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muchos la vida, que se metieron por aquellas espesuras y escaparon. No hay alegria cumplida en las cosas humanas. Mientras que los nuestros con demasiada codicia y poco recato iban en seguimiento de los bárbaros y ejecutaban el alcance, los de Almeria salen de la ciudad, y acometen el real de los Aragoneses que tenia poca defensa, y por capitan á don Fernando de Mallorca. Ganaron el baluarte y trincheas, y saquearon y robaron algunas tiendas. Acudieron los nuestros; y aunque con mucha dificultad, en fin lanzaron los Moros, y los forzaron á retirarse dentro de la ciudad. Esto hizo que el contento de la victoria ganada no se les aguase tanto, si perdieran los reales; demas que aquel peligro fué aviso para que en adelante tuviesen mayor recato. Todo era menester, porque segunda vez á los quince de octubre grande morisma, que llegaban á mas de cuarenta mil, acometieron las estancias de los Aragoneses; pero sucedióles lo mismo que en el rebate pasado.

No con menos esfuerzo apretaban los de Castilla por mar y por tierra el cerco de Algecira; mas las fuertes murallas, y los muchos soldados que dentro tenian, impedian á los cristianos para que sus asaltos no hiciesen efecto. Como se detuviesen muchos meses, acordaron de acometer á Gibraltar, villa puesta sobre el monte Calpe, con esperanza de apoderarse della porque no tenia tanta defensa. Fueron para este efecto el arzobispo de Sevilla y don Juan Nuñez de Lara con parte del ejército. Alonso Perez de Guzman, caballero el mas señalado que se conocia en aquellos tiempos, y iba en compañia de los demas, en un rebate que tuvieron con los Moros en el monte Gausin, quedó muerto (2): daño que fué muy

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notable, dolor y sentimiento de todo el reino. Verdad es que la villa de Gibraltar se entregó al mismo rey don Fernando, que acudió para este efecto, como lo concertaron para que los cercados se rindiesen con mas reputacion, y fuese del rey la honra de ganar aquella plaza. Dióse libertad á los Moros para pasar en Africa y llevar consigo sus bienes.

Entre los demas un moro muy viejo ya que queria partirse, habló (segun dicen) al rey

(2) Murió despues de haber tomado á Gibraltar el 19 de setiembre de 1309. En la cartuja de Santi-ponce se ve su sepulcro segun aquí lo representamos ejecutado, como se deja conocer, en época muy posterior á su muerte por el célebre Montañés.

desta manera: «Qué desdicha es esta mia por mi mal hado ó por mis pecados causada? que »toda mi vida ande desterrado, y á cada paso me sea forzoso mudar de lugar, y hacer alar»de de mi desventura por todas las ciudades. Don Fernando tu bisabuelo me echó de Sevi>»>lla, fuime á Jerez de la frontera. Esta ciudad conquistó tu abuelo don Alonso, y á mi fué necesario recogerme à Tarifa. Ganó esta plaza tu padre el rey don Sancho, á mi por la mis»ma razon fué forzoso pasar á Gibraltar. Cuidaba con tanto poner fin à mis trabajos, y es»peraba la muerte como puerto seguro de todas estas desgracias. Engañóme el pensamiento: al presente de nuevo soy forzado á buscar otra tierra. Yo me resuelvo pasar en Africa por »ver si con tan largo destierro puedo amparar lo postrero de mi triste vejez, y pasar en sosiego esto poco de vida que me puede quedar.»>

Los soldados que estaban sobre Algecira, dado que era gente feroz y denodada, cansados con los trabajos, y malparados con los frios del invierno, á cada paso desamparaban las banderas, no solo la gente baja, sino tambien la principal y los señores, que demas de lo dicho andaban desabridos porque el rey daba oido á gente baja y de intenciones dañadas.

