Imágenes de páginas
PDF
EPUB

vueltas pasadas andaba muy estragado. Demas desto en estas córtes se revocaron los decretos y ordenanzas, que por la necesidad y revuelta de los tiempos mas se habian violentamente alcanzado, que graciosamente concedido así por el rey don Alonso como por el mismo don Sancho. Despedidas las cortes, se apresuró para ir á Castilla por tener nueva que todavia algunos pretendian defender el bando contrario, y que trataban entre si secretamente de restituir la corona á los hermanos Cerdas: pretensiones que todas se desbarataron con la venida de don Sancho: parte de ellos mudaron de parecer, parte pagaron con las cabezas, con cuyo ejemplo y castigo los demas quedaron escarmentados para no continuar en porfias semejantes.

Esto pasaba en España. En el mismo tiempo Rogerio Lauria, general de la armada de los Aragoneses en el reino de Sicilia, despues que venció junto à Malta veinte galeras francesas, muerto el general por nombre Guillelmo Cornuto francés de nacion en la batalla que se dió á ocho de junio, como diese la vuelta hacia Nápoles, presentó la batalla á Cárlos llamado el Cojo, príncipe de Salerno, hijo del rey Carlos, que halló apercebido para ir sobre Sicilia con una gruesa armada á vengar las injurias y daños pasados. Muchos le avisaron del peligro que corria, y en particular el legado del papa que iba en su compañía; mas él con el brio de su edad se resolvió de pelear con el enemigo: acuerdo perjudicial. Fué muy bravo el combate: en fin el francés quedó vencido y preso con otros muchos. Sobre el número de los bajeles que pelearon de la una y de la otra parte, no concuerdan los autores, sin que se pueda del todo averiguar la verdad. La opinion mas ordinaria es que las galeras Aragonesas eran cuarenta y dos, las de los enemigos setenta; y lo mas cierto que se dió la batalla á veinte y tres de junio.

Ejecutaron la victoria los Aragoneses, ganaron muchas plazas en Italia: todo se les allanaba como á vencedores, á los vencidos todas las cosas les eran contrarias. Pareció aquella desgracia tanto mayor que el rey Carlos tres dias despues de la pelea surgió en el Puerto de Gaeta con veinte galeras que traia de la Proenza. Allí supo que à su hijo llevado á Sicilia condenaron á muerte los Sicilianos en la ciudad de Mecina, do le tenian preso, con intento de vengar la muerte que los Franceses dieron los años pasados à Corradino, preso despues que le vencieron en otra batalla. La prudencia de la reina le valió, porque con mostrarse muy airada, le mandó guardar para dar parte al rey como era necesario, y para que con el largo cautiverio y tormentos, los cuales si faltan, la muerte á lo último es el remate de los males, el castigo fuese mayor. Verdad es que no fué parte para que los del pueblo con el ódio mortal que tenian á la gente francesa, no quebrantasen las cárceles y pasasen á cuchillo otros sesenta compañeros que con el principe tenian presos.

A la misma sazon el rey de Aragon, como si le faltara guerra con los extraños, tenia puesto cerco á la ciudad de Albarracin, y con todo su poder y diligencia la combatia. Ofrecianse grandes dificultades: las murallas de la ciudad eran muy altas, las torres de piedra de buena estofa, las puertas de hierro con gruesos y fuertes cerrojos, el sitio muy áspero y inaccesible. Demas desto los soldados que dentro la defendian, acostumbrados à trabajos y hambre, no enflaquecidos con alguna discordia, ni afeminados con deleites, muchos en número, y que tenian grande uso en la guerra por andar cada dia las armas en la mano, gran valor y osadia, eran docientos hombres de á caballo, y buen número de infantes. Solamente tenian falta de mantenimientos: no se proveyeron ántes á causa que jamás pensaron que aquella ciudad pudiera ser cercada. Pasaron algunos dias, y con el tiempo crecia la falta. Don Juan Nuñez de Lara, visto el peligro en que se hallaba, dijo en una junta que queria ir á Navarra, do tenia cierta la guarida y el socorro. Amonestóles no desfalleciesen ántes defendiesen la ciudad con el esfuerzo y valor que dellos se esperaba. Era todo esto fingido, y él tenia determinado de huirse y no volver: su semblante no conformaba con las palabras; sin embargo le dejaron partir. Despues de su ida se sustentó la ciudad algun tiempo hasta tanto que, perdida la esperanza de ser socorridos, la rindieron el mismo dia de S. Miguel. Eran los soldados por la mayor parte Franceses y Navarros : dejáronlos ir libremente, y de los lugares comarcanos trajeron gente para poblar aquella ciudad así de sus antiguos moradores como de otros que de nuevo poblaron y labraron la tierra. Tenia el rey un hijo en doña Inés Zapata, que se llamaba don Hernando, al cual ántes desto diera en el reino de Valencia á Algecira y á Liria: á este hizo merced de la ciudad de Albarracin luego que vino á su poder.

