Imágenes de páginas
PDF
EPUB

rada y el Faro: en tierra de Leon Balduerna, Tavara, Almansa, Alcañices: en Extremadura à la raya de Portugal Valencia, Alconeta, Jerez de Badajoz, Fregenal, Nertobriga, Capilla y Caracuel: en el Andalucía Palma: en Castilla la Vieja Villalpando: en la comarca de Murcia Caravaca y Alconchel: en el reino de Toledo Montalvan : demas destos à S. Pedro de la Zarza y á Burguillos, sin otros pueblos, posesiones y casas por todo el reino que no se pueden por menudo contar.

Refieren que los Templarios tenian en España doce conventos, de los cuales en una bula del papa Alejandro tercero se nombran cinco que son estos: el de Montalvan, el de San Juan de Valladolid, el de S. Benito de Torija, el de S. Salvador de Toro, y el de S. Juan de Otero en la diócesi de Osma. En los archivos de la iglesia Mayor de Toledo está la citacion que el arzobispo don Gonzalo hizo á los Templarios conforme á la comision que tenia del papa Clemente, su data en Tordesillas á los quince de abril del mismo año que murió, de 1310. En esta citacion se cuentan veinte y cuatro baylias de los Templarios todas en Castilla que eran como encomiendas, es á saber la baylía de Faro, la de Amotiro, la de Goya, la de S. Felix, la de Canabal, la de Neya, la de Villapalma, la de Mayorga, la de Sta. María de Villasirga, la de Vilardig, la de Safines, la de Alcanadre, la de Caravaca, la de Capella, la de Villalpando, la de S. Pedro, la de Zamora, la de Medina de Luytosas, la de Salamanca, la de Alconcitar, la de Ejares, la de Cidad, la de Ventoso, las casas de Sevilla, las de Córdova, la baylia de Calvarzaes, la de Benavente, la de Juneo, la de Montalvan con las casas de Cebolla y de Villalva que le pertenecen. Hasta aquí la citacion. Otras casas, heredades y lugares que tenian, debianse reducir y ser miembros de las baylías susodichas.

En la ciudad de Maguncia en Alemaña como se tratase deste negocio en un concilio de prelados conforme al órden del papa, cuentan que uno llamado Hugon con otros veinte caballeros de aquella órden entró denodadamente en la sala en que se hacia la junta, y á altas voces protestó que si alguna cosa allí se decretase contra su religion, que desde entonces apelaba para el sumo pontifice sucesor de Clemente. Los prelados atemorizados con aquella ferocidad dijeron que no tuviesen pena, que todo se haria bien y se miraria por su justicia. Dieron noticia de lo que pasaba al papa, que cometió al mismo arzobispo de Maguncia de nuevo tomase informacion y procediese á sentencia. Hiciéronse las diligencias necesarias, y considerado el proceso y cerrado, los dieron por libres de todo lo que les achacaban. Finalmente el concilio Vienense se abrió el año de 1311 á diez y seis dias del mes de octubre. Muchas cosas se ventilaron. Por lo que tocaba al papa Bonifacio, se acordó no era lícito condenalle ni imputalle el crimen de heregia, como pretendian. Tratóse con muchas veras de renovar la guerra de la Tierra Santa, pero fué de poco efecto. Acerca de los Templarios se decretó que su nombre y órden de todo punto se extinguiese: decreto que à muchos pareció muy recio, ni se puede creer que aquellos delitos se hobiesen extendido por todas las provincias, y que todos en general y cada cual en particular estuviesen tocados de aquella contagion. Verdad es que el naufragio y desastre destos caballeros dió a todos aviso para huir semejantes delitos, mayormente á los eclesiásticos, cuyas fuerzas mas consisten en una entera y loable opinion de virtud y bondad, que en otra cosa alguna.

