Imágenes de páginas
PDF
EPUB

López de Legaspi, á dież y ocho de Mayo año de mil y quinientos y setenta y dos. Últimamente, el año mil y quinientos y noventa y ocho, de Méjico salió un buen número de soldados y su general, el adelantado Don Juan de Oñate, á la conquista del nuevo Méjico. Cae esta provincia hácia nuestro polo en altura de mas de treinta grados: la tierra fértil, la gente mas política que lo demás de las Indias, las casas de tres, cuatro y siete sobrados.. Teníase della noticia desde el tiempo de Her¬ nan Cortez, y diversas veces acometieron á conquistalla; pero esta fué la de mas consideracion. Del suceso della y todo el efecto que se hizo, que para tanto ruido fué corto, el capitan Gaspar de Villagra, que se halló presente, escribió un libro en metro castellano.

De la conquista toda de las Indias han resultado provechos y daños. Por lo menos las fuerzas flaquean, por la mucha gente que sale, y por estar tan derramadas: el sustento que la tierra nos daba, y no mal, con sus frutos, ya todos los años le esperamos en gran parte de los vientos y olas del mar: el príncipe mas necesidades que antes, por acudir forzosamente á tantas partes: la gente muelle por el mucho regalo en comidas y trages.

CERVANTES.

Miguel de Cervantes Saavedra nació en 1548 y murió el 23 de Abril del año 1616. Ademas del Don Quijote, de la Galatea y de las Novelas ejemplares, que tienen la primera plaza, despues de aquella obra inmortal, en sus escritos, los Trabajos de Pérsiles y Sigismunda *), produccion de su vejez, por su carácter muy original, el artificio de su plan y construccion, los rasgos de una imaginacion maravillosa, y la elegancia del estilo merecen no solo la atencion de los amadores de la literatura castellaña, sino tambien de ocupar una plaza distinguida entre las obras mas originales de imaginacion y poesía.

TRABAJOS DE PERSILES Y SIGISMUNDA.

Voces daba el bárbaro Corsicurbo á la estrecha boca de una profunda mazmorra, antes sepultura que prision de muchos cuerpos vivos, que en ella estaban sepultados; y aunque su terrible y espantable estruendo cerca y léjos se escuchaba, de nadie eran entendidas articuladamente las razones que pronunciaba, sino de la miserable Cloelia, á quien sus desventuras en aquella profundidad tenian encerrada.,,Haz, o Cloelia (decia el bárbaro), que así como está ligadas las manos atras, salga acá arriba atado á esa cuerda, que descuelgo, aquel mancebo que habrá dos dias que te entregamos: y mira bien si entre las mu

*) Parece que la novela griega de Heliodoro, intitulada Teágenes y Cariclea, ó las Etiópicas, ha sido el modelo que Cervantes ha seguido en su obra.

geres de la pasada presa hay alguna, que merezca nuestra compañía, y gozar de la luz del claro cielo que nos cubre, y del aire saludable que nos rodea." Descolgó en esto una gruesa cuerda de cáñamo, y de allí á poco espacio él y otros cuatro bárbaros la tiraron hacia arriba; en la cual cuerda, ligado por debajo de los brazos, sacaron asido fuertemente á un mancebo, al parecer de hasta de diez y nueve ó veinte años, vestido de lienzo basto, como marinero, pero hermoso sobre todo encarecimiento. Lo primero, que hicieron los bárbaros, fué requerir las esposas y cordeles, con que á las espaldas traia ligadas las manos: luego le sacudieron los cabellos, que como infinitos anillos de puro oro la cabeza le cubrian, limpiáronle el rostro, que cubierto de polvo tenia, y descubrió una tan maravillosa hermosura, que suspendió y enterneció los pechos de aquellos que para ser sus verdugos le llevavan.

ག ་ ་

[ocr errors]

No mostraba el gallardo mozo en su semblante género de afliccion alguna, ántes con ojos al parecer alegres alzó el rostro, Ꭹ miró al cielo por todas partes, y con voz clara y no turbada lengua dijo:,,Gracias os hago, o inmensos y piadosos cielos, de que me habeis traido á morir adonde vuestra luz vea mi muerte, y no adonde estos escuros calabozos, de donde ahora salgo, de sombras caliginosas la cubren: bien querria yo no morir desesperado, á lo menos porque soy Cristiano; pero mis desdichas son tales, que me llaman y casi fuerzan á desearlo." Ninguna destas razones fué entendida de los bárbaros, por ser dichas en diferente lenguage que el suyo, y así cerrando primero la boca de la mazmorra con una gran piedra, y cogiendo al mancebo, sin desatarle, entre los cuatro llegaron con él á la marina, donde tenian una balsa de maderos, atados unos con otros con fuertes bejucos y flejibles mimbres: este artificio les servia de bajel, en que pasaban á otra isla, que no tres millas de allí se parecia. Saltaron luego en los maderos, y pusieron en medio dellos sentado al prisionero; y luego uno de los bárbaros asió de un grandísimo arco, que en la balsa estaba, y poniendo en él una desmesurada flecha, cuya punta era de pedernal, con mucha presteza le flechó, y encarando al mancebo, le señaló por su blanco, dando muestras de que ya le queria pasar el pecho.

