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gueses pretendian que eran de su conquista y que les pertenecian. Algunos entienden que desta ocasion la tomaron los reyes de Portugal de añadir á las armas antiguas y á las quinas por orla los castillos que hoy se pintan en sus escudos. El rey don Sancho, perdida toda la esperanza de recobrar su reino, pasó lo demás de su vida en Toledo con rentas que el rey de Castilla liberalmente le señaló para sustentar su casa y corte (1). Muerto, le hicieron honras como á rey, y su cuerpo sepultaron en la misma iglesia mayor y en el mismo lugar en que el emperador don Alonso y don Sancho su hijo, detrás del allar mayor, estaban enterrados. Del tiempo en que murió (2), no concuerdan los autores, quien dice que trece años adelante del en que la historia vá, y que tuvo nombre de rey por espacio de treinta y cuatro años primero con poca autoridad, despues con ninguna por haberle quitado su estado: otros que solos tres años, que tengo por mas acertado.

A la sazon que don Sancho falleció, tenia don Alonso cercada á Coimbra, ca se mantenia todavia en la fé del rey don Sancho: apretábala grandemente: los cercados aunque tenian grande falta de todas las cosas, obstinadamente perseveraban en su propósito. Flectio alcaide de la fortaleza y gobernador de la ciudad avisado de la muerte de don Sancho su señor, y no asegurando de todo punto fuese verdad, pidió licencia de ir á Toledo para informarse mejor de lo que pasaba. Diósela don Alonso de buena gana, y entretanto hicieron treguas con los cercados. Flectio llegado á Toledo, y sabida la verdad, abierto el sepulcro del rey muerto le puso en las manos las llaves de Coimbra con estas palabras que le dijo, » En tanto, rey y señor, que entendi érades vivo, sufri estremos trabajos: sustenté la ham>>>bre con comer cueros: bebí urina para apagar la sed: los ánimos de los ciudadanos que >>trataban de rendirse, animé y conforté para que sufriesen todos estos males. Todo lo que »se podia esperar de un hombre leal y constante, y que os tenia jurada fidelidad, he cum»plido. Al presente que estais muerto, yo vos entrego las llaves de vuestra ciudad, que est »el postrer oficio que puedo hacer : con tanto habida vuestra licencia, avisaré á los ciuda>>danos que he cumplido con el debido homenage, que pues sois fallecido no hagan mas »resistencia á don Alonso vuestro hermano.» Lealtad y constancia digna de ser pregonada en todos los siglos: loa propria de la sangre y gente de Portugal.

CAPITULO V.

Principio de la guerra de Sevilla.

Cox el concierto que el rey don Fernando hizo con el de Granada, comenzó á tener grande CON

esperanza de apoderarse de la ciudad de Sevilla. Quinientos caballos ligeros debajo de la conducta del mismo rey de Granada fueron delante en tanto que se apercebia lo demás, para talar los campos de Carmona, que fué antiguamente pueblo muy principal. Alcalá por sobrenombre Guadayra á persuasion del rey de Granada se rindió. Desde allí un grueso escuadron pasó á Sevilla, y puso fuego a las mieses que ya estaban sazonadas, à las viñas y olivares que tiene muy principales, de tal manera que por todo aquel campo se veían los fuegos y humo con que las heredades y cortijos se quemaban. Iba por capitan desta gente don Pelayo Correa maestre de Santiago. Otro buen golpe de soldados maltrataba de la misma manera y hacia los mismos daños en los campos de Jerez; los capitanes el rey de Granada y el maestre de Calatrava. El mismo rey don Fernando se quedó en Alcalá de Guadayra con intento de proveer todo lo necesario, y acudir á todas partes. Lo que principalmente pretendia, era no aflojar en la guerra, porque no tuviese el enemigo tiempo y comodidad de fortificarse; que fué causa de no poderse hallar á las honras y enterramiento de doña Berenguela su madre, que falleció por el mismo tiempo.

