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á trueco de conservar la paz; que es gran prudencia en tiempos revueltos acomodarse á la necesidad, y no hay ninguno tan amigo de las armas que no quiera mas alcanzar lo que desea con sosiego, que poner su persona al peligro.

Sobre el reino de Sicilia andaba la guerra muy brava. El crédito de Rugier Lauria era grande, mucho lo que ayudaba à la parte de Francia; que parece llevaba consigo la victoria y buena andanza á la parte que se acostaba y allegaba. Por su buena diligencia se ganaron muchas plazas que estaban por los Sicilianos, en lo postrero de Italia, que fué la causa de que en Sicilia le acusaron de aleve; y como fuese por sentencia condenado le despojaron de un grande estado que en aquella isla tenia, merced de los reyes pasados en premio de sus grandes méritos y servicios. Desde á poco como se hobiese apoderado en la Callabria de la ciudad de Cantanzaro, y pretendiese ganar el castillo que todavía se tenia por los contrarios, fué vencido en una batalla por menor número de soldados que los que él tenia. El hacer poco caso de sus enemigos fué ocasion deste daño, que el popar el enemigo siempre es peligroso, demás que se dice peleó con el sol de cara, otro daño no menor: muchos fueron los muertos; los mas se salvaron por la escuridad de la noche. El mismo capitan Rugier con algunas heridas que le dieron en la batalla, se estuvo escondido en unos lugares alli cerca hasta tanto que se pudo escapar, y pasó en Aragon con gran deseo de vengarse. Fué tanto mayor la pesadumbre que recibió desta desgracia, que nunca tal le aconteció, como el que siempre salió victorioso en las demas batallas.

Desde Aragon el rey y Rugier caudillos de aquella empresa, señalados por los principes confederados de comun consentimiento, se hicieron à la vela con una gruesa armada que ya tenian aprestada, en que se contaban no menos de ochenta galeras. Llegaron con buen tiempo á Roma: el sumo pontifice les bendijo el estandarte real, y á ellos echó su bendicion. En Nápoles se les juntó Roberto duque de Calabria con otra armada que tenia á punto. Corrieron las marinas de Sicilia, donde todo al principio lo hallaron mas fácil de lo que pensaban. Apoderáronse de la ciudad de Pati (que se entiende Ptolomeo llamó Agathyrion) y de otros castillos por aquella comarca. Desde allí, doblado el promontorio Peloro, que es el cabo de Melazo cerca de Mecina, y pasado el estrecho, no pararon hasta ponerse sobre la ciudad de Siracusa. El cerco fué muy apretado por mar y por tierra, y sin embargo duró muchos dias: esto, y por estar los lugares tan distantes, convidó á los ciudadanos de Pati para que echada la guarnicion que tenian, volviesen al poder del rey don Fadrique. Trataban de combatir el castillo, que todavia se tenia por Aragon.

Acudió por mandado del rey de Aragon Juan Lauria con veinte galeras para socorrer los cercados proveyó el castillo de vituallas y lo demás necesario para la defensa; á la vuelta empero fué preso él y diez y seis galeras de las que llevaba, por los de Mecina, que puesta su armada en órden le salieron al encuentro y le vencieron. Es aquel estrecho muy peligroso á causa de las grandes corrientes y remolinos que tiene: altéranse las olas sin órden y á manera de vientos combaten entre sí y corren á fuer de un arrebatado raudal hora ácia una parte, hora ácia la contraria, de que resultan remolinos y peligros muy grandes para los que navegan. La experiencia que desto tenian, ayudó mucho a los Sicilianos, y fué causa que los Aragoneses se perdiesen por saber poco de aquel paso. La ciudad de Siracusa en el entretanto se defendia valerosamente: ayudaba mucho la presencia del rey don Fadrique que se puso en los lugares cercanos, y estaba alerta para aprovecharse de la ocasion. Por estas dificultades los Aragoneses fueron forzados á alzar el cerco, en especial, que el ejército le tenian muy menoscabado, muertos mas de diez y ocho mil hombres, que perecieron á causa de los grandes calores á que no estaban acostumbrados; y de la falta de las cosas necesarias procedieron graves enfermedades. Pusieron acusacion á Juan Lauria en Mecina: mandáronle que desde la cárcel hiciese su descargo; finalmente se vino á sentencia, y le cortaron la cabeza como à traidor.

