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pa los condes de Palma. La Rochela que es una ciudad muy fuerte de Francia en Janlogne, entonces se tenia por los Ingleses, con esta victoria se entregó al rey de Francia, á causa que los ciudadanos, perdida la flota de los Ingleses, tomaron las armas y echaron fuera la guarnicion que tenian dentro de la ciudad: derribaron asimismo un castillo que les labraron los Ingleses, y levantaron banderas por Francia (2).

Tenia el rey de Aragon tres hijos en su muger la reina doña Leonor hija del rey de Sicilia: estos eran el infante don Juan heredero del reino, y don Martin y doña Costanza, la que arriba dijimos casó con don Fadrique rey de Sicilia. En el mes de junio deste año se celebraron las bodas del infante don Martin con la condesa doña Maria de Luna, única heredera del conde don Lope de Luna. Llevó en dote los estados de Luna y de Segorve, y el rey padre dél le dió mas la baronía de Exerica con título de condado, y poco despues le hizo condestable del reino. El infante don Juan desposó con doña Marta hermana del conde de Armeñaque con dote de ciento y cincuenta mil francos; deste matrimonio nació la infanta doña Juana que casó adelante con Mateo conde de Fox. En veinte y dos dias del mes de agosto á don Bernardino de Cabrera, nieto de don Bernardo de Cabrera, hijo de su hijo el conde de Osona que por este tiempo falleció, le restituyó el rey el estado que era de su abuelo, escepto la ciudad de Vique con una legua en contorno. Túvose lástima á una nobilisima casa como esta, y al rey y á la reina remordia la conciencia de la injusta muerte de tan gran señor y buen caballero como fué don Bernardo.

Entre Castilla y Portugal se volvió á encender la guerra con mayor cólera y peligro que antes, por ocasion que los Portugueses tomaron ciertas naves vizcainas que iban cargadas de hierro y acero, y de otras mercadurias de las que lleva aquella provincia. No se sabe que fuese la causa por que los Portugueses rompiesen la guerra. A los foragidos de Castilla que eran muchos, por ventura pesaba de la paz, y temian de ser en algun concierto entregados á su señor como se hiciera en tiempo del rey don Pedro. Hallábase à la sazon el rey don Enrique en Zamora : dende envió su embajador á Portugal á que pidiese la restitucion de los navíos, emienda y satisfaccion de los daños, con órden de denunciarles la guerra, si no lo quisiesen hacer. Destos principios se vino á las armas. Don Alonso hijo bastardo del rey de Castilla fué despachado para que diese guerra á Portugal por la parte de Galicia, y cercase a Viena: al almirante Bocanegra se dió órden que armase doce galeras en Sevilla, y fuese con ellas á correr la costa de Portugal.

Tenia don Enrique buena ocasion para hacer alguna cosa notable por estar el rey don Fernando mal avenido con los de su reino. Por no perder esta oportunidad dejó en Zamora el carruage que le podia embarazar, y entró en Portugal poderosamente destruyendo los campos, robando los ganados, y quemando los lugares y aldeas que topaba. Tomo las villas de Almoida, Panel, Cillorico y Linares. Esto fué en los postreros dias deste año. En esto tuvo cartas del cardenal Guido de Boloña, que era llegado á Castilla por legado del papa Gregorio á poner paz entre él y el rey de Portugal. Envióle don Enrique á rogar le esperase en Guadalajara, do quedó la reina. Replicóle el cardenal que no era justo estarse él quedo sin hacer diligencia en aquello para que el papa le mandaba, que era estorbar la guerra que tan trabada veia: con esto se dió priesa á caminar hasta que llegó á Ciudad Rodrigo con intento de hablar á ambos los reyes.

En el entretanto Portugal se abrasaba en guerra, y era miserablemente destruido, ca en principio del año de 1373 el rey don Enrique tomó por fuerza de armas y forzó la ciudad de Visco, que se entiende es la que antiguamente se llamaba Vico Acuario: de alli dió vista á la ciudad de Coimbra; no le pareció detenerse en cercalla, ántes se determinó de ir en busca de su enemigo, que tenia nueva alojaha con su ejército en Santarén. Quisiera mucho venir con él á las manos y darle la batalla; pero aunque llegó cerca del pueblo, no osó el portugués salir de los muros por no tener suficiente ejército para poder hacer jornada, ni tampoco se fiaba de la voluntad de sus soldados. Sabia que tenia á muchos descontentos ; en particular su hermano don Donis se era pasado á Castilla por medio de Diego Lopez Pacheco caballero portugués, al cual en remuneracion de haber hecho lo mismo le hizo el rey merced de Bejar. Este persuadió al infante don Donis, que vió andaba congojado y desa

