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punto que llegué aquí, puse los ojos en Vm. para consolarme del cansancio del camino. ,,No haga burla," dijo ella,,,de las mal vestidas." Yo no hago tal, sino que me parece Vm. muy hermosa. „Hermosa," dijo ella,,,como gata lagañosa." Parecióme que ya iba creyendo, y díjele: ¡ Pues miren con que gracia y donaire responde! Cierto que es igual el rostro con la habla, y todo es con mucho gusto. Y como Deo gratias," dijo ella,,,si conocieran á una hermana mia que tengo, tabernera en las ventas de Alcolea, dijeran eso de veras; que por solo oirla echar pullas, van á beber á su casa cuantos pasan." Y Vm., dije yo, ¿ cómo no se acerca hácia Córdova? „Porque, señor," dijo ella,,,unos tienen ventura y otros ventrada." ¿ Pues es posible, dije yo, que no ha habido quien saque á Vm. de tan mal oficio? Y respondió ella:,,Estáse la carne en el garabato por falta de gato." Pues á fé, dije yo, que si me hallara en disposicion, que habia de hacerlo: porque me da lástima ver entre estos riscos y montañas á una muger de tan buenas partes.,,Pues calle Vm.," dijo ella,,,que mi marido y yo les habemos de quitar el dinero á estos que quedaron con él *), y por la mañana haremos lo que nos pareciere; y si á caso mi marido volviere á decir á la noche que se salgan de la venta, váyanse por la puerta trasera del corral, que yo se la dejaré abierta."

Fuése, y mi compañero me preguntó: ¿ Qué es del conjuro?" Qué mayor conjuro quereis, dije yo, que haber llamado hermosa á una bestia que parece panza de vaca con su zumaque y menudillos?,,Conjuro es ese," dijo,,,que puede servir de malilla en todo el mundo."

En tanto que pasamos esta conversacion, se llegó la noche y la desesperacion de los mercaderes: porque con las trampas, que el fullero iba haciendo, y con los tragos de cuando en cuando del Ciudad-Real, les fué chupando la plata y oro, y los zurrones en

*) Es á decir: á los dos fulleros que le iban ganando á los mercaderes. No ha entendido este pasage el traductor aleman, el cual creyendo que la ventera habla en general, traduce mal: Mein Mann und ich nehmen denen Geld ab, die welches haben. Erra tambien traduciendo la frase: por la mañana haremos lo que nos pareciere (cuyo sentido por otro es muy claro), por: Dann wird sich bei Gelegenheit Alles finden.

que tenian el dinero.

Los mercaderes quedaron dados al diablo; y maldiciendo la venta, y quien á ella los habia traido, se volvieron á dormir á la que habian dejado atras, con intencion de volverse á Toledo. El huésped, que no era lerdo, entendió muy bien la bellaquería. Yo estaba para reventar por lo que habia oido la noche ántes, y por lo que habia visto entónces. Estuve determinado de revelarles la maldad, porque volviéndose los mercaderes, me faltaba el bien, que me habian prometido hacer por el camino; pero consideré, que decir el secreto que estaba tan en duda, era desacreditar á los fulleros, y á mí ponerme en peligro. Yo callé contra mi voluntad, y el ventero, que era un bellaco redomado, disimuló y calló, como yo y el otro.

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Los señores fulleros quedaron muy contentos; pero fueron tan miserables que no dieron barato á nadie; por donde se aumentó en el ventero el deseo de hurtarles la ganancia, y en mí el de volvérsela á sus dueños. El ventero, que realmente lo sintió, les dió á entender que recibia mucho gusto en ver los mercaderes despojados; y haciéndoles grandes zalemas, les dió un aposento, que tenia aderezado para los mercaderes, donde estaba un arcaz muy grande con tres llaves, que les dió para guardar su dinero y ropa. Era el arcaz de una madera muy maciza, y de tablas gruesas, que hacia pared con la caballeriza; que me puso en cuidado, imaginando que traza podia tener para hurtarles el dinero de un arcaz, cerrado con tres llaves, y que por ningun camino podia moverse de donde estaba. Habló con la muger de secreto, mirando con cuidado si los veian hablar. En cenando muy solemnemente los fulleros, habiendo hecho el pancho de perdices y vino de Ciudad-Real, se atrancaron en su aposento y se cerraron de manera, que no podia entrarles una bruja.