Los bienes y haciendas de los Templarios adjudicaron á los caballeros de la órden de S. Juan, que en aquella sazon ganaron á los Turcos la isla de Rodas: conquista con que se adelantaron en gracia y reputacion, y aun esperaban que se podria por medio dellos renovar la guerra de la Tierra Santa. Sola España no admitió esta adjudicacion por las grandes guerras que tenia contra los Moros por este tiempo y cada dia se esperaban mas. Halláronse en este concilio Philipo rey de Francia y tres hijos suyos, Carlos de Valoes su hermano, y gran número de embajadores de los otros reyes y principes. Asistieron trecientos obispos, otros dicen ciento y catorce, dos patriarcas, el de Alejandria y el de Antioquía; y el romano pontífice, que sobrepujaba á todos los demas en autoridad y preeminencia. La divisa de los Templarios era una cruz roja con dos traviesas como la de Caravaca en manto blanco: al contrario los caballeros de S. Juan traian y traen cruz blanca de la forma que vemos en manto negro.

CAPITULO XI.

De la muerte de don Fernando el cuarto rey de Castilla.

Todo el orbe cristiano estaba alterado con el desastre y caida de los Templarios. Los culpados fueron castigados; los que no tenian culpa quedaron libres, y por decreto de los prelados de Viena se les señalaron pensiones en cada un año de las rentas de los mismos conventos, con que pudiesen pasar su vida: solamente les quitaron el hábito y insignia de aquella órden. En Castilla todo lleno de fiestas y regocijos con el nacimiento del infante don Alonso que la reina doña Costanza parió á tres dias del mes de agosto, el cual poco despues sucedió en el reino de su padre. Fué tanto mayor la alegria, que hasta entonces tenian poca esperanza de sucesion porque la reina no se habia hecho preñada y daba muestras de estéril. Tenian concertado casamiento por medio de embajadores entre don Pedro hermano del rey don Fernando y doña Maria hija del rey de Aragon: para efectualle vinieron los reyes el de Castilla y de Aragon á verse en Calatayud. Hallóse al tanto alli la reina doña Costanza ya convalecida del parto, y gran número de caballeros así Castellanos como Aragoneses ilustres por sus hazañas y por su nobleza. Celebráronse las bodas la misma Pascua de Navidad, grandes fiestas, justas y torneos con que el pueblo se alegró asáz. Doña Leonor hermana del rey don Fernando, que antes de ahora estaba tratado de casalla con don Jaime hijo del rey de Aragon, se desposó asimismo con él, y fué entregada en poder de su suegro. Trataron de renovar la guerra contra los Moros á la primavera.

Tenian cierta diferencia los reyes de Portugal y Castilla, y aun llegaban á términos de venir sobre ello á las puñadas. El rey don Fernando pretendia cobrar las villas de Mora y de Serpa, que caen en los confines de Portugal junto al cabo de S. Vicente, que siendo él niño entregaron al rey de Portugal contra toda justicia y razon. Para concertar esta diferencia nombraron por juez árbitro al rey de Aragon, que tenia grande industria y buena mano para cosas semejantes. Hecho esto, se despidieron unos de otros, y don Juan hermano del rey de Aragon fué sobre el caso por embajador á Portugal. El rey don Fernando se vino á Valladolid, adonde llamó á cortes á todos los de su reino para tratar de las provisiones que pretendia hacer para la guerra contra los Moros (1). Pidió ser favorecido de dineros: los procuradores de las ciudades se los concedieron de muy pronta voluntad, porque de buena gana sufrian el menoscabo de dinero y la graveza de los tributos los pueblos y toda la gente comun por el gran deseo que tenian de desarraigar aquella nacion de España: no echaban al cierto de ver que muchas veces con honestas ocasiones se quebrantan y pierden los derechos de la libertad que lo que se concede en los tiempos trabajosos, pasado el peligro, se queda perpetuo y se cobra aun cuando el peligro es pasado.