Con tanto se dió fin á esta empresa y á aquei estado y principado, que por muchos años

estuvo en poder de los Azagras, caballeros de los mas nobles y señalados de aquella era, cuya genealogía y decendencia pareció poner en este lugar. Pedro Rodriguez de Azagra el fundador que fué deste estado, siendo ya viejo, dejó por su heredero á Hernan Rodriguez de Azagra su hermano, por ventura por no tener él sucesion. Este Hernando de Azagra otorgó su testamento (que se ha conservado hasta el dia de hoy) á veinte y dos de junio era de mil y docientos y treinte y uno: por el testamento se entiende que tuvo dos hijos, uno legítimo en su muger doña Teresa Ibañez heredero de aquel estado, otro bastardo que fué comendador de Santiago: el uno y el otro se llamó Pero Fernandez. He visto asimismo el testamento de este Pero Fernandez señor de Albarracin, su fecha á dos de abril año del Señor de mil y docientos y cuarenta y uno, asáz breve: dechado y muestra muy verdadera de las costumbres, llaneza y simplicidad de aquel siglo. Tuvo estos hijos legitimos: Pero Fernandez, Garci Fernandez, doña Teresa y don Alvaro (2). Este le sucedió en aquel estado, y tuvo una sola hija llamada doña Teresa, que casó con don Juan Nuñez de Lara hijo de don Nuño de Lara, y en dote llevó aquel estado, que le quitó el rey de Aragon. De don Juan Nuñez de Lara y doña Teresa de Azagra nacieron don Alvaro y don Juan de ambos se tornará á hacer mencion adelante en su lugar.

CAPITULO IX.

De las muertes de tres reyes.

CONCLUIDA aquella empresa de Albarracin, restaba otro mayor cuidado al rey de Aragon, es á saber la tempestad que le amenazaba de Francia, la mas brava, grave y memorable de cuantas en aquellos tiempos sucedieron, así por ser grandes las fuerzas de aquella nacion, como la autoridad con que se hacia, que era á instancia del sumo pontifice, que encendia los corazones de los contrarios y los alentaba. El rey de Aragon no tenia fuerzas bastantes para contrastar á Francia, mayormente que se le allegaba lo de Navarra y de Nápoles. Acudió á buscar socorros de fuera, en particular envió embajadores á Alemaña para dar un tiento al emperador Rodulfo si por ventura movido á compasion del bando Gibelino, que era maltratado y oprimido por los Franceses en Italia, quisiese favorecelle y y para este efecto bajar á Italia. Era el emperador de su naturaleza considerado y recatado, y que se agradaba mas de los consejos seguros que de las empresas peligrosas, demas que á la sazon le tenia embarazado la guerra que hacia á los Esguízaros. Así esta diligencia no fué de efecto alguno, ni los embajadores fuera de buenas palabras trajeron cosa alguna en que se pudiese estribar.