(2) El combate naval se dió el 23 de junio de 1371, y la Rochela no se entregó hasta el 18 de agosto de 1372. Rendida esta plaza, el rey de Castilla envió una gruesa armada contra los Ingleses al mando de Ruy Diaz de Rojas, cuyas tropas derrotaron á los Ingleses haciendo prisionero á su caudillo.

brigo, hiciese lo que él, y con esto se vengase de los agravios que de su hermano tenia recebidos.

Visto pues que el rey de Portugal esquivaba la batalla, el de Castilla pasó á Lisboa. Luego que llegó, se apoderó de los arrabales de la ciudad, que entonces no estaban cercados: en que los soldados pusieron fuego á muy ricos edificios: la parte alta de la ciudad que llamaban la villa, era fuerte y bien cercada, y tenia dentro gente valerosa que la defendió esforzadamente que fué causa que don Enrique no la pudo ganar, pero quemó muchos navios que surgian en el puerto, otros tomó el armada de Castilla que por mandado del rey era allí venida: fueron muchos los cautivos que prendieron, y grande el despojo que se hobo. En este medio tiempo el cardenal Legado no reposaba, hablaba muchas veces al un rey y al otro, sin escusar ningun trabajo ni el riesgo en que ponia su salud con tantos caminos como hacia. Tanta diligencia puso, que en veinte y ocho dias del mes de marzo los reyes y el legado se hablaron en el rio Tajo en una barca junto á Santaren, y se concertaron debajo de las condiciones siguientes: que el rey de Portugal dentro de cierto término que señalaron, echase de su reino los foragidos de Castilla, que serian como quinientos caballeros: que los pueblos tomados por ambas las partes en aquella guerra se restituyesen: que doña Beatriz hermana del rey de Portugal casase con don Sancho hermano del rey de Castilla y conde de Alburquerque; y dofra Isabel hija natural del mismo rey de Portugal casase con don Alonso conde de Gijon hijo bastardo del rey don Enrique. Estas fueron las condiciones con que se hicieron las paces: el rey don Fernando dió ciertos rehenes para seguridad que cumpliria lo capitulado.

Celebráronse luego en Santaren las bodas de don Sancho y doña Beatriz: doña Isabel se puso en poder del rey don Enrique ; que á causa de su edad de solos ocho años no podia efectuarse el matrimonio. Compuestas en esta forma las diferencias que estos principes tenian hechos amigos se partieron de Santarén: el rey don Enrique volvió toda la fuerza de la guerra contra Navarra, y con su ejército fué á la ciudad de Sto. Domingo de la Calzada para entrar por aquella parte. Intervino tambien el legado apostólico entre estos reyes, y por su medio se concordaron. El rey de Navarra restituyó al de Castilla las ciudades de Logroño y Victoria: demas desto se concertaron desposorios entre doña Leonor hija de don Enrique y don Carlos hijo del rey de Navarra, y que se diesen al navarro ciento y veinte mil escudos de oro pagados á ciertos plazos por razon de la dote, y en recompensa de lo que tenia gastado en la fortificacion y reparos de los dichos pueblos que entregó al de Castilla. Viéronse los reyes en Briones, villa que está á los mojones de los dos reinos: allí se hicieron los desposorios de los dos infantes don Carlos y doña Leonor, y por prenda y mayor firmeza destas paces el rey de Navarra envió á Castilla al infante don Pedro que era el menor de sus hijos, para que se criase en ella.

Cuando el rey de Navarra volvió de Francia en España, halló que don Bernardo obispo de Pamplona y Cruzate dean de Tudela, los que arriba dijimos dejó por coadjutores de la reina para lo tocante al gobierno, no habian administrado las cosas como era razon y eran obligados indignóse mucho contra ellos, tanto que de miedo se ausentaron fuera del reino: el dean fué por asechanzas muerto en el camino, sospechose que por mandado del rey: el obispo fué mas dichoso, que tuvo lugar de huirse en Aviñon; de allí pasó á Roma con el papa Gregorio, y murió en Italia sin volver mas á España. Tales fines suelen tener los no corresponden á la confianza que dellos hacen los príncipes, aunque tambien es verdad que muchas veces en los reinos se peca á costa y riesgo de los que gobiernan, sin culpa ninguna suya; esto especialmente acontece cuando los reyes son fieros é implacables, como se refiere lo era el rey Carlos de Navarra.

