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En este tiempo el rey don Alonso era venido de Burgos à Sevilla; de alli envió grande armada y mucha gente de guerra á cercar á Algecira por mar y por tierra. Aquella guerra ante todas cosas tenia los ánimos de los fieles puestos en cuidado: temian que los Africanos por la vecindad de los lugares y por tener ya asiento en España y guarida propria, no acudiesen muchas veces á nuestras riberas: sin embargo las discordias civiles por otra parte les tenian los ánimos tan ocupados que no se les daba mucho de todo lo al; todavia intentaron de quitalle aquel nido. El verano fué don Pedro hijo del rey don Alonso con poderoso ejército á la conquista de aquella ciudad. Dió la vuelta sin hacer algun efecto con mucha deshonra y pérdida de su gente, y nuestra armada por estar falta de marineros y de soldados con la venida del rey de Marruecos fué desbaratada y presa: deshizose el campo, los soldados unos se fueron á una parte, otros á otra. Hay quien diga que en aquel tiempo el rey de Marruecos edificó otra nueva Algecira poco distante de la primera. El cuerpo del rey don Jaime se llevó de Valencia, donde le depositaron en un sepulcro junto al altar mayor de la iglesia catedral, y se trasladó al monasterio de Poblete, entrado ya el verano. Las exequias del difunto se celebraron espléndidamente con gran concurso de caballeros principales que se juntaron en Tarragona por mandado del nuevo rey. (2)

CAPITULO IV.

De diversas hablas que tuvieron los reyes.

Cox la partida de la reina doña Violante los reyes de Castilla y Francia comenzaron a estar

muy cuidadosos por respeto de los niños infantes. El cuidado por entrambas partes era igual los intentos diferentes y aun contrarios. El de Castilla quisiera estorbar que no se pasasen en Francia, do para su inocente y tierna edad tenian muy cierta la acogida y el amparo, en especial que don Sancho su hijo le ponia en esto con el deseo que tenia de asegurarse, sin descuidarse de continuar en grangear las voluntades de grandes y pequeños con la nobleza de su condicion, agudeza de ingenio, y agradables costumbres; y con valor y diligencia apercebirse para todo lo que podia suceder. El de Francia temia que si venian á manos y poder de su tio, correrian peligro de las vidas, por lo menos de perder la libertad. Sabia muy bien cuan deseosos son los hombres naturalmente de mando, y que la ambicion es madre de crueldad y fiereza. Habíanse enviado sobre esta razon diversas veces de parte de Castilla y de Francia muy solemnes embajadas al rey de Aragon: cosa muy honrosa para aquel principe, que fuese como juez árbitro para concertar dos reyes tan poderosos, muy a propósito para sus intentos tener suspensos aquellos principes y en su poder los dos infantes. Ventilado el negocio, finalmente se acordó que doña Violante tornase con su marido, y que los infantes quedasen en Aragon sin libertad de poder ausentarse: lleváronlos al castillo de Játiva, y allí los pusieron á recado.

Esta resolucion dió mucha pena à doña Blanca su madre por parecelle que en quien fuera justo hallar amparo, allí se les armaba celada, y con nuevos engaños les quitaban la libertad. Partióse pues para Aragon; mas no alcanzó cosa alguna, porque las orejas del rey las halló sordas á sus ruegos y lágrimas: no hacia caso de todo lo que se podia decir y pensar á trueco de enderezar sus particulares. Desde allí muy enojada pasó en Francia á hablar al rey su hermano, y movelle á hacer la guerra contra Castilla y Aragon, si no condescendian con lo que era razon, y ella pretendia. Era muy a propósito el reino de Navarra, que se tenia por los Franceses, para estos intentos, por confiar contra Castilla y Aragon por diversas partes. Puso esto en cuidado al rey de Aragon y al infante don Sancho para tomar acuerdo de lo que se debia hacer, determinaron venir á habla. Señalaron para ello cierto lugar entre Requena y Buñol: acudieron alli, y se juntaron el dia aplazado á catorce de setiembre del año del señor de 1279. En esta junta y habla, echados à parte todos los desabrimientos y enojos pasados, trabaron entre sí amistad y pusieron confederacion para valerse al tiempo de necesidad.

