Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[ocr errors]
[ocr errors]

ses hicieron muchos daños, quemas y robos en la comarca de Ampurias. Lo que era peor, los naturales andaban entre sí alborotados y divididos en bandos: así no podian acudir á hacer resistencia á los enemigos estraños.

En el mismo tiempo el rey de Aragon desde Victoria dió la vuelta á Tudela pueblo de Navarra, ca tenia muy gran deseo de sosegar los alborotos de aquella nacion. Doña Juana su hija quedó por gobernadora de Cataluña en ausencia de su padre. Por conocer las pocas fuerzas que tenia, deseaba escusar la guerra: enviáronse embajadores de una y de otra parte para pedir satisfaccion de los daños y restitucion de lo que tomaron. No tuvo efecto lo que pedian, solo concertaron que las treguas que antes tenian puestas, pasasen adelante. El rey de Portugal llegado que fué á Francia, como queda dicho, enderezó por tierra su camino à Turon do el rey de Francia à la sazon residia. Recibiéronle solemnemente y regaláronle con mucho cuidado.

Despues en dia señalado, hechas sus cortesias entre los dos reyes, el de Portugal, se dice, habló en esta sustancia: «Soy forzado á ser cargoso antes de hacer algun servicio, » cosa que para mí es muy pesada. Porque dado que en el tiempo de nuestra prosperidad >> diversas veces dimos muestras de ánimo agradecido, sabemos y confesamos que nuestras >> obras fueron menores que la deuda, y no iguales á nuestra voluntad. Esto se quedará à parte, que no está bien á los miserables y caidos hacer alarde de sus cosas. Yo no tengo » alguna enemiga con el rey de Sicilia en particular, ni perseguimos la nacion Aragonesa, » sino sus maldades, sino sus latrocinios. El haber quitado á doña Juana mi esposa y sobrina. >> el estado y riquezas de su padre, afrenta é indignidad para vengarse con las armas de todas >> las naciones, esto me puso en necesidad de dar principio á esta guerra desgraciada. Así lo >> ha querido Dios y los santos del cielo, que muchas veces acostumbran á trocar los principios tristes en un alegre remate. Todo está puesto en vuestras manos, vos solo podeis re» mediar y aplacar nuestro dolor justo y razonable, y de camino satisfaceros de vuestros daños » y dar el fin que se desea á la guerra de Ruysellon y de Vizcaya, demas de librar por esta » via de la garganta de aquel tirano muy codicioso el reino de Navarra. Por ventura cuidais »> faltarán ó razones para apoderarse de aquel estado al que el reino y dote ageno acometió y tomó con las armas sin otro mejor derecho, ó poder para usurpar aquel reino tan pequeño » y cercado de las tierras de Castilla y de Aragon? engañase quien piensa que á la ambicion » se puede poner término alguno. Bien sabemos que Francia tiene abundancia de oro y de >> gente muy escogida: las fuerzas de toda España aunque se junten en uno, nunca le fueron » iguales; además que nuestro partido no está del todo desamparado y caido, dado que he» mos tomado tan gran trabajo para implorar vuestra ayuda. Las fuerzas de Portugal quedan >> enteras, en Castilla muchos aficionados, algunos al descubierto, los mas de secreto, y que >> con la ocasion y cuando las cosas mejoraren, se declararán. Solo deseamos que con vuestra » ayuda y en vuestro nombre se prosiga la guerra que ya está comenzada. Ninguna vanidad » hay en nuestras palabras: fuera de que dar ayuda á los reyes afligidos, acudir al remedio » de los males públicos, anteponer el deber y lo que es honesto y justo, á cualquiera interés » aunque ninguno hobiese, cuanto mas que le hay muy grande, á quién pertenece todo esto >>sino á los grandes principes y soberanos?»>

