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dió la vuelta para Valencia, desde donde el rey de Aragon, don Diego de Haro y don Juan de Lara con gente que tenian aprestada, todos juntos volvieron á entrar por la parte de Molina, Sigüenza, Berlanga y Almazan: sin hallar quien les fuese á la mano, destruyeron toda la tierra.

Aquejaba este daño mucho al rey don Sancho, deseaba acudir con sus gentes desde Cuenca, do era venido para remediar los daños. Poco efecto hizo: unas cuartanas que muy fuera de sazon le tenian trabajado, le embarazaban y debilitaban de suerte que no podia hacer cosa alguna, ni dar órden en lo que convenia, de que recebia mas pesadumbre que de la misma enfermedad. Llegó á términos de estar desahuciado de los médicos. La reina que en Valladolid aquellos dias parió un hijo que se llamó don Pedro, aun no bien convalecida del parto con el aviso se puso en camino para visitar al rey. Su venida dió al doliente mucho contento, y fué muy provechosa para el bien comun su llegada. Con su buena maña redujo á don Juan de Lara, que ya estaba arrepentido de su liviandad por salille vana la esperanza de recobrar á Albarracin. Concertaron que doña Isabel hija de doña Blanca y del hermano de la reina, doncella de muy excelentes partes, casase con el hijo de don Juan de Lara, que tenia el mismo nombre que su padre. Era la dote el señorio de Molina, porque el padre de la novia no tenia hijo varon. Asentado esto, se celebraron las bodas en Cuenca con grande magestad y aparato.

Concluidas las fiestas, el rey y la reina se fueron para Toledo, y en su compañía don Juan Nuñez de Lara. Aposentárole en el monasterio de S. Pablo, que era de la órden de Santo Domingo, fuera de los muros de la ciudad à la ribera de Tajo. Un dia muy noche se entretenia en jugar á los dados con un judío muy rico. Vino al improviso un su criado llamado Nuño Churuchao: avisóle se pusiese en cobro, porque tenian ordenado de matalle; que la noche pasada metieron muchas armas dentro de palacio. Dió él luego crédito á este aviso: quisiera huir, pero no le fué posible por estar cerradas las puertas de la ciudad, y dentro las cabalgaduras y criados. Pasó la noche con este miedo y cuidado, que se le hizo muy larga. Al alba del dia, llamados sus criados y caballeros les dijo el peligro en que se hallaba ellos sin embargo le aconsejaron que no hiciese movimiento, que pues la noche se pasó sin muestra ninguna de tales asechanzas, que entendiese era mentira; porque á qué propósito dilatallo, si tal pensaran? para qué esperar á que viniese el dia? por ventura para que fuese testigo de la traicion? qué mas querian sus contrarios que velle ido de la corte, en que tenia tanto poder y mando que á todos causaba envidia, y sus riquezas les hacian temblar? Que en la ciudad todo lo vian sosegado, que se acordase del engaño pasado; y finalmente que aquel su consejo ó seria para él saludable, ó si todavia fuese necesario huir el peligro, que era lo peor que se podia esperar, que esto seria la noche siguiente que de dia al seguro no se atreverian á acometer tal hazaña. Con estas razones se mitigó su miedo. Avisado el rey de aquel recelo y sobresalto, sintió mucho que se pusiese duda en su fe palabra. Cuidaba como le quitaria aquella sospecha: cuanto mas el rey procuraba dalle satisfaccion, él sospechaba que no debian engañalle los que le avisaron: y que aunque la verdad no se podia averiguar, que se la querian encubrir con artificio y maña.