Siguióse la muerte de don Rodrigo arzobispo de Toledo; quien dice à nueve dias del

(1) Es notable este hecho. Inocencio IV con ocasion de las quejas del clero portugués, y del descontento general contra el rey don Sancho, persuadido de que el reino de Portugal era feudatario de la santa sede le privó de la corona, nombrandole por coadjutor regente, administrador, y sucesor en caso de no tener el rey hijo legitimo al infante don Alonso quien con este breve entró en Portugal a fines del año 1243, y fué generalmente reconocido por regente. Don Sancho, desprovisto de fuerzas se fué á Toledo á ponerse bajo la proteccion del rey don Fernando, logrando que enviase tropas castellanas à Portugal para restablecerle en el trono. Pero el regente acudió á los prelados de Braga y Coimbra, los cuales hicieron intimar á los gefes del ejército castellano la provision del papa, y les amenazaron con censuras en el caso de no obedecerla. Los Castellanos se consternaron con estas amenazas, y se retiraron a sus casas.

(2) El 2 de enero de 1218 segun Brandaon en la Monarquia Lusitana.

mes de agosto del año de 1245, quien del año mil y docientos cuarenta y siete á diez de junio, con lo cual vá el letrero de su sepulcro. Hace maravillar que en fallecimiento de persona tan señalada no concuerdan los autores ni las memorias, sin que se pueda averiguar la verdad. Ambas muertes fueron sin duda en grave daño de la república por las señaladas virtudes que en ellos resplandecian. La reina era de grande edad: don Rodrigo demas de estar muy apesgado con los años se hallaba quebrantado con muchos trabajos, en especial de uu nuevo viage que hizo últimamente à Leon de Francia, do se celebraba el concilio Lugdunense. Pretendia demas de hallarse en el concilio y acudir á las necesidades universales de la iglesia, allanar á los Aragoneses en lo tocante á su primacia. Los años pasados los prelados de aquella corona en un concilio Valentino provincial publicaron una constitucion en que mandaban que el arzobispo de Toledo no llevase guion delante en aquella su provincia pena de entredicho al pueblo que lo consintiese. Don Rodrigo en cierta ocasion por el derecho de su primacia continuó á llevar su cruz delante alzada como lo tenia de costumbre. Don Pedro de Albalate arzobispo de Tarragona, principal atizador de aquella constitucion y de todo este pleito, le declaró por descomulgado y transgresor de aquel su decreto. Acudieron á Gregorio IX sumo pontifice, que pronunció sentencia por Toledo y en favor de su primacia. No acababan de rendirse los de Aragon, que fué la causa de emprender en aquella edad jornada tan larga, á lo que yo entiendo.

Concluidos los negocios, en una barca por el Ródano abajo daba la vuelta, cuando le salteó una dolencia de que falleció en Francia. Su cuerpo segun que él lo dejó dispuesto, trajeron á España, y le sepultaron en Huerta, monasterio de Bernardos à la raya de Aragon. Junto al altar mayor se ve su sepulcro con un letrero en dos versos latinos, grosero asáz como de aquel tiempo, y sin primor, cuyo sentido es:

NAVARRA ME ENGENDRA, CASTILLA ME CRIA:

MI ESCUELA PARIS, TOLEDO ES MI SILLA:

EN HUERTA MI ENTIERRO: TU AL CIELO ALMA GUIA.