En siendo una hora de la noche ó poco ménos, el ventero dijo:,,Los que no tienen cabalgaduras salgan de la venta; que ya que no hay arrieros, queremos dormir sin cuidado." Salimos, aquel mocito y yo, y dando vuelta por las espaldas de la venta, hallamos abierta la puerta del corral, y entramos en el pajar. Yo andaba pensando con cuidado, como diablo, ó con

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Veia que

que modo ó traza podian hacer tiro á los fulleros. en el aposento no podian entrar, por estar muy bien encerrados, y el arcaz muy bien guardado. Traer salteadores para el efecto, no era negocio seguro, sino muy peligroso; entrar y matarles, no podian, porque eran ménos que ellos; pues querer minar el aposento con pólvora era para todos peligroso.

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Yo no pude dar en el modo, hasta que entre once y doce,* estando ellos durmiendo al mejor sueño, vinieron el ventero y la ventera, muy paso entre paso, alumbrando ella con un cabo de vela. El marido comenzó á desviar con mucho silencio un gran monton de estiércol que estaba en la caballeriza, arrimado al aposento de los fulleros. Á pocas vueltas se descubrió la tabla del arcaz, que servia de pared al aposento. Miré con gran cuidado, y ví que la tabla del arcaz estaba por la parte de arriba asida con tres o cuatro goznes, y por la parte de abajo con dos tornillos, cada uno en su esquina. Quitó el ventero los tornillos, y en quitándolos, mandó á la muger que llevase de allí la vela, porque no entrase la luz en el aposento. Ella la llevó, y yo fuí muy poco a poco al ventero, al tiempo que tenia la tabla alzada, y los zurrones en las manos; y con voz baja, ó por mejor decir, entre dientes, le dije: Dad acá esos zurrones, y tornad á poner los tornillos. El me los dió, pensando que era su muger, y salíme con ellos, y con mi compañero, por la puerta del corral; que mientras tornaba á poner el monton de estiércol, hubo lugar para todo; y andavimos un ratillo á priesa hácia atras, cada uno con su zurron, no por el camino real, sino por un lado á la parte de arriba, con todo el silencio posible. Ya estábamos casi frontero de la otra venta, adonde los mercaderes se habian vuelto á dormir, y nos sentamos á descansar un poco, que el recelo y temor aumentan el cansancio. compañero: ¿Qué pensais que traemos aquí? destruccion, porque á ninguna parte podemos llegar, donde no nos pidan estrecha cuenta deste dinero; que por la parte que le puede caber, ó por congraciarse, cualquiera dará noticia á la justicia de dos mozos caminantes de á pié, cansados y hambrientos y con dos zurrones de moneda; y el tormento será forzoso, no dando buena cuenta de lo que se pregunta. Pues esconder

Yo le dije al Nuestra entera

lo para volver por él, tampoco atinaremos nosotros, como lo demas; y andar mucho por aquí, dará sospecha de algun daño,`y el ménos que nos puede suceder, es caer en manos de dos ladrones, que nos quiten el dinero y la vida. Ponerse á peligro por ganar dineros, muchos lo hacen; pero poner en peligro la vida, honra y dinero, ningun hombre de juicio lo ha de hacer; Ꭹ así mi principal intento fué volver este dinero á sus dueños, para tener tanta parte en él como ellos quisieren dar, sin peligro de las vidas y sin daño de las conciencias. Esta y otras muchas cosas le dije, para desarraigarle cierta golosina, que se le habia pegado; que como lo llevaba á cuestas, habia contraido no sé que parentesco con la sangre del corazon. Pero al fin

le pareció muy bien.