En este tiempo se asentó de nuevo la confederacion con el rey de Granada á tal que pechase el tributo que debia, conforme á los conciertos pasados. Fué necesario acudir á esto porque andaba en balanzas, como es la costumbre de aquella gente ser poco constantes. Hernan Ponce de Leon, que era frontero de los Moros, fué el principal medio para que estos reyes se conservasen en paz y amistad. De Toledo fueron los reyes primero á Burgos, y de allí á Palencia donde se hacia capítulo general de la órden de Sto. Domingo. Don Juan de Lara no se podia sosegar con ningunos beneficios y buenas obras; y no se contentaba con maquinar él solo revueltas, sino que atizaba y persuadia á los grandes de la corte que procurasen de intentar cosas nuevas: con esto andaban muchas voluntades torcidas y enagenadas del rey. Para remedio desto sacaron de la prision en que estaba, á don Juan hermano del rey, que era muy bien quisto de grandes y pequeños. Hizo el juramento y pleito homenage de ser fiel al rey y al príncipe don Fernando su hijo, y besó la mano del niño como heredero del reino, conforme à la costumbre que se guarda en Castilla. Demás desto por su medio muchos mudaron parecer, y abrazaron los consejos mas saludables. Por industria del rey, que fué à Santiago de Galicia, so color de devocion y visitar aquella santa casa, se redujo asimismo á mejor partido, y á que dejase las armas don Juan Alonso de Alburquerque caballero principal, que en Galicia andaba alborotado á persuasion de don Juan de Lara.

Estas cosas pasaban en Castilla el año de 1291, cuando al principio del mes de febrero los cardenales que el sumo pontifice enviára á Francia por legados (como arriba dijimos) en Tarascon pueblo de la Gallia Narbonense compusieron las diferencias que resultaban entre los reyes de Aragon y Francia. Estuvo presente Carlos rey de Nápoles, y los dos reyes enviaron sus embajadores con amplios poderes para venir en el concierto. Las condiciones de la paz fueron estas: el rey de Aragon envie à Roma sus embajadores, é humildemente pida perdon de la contumacia é inobediencia pasada: peche en cada un año á la iglesia romana treinta onzas de oro en razon de tributo y feudo, como su bisabuelo lo prometió: con una buena armada pase en favor de la Tierra Santa; á la vuelta aconseje á su madre y hermano, y procure partan mano de las cosas de Sicilia: por conclusion publique un edicto riguroso en que mande á todos los Aragoneses soldados y caballeros salgan de aquella isla: Carlos de Valoes renuncie el derecho que el papa le dió sobre el reino de Aragon: demás desto se añadió que el padre santo recibiria en su gracia al aragonés, y enviaria un prelado á quitar el entredicho que tenia puesto en todo aquel reino; al cual el rey de Aragon entregaria los rehenes que de parte del rey Carlos de Nápoles tenia en su poder.

Al concluir estos conciertos no se hallaron los embajadores de Sicilia, y esto por industria del rey de Aragon con intento que no les desbaratasen todo, ca sabia cierto no vendrian en aquellas condiciones: maña de que el rey don Jaime y toda Sicilia se agraviaron en gran manera. Quejábanse los hobiese engañado y desamparado quien mas que todos los debiera favorecer; sin embargo querian llevar adelante lo comenzado, y poner las vidas y la sangre en la demanda ántes que volver al señorio de Franceses: la resolucion fué tal y tan grande, que al fin salieron con su intento. Por esta causa la esperanza que tenian de recobrar á Sicilia, salió vana á los Franceses; y aun la ida del rey de Aragon á la Tierra Santa no se efecuó á causa que á la misma sazon vino nueva que Elpis emperador de Egipto y su hijo Melesayte con un cerco muy apretado que pusieron sobre Ptolemayde, ciudad que solo quedaba alli en poder de cristianos, la combatieron de suerte que la entraron por fuerza, y todos los moradores y soldados pasaron á cuchillo: los edificios al tanto los abatieron por tierra hasta no dejar rastro ni señal alguna de ciudad. Este fué el remate de la guerra sagrada, y de aquella empresa de la Tierra Santa. Tal fué la voluntad de Dios. La pereza y poquedad de los fieles vergonzosa acarreó esta mengua y daño.