Concluida esta habla, el rey de Aragon tomó el camino de Cataluña, que estaba alterada por las discordias de la gente principal. Armengol de Cabrera era el principal atizador de

(2) El cadaver fué llevado á Poblet; pero cuando en la última guerra civil se arruinó este precioso monumento fué trasladado á la catedral de Tarragona, donde hemos tenido ocasion de admirar su agigantada estatura y el buen estado en que se conserva, pues hasta la cicatriz que tenia en la frente se reconoce.

estas revueltas, hijo de Alvaro de Cabrera, al cual el rey poco antes diera el condado de Urgél como á su feudatario y por respeto del conde de Fox: todo esto no bastó para ganalle. El rey visto lo que pasaba, se puso sobre la ciudad de Balaguer cabecera de aquel estado: prendió al dicho Armengol y á su tio Rogerio Bernardo, conde de Fox con otros señores que dentro halló: túvolos presos largo tiempo, en especial al de Fox que se le rebelára mas veces y mas feroz se mostraba: con tanto calmaron las alteraciones de los Catalanes. Dou Sancho se encaminó á Badajoz donde su padre estaba, que era venido desde Sevilla á verse con don Dionisio su nieto rey de Portugal con intento de hacer las paces entre él y don Alonso su hermano, al cual pretendia por fuerza de armas echar del estado que su padre le dejó en Portugal. Alegaba diversas razones para dar color á esta su pretension, de que recebian mucho descontento las gentes de Portugal por ver que entraba con tan mal pie en el reino, y que apenas era muerto su padre, cuando pretendia despojar á su hermano y trabar con él enemistad. Falleció en Lisboa al principio deste mismo año el rey don Alonso de Portugal padre de don Dionisio. Vivió setenta años, reinó treinta y dos: en el monasterio de santo Domingo de aquella ciudad que él edificó, enterraron su cuerpo.

Don Sancho luego que se hobo visto con su padre, fué por su órden á hacer levas de gente por todo el reino, y apercebirse de soldados contra el rey de Granada, que à la sazon sabia estar ocupado en la obra del alcázar de aquella ciudad llamada el Alhambra (1), fabrica de gran

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primor y en que gastó gran tesoro, ca era este rey moro no menos diestro en semejantes primores que en el arte militar. Para movelle guerra no podian faltar achaques, y siempre los hay entre los principes cuyos estados alindan: lo que yo sospecho es que el rey de Granada en la guerra de Algecira dió favor al de Marruecos; de lo cual por estar agraviados los nuestros, en el asiento que se tomó poco antes desto con los Africanos, no fueron comprehendidos los de Granada. Dionisio rey de Portugal sea por no fiarse de su abuelo como quier que sean dudosas é inconstantes las voluntades de los hombres, sea por pensar se inclinaba

Reservamos para la época de la conquista de Granada presentar todas las bellezas interiores de este precioso p alacio, objeto de admiracion universal.

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mas á su hermano (como de ordinario siempre favorecemos la parte mas flaca, y aun el que es mas poderoso, en cualquier diferencia, puesto que tenga mejor derecho, siempre parece que hace agravio) si bien habia llegado á Yelves, que está tres leguas de Badajoz, repentinamente mudado de parecer volvió atrás. Fué grande el enojo que el rey don Alonso recibió por esta liviandad: así perdida la esperanza de verse con su nieto, muy desabrido dió la vuelta para Sevilla.

En este tiempo Conrado Lanza general de la mar por el rey de Aragon, persona de grande autoridad para con todos por ser pariente cercano de la reina doña Costanza, con una armada que aprestó de diez galeras, corrió las marinas de Africa, mayormente las de Tunez y Tremecén en castigo de que aquellas ciudades no querian pagar el tributo que algunos años antes concertaron: cierto autor afirma que esta empresa fué y se enderezo para meter en posesion del reino de Túnez á Mirabusar, á quien su hermano le echára del. Todos concuerdan que la presa que de alli llevaron los Aragoneses, fué grande, y que en el estrecho de Gibraltar de diez galeras que encontraron del rey de Marruecos y las vencieron, parte tomaron, parte echaron á fondo. El rey de Aragon en Valencia, donde se entretenia muy de ordinario, hizo donacion á don Jaime su hijo, habido fuera de matrimonio, del estado de Segorbe por el mes de noviembre.

