los cronistas jurídicos y religiosos de la conquista" de que es autor el escritor argentino señor Jorge Cabral, palabras textuales de Jiménez de la Espada, que el señor Cabral reproduce sin citarlo:

t. V.

(1) Santiago, 1913, t. V.

(2) El obispo Lartaún tomó posesión de su diócesis en 1573.
(3) Revista Chilena de Historia y Geografía, Santiago, 1913,

"A pesar de sus achaques, el padre Cristóbal de Mo"lina (el almagrista), vivió todavía lo bastante para es"cribir, siendo cura de la parroquia de Nuestra Señora "de los Remedios del Hospital de los Naturales de la ciu"dad del Cuzco, una Relación de las Fábulas y Ritos de "los Incas, dedicada a don Sebastián de Lartáun, del Con"sejo de su Magestad” (4). Pero como no es nuestro ánimo, ni nuestro propósito, señalar ajenos errores sino aclarar un punto histórico obscuro, vamos a hacer un ligero ensayo biográfico de los dos Cristóbal de Molina, lo más sintéticamente que nos sea posible, ya que dentro del estrecho marco de los preliminares de este libro no disponemos de mayor espacio, diciendo quién fué cada uno de los dos, y qué hizo y cuáles fueron sus obras, dando a cada uno lo que es suyo.

Los dos apéndices que publicamos son suficiente prueba para establecer la distinta personalidad de nuestros dos autores. El apéndice A es una provisión del Virrey Toledo a favor de Cristóbal de Molina, el cuzqueño, y ha sido publicada en nuestra Revista de Archivos y Bibliotecas Nacionales; el apéndice B es una carta de Cristóbal de Molina, el almagrista, al Rey, escrita en Lima, a 12 de Junio de 1539 y ha sido publicada en la Colección de Documentos inéditos del Archivo de Indias, de D. Luis Torres de Mendoza, en Los Orígenes de la Iglesia Chilena de D. Crescente Errázuriz y en el tomo V de la Colección de documentos inéditos para la Historia de Chile de D. José T. Medina.

Nada hemos podido averiguar sobre el origen del Padre Cristóbal de Molina, el cuzqueño, ni quiénes fueron sus padres, ni la fecha de su nacimiento. Para nosotros, fué un meztizo, fruto del cruzamiento de español e india, como Valera y como Garcilaso, hijo tal vez de Francisco de Molina, que vivió a raíz de la conquista, viajó por el país y se estableció en Lima, donde recibió

(4) Anales de la Facultad de Buenos Aires, 1913, t. III. Véase de Quito,

Derecho y Ciencias sociales,
Apéndice N. 4 en la Guerra

las órdenes eclesiásticas entre los años de 1545 y 1550, en que le encontramos de capellán del hospital de españoles de esta ciudad, nacido probablemente en el Cuzco, donde quedó radicado para siempre. Su profundo conocimiento del quechua, quizá la lengua materna, y las pocas relaciones con Elío Antonio el nebrisense y Juan del Encina, que demuestran sus escritos, prueban nuestro aserto. Durante el gobierno del Virrey Toledo, el obispo y el Cabildo eclesiástico del Cuzco, hicieron tres tratados sobre las cualidades que debían reunir los prebendados, y se determinó el que fuesen de limpia generación, no confesos, ni descendientes de moros ni judíos, ni penitenciados por el Santo Oficio, ni infames y que fuesen de legítimo matrimonio, remitiendo el expediente al Rey para que lo hiciese confirmar por el Pontífice (5).. Esto confirma nuestra suposición de que Molina fué hijo natural de español e india y explica el por qué permaneció años de años de párroco en una iglesia de esa ciudad sin llegar a ascender a dignidad en la Metropolitana de ella.

De boca de Molina sólo sabemos que fué cura de la parroquia de N. Señora de los Remedios del Hospital de los Naturales del Cuzco, sin decir desde cuándo ni hasta cuándo (6) ejerció allí su sagrado ministerio y que "tenía buenos salarios y acomodación con que se sustenta

(5) Noticias Cronológicas del Cuzco, Ms. Bibt. Nac.

(6) La fecha de la creación de la Parroquia del Hospital, no

se conoce.

Hacia febrero de 1569 trataron ambos cabildos del Cuzco, para poner término a los vicios y escándalos que causaban los negros, mulatos e indios en el barrio del Hospital de naturales y acordaron la creación de una capilla, cuyo capellán sería nombrado por el Cabildo secular y a quien el eclesiástico daría licencia para la administración de los santos Sacramentos, mientras se erigía allí una parroquia. Después de ciertas disensiones entre los dos cabildos, en que la capilla fué clausurada, se volvió a abrir, colocándose nuevamente el Santísimo Sacramento en ella y volviendo asimismo a ejercer su ministerio el sacerdote encargado de la administrarlos. "No se encuentra más noticia que esta acica de la erección de la Parroquia del Hospital de los Naturales". Noticias cronológicas del Cuzco, cit.

ba" (7). Molina percibía 150 pesos anualmente de salario por la predicación del Evangelio a los naturales de la ciudad del Cuzco, pues era "muy buena lengua", como se decía en el pintoresco lenguaje de la época, o un excelente hablista queschua, como diríamos hoy. Teniendo en cuenta estas especiales dotes fué que el Virrey Toledo dictó la provisión que publicamos como Apéndice, reponiendo a Molina en el goce del salario por la predicación de los indios, de que se quejaba había sido desposeído.

Entre las instrucciones que el Rey Don Felipe II dió a Don Francisco de Toledo cuando le nombró Virrey del Perú, se contaba una cédula datada en Madrid, a 28 de Diciembre de 1568, conteniendo una larga relación de los puntos relativos al gobierno del Virreinato (8), especialmente en el ramo de los tributos de los indios. Durante el viaje, Toledo "hauia uisto, y entendido por el camino donde vino hasta esta dicha ciudad" de Lima (9) las necesidades de la colonia y estudiado las medidas que había que dictar para su remedio. Resolvió entonces hacer la visita general del Reino, por sí o por comisionados especiales para ello. En esta ciudad, el Virrey nombró vi sitadores para todas las provincias. Varias fueron las comisiones designadas para la visita de la provincia del Cuzco, una de las cuales debía ocuparse exclusivamente de la del recinto de la ciudad y sus parroquias. Naturalmente, el sabio gobernador aprovechó de las particulares dotes del Padre Cristóbal de Medina y le nombró visitador eclesiástico de aquella visita, que encomendaba a él, el Capitán Martín García Oñaz y Loyola y otros (10). La

(7) Véase el Apéndice A.

(8) Libro de la Visita general del Virrey Toledo, Ms. Biblio teca Nacional.

(9) Libro de la visita cit.

(10) "El capitán Martín garcía de loyola de la cauallería de calatrava y en su compañía por bisitador eclesiástico Xpoval de Molina, clérigo y por su ausencia del dicho capitán loyola a.pedro quiros dauila, y ordoño de Valencia Diego de salzedo tesorero de su majestad en la dicha ciudad del Cuzco-Libro de Visitas cit.

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