y

Oyó el francés estas razones con buen talante: respondió en pocas palabras que tendria cuenta con lo que le representaba, y que procuraria no pareciese acudió en vano á pedir su ayuda. Las obras no correspondieron á las palabras, antes en París para donde se partieron, el rey de Portugal hizo de nuevo instancia, se escusó con dos guerras à que le era forzoso acudir. Era así que el duque de Borgoña y el rey de Ingalaterra con mayor impetu que antes volvian á tomar las armas; demas desto decia que por ser aquel casamiento inválido á causa del deudo que tenia con su esposa, no le parecia se podia hacer la guerra licitamente para llevalle adelante; escusas con que quedó burlada la pretension del rey de Portugal, dado que se fué á ver con el duque de Borgoña por ser su primo y su confederado: pretendia ser medianero, y procurar hiciese la paz con Francia; no tuvo esto mejor suceso que lo demas. Desto y de las nuevas guerras que en Francia se emprendieron, resultó otra nueva comodidad para Castilla, que los Franceses que sitiaban á Fuente-Rabia, avisados de lo que pasaba, concertaron treguas con los de Vizcaya primero de poco tiempo y solamente por tierra, despues á instancia del cardenal de España mas largas y sin aquella limitacion.

CAPITULO XIII.

Que la ciudad de Toro se tomó á los Portugueses.

Los reyes padre é hijo despues que partieron de Victoria, de nuevo se tornaron á juntar á

dos de octubre en Tudela para ver si podrian sosegar las alteraciones de Navarra. Era dificultosa esta empresa á causa que (mal pecado) cada una de las partes tenia sus aficionados y valedores dentro y fuera del reino, hasta en los mismos palacios de aquellos principes andaban aquellas pasiones. Acudieron à la junta el conde de Lerin y el condestable Pedro Peralla cabezas que eran de aquellas parcialidades: prometieron de ponerse á sí y á los suyos en las manos de los reyes, y que tendrian por bien lo que ellos determinasen. Sobre esta razon hicieron pleito homenage; y para mayor seguridad los Biamonteses pusieron á Pamplona como en tercería en poder del rey don Fernando, los contrarios otrosi entregaron otros castillos al rey de Aragon.

Hallóse presente don Alonso Carrillo hermano del conde de Buendía y sobrino del arzobispo de Toledo, que era obispo de Pamplona. Hicieron un compromiso con término de diez y seis meses para nombrar jueces árbitros y componer aquellos debates. Tuvo gran sentimiento destas práticas madama Madalena muger que fué de Gaston el mas mozo conde de Fox: con el cuidado de madre sospechaba que algun engaño y trama se urdia à propósito de excluir á su hijo de la herencia de su padre. Para sosegalla le enviaron por embajador á Berenguel de Sos dean de Barcelona, que le declarase las causas y capitulaciones de aquella concordia, y le dijese debia tener buen ánimo y esperar de los reyes padre é hijo todo favor y proteccion: advertianle del mayor peligro que le podria correr de Francia; por tanto no se dejase engañar, ni juntase sus fuerzas con aquella nacion para acometer á España: que si bien el francés era su hermano, pero que con el rey de Aragon y con sus hijos tenia mas trabado deudo y alianza. Residia aquella señora á la sazon en Pau ciudad de Bearne: respondió á esta embajada que agradecia mucho el amor que le mostraban, que nunca ella dudara de aquella voluntad: que el rey su hermano nunca trató de hacer liga con ella, ni ella haria por donde pareciese estar olvidada del parentesco que tenia con ambas las partes; y que por lo que á ella tocaba y estuviese en su mano, mas aina seria causa de la paz que de la guerra.

Ocupábanse los reyes en apaciguar el reino de Navarra cuando se ofreció causa de otra nueva alegría: esto fué que á cinco de octubre se firmaron en aquel mismo lugar las condiciones del casamiento que ya tenian concertado entre don Fernando rey de Nápoles y doña Juana hija del rey de Aragon. Celebráronse los desposorios en Cervera pueblo de Cataluña, cuyo gobierno la desposada tenia: así en adelante la llamaron reina de Nápoles. Quedó desembarazada aquella casa real para estas nuevas bodas con la partida de doña Beatriz hija del rey de Nápoles, que él envió en una armada á Matias rey de Hungría con quien en ausencia la desposaran. Fué esta señora de mucha bondad y honestidad, pero mañera: ni deste matrimonio tuvo hijos, ni del rey Ladislao, con quien casó segunda vez; y él algunos años adelante sucedió en lugar del dicho Matias, aunque no se le igualó en el esfuerzo, ni en sus cosas fué tan concertado.