En Castilla de cada dia se aumentaba la aficion que los naturales tenian al infante don Sancho, y aun á muchos parecia que trataba de cosas mayores de lo que al presente mostraba; y que luego que concluyese con los sobrinos, menospreciaria á su padre, que ya por su edad iba de caida, y le quitaria el mando y la corona. El padre por su gran descuido de ninguna cosa menos se recataba que desto, sin saber las prácticas de su hijo asi las públicas como las secretas. Partió pues don Sancho el año luego siguiente de 1280 á la primavera con el ejército que tenia levantado, la vuelta de Jaen, y con nuevas compañías que su padre le envió desde Sevilla aumentado su ejército, entro muy pujante por las fronteras de Granada, taló y robó toda la campaña sin parar hasta ponerse á vista de la misma ciudad: quemó muchas aldeas y pueblos, recogió gran presa de gente y de ganados, con que volvió á Córdoba : desde allí acompañó á su padre hasta Sevilla. Con el buen suceso desta guerra ganó mayor autoridad, y grangeó del todo las voluntades de la gente: cosa que él estimaba en mas que todas las demas ganancias, por asegurarse en la sucesion del reino, que era el cuidado que mas le aquejaba. Principalmente que Philipe rey de Francia con la aficion que tenia á los dos infantes sus sobrinos, hacia instancia que fuesen puestos en libertad, y que en lugar de su abuelo que los pedia, se los entregasen á él. Envió pues sobre esta razon embajadores á los dos reyes: llevaron órden que al principio tratasen el negocio amigablemente, ca no tenia perdida la esperanza que hobiesen de dar oidos à tan justa demanda; si no se allanasen como deseaba, les diesen á entender que tendrian en los Franceses enemigos mortales: que él estaba resuelto de amparar la inocente edad de aquellos mozos por todas las vias y maneras que pudiese.

Como los nuestros no se moviesen por amenazas ni por ruegos, se trató y acordó que para tomar algun medio, y en presencia componer todas las diferencias, los tres reyes se juntasen á habla, para lo cual se dieron unos á otros la palabra y seguridad bastante. Con esta determinacion el rey de Francia llegó á Salvatierra, el rey de Castilla á Bayona, ciudad que está en los pueblos dichos antiguamente Tarbellos en los confines de Guiena. No se juntaron los reyes para tratar de las condiciones y del asiento: el infante don Sancho desbarató la junta con su astucia y con sus mañas, por temer no alcanzasen de su padre, que claramente via estar aficionado á los nietos, alguna cosa que le empeciese á él. Lo que solamente se pudo alcanzar, fué que Carlos principe de Taranto hijo del rey de Sicilia interviniese entre los reyes, y llevase los recados de la una parte á la otra; y sin embargo no se concluyó cosa ninguna porque todos los intentos de los príncipes desbarataba con sus mañas don Sancho, si bien lo que los Franceses pedian, parecia muy justificado, esto es, que se le diese al infante don Alonso la ciudad de Jaen con nombre de rey, y como á feudatario y dependiente de los reyes de Castilla.

Desbaratada que fué la junta, todavía los reyes de Francia y Aragon se vieron en Tolosa para tratar deste negocio entre si. El fruto desta habla no fué mayor que el de ántes, en tanto grado que parecia hacian burla del rey de Francia. Solo se sacó desta junta que el rey de Francia prometió debajo de juramento dejaria el estado de Mompeller á don Jaime rey de Mallorca, porque antes desto pretendia ser suyo y quitarsele. Muy alegre quedó el

infante don Sancho de que con todo el esfuerzo que aquel rey hizo, y con tantas porfias, no se habia alcanzado de los reyes cosa alguna que fuese en pro de los infantes sus sobrinos. Solo se recelaba de la inconstancia de su padre, por la compasion que mostraba tener de aquella tierna edad, no viniese à favorecer los nietos, ca de estar mudado de parecer se vian manifiestas señales; y muchos, que con diligencia y cuidado consideran los enojos de los príncipes y sus inclinaciones, por entender esto no cesaban de irritar al rey don Alonso contra su hijo, y contalle y encarecelle sus desacatos. Decian que estaba apoderado de todo el gobierno, que todo lo trastornaba y revolvia conforme à su antojo: que no estimaba en nada su real autoridad y grandeza.