Fué increible el dolor que Rugier Lauria su tio recibió deste caso: bufaba de corage y de pesar, que bien entendió aquella afrenta y aquel daño se hacia á su persona propia. No pudo acudir luego á la venganza porque en compañia del rey de Aragon era pasado en España: dende, pasados los frios del invierno, ambos volvieron sobre Sicilia con mucho mayor armada que antes; juntáronseles en el camino dos hijos del rey de Nápoles, es á saber Roberto y Philipo. Llegaron todos juntos al cabo de Orlando, que está cerca de la ciudad de Pati: el número de las galeras era cincuenta y seis, sin otros muchos bajeles. El rey don Fadrique como viese animada su gente por la victoria pasada, acordó de representar

la batalla á sus enemigos, dado que su armada era mucho menor, que no pasaba de hasta cuarenta galeras. Peleó valerosamente, mas al fin fué desbaratado, sus galeras parte tomadas por los contrarios, parte se pusieron en huida. Fué grande la crueldad de que el general Rugier Lauria usó con los cautivos, hizo morir gran número dellos con deseo de vengarse: entre los otros degollaron á Conrado Lanza hombre muy principal, de que resultó grande ódio contra la gente catalana. El mismo don Fadrique estuvo en gran riesgo de ser preso, porque como quier que hobiese defendido su galera por largo espacio, ya que la iban á tomar, cayó desmayado: los suyos sacaron la galera de la batalla, con la cual y otras pocas se retiraron á Mecina.

Con tanto el rey de Aragon á instancia que le hicieron desde España, y causas que alegaban, y razones verdaderas ó aparentes, sin pasar adelante dió la vuelta no sin queja del papa y del rey de Nápoles: verdad es que los mas cuerdos aprobaban este acuerdo; que sin duda era cosa recia por negocios agenos poner los suyos en balanzas y su persona á riesgo, fuera de que ganada aquella victoria, no dejaba de condolerse del rey don Fadrique, que en fin era su hermano. Dióse aquella batalla memorable, y de las mas señaladas de aquel tiempo, un dia sábado á cuatro del mes de julio año de 1299. En el mismo año falleció en Roma don Gonzalo cardenal y arzobispo de Toledo, como lo reza la letra de su sepultura en Santa María la Mayor de aquella ciudad. Sucedióle su sobrino don Gonzalo tercero. Su padre Dia Sanchez Palomeque, su madre doña Teresa Gudiel hermana del cardenal, ciudadanos de Toledo. Sobre el tiempo en que le eligieron, hay dificultad: quien dice que algunos años antes, cuando su tio despues de la muerte del rey don Sancho partió para Roma, á lo que se entiende, á negociar dispensase el papa en aquel su casamiento: quien que cuando el papa Bonifacio octavo le hizo cardenal por el mes de diciembre del año próximo pasado de mil y docientos y noventa y ocho, por ser aquellas dignidades incompatibles, y costumbre que el obispo á quien daban capelo, dejase el obispado: quien que subió á aquella silla por muerte del cardenal. Esto nos parece mas probable por hallarse en papeles que este año por el mes de agosto se llama electo de Toledo; así los años antes tuvo por su tio el gobierno de aquella iglesia, mas no la dignidad.

Volvamos á Sicilia, donde los Franceses se quedaron para llevar su intento adelante, seguir la victoria y ejecutalla; pero hicieron un yerro manifiesto, que dividieron el ejército en dos partes. Roberto y Rugier Lauria se encargaron de cercar á Rendazo, que es una plaza muy fuerte, puesta entre Pati y Catania casi á la mitad del camino. Philipo duque de Taranto fué con parte de la armada á correr las marinas del cabo de Trapana: acudió á aquella parte el rey don Fadrique, tomó á los contrarios de sobresalto; y con su arrebatada venida se dió la batalla en que fueron vencidos los Franceses, y Philipo su general preso; que fué una buena ocasion para hacer las paces y confederarse aquellas dos naciones con una alianza que se hizo, tan dichosa y acertada cuanto la guerra era desgraciada.

CAPITULO III.

Del año del jubileo.