El infante don Pedro hermano del rey nombrado por general contra los Moros, llegada la primavera del año de 1312, aprestado su ejército, fué sobre Alcaudete, que como dijimos arriba se perdió y le tomaron los Moros. El rey fué en pos dél hasta Martos. Allí sucedió una cosa muy notable por su mandado dos hermanos Carvajales, Pedro y Juan, fueron presos. Achacábanles la muerte de un caballero de la casa de los Benavides que mataron en Palencia al salir del palacio real. No se podia averiguar quien fuese el matador, por indicios muchos fueron maltratados. En particular estos caballeros, oido su descargo, fueron condenados de haber cometido aquel crimen contra la magestad, sin ser convencidos en juicio ni confesar ellos el delito: cosa muy peligrosa en semejantes casos. Mandáronlos despeñar de un peñasco que alli hay, sin que ninguno fuese parte para aplacar al rey, por ser intratable cuando se enojaba, y no saber refrenarse en la saña. Los cortesanos por saber muy bien esta su condicion se aprovechaban della á propósito de malsinar y derribar a los que se les antojaba. Al tiempo que los llevaban á ajusticiar, à voces se quejaban que morian injustamente y á gran tuerto: ponian à Dios por testigo, al cielo y á todo el mundo: decian que pues las orejas del rey estaban sordas à sus quejas y descargos, que ellos apelaban para delante el divino tribunal, y citaban al rey para que en él pareciese dentro de treinta dias. Estas palabras que al principio fueron tenidas por vanas, por un notable suceso, que por ventura fué acaso, hicieron despues reparar y pensar diferentemente. El rey muy des

(1) Tambien en ellas se propusieron y decretaron muchas cosas à beneficio del pueblo.

cuidado de lo hecho, se partió para Alcaudete donde su ejército alojaba: alli le sobrevino una enfermedad tan grande, que fué forzado dar la vuelta á Jaen, bien que los Moros movian práctica de entregar la villa. Aumentábase el mal de cada dia, y agravábase la dolencia de suerte que el rey no podia por si negociar. Todavia alegre por la nueva que le vino que la villa era tomada, revolvia en su pensamiento nuevas conquistas, cuando un jueves que se contaron siete dias del mes de setiembre, como despues de comer se retirase á dormir, à cabo de rato le hallaron muerto. Falleció en la flor de su edad que era de veinte y cuatro años y nueve meses, en sazon que sus negocios se encaminaban prósperamente. Tuvo el reino por espacio de diez y siete años, cuatro meses y diez y nueve dias, y fué el cuarto de su nombre. Entendióse que su poco órden en el comer y beber le acarrearon la muerte: otros decian que era castigo de Dios porque desde el dia que fué citado, hasta la hora de su muerte (cosa maravillosa y extraordinaria) se contaban precisamente treinta dias. Por esto entre los reyes de Castilla fué llamado don Fernando el Emplazado.

Su cuerpo depositaron en Córdova, porque á causa de los calores que todavia duraban, no pudo ser llevado á Sevilla ni á Toledo do tenian los enterramientos reales. Acrecentóse la fama y opinion susodicha, concebida en los ánimos del vulgo, por la muerte de dos grandes principes, que por semejante razon fallecieron en los dos años próximos siguientes: estos fueron Philipo rey de Francia y el papa Clemente, ambos citados por los Templarios para delante el divino tribunal al tiempo que con fuego y todo género de tormentos los mandaban castigar y perseguian toda aquella religion. Tal era la fama que corria, si verdadera si falsa, no se sabe, mas es de creer que fuese falsa: en lo que sucedió al rey don Fernando nadie pone duda. No se sabe lo que determinó el rey de Aragon sobre la diferencia entre los reyes de Castilla y Portugal; bien se entendia empero favorecia mas al portugués, y le parecia que el rey don Fernando no tenia razon, lo cual con su muerte y la turbacion de los tiempos que se siguió luego en Castilla, prevaleció; y aquellos pueblos sobre que era la diferencia, se quedaron todavia, y están en posesion y debajo del señorio de Portugal.

CAPITULO XII.

De los principios del reinado de don Alonso el onceno rey de Castilla.