rey

Viéronse segunda vez los reyes de Aragon y el de Nápoles en Junquera: tornaron á tratar de la paz, á que el uno y el otro mucho se inclinaban por estar cansados de los trabajos pasados, y temerosos de lo porvenir. Por esta causa luego que se despidió esta junta, el Carlos casó su hija mayor llamada Clemencia con Carlos de Valoes, y por dote el condado de Anjou y el estado de Maine; con tal condicion empero que partiese mano de la pretension de Aragon. Estaba al tanto muy resuelto el rey de Aragon en cumplir todo lo puesto y concertado cuando la muerte muy fuera de lo que pensaba, le atajó los pasos; que le sobrevino en Barcelona en sazon que se aprestaba para hacer traer á doña Leonor su esposa, y todo andaba lleno de fiestas y contento. Falleció en la flor de su juventud en edad de veinte y siete años á diez y ocho dias del mes de junio. Si tuviera mas larga vida, fuera muy señalado principe, conforme á las grandes muestras que daba de valor y de virtud. Ante todas cosas merece ser alabado por mostrar como mostró la paz del mundo, bien que no se la pudo dar. Su cuerpo enterraron en el monasterio de S. Francisco de aquella ciudad y en el hábito de la misma órden: las exequias y honras como era razon con grande aparato y muy solemnes.

CAPITULO XV.

Como los tres reyes de España emparentaron entre si.

Con el aviso de la muerte del rey de Aragon, porque no dejaba hijos, su hermano don Jaime luego desde Sicilia acudió y vino á Aragon á tomar posesion de aquel reino que le pertenecia así por el derecho de parentesco, como por el testamento de su hermano, ca le nom-bró por su sucesor. Así sin contradiccion en Zaragoza á veinte y cuatro dias del mes de setiembre fué ungido y coronado, en la iglesia de S. Salvador con las ceremonias acostumbradas. Tocante al testamento de su hermano en que dejaba por heredero del reino de Sicilia á don Fadrique su hermano menor, no quiso pasar por esta cláusula, ni consentir que

saliese de su poder el reino que los Sicilianos le dieron con mucha voluntad y á instancia de su mismo padre. Pretendian á la misma sazon su amistad don Alonso de la Cerda que presente se halló, y el rey don Sancho por sus embajadores, ambos con muchas veras. En esta competencia pareció inclinarse mas el aragonés á la parte de don Sancho, y aficionarse mas á la fortuna que á la justicia de las partes, sin memoria de la voluntad que su padre y hermano mostraron en aquel caso. A la verdad las fuerzas de los Cerdas, que con presteza y calor por ventura prevalecieran, con la tardanza estaban flacas: las del bando contrario de cada dia se acrecentaban mas y prevalecian, mayormente despues que don Juan Nuñez de Lara por industria de la reina, como ya se dijo, trocó parecer y partido; tanto mas que en aquel mismo tiempo el rey don Sancho puesta su alianza y amistad con Portugal, concertó á don Feruando su hijo mayor y heredero de sus estados con doña Costanza hija del portugués. Para seguridad de que se efectuaria el casamiento, entregó algunos castillos y villas de Castilla para que hasta tanto que se celebrase, estuviesen como en tercería.

Asentaron pues los reyes de Aragon y Castilla su amistad por medio de sus embajadores; y para que fuese mas firme, acordaron de verse en Montagudo, villa á propósito para esta habla por estar á la raya de los dos reinos. Allí á veinte y nueve de noviembre se concertaron los reyes de tal guisa que los mismos tuviesen por amigos y por enemigos; y que en ninguno de los dos reinos se diese acogida, favor ni ayuda á los foragidos del otro, ántes los entregasen á su señor. Demas desto porque á la sazon el rey de Marruecos sin embargo de las treguas tenia cercada á Beja, pueblo que algunos tienen que Ptolomeo y Tito Livio llaman Bigerra en la comarca de los Bastetanos, en particular se acordó que para ayuda de aquella guerra, si fuese necesario, acudiese el aragonés con veinte galeras. Para que todo fuese mas firme concertaron que doña Isabel hija del de Castilla, si bien no pasaba de nueve años, casase con el de Aragon. Los desposorios se celebraron en Soria á primero de diciembre, y la niña fué entregada en poder de su esposo con esperanza de alcanzar dispensacion sobre el parentesco de los novios: la priesa que los reyes tenian, no sufria mas dilacion.