Los bárbaros, que quedaban, asieron de tres palos gruesos, corta¬ dos á manera de remos, y gobernando el uno, los dos encaminaron la balsa á la otra isla. El hermoso mozo, que por instantes esperaba y temia el golpe de la flecha amenazadora, encogia los hombros, apretaba los labios, enarcaba las cejas, y con silencio profundo dentro en su corazon pedia al cielo, no que le librase de aquel tan cercano como cruel peligro, sino que le diese ánimo para sufrirlo. Viendo lo cual el bárbaro flechero, y sabiendo que no habia de ser aquel el género de muerte, con que le habian de quitar la vida, hallando la belleza del mozo piedad en la dureza de su corazon, no quiso darle dilatada muerte, teniéndole siempre encarada la flecha al pecho, y así arrojó de sí el arco, y llegándose á él le dió á entender no queria matarle.

En esto estaba, cuando los maderos llegaron á la mitad del estrecho, y se levantó una borrasca tal, que sin poder remediallo los inexpertos marineros, los leños de la balsa se desligaron y dividieron en partes, quedando en la una, que seria de hasta seis maderos compuesta, el mancebo que de otra muerte, que de ser anegado, tan poco habia que estaba temeroso. Levantaron remolinos las aguas, pelearon entre sí los contrapuestos vientos, anegáronse los bárbaros, salieron los leños del atado prisionero al mar abierto, pasábanle las olas por cima, no solamente impediéndole ver el cielo, pero negándole el poder pedirle tuviese compasion de su desventura; y sí tuvo, pues las continuas y furiosas ondas, que á cada punto le cubrian, no le arrancaron de los leños y lo sumergieron en su abismo; que como llevava atadas las manos á las espaldas, no podia asirse, ni usar de otro remedio alguno. Desta manera, que se ha dicho, salió á lo raso del mar, que se mostró algun tanto sosegado y tranquilo, al volver una punta de la isla, adonde los leños milagrosamente se encaminaron, y del furioso mar se defendieron. Sentóse el fatigado jóven, y tendiendo la vista á todas partes, casi junto á él descubrió un navío, que en aquel recodo del alterado mar como en seguro puerto se reparaba. Descubrieron asimismo los del navío los maderos, y el bulto que sobre ellos venia; y por certificarse que podia ser aquello, echaron el es

quife al agua, y llegaron á ello, y hallando allí al tan desfigurado como hermoso mancebo, con diligencia y lástima le pasaron á su navío, dando con el nuevo hallazgo admiracion á cuantos en él estaban. Subió el mozo en brazos agenos, y no pudiendo tenerse en sus pies de puro flaco, molido y maltratado de las olas, dió consigo un gran golpe sobre la cubierta del navío, el capitan del cual con ánimo generoso y compasion natural mandó que le socorriesen. Acudieron luego unos á quitarle las ataduras, otros á traer conservas y vinos odoríferos, con cuyos remedios volvió en sí, como de muerte á vida, el desmayado mozo; el cual poniendo los ojos en el capitan, cuya gentileza y rico trage le llevó tras sí la vista y aun la lengua*), le dijo: ,,Los piadosos cielos te paguen, piadoso señor, el bien que me has hecho; que mal se pueden llevar las tristezas del ánimo, si no se esfuerzan los descaecimientos del cuerpo. Mis desdichas me tienen de manera, que no te puedo hacer ninguna recompensa deste beneficio, si po es con el agradecimiento; y si se sufre que un pobre pueda decir de sí mismo alguna alabanza, yo sé que en ser agradecido ninguno en el mundo me llevará ventaja," Y en esto probó á levantarse para besarle los pies; mas la flaqueza no se lo permitió, porque tres veces se determinó, y otras tantas volvió á dar consigo en el suelo. Viendo lo. cual el capitan, mandó que le llevasen debajo de cubierta, Ꭹ le echasen en dos transpontines, y que quitándole los mojados vestidos, le pusiesen otros enjutos y limpios, y le hiciesen descansar y dormir. Hízose lo que el capitan mandó; obedeció caHando el mozo, y en el capitan creció la admiracion de nuevo, viéndole levantar en pié con la gallarda disposicion que tenia. Comenzóle luego á fatigar el deseo de saber dél, lo mas presto que pudiese, quien era, como se llamaba, y de que causas habia nacido el efeto, que en tanta estrecheza le habia puesto; pero excediendo su cortesía á su deseo, quiso que primero se acudiese á su debilidad, que cumplir la voluntad suya.

Reposando dejaron los ministros de la nave al mancebo, en cumplimiento de lo que su señor les habia mandado: pero

*) Es á decir: le animó á que le hablase.

« AnteriorContinuar »