Su cuerpo murió: la fama de sus virtudes durará por muchos siglos. Fundó en su iglesia doce capellanias para mayor servicio del coro, y con cargo de misas que se le dicen. Sucedióle don Juan, segundo deste nombre entre aquellos arzobispos. Hállanse papeles en que le llaman don Juan de Medina, creo por ser natural de aquella villa. Por el mismo tiempo don Ramon conde de la Proenza pasó desta vida, muy digno de loa por el amor que tuvo á las letras y aficion à la poesía. Solo se nota en él una señalada ingratitud de que usó con Romeo mayordomo de su casa, cuya industria con buenos medios hizo que valiesen al tresdoble las rentas de aquel estado; mas como á la virtud acompaña la envidia, fué acusado y forzado á que diese cuentas del recibo y del gasto. Hizosele el cargo, dió su descargo; y conocida su fidelidad, se partió como peregrino con su bordon y talega como al principio vino de Santiago, sin que jamás se pudiese entender quien era, ni donde se fué. De cuatro hijas que tuvo don Ramon, Margarita casó con S. Luis rey de Francia, Leonor con Enrique rey de Ingalaterra, Sancha con Ricardo hermano del dicho Enrique, Carlos conde de Anjou casó con doña Beatriz; con la cual, dado que era la menor de todas, por la grande aficion que le tenian los Proenzales, y con la ayuda que le dió Luis rey de Francia su hermano, por la muerte de su suegro heredó aquel principado.

En este medio el rey don Fernando se tenia en Córdoba con resolucion de combatir á Sevilla y cercalla con todas sus fuerzas: envió á Ramon Bonifaz, ciudadano de Burgos muy ejercitado en las cosas de la mar, para que en Vizcaya pusiese á punto una armada por la comodidad de los bosques, y ser los de aquella nacion señalados en la industria y ejercicios de navegar. En tanto que esta armada se aprestaba, puso el cerco sobre Carmona con la mas gente que pudo, el año 1246 poco mas o menos; villa fuerte y que estaba apercebida para todo lo que podia suceder, fortificada contra los enemigos de muros, municionada de armas, fuerzas y vituallas: no la pudieron tomar, solamente la forzaron á pagar de presente la cantidad de dineros que le fué impuesta, y para adelante las parias que se señalaron cada un año. Constantina, Reina, Lora, pueblos que antiguamente se llamaron el primero Iporcense municipium, el segundo Regina, el tercero Axalita, sin estos Cantillana y Guillena se ganaron unos por fuerza, otros se rindieron por su voluntad. Reina fué dada al órden de Santiago, Constantina á la ciudad y ayuntamiento de Córdova, Lora á los caballeros de S. Juan.

Todo sucedia prósperamente á los nuestros; solo se recelaban del rey de Aragon no les fuese impedimento en aquella tan buena ocasion, por estar desgustado contra el infante don Alonso que residia en el reino de Murcia. Pretendia el aragonés que el infante no guardaba los términos y la raya de la conquista de aquellos reinos, que antiguamente señalaron. Temíase alguna revuelta por esta causa: algunas personas principales y de autoridad, que para concertar esto señalaron de la una y de la otra parte, buscaban algun camino para componer estas diferencias; pareció el mejor que don Alonso casase con doña Violante hija del rey don Jaime, partido y traza que venia á cuento á ambas naciones y provincias, que tan grandes reyes se trabasen de nuevo entre si con vinculo de parentesco. Moviéronse estas pláticas: vinieron en ello las partes: las bodas se celebraron en Valladolid por el mes de noviembre (1) con aparato real y toda muestra de alegría, puesto que el rey don Fernando no se halló presente; el cuidado que tenia de la guerra de Sevilla, le impidió, que pretendia hacer con tanto mayor ánimo que Ramon Bonifaz con una armada de trece naves que puso á punto en Vizcaya, costeadas aquellas marinas y doblado el cabo de Finis terræ, aportó á la boca de Guadalquivir por la parte que descarga en la mar: venció otrosi allí en una batalla naval la armada de los enemigos.

