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bre este punto el Juicio analítico ya citado, en donde á la pág. 217 se prueba con dos declaraciones de la sagrada Congregacion del Concilio de 20 de noviembre de 1728, y de 14 de abril de 1764, que es nula la eleccion en favor de un estraño existente canónico habili: existentibus Doctoribus in capitulo; con cuyas declaraciones se dirimieron las disputas que antes suscitaban los autores.

Con esto, Sres. Redactores, dejo la pluma, porque si fuera á hacer las preguntas que me ocurren, iba largo, y no quiero molestarles mas. Tal es el laberinto en que nos han metido estos señores Gobernadores, á quienes Dios perdone; mas es preciso salir de él en regla, y como Dios y su Iglesia mandan, porque de otro modo de nada aprovechára que quede espedita la jurisdiccion á los cabildos, pues saldremos de unas nulidades y en

traremos en otras.

No sé si me habré esplicado con la claridad que yo concibo; pero en todo caso espero de la bondad de Vds. que disimularán mis defectos, y que se servirán decir algo, si lo juzgan oportuno, sobre los particulares contenidos en esta comunicacion, que les dirige un suscritor muy apasionado suyo desde esta ciudad de Jaen, en donde tambien tenemos de Gobernador al presentado para esta mitra; Señor de notoria probidad, y acérrimo defensor de la antigua disciplina, en cuya época los Obispos eran confirmados por los metropolitanos, y estaban en usanza otras varias cosas, que los de notoria probidad dicen ha usurpado el que ellos llaman despotismo papal: muy amante tambien de las reformas eclesiásticas hechas y por hacer, aun cuando se deje á los ministros de la Religion in puris naturalibus, y á las Iglesias como las vemos en el dia sin tener para aceite para alumbrar á Jesus sacramentado, porque dicen que esto es volver á aquellos felicísimos tiempos apostólicos; y efectivamente no les falta razon, pues que segun van las 'cosas tendrán los ministros que andar por necesidad sine pera et calceamentis, y hasta sine tuniça et vestibus por no tener un maravedí; y no sabemos si llegará el tiempo

de verse precisados los sacerdotes á celebrar los divinos oficios en los subterráneos, como lo hacian en aquellos felicisimos dias, en los que la sangre de los cristianos se vertia á torrentes; bien que ahora no hay que tener cuidado, porque me parece que no tenemos vocacion de mártires y ni aun de confesores. Una de las cosas que aqui ha llamado bastante la atencion es, que habiendo predicado este Señor en la dominica infraoctava de la Asuncion de nuestra Señora, exhortó al pueblo á la verdade. ra devocion y culto que tributaban á la Virgen santísima los primeros cristianos, que nada sabian del rosario, de la correa, ni del escapulario, y ya pueden Vds. conocer lo que esto significa y á lo que huele. En fin, es un Señor que dijo en el Congreso de esta católica nacion tantas y tan lindas cosas (no quiero decirlas ni aun en chanza) contra el romano Pontifice, contra el sucesor de san Pedro, Príncipe de los Apóstoles, en cuya barca solamente podemos arrivar á puerto de salvacion, contra la Cabeza visible de la Iglesia, contra el Obispo de los Obispos, á cuya sagrada persona estamos obligados á obedecer, venerar, respetar y amar con todas las veras de nuestro corazon, como á vice gerente de Dios en la tierra, si no queremos ser reputados como gentiles y pu blicanos, y ser borrados del libro de la vida, y habitar eternamente con el diablo y sus ángeles. Y en vista de tantas cosas como se ven, se oyen y se palpan, todavia se quejarán los españoles de que el Papa no confirma á los señores Obispos electos, como si esto fuera lo mismo que dar un grado mas á un oficial del ejército, que aun que sea un blasfemo ó un impio puede ser un buen mi

litar.

Es de Vds, el mas fino y afectísimo servidor Q. B. S. M. Un Suscritor.

NOTA. Nosotros no tenemos que contestar á las cuestiones otra cosa sino que somos en un todo de la opinion de su autor, y que esta es la doctrina de la Iglesia.

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sobre las costumbres del siglo XIX,y ardides de la impiedad.