El rey don Sancho á ruego del rey de Aragon que se deseaba ver con él, partió para Soria en aquella comarca tuvieron su habla en Ciria y Borobia, que son pueblos cerca el uno del otro. Allí con nueva confederacion que asentaron confirmaron, la amistad que de ántes tenian, y prometieron de no faltarse el uno al otro en los peligros y ocurrencias. El rey de Marruecos como enemigo que era ordinario y muy pesado de España, pretendia hacer la guerra de nuevo por la parte del Andalucia. Los Franceses corrian las fronteras de Aragon con tanto mayor peligro de aquel reino que don Jaime rey de Mallorca, que de razon debiera acudir á los Aragoneses, se habia juntado con Francia. En todas partes se via mucho peligro y nuevas muestras de trabajos. Cercaron los Moros á Jerez de la Frontera en número de diez y ocho mil hombres de á caballo, que corrian la campaña hasta Sevilla con robos que hacian en gran cantidad de hombres y ganados. Acudió con presteza al rey don Sancho a Toledo, do le esperaba Carlos conde de Artoes embajador que era venido de parte del rey de Francia. La suma de la embajada contenia dos cosas: que por su medio los hermanos Cerdas fuesen puestos en libertad, y que no tuviese comunicacion con el rey de Aragon que estaba descomulgado por el papa. Respondió á esto el rey don Sancho que dentro de muy pocos dias enviaria sus embajadores con poderes muy bastantes al rey de Francia para asentar aquellas haciendas. Esta respuesta dió en público: de secreto rogó ahincadamente al embajador que le hiciese muy amigo de su rey. Hay quien asimismo escriba que este tiempo fué cuando el rey don Sancho le tentó para que le descubriese los secretos del reino de Francia, y que Broquio, por entenderse que era espia, fué justiciado como de suso queda dicho.

(2) Don Alvaro fué el primogénito, y don Juan Nuñez de Lara fué nieto.

LIBRO DECIMOCUARTO.

79

El rey de Aragon, juntadas sus huestes contra las de Francia, se puso sobre Tudela que está en la frontera de Navarra, y la combatia con todas sus fuerzas: todo con intento de divertir los Franceses, que entendia pretendian acometer por la parte de Ruisellon, y para dalles en que entender en su misma casa con aquella nueva guerra. Defendióse aquel pueblo, sobre todo por el valor y diligencia de don Juan Nuñez de Lara, persona mas venturosa en las cosas agenas que en sus haciendas y estado. Solamente destruyeron la campaña, y bastecieron las fronteras de Aragon con soldados y municiones para que pudiesen resistir á la furia del enemigo. Hecho esto, ya que sobrevenia el invierno, el rey de Aragon dió vuelta para Zaragoza, en que estuvo al fin deste año y principio del siguiente de 1285 del nacimiento de Cristo, cuando à siete dias del mes de enero Carlos rey de Nápoles pasó desta vida en Fogia, pueblo de la Pulla, cansado de las desgracias, y aquejado con el dolor de la prision y cautiverio de su hijo. Fuera este principe esclarecido así en la guerra como en la paz, si los fines correspondieran con los principios. La larga edad le entregó á la fortuna mudable como á otros muchos. Demas que el vigor y gallardia que los Franceses trajeron á Italia « se trocára y perdiera del todo con el mucho regalo y vicio de aquella tierra, y con los deleites demasiados; de tal forma que para con los extraños eran flacos, solo para con los vasallos y naturales mostraban ferocidad. Los gobernadores de la ciudades y pueblos hacian odioso á su príncipe con cuidar solamente de su ganancia, cohechar la gente y mirar poco por el bien comun.

Esta muerte del rey de Nápoles hinchó de buenas esperanzas y alegria al rey de Aragon, al contrario al rey de Francia fué muy pesada. Para aliviar la tristeza con causalla à sus enemigos hizo levas de gente por todas partes. Juntó un gran ejército, en que se contaron veinte mil de á caballo y ochenta mil de á pie: tenia aprestada una armada en las fosas Marianas, que hoy se llaman Aguas muertas, en que se contaban ciento y veinte bajeles, parte galeras reales, parte naves gruesas y otros vasos pequeños. Determinó ir en persona á esta jornada, y en su compañia Philipo y Carlos sus hijos, y don Jaime rey de Mallorca, que seguia al francés por grandes desgustos que tenia contra el aragonés su hermano. Hallóse otrosí con los demás el cardenal Gervasio, que envió por su legado al papa Martino cuarto; por cuya muerte, que sucedió en Perosa á veinte y nueve dias del mes de marzo, fué puesto en su lugar Honorio IV ciudadano romano de casa Sabela, no menos aficionado á los Franceses que lo fué el pasado.