Fuimos á la venta, y aunque era muy de madrugada, dimos golpes á la puerta, diciendo que veníamos con un despacho de mucha importancia, para unos señores mercaderes de Toledo, que estaban dentro. Ellos lo oyeron, y hicieron al ventero que abriese. Encendió luz, y entramos en el aposento cargados, y sin hablarles palabra arrojamos los gatos sobre una mesa, que si fueran de algalia, no regalaran tanto las narices, como estos regalaron las orejas. ¿Qué es esto?" dijeron los mercaderes. Su dinero, respondí yo, que ha vuelto al César lo que Contámosles el caso , y díjeles que antes que en la otra venta se levantasen, pasásemos el puerto.

era suyo.

De buena ventura mia venian mulas de retorno hácia Sevilla. Los mercaderes, alegres y agradecidísimos del caso, para mi y para el otro mozo tomaron dos mulas, y caminando pasamos el puerto, sin que lo sintiesen en las ventas. Encumbramos el puerto, y bajamos á otra, que está en lo mas bajo, no mal proveida, adonde estuvimos todo el dia descansando y durmiendo, por la falta de sueño y mucha pesadumbre que les habia causado la pérdida de su dinero. Y á la tarde supimos, que el ventero, como martirizando á su muger, no supo cosa del hurto (porque ella no osó decir que nos habia dejado dentro), sospechó que los fulleros le habian hecho la treta, que él no entendió. Fué á dar aviso á la Hermandad de la vida Ꭹ trato de aquellos hombres, y como tenian dos zurrones de dinero mal

ganado: y vino la Hermandad, y como no halló los dineros, ni los zurrones, que el ventero habia dicho, en el arcaz, á él por desatinado ó loco, ó porque habia cargado demasiado *), y á los fulleros por gente sospechosa, que tan tarde se estaban en la venta, y á la muger por suspensa y callada, que no supo dar razon de sí, les hicieron pagar las costas sin averiguar el secreto.

Holgámonos mucho con el suceso, de manera que los mercaderes lo querian oir por momentos, que, segun pareció, hallaron mas dinero dentro de los zurrones, que habian dejado; y con donaire dijo el uno de ellos:,,No quiera Dios, que yo lleve dinero ageno en mi poder; gástese por el camino en perdices y conejos, que no quiero tener que restituir; y así se hizo con beneplácito de todos.

El dia siguiente, por ciertos respetos, me fué forzoso (por llegarme primero á Málaga que á Ronda) apartarme de los mercaderes, tomando la via del Carpio; y ellos lo hicieron tan bien conmigo, que me dieron uno de los machos en que iban y dineros, fiando de mí que se lo llevaria á la feria á buen tiempo **); y ellos se fueron con las mulas de retorno, en que yo habia venido hasta allí. El macho era endiablado, que ni se dejaba herrar, ni poner la silla; y por momentos se echaba con la carga, aunque con la compañía habia disimulado algo de su malicia. Y así en saliendo del lugar, por verse solo, y por sus ruines resabios, en el primer revolcadero se arrojó, cogiéndome una pierna debajo; de suerte que si yo no me echara al mismo tiempo del otro lado, recibiera mucho daño. Pero con esta prevencion pude levantarme, y llevándole del diestro, muy contra su voluntad, un ratillo, se me quitó el dolor, sin entrar el frio, que pudiera, si no hiciera aquella diligencia. Eché de ver la ruin compañía que llevaba con mi cabalgadura; pero por si otra vez

*) Cargar tiene aquí el sentido de: poner á cargo, es à decir:

acusar.

**) Es á decir: el macho (como lo indica el singular lo, que no puede referirse sino á él, aunque precede): no debiendo entenderse los dineros, como habiendo sido dados en don.

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