Por la muerte del rey don Fernando se siguieron en Castilla grandes torbellinos de tempes

tades y discordias civiles, como era forzoso, por ser el rey niño que no tenia mas de un año y veinte y seis dias: lo mismo que estar el reino sin reparo y sin gobernalle. Este es el inconveniente que resulta de heredarse los reinos; mas que se recompensa con otros muchos bienes y provechos que dello nacen, como lo persuaden personas muy doctas y sabias: si con razones aparentes ó con verdad, aquí no lo disputamos. Luego que falleció el rey, alzaron á don Alonso su hijo por rey de Castilla á instancia y por diligencia del infante don Pedro su tio que estaba en Jaen, donde acudió luego que Alcaudete se entregó. Alzáronse allí los estandartes reales por el nuevo rey como es de costumbre, y el infante por lo que hizo movido por la obligacion y fidelidad que debía, adelante fué mas amado de todos, y las voluntades del pueblo le quedaron mas aficionadas. El niño rey estaba á la sazon en Avila: nombraron por su aya para crialle y dotrinalle á Vataza una señora nobilisinieta de Teodoro Lascaro emperador que fué de Grecia, que vino de Portugal en compañia de la reina doña Costanza y por su aya. Volvió adelante á Portugal, allí murió: yace en la iglesia Mayor de Coimbra, con su letrero que así lo reza.

ma,

La reina doña María abuela del niño residia en Valladolid retirada del gobierno sea por voluntad, sea por habérsele quitado. La reina doña Costanza, que acompañó á su marido cuando fué á la guerra, se hallaba en Martos, cargada de tristeza, luto y lágrimas, como la que perdió su marido en la flor de su mocedad, y no sabia lo que sucederia para adelante. El infante don Juan era ido à Valencia, don Juan de Lara á Portugal, el uno y el otro en desgracia del rey don Fernando por disgustos que sucedieron poco ántes de su muerte. Era forzoso proveer quien ayudase á la tierna edad del rey, y de presente gobernase las cosas; persona que fuese señalada en valor y nobleza. Muchos se entremetian sin ser llamados. Era negocio peligroso anteponer uno á los demas. La desordenada codicia de mandar salia de madre por no señalarse alguno á quien los demas tuviesen respeto: muchos no tenian ver17

TOMO II.

güenza ni temor ni cuenta con las cosas divinas ni con las humanas á trueco de salir con su pretension. Don Alonso señor de Molina hermano de la reina doña María el infante don Felipe tio del rey, y don Juan Manuel echaban sus redes para apoderarse del gobierno, bien que secretamente y con modestia. Los infantes tio y sobrino, es á saber don Juan y don Pedro mas á la rasa. Don Pedro iba mas adelante así por ser el deudo mas cercano del rey, como por la aficion que todos le tenian. Don Juan por su edad era mas á propósito, sino fuera de condicion inquieta y mudable, tanto que a muchos pareció nació solamente para revolver el reino.

No se via amor, ni lealtad: el deseo de acrecentar cada cual su estado les tenia ocupadas las voluntades. Las reinas por ser mugeres no eran bastantes para cosas tan graves, bien que todos entendian su autoridad y favor seria de gran momento á cualquiera parte que se arrimasen, dado que no se concertaban entre sí, como nuera y suegra. Las cosas del Andalucia quedaron á cargo del infante don Pedro: hizo paces con el rey moro, que á entrambas partes estuvieron bien, en especial que el infante no podia atender á la guerra por estar ocupado en sus pretensiones. Por otra parte Farraquen señor de Málaga procuraba vengar la cruel muerte del rey Alamar no tanto confiado en sus fuerzas, cuanto en la mala satisfaccion que los Moros tenian con su rey así por otras causas, como por la muerte que diera á su hermano. Asentada pues esta confederacion, el infante don Pedro y la reina doña Costanza comunicaron entre si en que forma se gobernaria el reino, y sobre la crianza del rey. Acordaron de ir luego á Avila, con esperanza que los ciudadanos no les negarian su demanda, y si hiciesen resistencia, valerse contra ellos de las armas.