CORRIA á la sazon el año postrero deste siglo: es á saber el de nuestra salvacion de 1300, año muy señalado por una ley que hizo y publicó para que se guardase perpetuamente, el pontifice Bonifacio, tomada en parte de la costumbre antigua de la ciudad de Roma, que celebraba su fundacion con ciertos juegos y fiestas cada cien años, en parte de la usanza y ley del pueblo judaico donde cada cincuenta años habia jubileo. Ordenó pues que al fin de cada cien años se concediese plenaria indulgencia y remision de todos los pecados á todos los que en aquel año devotamente visitasen las iglesias de Roma, iglesias llenas de devocion, de sagradas reliquias y antigüedad. Esta ley era á propósito y se enderezaba para ennoblecer la magestad de Roma, y para aumentar el culto de la religion; la cual Clemente sexto redujo á cada cincuenta años, y mas adelante Sixto cuarto con otra nueva ley y constitucion que hizo, atenta la humana flaqueza y la brevedad de la vida, mandó que se guardase y celebrase el jubileo cada veinte y cinco años. Fué grande el concurso de gente que aquel año acudió a la ciudad de Roma á fama deste jubileo. Entre otros vino Carlos de Valoes casado en segundo matrimonio con madama Catarina hija de Philipo, nieta del emperador Balduino, y así pretendia cobrar el imperio de Grecia á él debido como en dote de su mu

ger. Si salia con la empresa, publicaba renovaria la guerra de la Tierra Santa que tenian olvidada de tantos años atrás: cosa honrosa para el sumo pontifice, que en su tiempo y con su favor se tornasen á tomar las armas para la guerra sagrada. Venia el papa bien en esto: prometia que no saldrian vanas las esperanzas de Carlos, con tal que desde Francia tornase á Italia á la primavera con ejército bastante.

En Vizcaya que estaba en poder de Diego Lopez de Haro hermano de don Lope Diaz de Haro, aquel que dijimos fué muerto en Alfaro en tiempo del rey don Sancho, se edificó la villa de Bilbao, la mas noble de toda aquella provincia á la ribera del rio Nervio: los moradores por la mucha anchura que lleva, le llaman Ibaisabelo. Está dos leguas del mar; y porque allí se traen muchas mercadurías que de las naves se descargan, hay gran comercio y concurso de gente. Los mercaderes de Bermeo, por la comodidad del lugar, los mas dellos se pasaron á morar y hacer su asiento en aquella poblacion nueva. A los moradores se les concedió que viviesen conforme á los fueros de Logroño. En Lérida otrosí fundó el rey de Aragon universidad, y le concedió los privilegios acostumbrados: llamaron maestros que leyesen en ella todas las ciencias con salarios que les señalaron. En aquel tiempo era virrey de Navarra por los Franceses Alonso Roleedo (1), sin que sucediese cosa en aquella provincia por entonces que de contar sea, sino que gozaban de una paz y sosiego grande que es lo mas principal que se puede desear, como quier que las otras provincias de España estuviesen continuamente atormentadas con guerras y desasosiegos. Este envió á Valladolid un embajador á la reina (que era la que tenia en pie las cosas entonces con su valor y prudencia) à pedille restituyese todo el término desde Atapuerca (que es una villa así llamada junto á Burgos) hasta las fronteras de Navarra: alegaba que les pertenecia, y que antiguamente lo quitaron á gran tuerto los reyes de Castilla á los Navarros sin otro derecho mas del que consiste en la fuerza. La reina mandó fuesen muy bien tratados los embajadores, y que expléndidamente los hospedasen. La respuesta que les dió, fué que bien entendia no se pedia aquello de órden ni por voluntad del rey de Francia; y que el derecho de reinar mas consiste en la posesion fresca y nueva, y en el uso della, que en titulos y papeles viejos y olvidados.