CAPITULO XVIII.

De las paces que se hicieron con el rey de Aragon.

que

DESPEDIDAS las vistas de Briones, y asentada la esperanza de la paz de España, el rey de

Castilla se fué al reino de Toledo, y el de Navarra se tornó á su reino: dende envió á la reina su muger á Francia para que aplacase y satisfaciese aquel rey, que estaba malamente airado contra él por entender hobiese persuadido á ciertos hombres que le diesen yerbas, los cuales fueron presos, y convencidos del delito pagaron con las cabezas. El navarro par

tida su muger, fué en persona á la villa de Madrid para tratar con el rey don Enrique que dejase la parte de Francia, y favoreciese á los Ingleses que si pagaba lo que el rey don Pedro debia al príncipe de Gales del sueldo que él y sus soldados ganaron cuando vinieron á Castilla ha restituille en el reino, el rey de Ingalaterra y sus hijos el príncipe y el duque de Alencastre se apartarian de la demanda del reino de Castilla, y de los demas derechos que contra él pretendian. Respondió el de Castilla que en ninguna manera desampararia al rey de Francia ni dejaria su amistad, ca tenia muy en la memoria el grande amparo que halló en él cuando salió huido de Castilla; todavía si ellos hiciesen paces con Francia, que de muy buena gana entraria à la parte, y satisfaria con dineros á los Ingleses cuanto señalasen los jueces que para arbitrarlo se podrian nombrar de conformidad. Con tanto el navarro sin alcanzar lo que pretendia, se volvió á Pamplona, don Enrique partió para el Andalucía. Siguióse otra pretension y demanda de una buena parte de Castilla. La condesa doña Maria hija de don Fernando de la Cerda y de doña Juana hermana de don Juan de Lara el Tuerto, en Francia casara con el conde de Alanzon nobilísimo señor de la sangre real de Francia, de quien tenia muchos hijos: envió un embajador á pedir al rey le mandase entregar los estados de Vizcaya y Lara, que por ser hija de doña Juana de Lara y ser muertos todos los que la precedian en derecho, le pertenecian. Venido el rey del Andalucia á Burgos, se trató en aquella ciudad este negocio, que tuvo muy apretados al rey y á su consejo por una parte parecia que esta señora pedia razon en que se le admitiese su demanda y se le hiciese justicia; por otra era cosa dura, y de que podian resultar grandes daños, enagenar dos estados de los mas grandes y mas ricos de Castilla, y ponerlos en poder de Franceses.

Despues de muchas consultas y acuerdos respondió el rey con artificio á la condesa holgaria volviesen estos estados á su casa, á tal que le enviase para dárselos dos hijos que se quedasen á vivir en su corte: que Vizcaya y Lara eran tan grandes señorios, que era forzoso á los reyes de valerse muchas veces del servicio de los señores que los poseian, y por esta causa no podian dejar de residir dentro del reino. Con esta apariencia de buen despacho, y de venir en lo justo, fué despedido el embajador; mas bien se entendió que no le daban nada, por ser cosa cierta que ninguno de cinco hijos que tenia la condesa, aceptaria la oferta del rey, como ninguno lo aceptó. Los tres poseian en su tierra tres grandes condados, de Alanzon, Percha y Estampas, y no se quisieron desnaturalizar de su patria, en que eran ricos y poderosos: los otros dos eran prelados, y no podian heredar estados seculares. Por el mes de octubre deste año Baltasar Espínula ginovés vino á Aragon con embajada de los Ingleses para confederarse con aquel rey contra el de Castilla; prometíanle en caso que se ganase aquel reino, las ciudades de Murcia, Cuenca, Soria, y todas las villas adyacentes á ellas. El de Aragon, oida esta demanda, como era sagaz y de grande ingenio no hizo caso destas ofertas por tener en mas la amistad del rey don Enrique, que en aquella sazon era tenido por famoso capitan, muy poderoso por lo mucho que sus vasallos le querian, y le caia muy cerca de sus estados: ademas que era mucho de temer tomar por enemigo al que tenia tanta noticia de los cosas de Aragon, y en aquel reino muchos aficionados que ganara el tiempo que anduvo en él huido; y aun en Aragon se tenia entendido que Dios con particular providencia le puso de su mano en aquel reino, y le quitó á su contrario. Muchos asimismo se amedrentaban por señales que se vieron en el cielo, en especial un gran temblor de tierra que por el mes de febrero sucedió en el condado de Ribagorza, con que se hundieron muchos pueblos. Los supersticiosos interpretaban que por aquella parte amenazaba algun gran desastre al reino. Dióse á esto mas crédito por que en los confines de Ruysellon se vian ya juntas muchas compañias de hombres de armas Franceses, que tenia asoldadas el infante de Mallorca para hacer guerra en aquel estado. En fin los pretensos de los Ingleses salieron vanos, y por medio de don Luis duque de Anjou se comenzó á tratar con mucho calor la paz entre Aragon y Castilla.