El infante don Juan y don Juan Manuel fueron de poco provecho en esta guerra, antes ocasion de mucho daño, porque partidos ellos, con su ejemplo muchos se salieron del campo y desampararon los reales. Don Diego Lopez de Haro murió en la demanda de enfermedad. Su cuerpo llevaron a Burgos y enterraron en el monasterio de S. Francisco. El señorio de Vizcaya, segun que lo tenian capitulado, recayó en doña Maria (3) muger del infante don Juan: cosa nueva que en aquel estado sucediese muger, en que hasta entonces se continuó la sucesion por linea de varon. La muerte deste caballero y las continuas lluvias que sobrevinieron, por ser el tiempo mas áspero de todo el año, forzaron á que el cerco de Algecira se alzase. Capitularon empero que los Moros restituyesen (como lo hicieron) las villas de Quesada y Bedmar, que tomaron el tiempo pasado a los nuestros, y para los gastos de la guerra pagasen cuarenta mil escudos. La villa de Quesada poco adelante dió el rey á la iglesia de Toledo, cuya solia ser. Este fué el fruto que de tanto ruido, tantas pérdidas y trabajos se sacó.

Los Aragoneses si bien tenian en sus reales grande abundancia de todas las cosas necesarias, asimismo por la poca esperanza de salir con la empresa, como les restituyesen los Aragoneses que allí tenian cautivos, se partieron de sobre Almeria, que fué á los veinte y seis dias del mes de febrero año de 1310, sin suceder otra cosa digna de memoria, salvo que en el mayor calor desta guerra el ciego rey Moro fué despojado del reino por su hermano Azar, y en Almuñecar puesto en prisiones con buena guarda: grande desgracia y caida, él que era rey, ser privado de la libertad: mal que se pudiera llevar en paciencia, si no pasara adelante; poco despues en Granada do le hizo volver, sin respeto de lo que se diria, ni compasion del que era su hermano, por asegurarse le mandó cruelmente matar: así pervierte todas las leyes de naturaleza el deseo desenfrenado de reinar. Don Juan Nuñez de Lara al fin de la guerra pasada fué por embajador á Francia, y cumplido con su cargo, tornó al rey de Castilla que era venido á Sevilla, despedido que hobo su ejército. Llevaba órden de impetrar (como lo hizo) los diezmos de las rentas eclesiásticas para ayuda á los gastos de la guerra contra Moros: demas desto de avisar al pontifice Clemente que no debia en manera alguna proceder contra la memoria del papa Bonifacio, por los grandes inconvenientes que de hacer lo contrario resultarian, contra lo que pretendia el rey de Francia, y que el pontifice no estaba fuera de hacello, segun avisaban personas de autoridad.

En Vizcaya en aquella parte que llaman Guipuzcoa, por mandado del rey, y á costa de los de aquella provincia se fundó la villa de Azpeitia, como se entiende por la provision real que en esta razon se despachó en Sevilla al principio deste año, desde donde el rey don Fernando se partió para Burgos para celebrar las bodas de la infanta doña Isabel su hermana, aquella que repudió el rey de Aragon, y de nuevo la tenian concertada con Juan duque de Bretaña. El cargo de mayordomo de la casa real se dió á don Juan Manuel, sin que el infante don Pedro hermano del rey, que tenia aquel oficio, mostrase sentimiento alguno. Demas desto el mismo don Juan era frontero de Murcia contra los Moros, dado que en su lugar servia este cargo Pero Lopez de Ayala. Todo esto se enderezaba á obligar mas á aquel caballero, que era muy poderoso, y fué tan dichoso en sus cosas, que dos hijas suyas doña Costanza habida en su primera muger fué reina de Portugal, y doña Juana lo fué de Cas

(3) Gozó muy poco tiempo de su señorio pues don Lope Diaz de Haro, hijo y heredero de don Diego, entró en la posesion de él por orden del rey en 29 de enero de 1311,

tilla, la cual hobo en doña Blanca hija de Fernando de la Cerda y de doña Juana de Lara.

