Obras completas del Excmo. Sr. D. Manuel José Quintana

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M. Rivadeneyra, 1852 - 588 páginas

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Página 5 - España ostente su corazón espléndido y sublime, y dé a su majestad mayor decoro, llevando este tesoro donde con más violencia el mal oprime. Yo volaré, que un numen me lo manda, yo volaré: del férvido Océano arrostraré la furia embravecida, y en medio de la América infestada sabré plantar el árbol de la vida.
Página 141 - Pero, volviendo al propósito, a muchos ha llevado la novedad a este género de poesía, y no se han engañado, pues en el estilo antiguo en su vida llegaron a ser poetas, y en el moderno lo son el mismo día; porque con aquellas trasposiciones, cuatro preceptos y seis voces latinas o frasis enfáticas se hallan levantados adonde ellos mismos no se conocen, ni aun sé si se entienden.
Página 34 - Siente bajo su planta Galileo Nuestro globo rodar, la Italia ciega Le da por premio un calabozo impío, Y el globo en tanto sin cesar navega Por el piélago inmenso del vacío.
Página 19 - Bullir dentro el gran horno, Y por la nieve que le ciñe en torno, Los torrentes correr de ardiente lava, Los peñascos volar, y en hondo espanto Temblar Trinacria al pavoroso trueno: Mas nada, ¡oh sacro mar! nada ansié tanto Como espaciarme en tu anchuroso seno.
Página 38 - Llega el momento, en fin; tiende su mano el tirano del mundo al Occidente, y fiero exclama: - -"El Occidente es mío.
Página 38 - ¿Qué viste ya sino funesto luto, honda tristeza, sin igual miseria, de tu vil servidumbre acerbo fruto? Así, rota la vela, abierto el lado, pobre bajel a naufragar camina, de tormenta en tormenta despeñado, por los yermos del mar: ya ni en su popa las guirnaldas se ven que antes le ornaban, ni en señal de esperanza y de contento la flámula riendo al aire ondea. Cesó en su dulce canto el pasajero...
Página 261 - ... qu'e nada les quedaba ya sino echarse sobre sus adversarios para ganar la victoria. Acometieron pues á concluir la batalla : mas los franceses, atrincherándose entre los caballos muertos, flanqueados de sus dos hombres de armas que les quedaban montados , y asiendo de las lanzas que habia por el suelo, esperaron á sus contrarios, cuyos caballos, espantados á la vista de los cadáveres, se resistian á sus ginetes , y se negaban á entrar.
Página 5 - Ya en estos días no somos, no, los que a la faz del mundo las alas de la audacia se vistieron y por el ponto Atlántico volaron; aquellos que al silencio en que yacías, sangrienta, encadenada, te arrancaron.
Página 214 - Guzman una carta en demostracion de agradecimiento por la insigne defensa que habia hecho de Tarifa. Compárale en ella á Abraham, le confirma el renombre de Bueno, que ya el público le daba por sus virtudes ; le promete mercedes correspondientes á su lealtad , y le manda que venga á verle, escusándose de no ir él á buscarle en persona por su dolencia.
Página 34 - Ah ! ¿ qué te sirve conquistar los cielos , Hallar la ley en que sin fin se agitan La atmósfera y el mar, partir los rayos De la impalpable luz , y hasta en la tierra Cavar y hundirte , y sorprender la cuna Del oro y del cristal ? Mente ambiciosa , Vuélvete al hombre.

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