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blicó Barros Arana, pero aunque no lleva firma. en puridad de verdad no la necesitaba para saberse de quién fué. Don Juan Bautista Muñoz creyó poner una pica Flandes al decir que, a su juicio, el autor de la Relación "es algún religioso, de quién era casi peculiar el principio Ihus y abultar los daños en la conquista". Jiménez de la Espada declara que participa de igual creencia y señaló como autor al P. Cristóbal de Molina (29). Pues bien, tres religiosos acompañaron a Almagro en su expedición a Chile: dos mercedarios, los padres fr. Antonio Rondón y fr. Francisco Ruíz, y un clérigo: Cristóbal de Molina. El autor de la Relación declara que fué clérigo y que acompañó a Almagro: luego blanca, migada y en taza... no pudo ser otro que Cristóbal de Molina.

La relación de la Conquista y población del Perú del Padre Molina el almagrista, fué publicada por primera vez, mal leída, en la revista chilena Sud-América, que veía la luz en Santiago el año 1873, por el historiador D. Diego Barros Arana, quien la utilizó bastante en su Historia General de Chile. Antes el Padre las Casas poseyó una copia, o a lo que parece, el original quien usó y abusó de ella, como donosamente dice Jiménez de la Espada (30. El insigne americanista ha acotado numerosos trozos íntegros de la obra del Padre Molina con que el Apóstol de las Indias engalanó sus Antiguas gentes del Perú. Prescott también se sirvió de ella para su inmortal Historia de la Conquista del Perú, pero sin acertar a descubrir al autor, cosa facilísima, como se ha visto. Finalmente, bien leída, aparece en el tomo XII de la Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, publicada por el bibliografo D. José Toribio Medina, que es la que utilizamos para esta publicación.

Aparte de esta Relación y de la pintura o mapa que había hecho del país descubierto por Almagro, cuyo envío

(29) Las antiguas gentes del Perú, Madrid 1892, Prólogo. Tres relaciones de antiguedades peruanas, Madrid 1879, Introducción.

(30) Las antiguas gentes del Perú.

en tér

al Rey anunciaba la carta escrita en Lima en 1539 (31), que fué a parar a poder del Cosmógrafo Santa Cruz, de la Casa de la Contración de Sevilla, en el inventario de cuyos bienes figura (32), parece que Molina escribió un diario de la expedición de Almagro, en que condena la inhumana conducta de los conquistadores con los indios, del cual aprovechó fragmentos Amunátegui (33), minos iguales a los de la Relación que aquí publicamos. Molina murió muy viejo y demente. Hizo su testamento en Santiago, en 7 de Junio de 1577 y falleció a fines de 1578 (34). En una carta escrita al Rey por fr. Diego de Medillín, primer obispo de Santiago, fechada en esa ciudad el 4 de Marzo de 1578, le decía: "Cristóbal de Molina ha muchos años que no dice misa, por su mucha edad, y es como niño que ni aún el oficio divino no reza. Ha sido siempre muy buen eclesiástico y dado muy buen ejemplo".

Bien merece Cristóbal de Molina, el almagrista, una biografía más extensa, y pudiéramos hacerla, pero como hemos dicho más arriba, el estrecho marco de los preliminares de este libro, nos obliga a ser parcos en la materia. (*)

CARLOS A. ROMERO.

(31) Véase Apéndice B.

(32) Medina. Dic. Biog. cit.

(33) Desc. y Conq. de Chile, Santiago, 1862 p. 129-130.

(34) Thayer Ojeda Rev. Chit. cit.

(*) Del tomo primero de la Colección de libros y documentos referentes a la Historia del Perú, publicada por los señores Horacio H. Urteaga y Carlos A. Romero.

DOCUMENTOS INEDITOS SOBRE LA GUERRA DE

LA INDEPENDENCIA

EL GENERAL PEZUELA

MARCHA SOBRE EL GENERAL RONDEAU

He noticiado a V.S. el motivo que me precisó a replegar el Ejército a este punto el día 4 del corriente desde la segunda jornada que ejecutó para ir a buscar al enemigo en Chayanta. Estaba activando los medios de rehacerme de las bestias y los víveres precisos para volver inmediatamente a emprender las marchas, cuando por algunos tránsfugas me he cerciorado de que Rondeau, noticioso de mi movimiento, hizo el suyo con todas sus tropas para la Ciudad de Cochabamba. En esta virtud, y para no darle tiempo de realizar sus proyectos, sean ellos los que fueren, he resuelto caminar rápidamente sobre él, verificando mi salida el día de mañana, sin más tardanza. Lo que se servirá a V.S. de inteligencia.