No estaba entretanto ociosa la reina doña Isabel, antes la ciudad de Toro fué entrada de noche por las gentes y soldados de Castilla debajo la conducta de don Alonso de Fonseca obispo de Avila, y de don Fadrique hijo que era de don Rodrigo Manrique conde de Paredes. Un pastor llamado Bartolomé les dió aviso, y mostró que podian escalar cierta parte del muro que se llamaba las barrancas de Duero, y por estar fortificada de un barranco tenia menos guarda. Hízose así, y juntamente sitiaron el alcázar: con la nueva la reina á toda priesa acudió desde Segovia, do se hallaba ocupada en apaciguar el alboroto pasado y sosegar los ciudadanos; con su venida doña Maria muger de Juan de Ulloa, perdida la esperanza de poderse tener, rindió aquella fuerza á diez y nueve de octubre. El conde de Marialva su yerno, y capitan de aquella tierra por los Portugueses, desamparado otro castillo cerca de Toro por nombre Villalfonso, con la poca gente que le guardaba, á grandes jornadas se recogió á Portugal por caminos y senderos estraordinarios. Fué todo esto de grande importancia. Quedaba Castro Nuño, desde donde Pedro de Mendavia hacia grandes robos y correrias en gran daño de aquella comarca: hombre de un ánimo ardiente y muy ejercitado en 72

TOMO II.

las armas. Por esta causa luego que la ciudad de Toro se tomó, acudieron los del rey y se pusieron sobre este castillo. Plantaron la artillería y los demas pertrechos para batir que llevaron con trabajo de algunos dias: tomaron este trabajo de buena gana por la esperanza que tenían que tomada aquella fuerza, toda aquella comarca quedaria en paz.

Por otra parte se movian tratos para reducir al de Villena y al arzobispo de Toledo: el marques se mostraba mas blando, y parecia se sujetaria al servicio del rey don Fernando, pero con algunas condiciones, sobre todo queria le restituyesen á Villena, y mas de veinte villas que por aquella comarca le quitaran: el arzobispo se mostraba mas duro, puesto que el rey de Aragon no cesaba de amonestar que procurasen ganar persona tan principal con cualquier partido, aunque fuese desaventajado: que se acordasen de las mudanzas de la fortuna, que a veces suele de lo mas alto volver atrás, y aun despeñarse: que se tuviese consideracion à los grandes servicios que antes hizo, y por ellos perdonasen las ofensas que de nuevo cometiera; mirasen que con solo ganalle quedaria por el suelo el partido de Portugal. Aun no estaba este negocio sazonado, dado que se iba madurando. Comenzaron por el marques de Villena: prometieron de le perdonar y restituille todo su estado á tal que rindiese los alcázares de Madrid y de Trujillo que todavía se tenian por él: lo mismo ofrecieron al arzobispo de Toledo; don Lope de Acuña su sobrino entregó á los reyes la ciudad de Huete, que con título de duque le dió el rey don Enrique en aquellos tiempos estragados y revueltos.

Por el mismo tiempo dos grandes príncipes fueron violentamente muertos, es á saber los duques el de Borgoña y el de Milan. Galeazo duque de Milan en la iglesia de S. Estevan de aquella ciudad oia misa por ser la festividad de aquel santo: en aquel tiempo y lugar le dieron la muerte algunos que estaban conjurados contra él con intento de vengar sus particulares agravios y la mucha soltura de aquel príncipe en materia de deshonestidad. El duque de Borgoña llamado Carlos el Atrevido fué muerto en batalla en sazon que tenia puesto sitio sobre Nanci ciudad de Lorena ya la segunda vez, si bien el tiempo no era á propósito, y el invierno era muy áspero, y los suyos desgustados. Por todo esto el rey de Portugal, que á la sazon se fué á ver con él como queda apuntado, le persuadia desistiese de aquella empresa: no prestó su diligencia, así á cinco de enero fué desbaratado y muerto por Renato duque de Lorena y por los Esguizaros, cuyo nombre desta gente desde entonces ha sido muy conocido y su esfuerzo señalado. Ayudóles mucho para la victoria Nicolao Campobasso que servia al Borgoñon, y con trato doble daba avisos á los contrarios, y en lo mas recio de la batalla con los Italianos que tenia, desamparó á su señor.

