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nador de Buenos Aires para que éste lo remitiese a Lima. Por este conducto vino a manos del Virrey, y el 20 de Agosto de 1767, a eso de las diez de la mañana, entraba en las tres veces coronada villa el Teniente Coronel Maúrtua, portador de la estafeta del Real servicio y cartas del Presidente de la Audiencia de La Plata, D. Juan Victoriano Martínez de Tineo, y de D. Francisco Bucareli, Gobernador de Buenos Aires. Abierto el paquete se impuso el Virrey de su contenido y al punto comenzó a madurar el plan para la ejecución del extrañamiento. Fijado el 8 de Septiembre como fecha en que debía realizarse, una de sus primeras diligencias fué la de mandar alistar el navío de guerra "San José", o por otro nombre "El Peruano", con el fin, dice él mismo, en su memoria de gobierno, de "entretener al vulgo para que no incubase en el principal objeto de la venida del oficio con pliegos....." Dado la ingénita curiosidad de los limeños, una novedad como esta no podía pasar desapercibida, pero en esta ocasión parece que la chismografía de plazuela llegó a un límite inconcebible, porque el astuto Virrey llega a decir que los comentarios del público "se extendieron hasta unos puntos donde no alcanza la imaginación."

Como un eco de lo que por entonces se decía en Lima, vamos a transcribir un párrafo de la carta autógrafa que con fecha 1.o de Septiembre dirigía el Marqués de Montealegre a un padre del Colegio de San Pablo. Dice así: "Llegó a esta capital un oficial de Buenos Aires, hermano de el Comisario de los Santos Lugares por apellido Merlos, (5) con un pliego para este Señor Virrey, que luego que lo recivió mandó inmediatamente prevenir y armar el navío de guerra, para que salga de este puerto el diez de el presente. Su destino no se sabe a punto fijo, aunque la malicia de los hombres quiere trascenderlo; sospechando mutación de Govierno pero lo cierto es que hasta aora se ignora su viaje en orden a su paradero; y de lo que resultase daré aviso a V. R." Es de advertir que

(5) En esta carta se le da por nombre Merlos; en otro documento que hemos visto, se le denomina Maúrtua.

el Marqués fué señalado pocos días después como ejecutor de la expulsión.

El Virrey había resuelto llevarla a cabo el 8 de Septiembre para evitar lo que se prevenía en las Instrucciones, esto es que pudiese llegar la noticia de un Colegio a otro. El Presidente de la Audiencia de la Plata le había dado aviso que por su parte la ejecutaría el 4 de Septiembre y por la fecha de la carta que le había dirigido el Gobernador de Buenos Aires dedujo que éste podría haber dado principio a su comisión. Dióse, pues, alguna prisa en despachar sus órdenes a las diversas ciudades del Perú, en donde la Compañía de Jesús poseía algún domicilio, y tan acelerados anduvieron los correos que en el Cuzco, Guamanga y Huancavelica se leyó el decreto de expulsión dos días antes que en Lima, el 7 de Septiembre; en Trujillo y Arequipa, alrededor de esta fecha, con escasa diferencia; y en Moquegua, el 15 del mismo mes. Dadas las distancias que mediaban entre estas poblaciones y teniendo en cuenta que por aquel entonces el mejor modo de locomoción era una mula andariega, fácilmente se comprende que no pudo trasmitirse de una parte a otra la noticia del suceso.

Existen, además, otros indicios que prueban la ignorancia en que estaban los Jesuítas sobre la tempestad que se les venía encima. De haber barruntado algo, habrían puesto en lugar seguro sus papeles más íntimos, ya que no las alhajas de más precio de sus templos o los pretendidos tesoros que encerraban sus arcas. Ahora bien, en el Archivo Nacional de Madrid y procedentes del extinguido de Alcalá, se guardan los Inventarios de sus bienes y toda la documentación que se encontró en sus archivos. (6) Allí podrá el investigador, convencerse, como lo hemos hecho nosotros, que nada pusieron en resguardo, ajenos como estaban de la suerte que les esperaba. Citaremos en particular los dos gruesos volúmenes en folio, correspondientes al Colegio Máximo de San Pablo de Lima. El primero tiene por título: "Testimonio del Primer Quader

(6) V. Sección Ordenes Monásticas. Temporalidades. Legajos. 126. J.-227. J.-259 y 260 J.-264 J.-268 J. 95, 96, 97, 110, 113, J.

no de diligencias e inventarios actuados en este Colegio de S. Pablo de la ciudad de Lima y contiene la diligencia de secuestro y el inventario de las Procuraciones del Colegio, de la Provincia, de la ciudad del Cuzco, de la de Chile, de la botica y demás oficinas menores que en él se hallaron. 612 fols." El segundo abulta un poco más y se intitula: "Testimonio del Segundo Quaderno de diligencias e inventarios actuados en el Colegio de S. Pablo de la ciudad de Lima y contiene los que se hicieron en la iglesia, sachristía, archivos del Provincial y Rector del Colegio, Congregaciones fundadas en él, Biblioteca, Menaje de aposentos con los libros propios de los Padres que los ocupaban y la fábrica material del referido Colegio. 718 fols." Por la mole de ambos mamotretros podrá colegirse la minuciosidad con que llevaron a cabo su obra los interventores reales, como que habiendo empezado sus tareas el 10 de Septiembre de 1767, no les pusieron término hasta unos meses después. En otros legajos de la misma sección se pueden ver las escrituras de fundación de sus casas y colegios, los títulos de sus fincas y haciendas, la correspondencia del General de la Orden con los superiores y provinciales del Perú y las de éstos con el General, y para precisar un poco más, hasta los borradores de las cartas que el último Provincial, P. José Pérez de Vargas, dirigió al P. Ricci, entonces Prepósito General, y una de las cuales, tal vez la postrera, tiene fecha de 23 de Agosto de 1767.