Por otra parte don Juan tio del rey don Fernando, y don Juan de Lara hicieron entre si liga. La semejanza de las costumbres y el peligro que ambos corrian, los hacian conformes en las voluntades. Procuraban pues con todo cuidado y diligencia de traer á su bando á la reina doña Maria, con esperanzas que le darian á criar su nieto. Don Juan de Lara fué el primero que llegó á Avila, pero no pudo haber á las manos al rey, porque el obispo don Sancho le metió dentro de la iglesia Mayor, y allí se hizo fuerte con él y le defendió. Vinieron luego don Pedro y la reina doña Costanza: sucedióles lo mismo que á don Juan de Lara. Tratose de medios: acordaron que el rey no se entregase á ninguna de las partes, si primero en cortes no se acordase á quien se debia de entregar. Sobre que esto asi se cumpliria, todos los ciudadanos de Avila se hermanaron. Dió este consejo don Juan de Lara con esperanza de excluir al infante don Pedro. Hiciéronse cortes del reino en Palencia á la entrada de la primavera: torpes sobornos, grandes cautelas y trazas. Los que mejor sentian, nombraban á don Pedro y á la reina doña María su madre, que mucho inclinaba en favor de su hijo para el gobierno del reino. Otros anteponian á don Juan y á la reina doña Costanza, que por mañas del bando contrario estaba ya encontrada con el infante don Pedro. De aquí nació ocasion de nuevos alborotos. Los grandes y las ciudades andaban muy desconformes, y cada cual seguia diverso parecer, y por un gobierno tenian dos: triste y miserable estado.

Don Pedro confiado en su poder, y en la benevolencia y favor que el vulgo le mostraba, y en la ayuda que de fuera le podria venir, hizo avenencia con don Juan Manuel desta manera: que si salia con la empresa, le dejaria el gobierno de los reinos de Toledo y de Murcia, así se ponia en almoneda el mando y la magestad del reino era tenida por cosa de burla. Fuese á ver con el rey de Aragon su suegro á Calatayud al principio del año de 1313. Cuéntale por estenso los engaños de los contrarios, sus cautelas y mañas, y el peligro, si esta disension pasaba adelante, que forzosamente pararia en guerra perjudicial; que debia moverse por su justa demanda, y favorecer á su yerno, mayormente en cosa tan puesta en razon. Asi de consentimiento de los dos despacharon á Miguel Arbe por embajador al rey de Portugal, por ver si con su autoridad se refrenasen las pretensiones de los reboltosos, y pudiesen hacer que el gobierno del reino quedase en poder del infante don Pedro, y que á la reina doña Costanza se le encargase el cuidado de criar su hijo: que desta forma les parecia se satisfacia á las partes. Los ciudadanos de Avila, que eran tanta parte en este negocio, no se llegaban con calor á ninguna de las partes: á ambas henchian de esperanzas unas veces, otras amenazaban con miedos. Finalmente vinieron à seguir el partido de don Pedro y de la reina doña María su madre. Esto agradó á los mas principales de la ciudad y al pueblo, con tal condicion que no sacasen al rey de la ciudad.

En este tiempo Azar rey de Granada fué forzado á retirarse dentro del Alhambra por

miedo de los ciudadanos que se rebelaron contra él. Ismael hijo de Farraquen fué el autor de esta rebelion y el capitan. El infante don Pedro que se hallaba en Sevilla, movido de la injuria que se hacia al rey de Granada su aliado, y del peligro que corria, pospuesto todo lo al, determinó de ir allá. Llegó tarde, ya que las cosas estaban perdidas, porque Azar vino á concierto con su enemigo, en que hizo dejacion del reino y del nombre de rey con retencion de Guadix para su habitacion, ciudad puesta en los deleitosos campos y bosques de los Turdulos, pueblos antiguos de España. Verdad es que el infante ya que no le pudo favorecer en tiempo, procuró vengalle, porque tomó á los Moros un castillo muy fuerte en la comarca de Granada llamado Rute: hizo otrosí grandes correrias por toda aquella campaña. Habia reinado Azar cuatro años y siete meses cuando fué despojado de aquel estado: mas dichoso y mas modesto en el tiempo que reinó su hermano, que en el que él mismo tuvo el mando. Sucedióle su competidor Ismael, hijo de su hermana y de Farraquen.