Vino el duque á Carcasona con deseo de efectuar estas amistades, por miedo que tenia, si las discordias se continuaban, no se apoderasen de España los Ingleses capitales enemigos de Francia. Enviáronse á Aragon embajadores sobre este hecho: pedia don Enrique que la infanta doña Leonor hija del rey de Aragon, que estaba prometida á su hijo el infante don Juan, le fuese entregada. No rehusaba el aragonés de hacer cosa tan justa, si don Enrique le entregase aquellas ciudades que le tenia prometidas. Escusaba él de darlas: alegaba que no tenia obligacion à cumplir aquella promesa, pues no solo no le ayudó cuando andaba huido y desterrado, antes hizo liga contra él con su cruel enemigo. Finalmente se

concordaron de dejar sus diferencias en mano del legado el cardenal Guido de Boloña, que fué al presente mas dichoso que antes en hacer las paces entre los Españoles.

En el tiempo que estas cosas se trataban en Aragon, en quince de octubre el papa Gregorio XI confirmó la regla de los monges, que comunmente en España se llaman frailes de San Gerónimo, cuyo instituto es aventajarse á las demas religiones en guardar con gran paciencia una estrecha y loable clausura, y ocuparse los dias y las noches con suavísimo canto y dulce melodía en perpetuas alabanzas de Dios: ha crecido mucho en España esta religion y poseen muchas y muy ricas casas de magníficos y suntuosísimos edificios. El hábito destos religiosos es las túnicas y lo interior de lana blanca, las capas de paño buriel.

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Dieron principio á esta santa religion ciertos ermitaños Italianos, que encendidos con el deseo de servir á nuestro Señor hicieron su habitacion en un lugar apartado cerca de la ciudad de Toledo, en que al presente está el monasterio de aquella órden llamado de la Sisla, del nombre de una aldea que allí estaba antiguamente. Creció la opinion de su santidad; con que tomaron su modo de vivir y se le juntaron algunos hombres principales, que fueron Fernando Yañez, capellan mayor de los reyes viejos y canónigo de la santa iglesia de Toledo, y don Alonso Pecha obispo de Jaen que renunció su obispado, y su hermano Pedro Fernandez Pecha camarero que fuera del rey don Pedro. El primer monasterio que se fundó debajo destas constituciones y regla, fué junto à la ciudad de Guadalajara, encima de un pueblo que se llama Lupiana, en una ermita que les dió este mismo año el arzobispo don Gomez Manrique. Despues por la magnificencia de los reyes y otros señores de Castilla se han edificado otras muchas casas. Los años adelante salió tambien desta religion la de los Isidorianos, ó Isidros.

En el mes de diciembre, como quier que no se concertasen las paces entre los reyes de Castilla y de Aragon, se hicieron treguas hasta el dia de Pentecostés Pascua de Espiritu Santo: asentaron estas treguas los procuradores destos reyes, que fueron por el de Aragon don Juan conde de Ampurias su primo hermano y yerno, ca estaba casado con doña Juana hija del rey, y por el de Castilla Juan Ramirez de Arellano señor de los Cameros. En el año de 1374 Juan duque de Alencastre con un grueso ejército pasó al puerto de Cales llamado

Iccio por los antiguos, que está en los Morinos, provincia de la Gallia Bélgica. Juntóse con él Juan de Monforte duque de Bretaña que andaba en deservicio del rey de Francia, y favorecia á los Ingleses por estar casado con una hermana del de Alencastre. Entraron estos principes con sus gentes en el Artoes y Vermandoes: hicieron gran estrago en los campos, villas y aldeas que topaban, y hartos ya de los robos y muertes con que dejaron asoladas aquellas provincias, enderezaron su camino al ducado de Guiena; y pasado el rio Ligeris, llamado hoy Loire, llegaron á Burdeos con pensamiento de entrar en España y conquistar el reino de Castilla (1). Enviaron sus embajadores á los reyes de Aragon y de Navarra para que les asistiesen y ayudasen; mas el aragonés y el navarro eran prudentes y sagaces: no quisieron por una esperanza incierta de interés ponerse en un peligro cierto de ser destruidos, sino como muchos hombres suelen hacer, les pareció seria mejor estarse á la mira, y tomar el partido conforme las cosas se encaminasen.