En este viaje pasó el rey por Toledo en sazon que por muerte de don Gonzalo que finó este mismo año, vacaba aquella iglesia. Sucedióle don Gutierre Segundo, natural y Arcediano de Toledo. Su padre Gomez Perez de Lampar, alguacil mayor de Toledo: su madre Horabuena Gutierrez: su hermano Fernan Gomez de Toledo, camarero mayor, y muy privado del rey, que por su respeto acudió á su hermano con su favor, y obró tanto que los canónigos apresuraron la eleccion, y dieron sus votos á don Gutierre, mayormente que se recelaban no se entremetiese el papa y les diese prelado de su mano. Partió el rey de Toledo para Burgos á las bodas que se festejaron como se puede pensar. Del infante don Juan tio del rey no se tenia bastante seguridad por ser de su condicion mudable, y por cosas que del se decian; y claramente se dejaba entender que de tal manera haria el deber, que no duraria mas el respeto de lo que le fuese necesario. Por esta causa en Burgos, ca acudió á las fiestas de aquellas bodas de la infanta aunque con seguridad que le dieron, trataban por órden del rey de dalle la muerte. Don Juan Nuñez de Lara como dello tuviese noticia, procuró estorballo, afeando en grande manera aquel intento; y sin embargo el infante don Juan luego que supo lo que pasaba, se salió secretamente de la corte.

Muchos caballeros movidos de caso tan feo, sin tener cuenta con el rey y con su autoridad; ni con la solemnidad de las bodas, le hicieron compañia. Pero todas estas alteraciones (4) que amenazaban mayores males, apaciguó la reina madre con su prudencia, sin cesar hasta reconciliar el infante don Juan con el rey su hijo. En Palencia sobrevino al rey una tan grave enfermedad, que no pensaron escapára. La buena diligencia de los médicos, la fuerza de la edad, y la mudanza del aire le sanaron, porque luego que pudo, se fué à Valladolid. En Barcelona murió doña Blanca reina de Aragon á catorce dias del mes de octubre: señora dotada de grande honestidad y de todo género de virtudes. Dejó noble generacion, es á saber los infantes don Jaime, don Alonso, don Juan, don Pedro, don Ramon Berenguel: las hijas fueron doña María, doña Costanza, doña Isabel, doña Blanca, doña Violante. Doña Blanca pasó su vida en el monasterio de Jixena en que fué abadesa las demas casaron con grandes principes, y por sus casamientos muchos linages nobilísimos emparentaron con la casa real de Aragon. El cuerpo de la reina sepultaron en santa Cruz, que es un monasterio muy noble en Cataluña. Las exequias se hicieron con toda la solemnidad que era justo y se puede pensar.

CAPITULO X.

Como estinguieron los caballeros Templarios.

Los obispos de toda la cristiandad se juntaban por este tiempo llamados por edictos de Cle

mente pontifice para asistir al concilio de Viena, ciudad bien conocida en el Delfinado de Francia. A las demas causas públicas que concurrian para juntar este concilio, se allegaba una la mas nueva y sobre todas urgentísima, que era tratar de los caballeros Templarios, cuyo nombre se comenzára á amancillar con grandes fealdades y torpezas, y era á todos aborrecible. Querian que todos los prelados diesen su voto y determinasen lo que en ello se debia de hacer, pues la causa á todos tocaba. El principio desta tempestad comenzó en Francia. Achacábanles delitos nunca oidos no tan solamente á algunos en particular; sino en comun á todos ellos y á toda su religion. Las cabezas eran infinitas : las mas graves estas: que lo primero que hacian cuando entraban en aquella religion, era renegar de Cristo y de la Virgen su madre y de todos los santos y santas del cielo : negaban que por Cristo habian de ser salvos, y que fuese Dios: decian que en la cruz pagó las penas de sus pecados mediante la muerte: ensuciaban la señal de la cruz y la imágen de Cristo con saliva, con orina y con los pies, en especial porque fuese mayor el vituperio y afrenta, en aquel sagrado tiempo de la semana santa, cuando el pueblo cristiano con tanta veneracion celebra la memoria de la pasion y muerte de Cristo: que en la santísima Eucaristia no está el cuerpo de Cristo, el cual y los demas sacramentos de la santa madre iglesia los negaban y repudiaban: los sacerdotes de aquella religion no proferian las místicas palabras de la consagracion cuando

