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tad tres años, y gastado lo que tenia, y no an sido ellos de tan poco trabajo, que no merescan algund descanso, como Vuestra Magestad siempre lo dá á los que le sirven; he sabido que en esta ciudad conviene al servicio de Vuestra Magestad y buen recabdo de su Real Hacienda que aya contador, y siendo ello así y habiéndolo Vuestra Magestad de proveer, abido respeto, á mis servicios y á lo que he gastado en esta gobernacion, de tiempo y hacienda, me haga Vuestra Magestad merced del dicho oficio de contador, con salario que pueda sustentarme y servirio como convenga al servicio de Vuestra Magestad, pues soy en la Isla tan plático como es menester, y no me falta voluntad ni deseo para todo aquello que Vuestra Magestad se sirva.-Nuestro Señor su S. C. C. M. guarde y prospere por muchos años, con acrecentamiento de mayores Reinos Ꭹ Señoríos.-De la Isla de las Perlas, á veinte y ocho de Enero de 1533 años. De su S. C. C. M., humilimo siervo y basallo, que sus inperiales piés y manos besa.-Gerónimo Dortal. -(Hay una rúbrica.)

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RELACION Y ESTRAGO QUE LOS FRANCESES COSARIOS HICIERON EN LA VILLA DE LA HABANA É PUERTO DELLA, DIRIGIDA Á LA S. C. C. M. DEL EMPERADOR Y REY NUESTRO Señor, Á LOS MUY ALTOS É MUY PODEROSOS SEÑORES PRESIDENTE É OIDORES DE SU REAL CONSEJO DE INDIAS, PARA QUE SU MAGESTAD SEA ADVERTIDO DE TODO LO QUE HA SUCEDIDO, CONFORME Á ESTA DICHA RELACION QUEL CABILDO DESTA DICHA VILLA LE ENEIA, PARA QUE SU MAGESTAD CON BREVEDAD PROVEA EN EL PUERTO LO QUE MAS CONVENGA À SU SERVICIO. (Año 1555.) (1)

En diez de Jullio pasado, deste presente año de mill é quinientos y cinquenta é cinco, miércoles, rronpiendo el alba, paresció detras del morro deste puerto una carabela latina, é vista por la guarda que en él estaba, puso luego una bandera en el dicho morro, como lo acostunbraba hazer siempre que parecia bela en la mar, é luego vista la dicha bandera por el alcayde Juan de Lobera, hizo poner en lo alto de la torre otra, y tiró un tiro de artillería, para que ocho ó nueve hombres, questaban nonbrados para acudir á la fortaleza, se rrecojesen á ella, é para que toda la demas gente, questaba en el pueblo y en los alrededores, estuviese prebenyda y abisada que abia bela en la mar, el qual aviso sienpre se acostunbraba á dar en la dicha fortaleza, cada é quando que parecia bela, y ansí mismo hizo tocar á tanbor á rrecoxer, bien descuydado de lo que despues sucedió; é de allá poco el Gobernador llegó á caballo, con algunos ve

(1) Archivo de Indias. Papeles para agregar á la Isla de Cuba. TOMO XII. 4

zinos, é se apeó en la fortaleza, é preguntó al Alcayde qué nabío podria ser aquel que parecia, y él le rrespondió que no tenia nueba qué nabío fuese; y enproviso, estando mirando é ácia la boca del puerto, fué pareciendo una carabela latina, é pasando por fuera costeando el puerto, en la qual no pareció gente nenguna; y hecháronse muchos juicios, diziendo que hera del Nombre de Dios, de un Alonso Gomez, que muchas vezes solia benir á este puerto; y en este medio tienpo algunos de á caballo abian acudido por la costa adelante á tomar lengua y saber qué carabela hera, é bieron que la dicha carabela se metia mucho en tierra en una caleta, un quarto de legua abaxo deste puerto, é que hechaba gente en tierra con una barca grande y otra pequeña, é la gente que hechaba hera armada con coseletes y arcabuzes con sus banderas tendidas y atanbores, con su capitan que abia nonbre Jaq de Sores, luterano, y la gente que desenbarcó Y hechaba en tierra serian poco menos de doscientos soldados, en buen horden y con su capitan: comenzaron á marchar por un camino que de la dicha caleta biene por el monte bien en cubierto á salir á la plaza deste puerto, donde salió el dicho capitan con su gente sin contradicion alguna, sin aber quien se lo resistiese ni estorbarse el desenbarcar, ni la entrada.