El rey don Enrique avisado de la tempestad que sobre él venia, estaba con gran cuidado. Acudió a Burgos para resistir y juntar sus gentes de todas las partes del reino, y hacer de nuevo otras muchas compañias. Llamó particularmente á los soldados viejos, cuyo valor tenia experimentado en las guerras pasadas. Acudieron al tanto todos los grandes con gran deseo de servir y acompañar á su rey. Los mismos 'que en las revueltas pasadas le fueron contrarios, en esta ocasion le querian recompensar, y con su diligencia y alegria dar ciertas muestras del amor y lealtad con que le servian, de suerte que los que de antes andaban divisos en bandos y parcialidades, visto el riesgo que corrian de ser señoreados por extraños, se juntaron en una conformidad para defender su patria y su libertad; verdad es que en diez y nueve de marzo sucedió en aquella ciudad un gran desastre que causó en todos gran pesar y tristeza, esto es que el conde de Alburquerque don Sancho hermano del rey por apaciguar una revuelta que se levantó entre sus soldados y los de Pero Gonzalez de Mendoza sobre las posadas, sin ser conocido, por ser la refriega de noche, fué herido en el rostro con una lanza por un hombre de armas, de que desde á un rato murió. Alborotóse el rey como era razon por la muerte lan desgraciada de su hermano, pero no hizo demostracion por suceder acaso y por ignorancia (2). La condesa doña Beatriz muger del muerto quedó preñada, y parió á doña Leonor que casó con el infante don Fernando adelante de Aragon.

rey

Despues que el rey don Enrique tuvo junto su ejército, partió de Burgos, y cerca de la villa de Bañares hizo alarde: halló que tenia mil y docientos caballos y cinco mil infantes, todos gente escogida, y que con su valor suplian el pequeño número y estaban prestos para acudir á la parte que fuese menester. Amenazaba esta hueste principalmente así á los de Aragon porque ya espiraban las treguas, como á los Ingleses de Francia, de quienes se tenian nuevas sordas que no pasaban ya en España, porque su ejército se hallaba muy menoscabado y menguado, á causa que Philipo duque de Borgoña, y un famoso capitan İlamado Juan de Viena, que era almirante de Francia, vinieron en pos dellos, y por todo el camino les hicieron grandes daños, que de treinta mil combatientes que eran, casi no llegaban á seis mil cuando entraron en Burdeos. Ofrecíase buena ocasion de hacer alguna cosa notable, y echar á los Ingleses de toda Francia: parecia que ya la fortuna y buena dicha de la guerra los desamparaba, y favorecia á los Franceses. Luis duque de Anjou escribió al rey don Enrique que juntasen sus fuerzas y cercasen á Bayona, ciudad de los antiguos Tarbellos. Decia que esto importaba mucho para ganar reputacion, si diesen á entender que eran poderosos no solamente para defenderse de sus enemigos, sino tambien para irles á hacer guerra dentro de su casa.

Con esto animado el rey don Enrique pasó á Bayona, y la cercó en los postreros del mes de junio; mas como sobreviniesen muchas aguas, que impedian las labores que se hacian para combatir la ciudad, y faltasen bastimentos, que por ser muy estéril la provincia de Vizcaya de que se proveian, bastecia mal el ejército, cansados todos con estas descomodidades, levantaron el cerco y se volvieron á Castilla: asimismo el duque de Anjou no pudo venir, como tenia prometido, por estar ocupado en el cerco de Montalvan. Sirvió muy bien en esta jornada al rey don Enrique Beltran de Guevara señor de la villa de Oñate y de la

(1) Ya desde 1372 el duque de Alencastre y su muger se intitulaban reyes de Leon de Toledo y Galicia. (2) A pesar de que el conde don Sancho hermano del rey, no habia sido conocido por los amotinados, el rey mandó hacer averiguaciones sobre los delincuentes, y por ellas ocho fueron condenados á muerte como traidores, y sus bienes confiscados.

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