Hizose la masa del ejército en Narbona : dende marcharon la vuelta de Perpiñan. Este lugar se entregó al rey don Jaime, y recibieron á los Franceses dentro de las murallas. Lo mismo por su ejemplo hicieron los demas lugares de Ruisellon y de aquella comarca, fuera de uno que se llama Génova, ca con esperanza que seria presto socorrido, y por el aborrecimiento que tenia al rey don Jaime, y por no volver á su poder, determinó de hacer resistencia. Engañóle su esperanza, por que el lugar fué tomado por fuerza, y todos los moradores pasados á cuchillo, hasta encruelecerse contra las mismas casas y edificios que abatieron y quemaron. El bastardo de Ruisellon, hombre de noble linage y atrevido, que dentro se hallo, entrado el pueblo, se subió á la torre de la iglesia: valiéronle para escapar de la muerte mas los ruegos del rey don Jaime que la fortaleza y santidad del lugar en que estaba. Sin embargo se mostró agradecido á los Franceses, porque como quier que el rey de Aragon estuviese apoderado de la entrada y estrechuras de los montes Pirineos de tal suerte que los enemigos no tenian esperanza de poder pasar por allí, los guió por unos senderos que él sabia, por donde con cierto rodeo subieron á las cumbres del monte sin peligro ninguno, y se pusieron sobre el mismo campo de los Aragoneses. Con esto y con el espanto que ellos desto cobraron, los reyes con seguridad pasaron adelante hasta llegar á la comarca de Ampurias. Allí con facilidad se apoderaron de algunas plazas, en particular de Peralada y Figueras, sin reparar hasta ponerse sobre Girona, que es una ciudad muy noble y grande en los pueblos que antiguamente se llamaron Ausetanos. Está puesta en un sitio cuesta abajo: al pie del sitio el rio llamado ántes Thici, y ahora Tera, tiene comidas aquellas riberas junto á la ciudad de suerte que le hace gran reparo. Los muros son de buena estofa: las torres de piedra y fuertes: en lo mas alto de la ciudad está la iglesia Mayor que es silla episcopal, y junto à ella las casas obispales de muy buen edificio y grande. Mas arriba de la iglesia Mayor hay una torre à manera de alcazar, que llaman Gironela.

El vizconde de Cardona don Ramon que tenia por capitan aquella ciudad, la fortaleció con nuevos reparos: echó por tierra todas las casas del arrabal, solo perdonó á la igle

sia de S. Felix por su mucha devocion y antigüedad. El valor y diligencia de que usó, fué grande, con que muchas veces desbarató y pegó fuego á los ingenios, máquinas y pertrechos de los Franceses. El rey de Aragon otrosi con buen golpe de gente que consigo tenia, andaba por allí cerca. No eran sus fuerzas bastantes para acometer al enemigo y dalle la batalla; pero buscaba alguna ocasion para armalle alguna celada y meter socorro en la ciudad. Habia ya tres meses que la tenian cercada, cuando don Sancho rey de Castilla envió por sus embajadores á don Martin obispo de Calahorra y á Gomez García de Toledo abad de Valladolid para acordar, si pudiese, estas diferencias. No hicieron efecto alguno, antes fueron forzados á dar la vuelta cargados de muchos baldones y palabras injuriosas que les dijeron, casi sin dalles lugar para hablar al rey de Francia. La ocasion debió ser la grande confianza que tenian de salir con la victoria, ó por sospechar que so color de embajadores venian á espiar las fuerzas y intentos de los Franceses.