Celebrados los desposorios, los reyes pasaron á Calatayud, allí se hicieron grandes regocijos, fiestas y convites. Hobo justas y torneos, en que Rugier Lauria que en compañia del rey de Aragon era venido desde Sicilia, se señaló entre todos y se aventajó por la gran destreza que tenia en las armas. Los grandes de Aragon desde los años pasados andaban alborotados, así entre sí como contra los reyes, en tanto grado que pretendieron reformar los gastos de la casa real en tiempo del rey don Alonso, y porfiaban en hacer mudar las leyes y magistrados, y dar una nueva traza en el gobierno. Todas estas porfias eran demasiadas, como sea verdad que así la libertad como el señorío y mando tienen su tasa y medida no menos que las demas cosas del mundo. Estos caballeros por medio del rey don Sancho se reconciliaron, y alcanzaron perdon de lo pasado. Los reyes se despidieron á la salida del año, cuando el rey bárbaro, alzado el cerco que tenia puesto, dió la vuelta para Africa por recelo de una grande armada que Benito Zacarias aprestaba en la costa de Galicia, demas que la villa por su fortaleza y por el valor de los nuestros hacia grande resistencia.

Con tantas cosas como en un tiempo se acabaron, tornó la paz á España despues de tan largo tiempo, y quedaron apaciguados los enemigos domésticos y extraños. Solo don Juan de Lara no sabia sosegar, y parece que maquinaba novedades: ni se fiaba del rey, ni del todo dejaba las armas; por lo cual la guerra se volvió contra él, y por fuerza le quitaron á Moya y Cañete, pueblos de que el rey le hizo merced cuando se tornó de Aragon, y se concertó el casamiento de su hijo. Don Juan desconfiado de sus fuerzas y por no quedar en España á quien acudir á causa de los conciertos pasados, se fué desterrado á Francia. En su seguimiento partió luego don Gonzalo arzobispo de Toledo, enviado por embajador del rey don Sancho para aplacar aquel rey, y prevenille que por medio de don Juan y por sus siniestras informaciones no diese lugar á que se enturbiase la amistad antigua; en particular llevaba órden de dar razon de la concordia que se asentára con los Aragoneses: que dijese fué pura necesidad para sosegar á los suyos, y escusar las guerras civiles que de nuevo amenazaban. Respondió á esto el francés que no recebia desgusto, antes que su hermano Carlos renunciaria de voluntad el derecho que tenia al reino de Aragon, á tal que por su medio el aragonés restituyese la isla de Sicilia á la iglesia romana.

Entretanto que esto pasaba, al principio del año de 1292 el almirante de Castilla Benito Zacarías peleó en la costa de Africa con veinte galeras de Moros; desbaratólas y tomó las

trece. Esta pérdida desbarató el propósito que el de Marruecos tenia de pasar de nuevo en España con grandes gentes que para este efecto tenia juntas en Tánger. Convidó asimismo al rey don Sancho esta victoria para que se pusiese con su gente sobre Tarifa, que despues de un largo cerco ganó á veinte y uno de setiembre. El rey de Portugal dado que sobre ello le hicieron instancia, no envió algun socorro para aquella empresa por razones que debió tener bastantes. La reina de Castilla á la sazon en Sevilla parió un hijo que se llamó don Philipe. Tomada que fué Tarifa, primero quedó en ella por gobernador don Rodrigo maestre de Calatrava: despues Alonso Perez de Guzman se ofreció de defender aquella plaza con solo que le diesen la tercera parte de lo que á otros se solia dar. Era rico de dinero, que tenia allegado no solo en España, sino en Africa en el tiempo que sirvió al rey de Marruecos en muchas guerras contra otros Moros. Con el dinero compró muchos lugares en el Andalucía, y los encorporó en el estado que le dejó su padre en Sanlúcar de Barrameda. Hacia otrosi grandes limosnas, por donde le dieron sobrenombre de Bueno: título que mantienen los de su casa, mas ilustre que los que otros príncipes toman con soberbia y arrogancia. Deste caballero decienden los duques de Medina Sidonia, señores de los principales de España asi en renta como en vasallos y nobleza.