Los embajadores, visto el mal despacho que les daban, acudieron á don Alonso de la Cerda y a don Juan Nuñez de Lara, ca pensaban por aquel camino alcanzar mas fruto de su embajada. Estos señores acometido que hobieron á Palencia, que casi estuvieron á pique de tomalla por traicion de algunos ciudadanos, como no les salió bien la empresa, estaban retirados en Dueñas. Alli oidos los embajadores, hicieron mercedes con larga mano del señorio ageno; y fué don Juan de Lara á Francia para que en presencia de aquel rey tratase de todas las condiciones, y incitase á los Franceses á que con brevedad les acudiesen con el socorro de gente necesario. Poco fruto sacaron de toda aquella diligencia, si bien los mismos hermanos Cerdas fueron asímismo á Francia en pos de don Juan Nuñez de Lara; pero ni los unos ni los otros sacaron de su trabajo mas que buenas y corteses palabras, como quiera que al francés le fuese mas en la guerra de Flandes que andaba trabada entre aquellas dos naciones, que en la que tan lejos les caia, y les era de menos importancia. Solamente, hecha su confederacion, Philipo rey de Francia les dió licencia para que pudiesen hacer gente en Navarra. Hiciéronlo así, y un escuadron de soldados entró por aquella parte en el distrito de Calahorra. Salióles al encuentro don Juan Alonso de Haro señor de los Cameros, y en un rebate que tuvo con ellos, los venció, y prendió á su caudillo don Juan Nuñez de Lara; al cual no quiso poner en libertad hasta tanto que restituyese todos los castillos y pueblos del reino que le entregáran en tenencia: ultra desto juró que guardaria lealtad al rey don Fernando y le seria buen vasallo.

Desto mismo tomó ocasion el rey de Aragon para poner debajo de su corona la ciudad de Albarracin, que ántes restituyó al dicho don Juan. Junto con esto el infante don Juan tio del rey don Fernando, dejadas las armas en que tenia poco remedio contra las fuerzas de su sobrino que de cada dia iban en aumento, se resolvió de seguir mejor partido. Tratóse dello , y el concierto se hizo el año del señor de 1301. Las capitulaciones del asiento fueron estas: que ante todas cosas dejase el nombre de rey que usurpára: que restituyese todas las ciudades y pueblos de que se apoderó en el tiempo de la guerra: que el principado de Vizcaya que pretendia ser dote de su muger, le dejase á don Diego Lopez de Haro, y á él

(1) Segun Moret Robray.

diesen en trueco á Medina de Ruyseco, Castronuño, Mansilla, Paredes y Cebreros: lugares de que le hicieron merced la reina y el rey su hijo por excusar nuevas alteraciones, y para que tuviese con que sustentar su vida como persona que era tan principal.

CAPITULO IV.

De Raimundo Lullo,

Dos cosas sucedieron este año ni muy pequeñas, ni muy señaladas, de que pareció todavia

hacer mencion en este lugar. La una fué la muerte de Raimundo Lullo, persona que tuvo gran fama de santidad y de doctrina; la otra el agravio que se hizo á don Garci Lopez de Padilla maestre de Calatrava en deponelle de aquella dignidad. Raimundo fué catalan de nacion, nacido en la isla de Mallorca. Ocupóse siendo mas mozo en negocios y mercadurias con pretension de adelantarse en riquezas, y seguir en esto las pisadas de sus antepasados, gente de honra y principal. Llegado á mayor edad se recogió al yermo, cansado de las cosas deste mundo, y con deseo de huir la conversacion de los hombres. En aquella soledad escribió un arte que por nuevos atajos y senderos en breve introduce al lector en conocimiento de las artes liberales, de la filosofia, yaun tambien de las cosas divinas. (1) Cosa de grande maravilla, que persona tan ignorante de letras que aun no sabia la lengua Latina, sacase como sacó á luz mas de veinte libros, algunos no pequeños, en lengua catalana; en que trata de cosas así divinas como humanas, de suerte empero que apenas con industria

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(1) Lullo está hoy acreditado como el sábio mas protundo y universal de su siglo. En 1487, siglo y medio despues de su muerte, sus paisanos le erigieron este sepulcro de alabastro en la iglesia del convento de Franciscapos de Palma.

y trabajo los hombres muy doctos pueden entender lo que pretende enseñar. tanto que mas parecen deslumbramientos y trampantojos, con que la vista se engaña y deslumbra, burla y escarnio de las ciencias, que verdaderas artes y ciencias, puesto que él testifica alcanzó lo que enseña, por divina revelacion en un monte en que se le apareció Cristo nuestro Dios y Señor como enclavado en la Cruz. Lo que en él merece sin duda ser alabado, es que con deseo de extender la religion cristiana, y convertir los Moros, pasó en Africa, y llegado á Bugia en la costa de Mauritania, como quier que no cesase de amonestar y reprehender aquella gente bárbara, de dos veces que allá fué, la primera le prendieron y maltrataron, la segunda le mataron á pedradas.