[ocr errors]

Era fama que al rey don Sancho no le faltaba voluntad de juntar sus fuerzas con las de Aragon, y que se entretenia á causa de la guerra que traia muy encendida en el Andalucia con los Moros de algunos meses atrás, ca tenian puesto sitio sobre Jerez de la Frontera, de la cual ciudad con todo su esfuerzo pretendian apoderarse porque les venia muy à propósito para sus intentos. Esquivaba el rey don Sancho la batalla por no poner à riesgo de lo que podia suceder, todo lo demas: por esto a veces estaba en Sevilla, otras iba a Nebrija, siempre apercebido para todas las ocasiones, y para estorbar las correrias y cabalgadas de los Moros. Con este ardid y por esta forma a cabo de seis meses que los Moros tenian cercada á Jerez, alzaron el cerco forzados de la falta de todas las cosas necesarias, y por miedo del rey don Sancho, si mudado de propósito les quisiese dar la batalla. Preguntó uno á la vuelta al rey bárbaro despues que pasó el rio Guadalete con tanta priesa que mas parecia huida que retirada, cual fuese la causa de aquella resolucion, y del miedo que mostraba. Respondió: Yo fuí el primero que entronicé y honré la familia y linage de Barrameda con título y magestad real : mi enemigo trae decendencia de mas de cuarenta reyes, cuya memoria tiene gran fuerza, y en el combate à mi pusiera temor y espanto, á él diera atrevimiento y esfuerzo, si llegáramos á las manos.

Parecia que el cielo ofrecia muy buena ocasion de hacer efecto y destruir al enemigo, si le siguiera en aquella retirada; pero al rey mas agradaban los prudentes consejos con razon que los arriscados, aunque honrosos, y no todas veces de provecho. Asi contento de fortificar y bastecer aquella ciudad se torno á Sevilla, sin embargo que los soldados se quejaban porque dejaban ir el enemigo de entre manos, y con ansia pedian los dejasen seguille, hasta amenazar que si perdian esta ocasion, no tomarian mas las armas para pelear; mas el rey inclinado á la paz no hacia caso de aquellas palabras. Enviáronse embajadores de una parte y otra sobre estas cosas, y viniéronse á hablar los reyes á los esteros de Guadalquivir, otros dicen que fué en un lugar llamado Rocaferrada: allí hicieron sus avenencias. Acordaron que el rey moro pagase para los gastos de la guerra dos cuentos de maravedis (este era un género de moneda usada en España que no tenia siempre un valor) y con este concierto

[ocr errors][merged small][merged small][ocr errors][ocr errors][merged small]

se dejaron las armas (1). Mucha gente principal se desabrió por esta causa, en particular el infante don Juan hermano del rey, y don Lope Diaz de Haro en tanto grado que por el desgusto desde Sevilla se fué cada uno á los lugares de su señorío, sin mirar que á los grandes capitanes mas veces fué provechosa la tardanza y detenimiento que la temeridad y osadia : á ellos pertenece mirar lo que conviene, á los demás les es dado el obedecer y la gana de pelear, que asi se reparten los oficios de la guerra. De alli á poco murió el rey bárbaro de Marruecos dejó por su sucesor á su hijo Juzeph.

(1) El maravedi fué en su origen moneda de los árabes introducida por los Almoravides. Los hubo de oro y de plata; pero despues, como dice Mariana tuvieron varias alteraciones, y generalmente fué imaginaria.