Los Moros de Tánger y Ceuta habian concurrido para socorrer á Sevilla avisados de la venida de los nuestros: salieron pues con sus bajeles del puerto, que llegaban á número de veinte entre galeras y naves: pelearon con gran porfia: los de Africa no reconocian mucha ventaja á los de Vizcaya por ser hombres de guerra, ejercitados en las armas, y que sobrepujaban en el número de la armada; los Vizcainos confiados en la ligereza de sus navíos y en la destreza de los pilotos burlaban los acometimientos de los enemigos, y cuando hallaban ocasion de venir á las manos, aferraban con sus naves y pasaban muchos dellos á cuchillo: tres naves de los Moros se tomaron, dos echaron á fondo, á una pusieron fuego, las demás fueron forzadas á huir. Envió el rey en socorro de su armada buen número de caballos movido por el peligro de los suyos; pero qué podian prestar? antes que llegasen á la ribera, tenian los nuestros desbaratados los enemigos y ganada la victoria. Tanto mas creció el deseo que todos teniam de acometer aquella empresa: en particular el rey, dejados los demás cuidados aparte, solo en este pensamiento dias y noches se ocupaba.

A

CAPITULO VI.

Que en Aragon se puso entredicho general.

esta sazon en Aragon estaba puesto entredicho, y tenian cerrados todos los templos de la provincia: triste silencio y suspension del culto divino: castigo de que los pontifices suelen usar contra los excesos de los principes y para curallos, como el postrero remedio, saludadable á las veces y eficaz medicina como entonces aconteció. Fué así que don Jaime rey de Aragon, cuando era mas mozo, tuvo conversacion con doña Teresa Vidaura, la cual le pu

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so pleito delante del romano pontifice, y le pedia por marido: alegaba la palabra que le dió, contra la cual no se pudo con otra casar. No tenia bastantes testigos para probar aquel matrimonio por ser negocio clandestino. Así se dió sentencia en el pleito contra doña Teresa y en favor de la reina doña Violante. Solo el obispo de Girona á quien hay fama de secreto le comunicó el rey toda esta puridad, no se sabe con que intento, pero en fin dió aviso al pontífice Inocencio cuarto que el rey no hacia lo que debia en no guardar la palabra que tenia dada: que el postrer matrimonio se debia apartar como inválido, y parecia justo que doña Teresa fuese tenida por verdadera muger; que el rey se lo habia así confesado en secreto, y su conciencia no sufria que con tan grande pecado dejase enredar al rey, al pueblo y á sí mismo si callaba, de que resultasen despues graves castigos: que esto le avisaba por aquella carta escrita en cifra para que en todo se guardase mas recato.

Ninguna cosa se pasa por alto á los principes por ser ordinario que muchos con derribar á otros por medio de acusaciones verdaderas ó falsas, y de chismes pretenden alcanzar el primer lugar de privanza y de poder en los palacios de los reyes. Pues como el rey tuviese aviso que en Roma, mudados de parecer, ordinariamente favorecian la causa de doña Teresa, y que el pontifice manifiestamente se inclinaba á lo mismo, quier fuese que le dieron aviso del que le descubrió, ó que por su mala conciencia se sospechase lo que era, hizo venir al obispo de Girona á la corte. Venido, luego que le tuvo en su presencia, le mandó cortar la lengua: cruel carniceria, y torpe venganza de un desórden con otro mayor, y con nueva impiedad colmar el pecado pasado; si bien el obispo era merecedor de cualquier daño, si descubrió el sigilo de la confesion y la religion de aquel secreto: cosa que nunca se permite. Luego que el pontifice Inocencio, que à la sazon en Leon celebraba un concilio general como poco antes se dijo, fué avisado de lo que pasaba, cuanto dolor haya concebido en su ánimo, con cuan grandes llamas de saña se abrasase, no hay para que declarallo: basta decir que puso entredicho en todo el reino, como de ordinario los excesos de los príncipes se pagan con el daño de la muchedumbre y de los particulares: y al rey declaró públicamente por descomulgado. Conoció el rey su yerro, y por medio de Andres Albalete obispo de Valencia, que envió por su embajador sobre el caso, pidió humildemente penitencia y absolucion. Decia que le pesaba de lo hecho; pero pues no podia ser otra cosa, que como padre y pontifice diese perdon á su indignacion, la cual fué si no justa, á lo menos arrebatada: que estaba presto á satisfacer con la pena y penitencia que fuese servido imponerle. Oida la embajada, el pontifice envió por sus embajadores al obispo de Camarino y á Desiderio presbítero para que en Aragon se informasen de todo lo que pasaba. Dióles otrosi poder muy lleno de reconciliar al rey con la iglesia, si les pareciese que su penitencia lo merecia. Hizose en Lérida junta de obispos y de Señores: halláronse en particular presentes los obispos de Tarragona, de Zaragoza, de Urgel, de Huesca, de Elna. En presencia destos prelados el rey, puestas en tierra las rodillas, despues de una grave reprehension que se le dió, fué absuelto de aquel exceso. La penitencia fué que acabase á sus expensas de edificar el monasterio Benifaciano, que con advocacion de Nuestra Señora en los montes de Tortosa veinte años antes desto luego que se tomó el pueblo de Morella, se comenzára, y se edificaba poco a poco; y acabada la fábrica, le diese de renta para en cada un año docientos mará cos de plata, con que los monges del Cistel se pudiesen sustentar en el dicho monasterio.