Su cuerpo, traido á Mallorca, de aquellos isleños es tenido en grande veneracion, dado que no está canonizado, ni su nombre puesto en el número de los santos. Sobre sus libros hay diversas opiniones. Muchos los tachan como sin provecho y aun dañosos, otros los alaban como venidos del cielo para remedio de nuestra ignorancia. A la verdad quinientas proposiciones sacadas de aquellos libros fueron condenadas en Aviñon por el papa Gregorio undécimo á instancia de Aymerico fraile de la órden de los predicadores, y inquisidor que era en España; ciento de las cuales proposiciones puso Pedro arzobispo de Tarragona en la segunda parte del directorio de los inquisidores. Si va á decir verdad, muchas dellas son muy duras y mal sonantes, y que al parecer no concuerdan con lo que siente y enseña la Santa madre Iglesia. Esto nos parece: debe ser por nuestra rudeza y groseria, que impide no alcancemos y penetremos aquellas sutilezas en que los aficionados de Raimundo hallan sentidos maravillosos y misterios muy altos como los que tienen ojos mas claros; ó por ventura adivinan y fingen que ven, ó sueñan lo que no ven, y procuran mostrarnos con el dedo lo que no hay: de los cuales hay en este tiempo gran número y cátedras en Barcelona, Mallorca y Valencia para declarar los dichos libros, buscados con gran cuidado y estimados despues que fueron reprobados, que si no se hiciera de ellos caso, el tiempo por ventura los hobiera sepultado en el olvido. Esto de Raimundo de Lullo. Sus discípulos dicen que fué de noble linage, y que falleció en edad de setenta y cinco años el de Cristo de mil y trecientos y quince. Sospecho que en esto se engañan por lo que de los libros del mismo se saca: lo cierto, que fué casado, y que dejó muger y hijos pobres, por donde se ve que no fué tan grande alquimista como algunos le hacen.

Al maestre de Calatrava derribó el desabrimiento que contra él tenian los caballeros de su órden, causado de su severidad y récia condicion. Ofrecióseles buena ocasion para ejecutar su saña, y fué que los nuestros no tenian fuerzas para reprimir á los Moros por ser los tiempos tan revueltos y turbios; y aun hallo que el año pasado los Moros se apoderaron de la villa de Alcaudete, y la quitaron á los caballeros de Calatrava. Acometieron á Vaena; pero ya que tenian ganada buena parte de aquella villa, fueron lanzados por el valor y esfuerzo de los soldados que dentro tenia. Pusieron cerco á Jaen, y la combatian con todo su poder. Imputaron todo este daño al maestre, y en particular le achacaron que por su culpa se perdió Alcaudete, demas que decian de secreto tenia inteligencias y favorecia à don Alonso de la Cerda. Esta era la voz y el color, como quier que (mal pecado) aborreciesen su áspera condicion y su severidad: su valor y esfuerzo y gran destreza en las armas los atemorizaba, y por el miedo le aborrecian. Juntaron capítulo en que absolvieron del maestrazgo á don Garci Lopez de Padilla, y pusieron en su lugar á don Aleman comendador de Zorita á sin razon y contra justicia, como poco despues lo sentenciaron los jueces que sobre este caso señaló el papa, es á saber, los padres de la órden del Cistel.

Volvió pues á su dignidad al fin deste año, y gobernó mucho tiempo aquella órden; mas como el aborrecimiento que le tenian los caballeros quedase mas reprimido que remediado, adelante al cabo de su vejez le tornaron á poner nuevos capítulos y acusaciones con que de nuevo le depusieron, y en su lugar eligieron al maestre don Juan Nuñez de Prado no con mejor derecho que al pasado. Verdad es que como quier que don García por la vejez se hallase muy cansado, y sin fuerzas no solo para los trabajos de la guerra, sino aun para las cosas del gobierno, de su voluntad dejó á su contrario el Maestrazgo, que tan contra justicia у sin razon le quitaron; solo se reservó algunos pueblos en Aragon con que pasar su vejez: caballero de gran valor no solo por sus grandes hazañas, sino en particular por menospreciar aquella dignidad y honra con deseo de la paz y sosiego, perdonando con ánimo muy generoso el agravio recebido de sus contrarios. Volvamos con nuestro cuento al camino y órden que llevamos.

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