Era el rey don Alonso de ingenio vario, mudable, doblado: tenia en sus acciones una maravillosa inconstancia, falta que con la edad suele tomar mas fuerza. Don Sancho por entender estas cosas determinó ayudarse de socorros extraños y de fuera, y hacerse amigo del rey de Aragon y prendelle, en que puso mucha diligencia. Envióle sobre esta razon y con este intento sus embajadores, primero á don Gonzalo Giron maestre de Santiago, despues al marqués de Monferrat: la suma de la embajada era que se juntasen para tratar de sus haciendas y de cosas de mucha importancia. Acordado esto, los reyes don Alonso, don Pedro, y tambien el infante don Sancho se juntaron entre Agreda y Tarazona en un pueblo que se llama el Campillo. Fué esta junta á veinte y siete de marzo del año de 1281. Asentóse confederacion entre aquellos dos reinos de tal guisa que los que fuesen amigos de uno, fuesen amigos del otro, y lo mismo de los enemigos sin exceptar á persona alguna: que el que primero quebrantase este concierto, pagase de pena diez y seis mil libras de plata. Dieron al rey de Aragon en esta junta á Palazuelos, Teresa, Jera, Ayora; y á don Manuel hermano del rey don Alonso; cuyas eran estas villas, dieron en recompensa la villa de Escalona. Esto fué lo que se trató en público: de secreto se acordó que los dos reyes acometiesen el reino de Navarra, y se enseñoreasen dél : señalaron otrosí la parte que á cada cual habia de pertenecer acabada la conquista, ultra desto se le concedió á don Sancho que los infantes estuviesen en el castillo de Játiva á buen recado. El cual despedida la junta, en Agreda donde fué con los dos reyes, para obligar mas al rey de Aragon y ganalle mas la voluntad le prometió y aseguró muy de veras que como su padre falleciese, le dejaria todo el reino de Navarra para que le encorporase en la corona de Aragon, y ultra desto le daria en Castilla la villa de Requena con todos los lugares de su jurisdiccion, que estan hacia el reino de Murcia y á la raya del de Valencia. Andaba su partido en balanzas, y su ánimo dudoso entre el miedo y la esperanza: por esto no le parecia vergonzoso y feo comprar su seguridad á costa de tantas promesas.

Don Juan Nuñez de Lara en aquellos tiempos varon grave y poderoso segun se ve en las historias, era señor de Albarracin por via de dote con doña Teresa hija de don Alvaro de Azagra que fué señor de Albarracin, y por consiguiente nieta de don Pedro Rodriguez de Azagra. Dende allí por la fortaleza del lugar, y por estar á las rayas de Aragon y Castilla tenia costumbre de hacer correrias en ambas partes y solia llevarse muchos despojos, además que recebia debajo de su amparo y proteccion á todos aquellos que de los dos reinos acudian á él por delitos que hobiesen cometido. Particularmente don Lope Diaz de Haro, señor tan poderoso, se vino y metió en aquella ciudad por estar muy mal enojado con don Sancho y con el rey de Castilla á causa de la muerte del infante don Fadrique y del señor de los Cameros. Trataron entre sí don Sancho y el rey de Aragon en Tarazona de dar órden de conquistar aquella ciudad y deshacer á don Juan de Lara. El rey don Alonso se fué á Burgos á celebrar las bodas de sus hijos don Pedro y don Juan. A don Pedro dió por muger una hija del señor de Narbona, y á don Juan una hija del marqués de Monferrat; que fué lo mas que se sacó y se efectuó con tantas juntas y coloquios y vistas de reyes, tantos gastos y trabajos. España á esta sazon sosegaba, si bien parecia que la amenazaba alguna cruel tempestad, á causa de estar todas las voluntades asi bien de los grandes, como de los pequeños, muy alteradas y desabridas, y la pretension que andaba sobre la sucesion del reino.

TOMO II.

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CAPITULO V.

Como don Sancho se rebeló contra su padre.