4 Sucedieron en el año 1311, como lo ha demostrado Salazar en sus Reparos históricos.

parecia que decian misà, porque decian que eran cosas ficticias é invenciones de los hombres, y que no eran de provecho alguno: que el maestre general de su religion, y todos los demas comendadores que presidian en cualquiera casa ó convento suyo, aunque no fuesen sacerdotes, tenian potestad de perdonar todos los pecados: solia venir un gato á sus juntas; á este acostumbraban arrodillarse y hacelle gran veneracion como cosa venida del cielo y llena de divinidad: ultra desto tenian un ídolo unas veces de tres cabezas, otras de una sola, algunas tambien con una calavera, y cubierto de una piel de un hombre muerto: deste reconocían las riquezas, la salud y todos los demas bienes, y le daban gracias por ellos. Tocaban unos cordones á este idolo, y como cosa sagrada los traian revueltos al cuerpo por devocion y buen agüero. Desenfrenados en la torpeza del pecado nefando hacian y padecian indiferentemente. Besábanse los unos á los otros las partes mas sucias y pudendas de sus cuerpos; seguian sus apetitos sin diferencia, y esto con color de honestidad como cosa concedida por derecho y conforme à razon. Juraban de procurar con todas sus fuerzas la amplificacion de su órden asi en número de religiosos como en riquezas sin tener respeto á cosa honesta y deshonesta. Referir otras cosas dellos da pesadumbre y causa horror.

Qué dirá aquí el que esto leyere? Por ventura no parecen estos cargos impuestos y semejables á consejas que cuentan las viejas? Villaneo sin duda y S. Antonino y otros los defienden desta culumnia: la fama y la comun opinion de todos los condena. Necesario es que confesemos que las riquezas con que se engrandecieron sobremanera, fueron causa de su perdicion, sea por haberse con tanta sobra de deleites amortiguado en ellos aquella nobleza de virtudes y valor con que dieron cabo á tan esclarecidas hazañas asi en el mar como en la tierra, sea que el pueblo ardiese de envidia por ver su pujanza, y los príncipes por esta via quisiesen gozar de aquellas riquezas. Apenas se podria creer que tan presto hobiesen estos caballeros degenerado en comun en todo género de maldad, si no tuvieramos el testimonio de las bulas plomadas del papa Clemente (que el dia de hoy están en los archivos de la Iglesia Mayor de Toledo) que afirma no era vana la fama que corria; antes que en presencia del mismo papa fueron examinados sesenta y dos caballeros de aquella órden, que confesado que hobieron las maldades susodichas, pidieron humildemente perdon. Los primeros denunciadores fueron dos caballeros de aquella órden, es à saber el prior de Monfalcon, que es en tierra de Tolosa, y Nofo foragido de Florencia, testigos al parecer de muchos no tan abonados como negocio tan grave pedia. Arrimáronseles otros, y entre ellos un camarero del mismo papa, que de edad de once años tomó aquel hábito, y como testigo de vista deponia de las culpas susodichas.