Una sola hija que quedó deste príncipe llamada Maria, casó adelante con Maximiliano duque de Austria. Cuan grandes guerras resultarán deste casamiento para España! El rey Luis de Francia por la muerte del duque luego se apoderó del ducado de Borgoña y restituyó á su corona á S. Quintin y á Perona con otros pueblos que están á la ribera del rio Soma, y el de Borgoña los tenia en empeño; sobre todo lo cual se movieron grandes diferencias y guerras primero con la casa de Borgoña, y despues con España, sin que se haya recobrado lo que entonces les tomaron. Tuvo Maximiliano en madama María su muger tres hijos, que fueron don Philipe, doña Margarita y Francisco. Falleció la duquesa al cuarto año despues que casó; el achaque fué una mortal caida que dió de un caballo por estár preñada. El duque Galeazo dejó un hijo por nombre Juan Galeazo, que casó con Isabel nieta de dou Fernando rey de Nápoles, aunque él era de poca edad y no bastante para el gobierno de aquel estado. Demas deste dejó dos hijas, que se llamó la una Blanca María, con quien Maximiliano ya emperador casó la segunda vez, pero no dejó deste casamiento sucesion alguna: la otra hija del duque Galeazo se llamó Ana.

CAPITULO XIV.

De otros castillos que se recobraron en Castilla.

La reina doña Isabel con mucha prudencia apaciguó un nuevo debate que fuera de sazon se

levantó sobre el maestrazgo de Santiago con esta ocasion: don Rodrigo Manrique conde de Paredes y maestre que se llamaba de Santiago, falleció en Uclés por el mes de noviembre: caballero que fué muy noble y muy principal, y que ganó los años pasados de los Moros la villa de Huescar en el reino de Granada, con que se hizo muy nombrado. Su cuerpo sepultaron

en aquel pueblo, do falleció, en la capilla mayor con enterramiento y honras que le hicieron muy principales. Su hijo don Jorge Manrique en unas trovas muy elegantes, en que hay virtudes poéticas, y ricos esmaltes de ingenio y sentencias graves, á manera de endecha lloró la muerte de su padre. Don Alonso de Cárdenas con ocasion de la muerte de su competidor se determinó á ir á Uclés con gente y soldados resuelto de usar de fuerza, si los Trece, á cuyo cuidado incumbia la eleccion, no le diesen aquella dignidad. Otros muchos señores pretendian lo mismo, quien con buenos medios, quien con malos: cosa peligrosa y que podria parar en alguna revuelta.

Por este recelo, ó con codicia de haber para sí un estado tan grande, en la ciudad de Toro los reyes consultaron entre sí lo que en aquel caso debian hacer: usar de fuerza era cosa larga, y ni muy segura ni muy justificada; determinaron ayudarse de maña. El rey se quedó en Toro, la reina se enderezó para Ocaña y Uclés con tanta priesa, que segun lo refiere Hernando de Pulgar, en solo tres dias desde Valladolid llegó á Uclés. En aquella villa trató con los caballeros que para mayor concordia se fuesen con ella á Ocaña, que por ser el pueblo mayor y mas fuerte podrian con mas seguridad resolverse en lo que les pareciese mas acertado y cumplidero: que á ninguno pareceria novedad, pues muchas veces semejantes juntas el tiempo pasado se hicieron alli en el palacio del maestre.

Vinieron en esto los caballeros: la reina por medio de don Alonso de Fonseca obispo de Avila y de su secretario Hernando Alvarez de Toledo les amonestó que para escusar alborotos viniesen en que aquella órden y dignidad con consentimiento del pontifice por cierto tiempo se diese en administracion al rey don Fernando su marido, que para sosegar las voluntades de los caballeros y apaciguallo todo no era menester ni bastaria menos autoridad y fuerzas que las suyas. Tuvieron los caballeros su acuerdo sobre esto; y en fin se resolvieron de venir en lo que la reina pedia, muchos por ganar con esto su gracia, los mas á fin que sus contrarios no saliesen con lo que pretendian: abuso grande, pero ordinario en semejantes elecciones. Este fué el principio de enflaquecer el poder y fuerzas de aquella caballería, y ejemplo que en breve pasó á las órdenes de Calatrava y de Alcántara, dado que poco despues los reyes concedieron á don Alonso de Cárdenas que fuese maestre de Santiago con cargo de cierta pension para la guerra de los Moros, no sin gran pesadumbre de los otros señores, que se agraviaban fuese este caballero antepuesto á los demas, sin tener mas méritos que los otros, ni mejor derecho, ni ser de tanta nobleza, como ellos decian.