Tuvo don Alonso un hijo llamado don Juan, y un nieto del mismo nombre que casó con doña Beatriz hija bastarda del rey don Enrique el II. Dióle en dote la villa de Niebla con título de conde, por lo cual á su hijo y heredero en aquel estado llamó don Enrique. A este sucedió don Juan su hijo, el que por merced del rey don Enrique el cuarto se intituló duque de Medina Sidonia. Don Juan tuvo un bijo llamado don Enrique y un nieto que se llamó don Juan, al cual el rey don Fernando el Católico dió el marquesado de Casasa en recompensa del trabajo y diligencia que puso en la conquista de la ciudad de Melilla y castillo de Casasa en la costa de Africa. A este don Juan sucedieron dos hijos que dejó, uno en pos de otro, es á saber don Alonso que no tuvo muy entero juicio, y despues dél don Juan, cuyo hijo mayor que tenia el mismo nombre, murió en vida de su padre: por esta razon al dicho don Juan en nuestros dias sucedió un nieto suyo por nombre don Alonso, que hoy dia vive y tiene aquel estado. Esto cuanto á los señores y duques de Medina Sidonia. Volvamos con nuestro cuento á los reyes.

CON

CAPITULO XVI.

De la muerte del rey don Sancho.

gran cuidado y diligencia procuraban á un mismo tiempo componer las diferencias entre Francia y Aragon y concertar aquellos principes por una parte el papa Nicolao cuarto, y por otra el rey de Castilla don Sancho. Envió el pontifice á Aragon sobre el caso á Bonifacio Calamandra caballero de san Juan: la muerte atajó sus intentos que fué á cuatro de abril: grave daño; y el mayor, que por diferencias que resultaron entre los cardenales, estuvo aquella silla vaca mas de dos años. Suplió la falta que el pontífice hizo, cuanto à las cosas de Aragon, la buena diligencia del rey don Sancho, que movido por la buena respuesta que le dió el rey de Francia, envió á convidar al rey de Aragon que se llegase á Guadalajara, ca esperaba otorgaria con lo que le pidiese. Tratóse alli de las condiciones de la paz: no se concluyó por entonces cosa alguna, solo acordaron que de nuevo se viesen. Señalaron para el habla la ciudad de Logroño. Convidaron otrosí á Carlos rey de Nápoles para que se hallase en la junta y terciase. Al cual en esta sazon el Aragonés, conforme á lo que su hermano asentó, restituyó sus hijos que tenia en rehenes. No vino Cárlos: la causa no se sabe; pero el año próximo siguiente 1293 los reyes de Castilla y Aragon se juntaron en Logroño. En aquella junta nacieron

Moneda de don Sancho IV.

entre ellos nuevas sospechas: este fué el fruto de la habla (1). El suegro trataba á su yerno muy ásperamente, y encaminaba como artero las cosas á su provecho y comodidad.

Dende aquel tiempo el rey de Aragon comenzó á tener poca aficion á doña Isabel su esposa, y poner los ojos en otro nuevo casamiento: era menester algun color; achacaba el deudo en que el papa aun no habia dispensado. Pasó el negocio á que por medio y á instancia de Calamandra se vino á ver con Cárlos rey de Nápoles en Junquera. En esta junta trataron de sus haciendas y de emparentar, todo con mucho secreto porque no se divulgase. El tiempo que descubre las puridades, dió á entender que sus vistas se enderezaron sobre la restitucion de Sicilia, y sobre casarse de nuevo el rey de Aragon con Blanca hija del rey Cárlos. Este fué en sazon que en Castilla el rey don Sancho por un su privilegio dado en Valladolid, que hoy está entre los papeles de la iglesia de Toledo, otorga haya escuelas en Alcalá de Henares con las mismas prerogativas que en la universidad de Valladolid. Asimismo por muerte de doña Isabel muger de don Juan de Lara el Mozo, el señorio de Molina recayó en poder de los reyes como deudos mas cercanos. (2) Don Juan de Lara el mozo ó por el sentimiento de la pérdida de aquel estado, ó por imitar la inconstancia y ejemplo de su padre, y juntamente con él el infante don Juan hermano del rey, habido su acuerdo de consuno, comenzaron á alborotarse. El rey como sagaz con intento de atajar la guerra que amenazaba, si aquellos desgustos pasaban adelante, procuró de ablandallos y sosegallos con tanto cuidado que en breve tiempo se amansó aquella tempestad.