Bajo la influencia benéfica de la Religion católica, qué cambio no tuiveron las naciones! Sumidas en el mas grosero politeismo, encadenada la verdad, desterrada la virtud, despreciados los deberes, proscritos los derechos, una noche tenebrosa de error, impiedad, supersticion y anarquia cubria la faz de la tierra, à escepcion de aquella porcion privilegiada que habitó el pueblo hebreo. Por la misericordia de Dios, y en la época prefijada en sus eternos arcanos apareció el cristianismo y con él la verdad, la dicha y las virtudes. La eterna Sabiduria dictó sus máximas, prácticas y preceptos sobre la amistad que santifica, sobre el olvido de las injurias que prescribe, sobre el amor que regula, sobre las grandezas del mundo cuyo recto uso enseña, sobre los talentos que ennoblece, sobre la prosperidad cuyos escollos manifiesta, sobre el infortunio, cuyo agoviante peso mitiga, sobre los deberes peculiares y mútuos, cuyo amor inspira, y aun sobre la muerte, cuyo temor no solo modera, sino que disipando sus terrores hace nacer su deseo, anhelando da criatura unirse à su Criador. El cristianismo introdujo la emulacion en las artes sin nécia rivalidad ni injus tos celos, la actividad en el comercio sin fraudulentas bancarrotas, la santidad del lecho nupcial, su pudor y rectitud, la union de los matrimonios cimentada en una fidelidad reciproca, la virtuosa educacion bajo sus màximas y maestros, el ardor bàcia el trabajo, sosteniénTOMO V. Ep. 4.*

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dole con la piedad, la templanza aun en los niños, el deber en los superiores, la deferencia y sumision en los súbditos, la buena fe en los domésticos, la inocencia en los esplayos y placeres. El disipó la ignorancia, ahuyentó la fiereza, desterró los sacrificios sangrientos, feroces é inhumanos, fundó los establecimientos de enseñanza gratuita, á la moral dió una basa indestructible, á las leyes sancion, á las costumbres estabilidad, á los gobiernos fuerza y à los gobernados prosperidad. Pero como no hay esceso que esta Religion divina no repruebe, ni crimen que no merezca castigo, ni pasion que no halle freno, ni desorden que no reprenda, las pasiones aterradas de su austeridad, se unieron contra ella; el padre de la mentira puso en práctica toda la seduccion, toda su saña, todos sus artificios, y aunque derrotado, en su despecho de ver triunfante la Cruz, no sosiega un momento para estender su tenebroso imperio, valiéndose de su aliado el vicio. El vicio, sí, solo el vicio y el crimen son los que siempre se opusieron á la Religion del Crucificado, y abortaron la incredulidad y liberti nage. No la oscuridad de los misterios de la Religion fue causa de que los Césares y filósofos la persiguiesen, ni lo es hoy dia de que tantos abracen el epicurismo. El descanso en el placer, el sosiego en el vicio es lo que conduce á dudar de la Religion y á odiarla. La fe llega á ser sospechosa cuando principia á ser incómoda; y si sus preceptos no se opusieran al vicio, sus dogmas no hubieran sido atacados, ni su moral y disciplina impugnadas con el afan que hoy vemos.

Con el afan que hoy vemos, lo repito, porque jamás se vió mayor, pues ni se deja sofisma astuto, ni apodo grosero, ni arma por mohosa y cubierta de orin que se halle, ni medio ya seductor, ya violento, ni resorte que no se toque para desacreditar el catolicismo, Antes ha sido combatido este con algunas heregias; estas destruidas salian otras, y asi vemos ha sucedido por la serie de los siglos; pero en el de las luces (sub modio), en el

presente, desenterrando todos los errores de todos los que le precedieron, y hermanándolos con todos los vicios que ha habido, los presenta contra la Iglesia, y proclamando ilustracion, luces, saber, filantropia y adelantos, nos quiere hacer volver á la gentilidad y á lo mas abominable que la gentilidad tuvo.

Viendo que muchos incautos halagados con voces tan placenteras, y estimulados por sus pasiones se ofrecen diariamente á la venenosa mordedura del aspid de la im piedad, y que efecto de sus arteras maquinaciones son el lastimoso estado de nuestras huenas costumbres, la depravacion casi general y el caos de desorden, error y ateismo que va cubriendo á la presente generacion, detallaremos varios de los ardides de la impiedad, ya que hacerlo de todos es casi imposible, mostrando que son un plagio miserable de las estravagancias gentílicas y heregias de todos tiempos, y los confutaremos con los mismos gentiles, para que se vea á dónde nos guia la moderna ilustracion. Deber es de la Voz de la Religion mostrar el enemigo que avanza, avisar al pueblo el abismo en que se sume, y á los gefes del pueblo la proximidad del desastre.

Sobre educacion. Que una educacion virtuosa y esmerada haya sido si no el manantial de las buenas costumbres, al menos su inseparable compañera, siempre fue conocido por las naciones mas ignorantes; y por lo mismo las mas instruidas miraron la educacion como un negocio público, tan interesante, que de su cuidado ó desprecio pendia la estabilidad ó ruina de las sociedades. Porque en verdad, la ánfora conserva por mucho tiempo, ya que no sea siempre, la fragancia del primer líquido que contuvo; y cuan facil es dirigir los espíritus cuando tiernos, tan àrduo y dificil es desarraigar los vicios que nacieron con nosotros. Xenofonte y Plutarco manifiestan el desvelo que en la buena educacion tuvieron los persas y lacedemonios. Virgilio, observando el descuido que en el asunto se iba introduciendo en Roma,

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