Volvamos á Girona y á su cerco. El rey de Aragon con deseo de atajar el bastimento que del puerto de Rosas, donde se tenia la armada de los enemigos, traian para sus reales, trataba de armalles alguna celada en los lugares que para ello le parecian mas á propósito. Entendido esto por las espias, el condestable de Francia llamado Rodolfo, y Juan Ancurtó Haricurt mariscal, que es como maestre de campo, varones muy fuertes y arriscados, comunicado el caso entre sí y con el conde de la Marcha, se fueron al lugar de la celada con trecientos caballos escogidos, y no mas. Pretendian que los Aragoneses por ser tan poca su gente, no rehusasen la batalla. Pelearon à quince de agosto. Fué este encuentro y esta batalla muy reñida. Los Aragoneses eran mas en número: los Franceses no les daban ventaja ni en el esfuerzo ni en la arte de pelear. El rey de Aragon hizo aquí todo lo que en un prudente capitan y valeroso soldado se podia desear. Hiriéronle malamente en la cara ; y como procurase salir de la batalla, un caballero francés le asió las riendas del caballo y le prendiera fácilmente, si el rey en aquel peligro no las cortára con la espada que tenia en la mano desnuda, y así se escapó á uña de caballo: así lo escribe Villaneo que hizo errar á los demas, porque los historiadores Aragoneses todos afirman que el rey salió sano y salvo de la pelea, y murieron tantos de una parte como de otra, aunque el campo quedó por los Franceses. Si el caso pasó desta manera, ó se mudó por la aficion de los escritores, no se sabe; lo que consta es que por la gran calor y las inmundicias, y el tiempo que era el mas peligroso de todo el año, sobrevino peste en el campo de los Franceses; y sin embargo los cercados con las nuevas deste encuentro, perdida la esperanza de defenderse, se dieron á los Franceses à partido que entregada la ciudad, pudiesen los cercados irse donde quisiesen, y sacar consigo toda la ropa y hacienda que pudiesen llevar. Muchos ejemplos de crueldad se usaron en los rendidos, y hasta las iglesias de los santos fueron violadas. El sepulcro de S. Narciso que es patron y abogado de aquella ciudad, y tenido y reverenciado con gran devocion y estima, fué desbaratado de los soldados, que robaron todas las riquezas, votos y donativos de los fieles que allí hallaron en gran cantidad: tal es la condicion de la guerra. Castigó el santo bienaventurado en venganza de su morada aquel desacato con aumentalles la pestilencia; así se tuvo por cierto entre todos. Quitó otrosi el entendimiento á los capitanes, porque tomada que fué la ciudad, como quier que determinasen de irse por tierra desde alli á Francia, venido el otoño (mal pecado) despidieron muchas naves de particulares que tenian en el puerto de Rosas por ahorrar de costa y desembarazarse : muy mal acuerdo, como lo mostró el suceso.

que

Fué asi que Rugier Lauria tomado que hobo la ciudad de Taranto en lo postrero de Italia, á gran priesa costeó todas aquellas marinas para venir á dar socorro al rey de Aragon. Llegado á España, y vista tan buena ocasion, presentó la batalla al armada de los Franceses, que se hallaba fuera del puerto maltratada y en pequeño número, y valerosamente la venció. Prendió à Juan Escoto general de la armada francesa y tomó quince galeras: otras doce se retiraron y se metieron en el puerto de Rosas de que salieron; las cua— les quemaron los soldados que iban en ellas, y juntamente el lugar (tal era el miedo. cobraron y desta manera se fueron al campo del rey de Francia con la nueva del daño recebido. El francés por ver que todas las cosas le salian mas dificultosas de lo que el pensaba, y afligido por la poca salud que tenia, reparó y fortaleció la ciudad de Girona, y puso en ella buena guarnicion de soldados: con tanto dió la vuelta ácia Ruisellon con lo que del ejército le quedaba. Al pasar los montes Pirineos tuvieron él y los suyos grande afán, y corrieron gran riesgo á causa que los Aragoneses tenian tomados todos los pasos, y hacian lo posible por prender al rey de Francia, que por su enfermedad llevaban en hombros en una litera sus soldados. Grande fué el daño que recibieron : gran cantidad de bagage y carruage les tomaron en este camino. Lo que fué mas pesado, que del movimiento del camino al rey se agravó la enfermedad de suerte que en Perpiñan á seis de octubre pasó desta vida. Su cuerpo como lo dejó mandado llevaron su muger y hijos á la iglesia de S. Dionisio que está junto á París. Sucedióle en el reino Philipo su hijo que ya era rey de Navarra: llamóse por sobrenombre el Hermoso por su estremada gracia y donaire.

La partida de los Franceses fué causa que en breve tornaron á poder de los Aragoneses todas las tierras que les tomáran. Demas desto el infante don Alonso, enviado por su padre, se apoderó de la isla de Mallorca en pago del favor que aquel príncipe dió al rey de Francia, y de la amistad que con él trabó contra su mismo hermano. Pretendia el aragonés seguir la foruna que se le mostraba risueña: procuraba ir adelante y mejorar su partido, trazaba

TOMO II.

11

« AnteriorContinuar »