No es improbable, además, antes muy creíble, entre tanta multitud de sujetos y vistos los esfuerzos que más tarde hicieron para volver del destierro, que de haber sabido con anticipación la pena que se había de fulminar, contra ellos, procurasen algunos evadirla, ocultándose o huyendo a parajes en donde no pudiesen ser habidos. Mas, cosa extraña, de entre los dos mil y más jesuítas de América, sólo dos, que sepamos, adoptaron este medio. Como ambos casos ofrecen algún interés los vamos a relatar. Fué el uno el P. Juan José Godoy y del Pozo, natural de Mendoza, y que a la sazón vivía en una estancia de dicho colegio. Llegó a sus oídos la noticia del des

tierro de sus hermanos y sin más vacilación se resolvió a poner tierra de por medio, no parando en su huída hasta la cindad de La Plata. Aquí llegó por el mes de Abril de 1768 y, como es natural, se presentó al Arzobispo, declarándole quién era y pidiéndole licencia para celebrar. El Arzobispo se la denegó y a 1.o de Mayo comunicó al Presidente de la Audiencia de Charcas la nueva de haber entrado disfrazado de seglar en la ciudad un ex-jesuíta de la Provincia de Chile, que había fugado del Colegio de Mendoza. Alarmóse el Presidente, D. Victorino Martínez de Tineo, y pidió al Arzobispo que se lo entregase para enviarlo al Callao por la vía de Arica. Sea que el Prelado se compadeciese del fugitivo, sea que ignorase su paradero, como es más probable, lo cierto es que dió largas al asunto y no respondió a la requisitoria del Presidente. Este se debió amoscar y dió un bando en la ciudad para que el presunto reo fuese entregado y hasta levantó la horca y acordonó las milicias, como si amenazara un peligro gravísimo. Una mujer entonces denunció al forastero y el buen Padre hubo de confesar su procedencia y cantar de plano que era Jesuíta. Se le remitió a Potosí con buena escolta y de aquí pasó a Oruro, en donde se reunió con otros hermanos suyos de las Misiones de Mojos y Chiquitos y juntos todos salieron de aquella ciudad el 12 de Septiembre de 1768, camino de Arica, en donde se embarcaron para el Callao el 22 de Octubre. (7)

(7) Dicho Padre escribía a su hermano el prebístero D. Ignacio Godoy, residente en Mendoza, desde Lima y con fecha 21 de Diciembre de 1768 lo siguiente: "Estoy en vísperas de embarcarme aquí en Lima con otros diez y seis jesuítas de los misioneros de Mojos y Chiquitos, hoy 21 de Diciembre, para ir por vía de Panamá. Me junté con dichos Padres en Oruro, sesenta leguas más acá de Chuquisaca y vinimos por tierra hasta Arica, en donde nos embarcamos y haciendo una escala en Ilo y otra en La Nazca, llegamos al Callao el 5 de dicho mes y nos han hospedado en el Hospital de San Juan de Dios y asistido por los religiosos con mucha caridad. Han sucedido cosas que no están escritas y otras aunque están escritas, son de los tiempos muy antiguos". V. Informe al Director General de Temporalidades. Bib. Nac. Lima. Secc. Mss. No. 4. fol. 479.

El otro era un hermano coadjutor alemán, por nombre Juan Jakob, a quien la noticia del extrañamiento sorprendió en el fundo Río Grande, perteneciente al Colegio de La Plata. Según se desprende de los autos obrados con motivo de su fuga, (8) el Presidente, de la Audiencia notificó al Justicia Mayor de la provincia de Tomina para que lo remitiese a Charcas, juntamente con el H. Bartolomé Míguez, estanciero también de dicho Colegio. A pesar de haber enviado a entrambos con escolta de cuatro soldados y a las órdenes de un oficial, parece que en la última jornada el H. Jakob tomó las de Villadiego y no pareció más. Presentóse, pues, a principios de Septiembre sólo el H. Míguez en la ciudad de La Plata, se le depositó en el convento de Santo Domingo y entretanto se dió orden de aprehender al fugitivo. Después de no pocas pesquisas lograron echarle mano en el pueblo de Paria y se le condujo a Lima, en donde prestó declaración a 25 de Enero de 1768. Creemos que se le puso en libertad, en atención a su calidad de extranjero, porque no figura en las listas de embarque, y también debió influir el ser algo práctico en medicina y cirugía y no haber hecho aún la segunda profesión.

Veamos ahora cómo se realizó en Lima la intimación dei Real Decreto. Hasta que llegó el momento de ejecutarlo el Virrey Amat no franqueó la noticia a persona alguna, excepción hecha de su asesor general, D. José Perfecto de Salas, y su secretario de cartas, D. Antonio Eléspuru, a quien recibió nuevo juramento de secreto con pena de la vida. (9) El 8 de Septiembre las milicias de Lima concurrían a la fiesta que se celebraba a Nuestra Señora de Montserrat en la iglesia de este nombre. Aprovechóse el Virrey de esta coyuntura para tener a la tropa reunida, sin suscitar la alarma del público, y aquella misma noche las convocó en señal de agasajo en su palacio para una espléndida cena y serenata. Mandó cerrar

(8) V. Biblioteca Nacional. Santiago de Chile. Secc. Mss. Jesuitas. Tom. 315.

(9) Relación de Gobierno del Virrey Amat, en Memorias de los Virreyes. Tom. 4 Lima. 1859.

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