El rey don Fernando asentadas las cosas de Castilla la Vieja, y puestas treguas con los contrarios, se fué á Ocaña en sazon que comenzaba el año de nuestra salvacion de 1477; en el cual tiempo tornó de nuevo á dar perdon y recebir en su gracia al conde de Ureña don Juan Tellez Giron, que parecia reducirse al servicio del rey con entera voluntad. Desde Ocaña fué junto con la reina á visitar á Toledo, donde por voto que los reyes hicieran si vencian al de Portugal, mandaron edificar el muy suntuoso monasterio de Franciscos, que hoy se vee en en aquella ciudad con nombre de S. Juan de los Reyes, en las casas de Alonso Alvarez de Toledo contador mayor que fué de los reyes pasados. De Toledo pasaron á Madrid: allí se tuvo aviso que diversas compañías de Portugueses trabajaban las tierras de Badajoz y de Ciudad-Rodrigo con grande daño y molestia de los naturales. Para remedio y hacer resistencia á aquella gente, enviado que hobo delante don Gomez de Figueroa conde de Feria, trató con la reina que repartidos los negocios entre los dos, ella acudiese (como lo hizo) á las fronteras de Portugal á dar color en la defensa de aquella tierra.

El rey don Fernando se detuvo algunos dias en Madrid con esperanza que tenia de ganar al arzobispo de Toledo; al cual aunque le ofrecieron poco antes y dieron perdon, su feroz ánimo no le dejaba reposar. No quiso verse con el rey; tan grande era su contumacia: asi el rey á veinte y cuatro de marzo dia lunes se partió para Castilla la Vieja con deseo de apaciguar los Navarros, que de nuevo se tornaban á alterar aquellas parcialidades, y los Agramonteses poco antes se apoderaron de Estella, y la princesa doña Leonor pretendia volvella á recobrar con sus fuerzas y las de Castilla.

Al mismo tiempo un nuevo miedo puso á los reyes en mucho cuidado, y fué que Albohacen rey de Granada sin respeto de las treguas que se continuaban de algunos años atrás, rompió de repente por el reino de Murcia con cuatro mil de á caballo y hasta treinta mil de á pie. Causó aquel acometimiento mucho espanto, en especial por estar los fieles seguros y descuidados. Tanto fué el miedo mayor, que á seis de abril dia de Pascua de Resurreccion tomó por fuerza en aquella comarca un pequeño lugar llamado Ciesa, que quemó y derribó

pasados á cuchillo los moradores. Demas desto hizo grandes presas de ganado mayor y menor: con que los Moros dieron la vuelta á su tierra sin recebir algun daño, dado que Pedro Fajardo adelantado de Murcia salió á la defensa. El interés y daño no era de tanta consideracion cuanto el peligro y molestia que sin estar apaciguados los alborotos de dentro se ofreciese ocasion de nueva guerra, y necesidad de vengar aquel agravio.

[graphic][merged small]

Deseaban para todo abreviar con lo de Castilla. Los dos castillos que todavia se tenian por los Portugueses, el de Cantalapiedra y el de Castro Nuño, fueron de nuevo cercados y combatidos con toda la fuerza posible sin cesar hasta que se rindieron, primero Cantalapiedra á veinte y ocho de mayo, porque Castro Nuño por el esfuerzo de su capitan Mendavia se tuvo mas tiempo; pero al fin hizo lo mismo. Era tan grande el desgusto de los naturales por los daños que de aquel castillo recibieron, que acudieron, y porque no fuese en algun tiempo acogida de ladrones por ser de sitio muy fuerte, le abatieron por tierra. A los soldados destos dos castillos se dió licencia conforme á lo capitulado para que libremente y con

« AnteriorContinuar »