Con la toma de Rute el crédito del infante don Pedro se aumentó mucho, y ganó grandemente las voluntades de todos, por acabar en tres dias con lo que los reyes pasados no pudieron salir, que era ganar aquella fuerza que muchas veces acometieron á tomar. No pasó adelante en la guerra de los Moros por las revueltas que dentro del reino andaban, à que era forzoso acudir sin cuidar mucho de las cosas de fuera. Los grandes del reino y los procuradores de las ciudades se juntaron en el monasterio de Sahagun por ver si podrian concordar aquellos debates. Durante la congregacion y junta la reina doña Costanza por el mes de noviembre pasó desta vida. Fué gran parte para su muerte la pesadumbre que tenia de ver á su hijo fuera de su poder, y la necesidad y pobreza que padecia, tan grande que para pagar sus deudas y el gasto de su casa aun el oro y joyas que tenia para su persona, no bastaban, como ella misma lo declaró en el testamento que otorgó á la hora de su muerte.

La falta de la reina doña Costanza obró que se pudieron encaminar mejor los negocios á causa que el infante don Juan desamparado que se vió deste arrimo, acudió à la reina doña María y á su hijo el infante don Pedro. Concertáronse en esta forma: que la crianza del rey estuviese á cargo de la reina su abuela: los infantes gobernasen el reino, cada cual en aquella parte y aquellas ciudades que le siguieron en las cortes que poco antes se tuvieron en la ciudad de Palencia: manera de gobierno bien extraordinaria, y sujeta á grandes inconvenientes; pero era forzoso conformarse con el tiempo y llegar hasta lo que las cosas daban lugar. Al rey llevaron á Toro, ciudad muy apacible y de cielo muy saludable. Lo que principalmente pretendieron, fué sacalle de poder de los de Avila, y vengarse de las afrentas que a todos antes hicieron. Corria á esta sazon el año de 1314 cuando en el reino de Toledo se despertaron nuevos alborotos y bandos, y aun donde quiera se cometian mil maldades, robos, fuerzas y muertes: grande era la avenida de miserias, sin que hobiese fuerzas bastantes para atajar tantos daños. Acordaron buscar otra mejor manera de gobierno: juntaron cortes en Burgos (1), en que se determinó que el gobierno supremo del reino estuviese en poder del consejo real, al cual se suele apelar de todos los tribunales con las mil y quinientas, que ha de pagar el que apela en caso que sea condenado : ordenaron otrosi que el consejo siguiese siempre la corte do quiera que el rey y la reina estuviesen: que los dos infantes determinasen los negocios de menor cuantía, sin dalles facultad para enagenar las rentas reales, ni poder nombrar otro en su lugar, caso que alguno de los tres infantes y reina falleciesen.

A la misma sazon fallecieron de su enfermedad tres grandes personages, es á saber don Pedro hermano de la reina, que murió poco antes deste tiempo, y don Tello su hijo, que venia á gran priesa para hallarse en las cortes. En las mismas cortes falleció sin hijos don Juan Nuñez de Lara mayordomo que á la sazon era de la casa real; el cargo por su muerte se proveyó á don Alonso hijo del infante don Juan. Tenia don Juan Nuñez de Lara una hermana por nombre doña Juana, que casó con don Fernando de la Cerda: deste matrimonio nacieron dos hijos, que fueron doña Blanca y don Juan de Lara, que tomó este apellido porque finalmente heredó el estado de la casa de Lara. Esto en Castilla. El rey de Aragon por el mes de noviembre envió á Alemaña á doña Isabel su hija, que tenia concertada con Federico duque de Austria, para que se efectuase el casamiento; al cual á la sazon los tres electores, el de Colonia, el de Sajonia y el Palatino, nombráran por rey de romanos, los

(1) Se celebraron en el año 1315.

« AnteriorContinuar »