E visto por los de á caballo, que abian ydo por la costa á reconocer, que heran enemigos, binieron á mas correr de sus caballos por la costa, hasta que llegaron á la fortataleza, dando voces al Governador que en ella estaba con el Alcayde, diciendo que heran franceses y que abian desenbarcado en tierra doscientos hombres armados; é sabido por el Governador que heran enemigos, porque así se lo abian dicho, muy apriesa, y bien turbado, se sa

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lió de la fortaleza sin ablar palabra al Alcayde, que le debió de parecer no estaba muy seguro en ella, como despues se bió, y dexó al Alcayde solo, porque los que alli estaban se salieron á caballo con él, y él se entró por una calle del pueblo, derecho á su casa á poner en cobro su hazienda, mujer é hijos, é luego se salió uyendo y sacó algunos de á caballo consigo sin aber quien le echaba de su casa é pueblo, sin ver si heran amigos ó enemigos, é no paró por tierra hasta una estancia legua y media de aquí, ques de Juan de Rojas, y allí paró un poco á caballo, é los que con él iban le dijeron que por qué dexaba sola la fortaleza y artillería, é respondía que luego bolvería con socorro de gente, é luego pasó adelante á un pueblo de indios que se dize Guanabacoa, tres leguas deste puerto, donde su mujer y hijos y hazienda estaba ya en salvo, aunque algunos bezinos, entre los quales fué un Pero Blasco, regidor de aquí, le dixerou é dixo que por qué desmanparaba el pueblo, que no parecia bien que se saliesen tan arrebatadamente, que mejor sería que se recoxesen todos á una estancia de un bezino de aquí, que se dixe Diego de Soto, questá bien encubierta y secreta, un quarto de legua deste puerto, en la qual estaba platicado entre él y el cabildo y vezinos deste pueblo que en abiendo algun rebato, si se saliesen del pueblo desbaratados, se juntarian todos en la dicha estancia, é desde allí bolverían sobre el enemigo si necesario fuese, é mu chos vezinos con mas de cinquenta personas de negros y indios estuvieron allí recoxidos aguardando al Governa, dor, y él lo hizo muy al rrebés de lo questaba comunicado y platicado, pues no paró hasta tres leguas deste puerto; é como todos los demas de los vezinos bieron que se abia ydo huyendo y no se abian juntado allí, cada uno

procuró de ponerse en cobro y hazer lo mismo quél hizo, y algunos, que quisieron esperar é recoxerse juntos, los llevó y sacó consigo para guarda de su persona, por llevar más seguridad, y como faltó la cabeça, se herró todo, que fué arlo mal.

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E luego el alcayde Juan de Lobera, visto que heran enemigos y el Governador le dexaba encorralado, hizo tirar otro tiro grueso, para que se recoxese alguna gente á la fortaleza para guardar el artillería que tenia puesta en un baluarte para defensa del puerto, y con él se recoxeron en la torre quatro arcabuzeros é hasta otros diez ó doze honbres, entre españoles, mestizos y negros, sin otras personas, viejos, mugeres y niños, que abian entrado á manparar y socorrer á la torre y terraplen pensando que les aprobechara, porque los enemigos franceses estaban ya apoderados en todo el pueblo y en quatro piezas de artillería questaban puestas en un bastion en la marina, cerca del puerto de Juan de 'Rojas, y estaban saqueando y robando todo quanto en él allaban, así casas como iglesias, hasta al Santísimo Sacramento y custodia del pié, que no hallaron quien se lo ynpidiese y resistiese; y el Alcayde con buen ánimo se començó en la torre y tierraplen aparejar, rezélándose de lo que sobrebino,i y toco alarma haciendo muestra que tenia resistencia, y petrechósé lo mejor que pudo, como buen dapitan, segun la posibilidad de gente y fuerza que tenia, dándose á ens tender que no tenia en nada a los enemigos; & luego que desde la torre los bio apoderados en el pueblo y en las quatro piezas de artillería que en el baluarte estaban, las quales ublan dexado desmanparadas, determinó destre Bin una carta al Governador, con un vezino de aquí que Selamaba Martin Ruiz, diziéndole en ella la flaqueza

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