Las cabezas destas acusaciones se enviaron al rey de Francia á Potiers do estaba con el pontifice Clemente, por cuyo órden á un mismo tiempo, como si tocaran al arma, todos los Templarios que se hallaban en Francia, fueron presos á los trece dias de octubre tres años ántes deste en que va la historia. Pusiéronlos á cuestion de tormento: muchos ó todos por no perder la vida, ó porque así era verdad, confesaron de plano, muchos fueron condenados y los quemaron vivos. Entre otros el gran maestre de la órden Jacobo Mola Borgoña de nacion, ya que le llevaban á la hoguera, puesto que le daban esperanza de la vida y que le darian por libre, si públicamente pedia perdon, habló desta manera, como lo afirman autores de mucho crédito: «Como quiera que al fin de la vida no sea tiempo de mentir sin >> provecho, yo niego y juro por todo lo que puedo jurar, que es falso todo lo que antes de » ahora se ha acriminado contra los Templarios, y lo que de presente se ha referido en la » sentencia dada contra mí, porque aquella órden es santa, justa y católica: yo soy el que » merezco la muerte por haber levantado falso testimonio á mi órden, que antes ha servido >> mucho y sido muy provechosa á la religion cristiana, y imputádoles estos delitos y mal» dades contra toda verdad á persuasion del sumo pontifice y del rey de Francia; lo que » ojalá yo no hobiera hecho. Solo me resta rogar, como ruego á Dios, si mis maldades dan » lugar, me perdone; y juntamente suplico que el castigo y tormento sea mas grave, si por >>> ventura por este medio se aplacase la ira divina contra mí, y pudiese mover jcon mi pa» ciencia á los hombres á misericordia. La vida ni la quiero ni la he menester, principalmen» te amancillada con tan grande maldad como me convidan á que cometa de nuevo.» De otros muchos se cuenta que dijeron lo mismo, y que uno dellos fué un hermano del Delfin de Viena, persona nobilísima, cuyo nombre no se sabe, dado que consta del hecho.

El año próximo siguiente expidió el papa sus letras apostólicas á postrero de julio, en que comete á los arzobispos de Toledo y Santiago y les manda procedan contra los Templarios en

Castilla. Dióles por acompañado á Aymerico inquisidor y fraile dominico (por ventura aquel que compuso el directorio de los inquisidores que tenemos) y junto con él otros prelados. En Aragon se dió la misma órden á los obispos don Ramon de Valencia y don Jimeno de Zaragoza lo mismo se hizo en las demás provincias de España y de toda la cristiandad. Dióse á todos órden que formado el proceso y tomada la informacion, no se procediese à sentencia sino fuese en los concilios provinciales. Gran turbacion y tristeza fué esta para los Templarios y todos sus aliados: nuevas esperanzas para otros, que les resultaban de su desgracia y trabajo. En Aragon acudieron á las armas para defenderse en sus castillos: los mas se hicieron fuertes en Monzon por ser la plaza á propósito. Acudió mucha gente de

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parte del rey, y por conclusion los Templarios fueron vencidos y presos. En Castilla Rodrigo Ibañez comendador mayor ó maestre de aquella órden, y los demas Templarios fueron citados por don Gonzalo arzobispo de Toledo para estar á juicio. El rey los mandó á todos prender, y todos sus bienes pusieron en tercería en poder de los obispos hasta tanto que se averiguase su causa.

Juntose concilio en Salamanca en que se hallaron Rodrigo arzobispo de Santiago, Juan obispo de Lisboa, Vasco obispo de la Guardia, Gonzalo de Zamora, Pedro de Avila, Alonso de Ciudad-Rodrigo, Domingo de Plasencia, Rodrigo de Mondoñedo, Alonso de Astorga, y Juan de Tuy, y otro Juan obispo de Lugo. Formóse el proceso contra los presos: tomáronles sus confesiones, y conforme à lo que hallaron, de parecer de todos los prelados fueron dados por libres, sin embargo que la final determinacion se remitió al sumo pontifice, cuyo decreto y sentencia prevaleció contra el voto de todos aquellos padres y toda aquella órden fué extinguida. En virtud deste decreto el rey don Fernando se apoderó de todo lo que los Templarios poseian en Castilla asi bienes como pueblos. En Galicia tenian á Ponfer

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