LAS vehementes sospechas que entre don Sancho y su padre el rey don Alonso se desperta

ron, de pequeños principios poco a poco como acontece vinieron á parar en discordia manifiesta y en guerra. Llevaba mal el rey don Alonso verse á causa de su vejez poco estimado de muchos: dábale pena el deseo que sentia en sus vasallos de cosas nuevas. Para acudir á este daño tan grande, y ganar reputacion entre los suyos, con gente de guerra que juntó, se determinó hacer una nueva entrada en tierra de Moros, con que les robó y taló la campaña y les hizo otros daños, dado que su edad era mucha, y el cuerpo tenia quebrantado por los muchos trabajos y pesadumbres. Ninguna cosa mas le aquejaba que la falta del dinero, cosa que desbarata los grandes intentos de los principes. Trataba de hallar algun medio para recogello. Parecióle que el camino mas fácil sería batir un nuevo género de moneda, así de cobre como de plata, de menor peso que lo ordinario, y mas baja de ley, y que tuviese el mismo valor que la de ántes: mal arbitrio, y que no se sufre hacer sino en tiempos muy apretados y en necesidad extrema. Resultó pues desta traza un nuevo daño, es á saber que se encendió mas el ódio que públicamente los pueblos tenian concebido contra el rey, mayormente que se decia por cosa cierta que en las causas civiles y criminales y en castigar los delitos no tenia tanta cuenta con la justicia como con las riquezas que las partes tenian; y que a muchos despojaba de sus haciendas por cargos y acusaciones fingidas que les imponian: cosa que no se puede excusar con ningun género de necesidad; y con ninguna cosa se ganan mas las voluntades de los vasallos para con su príncipe, que con una entereza y igualdad en hacer á todos justicia.

Envió por embajador á Francia á Fredulo obispo de Oviedo, francés que era de nacion. Echaron fama que para visitar al rey Philipo, y por su medio alcanzar del sumo pontifice la indulgencia de la Cruzada para los que fuesen á la guerra de los Moros: el principal intento era comunicar y tratar con él la manera como pondrian en libertad á sus nietos, fuese por la compasion que tenia de aquella inocente edad, y por la aficion que tenia á los infantes como á sus nietos, ó lo que yo mas creo, por el aborrecimiento que habia cobrado à don Sancho su hijo, por cuyo miedo los años pasados mas que por su voluntad, los privó de la sucesion del reino. No se le encubrieron á don Sancho las pretensiones de su padre como quiera que no pueda haber secreto en semejantes discordias domésticas. Acordó de prevenirse, en particular para ayudarse del socorro de los Moros se partió para Córdova: allí asentó confederacion con el rey de Granada, y para ganalle mas le soltó las dos partes del tributo que pagaba, partido que poco ántes pretendió el moro del rey don Alonso, y él no lo quiso aceptar. Demás desto por negociacion del infante don Juan, que ya era del bando del infante don Sancho su hermano, los grandes de Castilla y de Leon, que muy de atrás andaban desabridos por la severidad del rey y su aspereza, se declararon por su hijo. La memoria fresca del triste suceso del señor de los Cameros y del infante don Fadrique atizaba mas estos desabrimientos.

Tratábanse estas cosas al principio del año de 1282 del nacimiento de Cristo nuestro Señor. En el mismo año por el mes de agosto en la villa de Troncoso se celebraron las bodas entre Dionisio rey de Portugal y doña Isabel hija mayor del rey de Aragon. Esta es aquella reina doña Isabel que por sus grandes virtudes y notable piedad es contada entre los santos del cielo, y su memoria se celebra en aquel reino con fiesta particular. Este rey sin tener respeto á su abuelo, atraido con la destreza y mañas de don Sancho, se juntó con él y se declaró por su amigo y aliado sea por algun enojo que tenia con su abuelo, sea por tener por esta via esperanza de mejor partido y remuneracion. El rey don Alonso miraba poco las cosas por venir así por su larga edad, como por la comun tacha de nuestra naturaleza, que en sus propios negocios cada cual es menos prudente que en los agenos: estorba el miedo, la codicia y el amor proprio, y ciega para que no se vea la verdad. Hizo llamar á cortes para la ciudad de Toledo, por ver si en alguna manera se pudieran sosegar las voluntades de su hijo y de la gente principal sin poner mano á las armas. Por seguir el camino mas blando, que era apaciguallos amigablemente, ni se apercibió como fuera menester, ni usó de bastante recato.

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