Dios guarde a V.S. muchos años. Cuartel General en Venta y Media, Noviembre 12 de 1815.

JOAQUIN DE LA PEZUELA.

Sr. Presidente Gobernador Intedente de la Provincia del Cuzco.

EL GENERAL PEZUELA CONTESTA UNA FELICITACION POR LA VICTORIA DE WILUMA Y SE QUEJA DEL ABANDONO DE SU EJERCITO.

V. S. por sí y a nombre de ese vecindario se ha servido darme la enhorabuena por la gloriosa batalla de Wiluma del 19 del próximo pasado Noviembre, en que quedó completamente destruído el Ejército de los insurgentes de Buenos Aires. Yo lo recibo con todo gusto; pero aseguro a V. S. que a trueque de haber dado un buen día a todas estas Provincias por la protección divina en primer lugar, y por el heroico esfuerzo de estos dignos militares, he pasado yo mismo, y paso, los más amargos de mi vida. Estas tropas vinieron desde "Venta y media" a dar la batalla sin haber recibido más auxilio que el medio socorro de Noviembre, y los oficiales, ninguno; descalzos y sin camisa muchos de los primeros, y con mil necesidades los más de los segundos. Todos han sufrido estas privaciones y los demás trabajos imprescindibles con una constancia y conformidad ejemplar; se ganó la arriesgada batalla, y no sólo no tuve cómo gratificar con un día de doble prest a estos tan infelices como valientes soldados, sino que me faltó un peso para comprar los artículos que no pueden transportarse y son de primera necesidad para la curación de tan recomendables heridos. Todas mis diligencias, y las practicadas por el ramo de Hacienda se han agotado luego en esta pobre, robada y saqueada ciudad, sin más fruto que el de haber podido pagar mis tropas hasta el 20 de este mes; con exclusión de los incomparables cuerpos de Vanguardia que al día siguiente de la batalla emprendieron su marcha en persecución del enemigo para largas jornadas, sin calzado y sin un real; pero llenos de una alegría y entusiasmo que me hicieron sentir doblemente el dolor de corresponderles tan mal. Para despachar los cuerpos que han caminado después a coger el fruto del día 23, he tenido que reunir todos los oficiales y pedirles prestadas las pocas onzas de que para un caso fatal acostumbran proveerse algunos militares en campaña. Yo mismo estoy pa

ra empezar mis jornadas con el último resto del Ejército y en la Caja no hay un peso.

Un Jefe puede tener espíritu y frescura para dirigir la guerra y sobrellevar los riesgos y penalidades de ella; pero confieso que no le hay en mí para soportar tan lastimosas necesidades de estos mis compañeros de armas, al paso que las oyen con indiferencia e insensibilidad los demás hombres, más dignos de padecerlas, contentándose con gritar amor y fidelidad al Rey, pero sin perjuicio de guardar intactos sus haberes ¿Cabe más criminal ingratitud que la de no querer dar o prestar parte de ellos a los que con su sangre se los conservan, y les dan el sociego de que disfrutan en sus hogares? A mis repetidos clamores sobre este particular, y sobre que al menos se me mande puntualmente el contingente señalado a esta Provincia, me ha contestado V.S. que ha agotado todos los medios ordinarios y extraordinarios, y no lo puede verificar; sirviéndole también de exculpación el aumento de gastos que le ha ocasionado, y ocasiona, el de las fuerzas que tiene destinadas a la defensa del Partido de Tacna y tranquilidad del de Tarapacá. Esto no puede, ni debe satisfacerme; pues salta a los ojos que en proporción de los mayores dispendios que tenga V. S. que hacer para repeler los enemigos particulares que intentan molestar la Provincia de su mando, deben ser también los esfuerzos de sus habitantes que reciben el beneficio inmediato en sus personas y bienes; sin que por este desembolso haya de suspender o disminuírse

la cuota con que debe contribuír a la subsistencia de este Ejército, de que depende la seguridad personal.

He manifestado a V. S. cuál es mi situación; y le hago responsable ante el Tribunal divino y humano de cualquiera falta que hubiese en lo sucesivo en la puntual remisión a esta Tesorería militar de los veinte y cinco mil pesos mensuales que han cabido a esa Provincia en prorrateo con las demás señaladas, para formar su preciso fondo; y de las consecuencias que por ella pueden sobrevenir al Estado; y también le prevengo recoja de pronto y por los medios más adecuados que arbitre y despache la suma del

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