En Valencia tenian comenzado à edificar un hospital para alvergar los pobres y peregrinos: á este hospital señalaron mayores rentas es á saber seiscientos marcos de plata cada un año, con que los pobres y peregrinos se sustentasen, y juntamente algunos capellanes para que dijesen misa y ayudasen al buen tratamiento y regalo de los pobres. Añadióse á esto que en Girona en la iglesia Mayor fundase una capellania para que perpetuamente se hiciesen sacrificios y sufragios por el rey y por sus sucesores. El pontifice expidió su bula á los veinte y dos de setiembre año de mil docientos y cuarenta y seis, en que da poder á los dos nuncios para reconciliar al rey con la iglesia, que se hizo el mes siguiente á diez y nueve de octubre. En Lérida con solemne ceremonia fué el rey absuelto de las censuras en que incurrió por aquel caso. Del obispo de Girona no refieren mas de lo dicho', ni aun declaran que nombre tuvo. De los archivos y becerro del monasterio Benifaciano se tomó todo este cuento: dado que los mas de los historiadores no hicieron dél mencion, pareció no pasalle en silencio; el lector le dé el crédito que la cosa misma merece. De aquí sin duda y destos papeles se tomó ocasion para la fama que vulgarmente anduvo deste rey y anda sobre

este caso.

TOMO II.

3

EN

CAPITULO VII.

Que Sevilla se ganó.

lo postrero de España ácia el Poniente está asentada Sevilla cabeza del Andalucia, noble y rica ciudad entre las primeras de Europa, fuerte por las murallas, por las armas y gente que tiene los edificios públicos y particulares á manera de casas reales son en gran número: la hermosura y arreo de todos los ciudadanos muy grande. Entre la ciudad que está á mano izquierda, y un arrabal llamado Triana pasa el rio Guadalquivir acanalado con grandes reparos, y de hondo bastante para naves gruesas, y por la misma razon muy á propósito para la contratacion y comercio de los dos mares Océano y Mediterráneo. Con una puente de madera fundada sobre barcas se junta el arrabal con la ciudad y se pasa de una parte á otra. En la ciudad está la casa real en que los antiguos reyes moraban, en el arrabal un alcázar de obra muy firme que mira el nacimiento del sol. Una torre está levantada cerca del rio, que por el primor de su edificio la llaman de oro vulgarmente (1): otra torre edificada de ladrillo, que está cerca de la iglesia Mayor, sobrepuja la grandeza de las demas obras por ser de sesenta varas en ancho y cuatrotanto mas alta; sobre la cual se levanta

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(1) Esta torre, cuya fabrica se atribuye á los romanos, consta de tres cuerpos octogonos sobrepuestos en degradacion: el primero está coronado de almenas, y el último de un gracioso capulino. Ella es la mas notable de la época á que se refiere, pues los demas edificios que ostenta la suntuosa Sevilla son de tiempos muy posteriores. Los Arabes principalmente la enriquecieron con todo el brillo de su imaginacion oriental.

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