Don Juan de Lara y su padre que por este tiempo volvió de Francia, se reconciliaron con su rey y mostraron mudar propósito. El infante don Juan hermano del rey de Portugal, do se retiró, junto con Juan Alonso de Alburquerque hacian correrias por la campaña de Leon. Envió el rey á don Juan de Lara el viejo con gente para que los reprimiese; que con estos halagos y hacer del confianza pretendia finalmente le fuese fiel, y que con la destreza de su ingenio y maña apaciguase aquellos movimientos. Sucedió al revés la traza, porque fué vencido en una refriega, y vino en poder de los enemigos. Desde allí, puesto que fué en libertad, se vino para el rey, que estaba en Toro muy regocijado porque le nació á la sazon una hija en aquella ciudad que se llamó doña Beatriz. Corria nueva que el rey de Granada trataba de hacer guerra, y que el rey de Marruecos queria tornar á pasar en España: envió el rey á don Juan de Lara con sus dos hijos don Juan y don Nuño á las fronteras del Andalucia. Todo este aparato se deshizo á causa que los reyes Moros se estuvieron sosegados, y don Juan de Lara capitan de nuestra gente murió en Córdoba en aquel mismo tiempo.

Sosegada esta tormenta, levantó de nuevo otra el infante don Juan hermano del rey; la cual como quier que el rey de Portugal, por no dar muestra con tenelle en su tierra queria perturbar la paz, mandase salir de su reino, en una nave se pasó á Tánger. El rey de Marruecos por pensar era á propósito su venida para por su medio hacer guerra á España, despues de recebille muy cortesmente y tratalle con grande honra y regalo, le envió con cinco mil ginetes á combatir á Tarifa. Pasó pues en España y combatió aquella plaza con grande porfia y con todos los ingenios que se puede pensar. Los de dentro confiados en las buenas murallas, y animados por su caudillo y cabeza Alonso Perez de Guzman resistian con valor y ánimo. Aconteció que un solo hijo que este caballero tenia, vino á poder del infante y de los Moros; sáranle á vista de los cercados: amenazan si no se rinden, de degollalle. No se mudó el padre por aquel lastimoso espectáculo, ántes decia que cien hijos que tuviera, era justo aventurallos todos por no amancillar su honra con hecho tan feo como rendir la plaza que tenia encomendada. A las palabras añade obras: échales desde el adarve una espada con que ejecutasen su saña, si tanto les importaba. Esto hecho, se fué á yantar. Desde á poco dió la vuelta por el grande alarido que levantaron los soldados por ver degollar delante sus ojos aquel niño inocente, que fué estraño caso y crueldad mas que de bárbaros. Hizo mas atroz el caso ejecutarse por mandado del infante don Juan. Acudió pues el padre á ver lo que era ; y sabida la causa, dijo con mesurado semblante: «Cuidaba que los enemigos habian entrado la ciudad; y con tanto se volvió á comer con su muger sin dar muestra alguna de ánimo alterado. En tanto grado pudo aquel caballero enfrenar el afecto paterno y las lágrimas: digno de ser comparado con los varones entre los antiguos mas señalados. Considerado esto los

D

(1) El de Aragon no asistió en persona, sino por medio de sus ministros. El de Castilla formó las capitulaciones en romance, y á ellas respondieron los delegados por una memoria escrita en latin.

(2) No por muerte de doña Isabel, sino de doña Blanca su madre, como consta del testamento que esta hizo en Molina el 10 de mayo de 1293.

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