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FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

Caron apostolice, y el mas zelos de la felicidad

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bleciesen en qualquier tiempo, y para todos los demas beneficios eclesiásticos. Los Reyes concedieron igualmente á los Indios muchos privilegios, pero de esto basta lo dicho.

En el Perú dominaba expléndidamente Pizarro con los Españoles, afortunados con tanta abundancia de oro y plata. Añadíase á las riquezas la alta estimacion que de ellos hacian; porque despues de la prision de Atahualpa los tuvieron por unos grandes dioses, y asi los llamaban los bárbaros, hasta que con sus vicios dieron á conocer su frágil y caduca naturaleza. Habia ofrecido el cautivo por su libertad una sala llena de oro, que tenia veinte y cinco pies de largo, y diez y siete de ancho, y de alto como la estatura y media de un hombre, y doble cantidad de plata. Es quasi imposible referir la opulencia del bárbaro: las paredes y pavimentos de los templos estaban cubiertos de laminas de oro; y hábia en ellos ofrendas de inestimable valor, recogidas desde los tiempos mas antiguos. Su padre al tiempo de morir habia dexado tres casas llenas de oro, y cinco de plata. Las mantas con que se cubrian, segun costumbre, eran texidas de oro. Las estatuas, urnas, cántaros, ollas, tinajas, ladrillos, y todos los demas vasos del uso doméstico eran del mismo metal. De tan extraordinarias riquezas tuvo orígen entre los Españoles el proverbio de los tesoros de Atahualpa. Fué traida del Cuzco, ciudad regia, de Pachacama donde estaba el gran templo tan celebrado por la supersticion de los Indios, y de otros lugares, una cantidad inmensa de uno y otro metal, á costa de increible fatiga de los Indios. Una buena parte fué fundida inmediatamente para repartirla á los soldados. Reservóse al César el quinto que ascendia á ocho mil ochocientos y ochenta castellanos de oro puro; habiéndose dado á cada hombre de á caballo ciento y ochenta y una libras de plata, y la mitad á cada infante. Las esmeraldas y otras piedras preciosas se repartieron por añadidura. Almagro que por este tiempo habia venido como amigo, y socio con el socorro de doscientos hombres armados, llevó tambien su justa parte ; y otra fué enviada á San Miguel para distribuirla entre sus colonos. Los marineros que habian conducido á Almagro, y los mercaderes que con él vinieron, lograron igualmente parte en la presa, porque con tanta opulencia habia para contentar á todos. El precio en que se

vendian las cosas era muy excesivo. Daban por un caballo mil y quinientos castellanos, sesenta por un quartillo de vino, cinqüenta por una espada española, y asi todo lo demas. ¿Qué mas dirémos? Por falta de hierro se hicieron herraduras de oro á los caballos. El oro era entre todas las cosas la mas vil para unos hombres que poco antes mendigaban. De los vestidos y otras cosas de valor no se hacia aprecio alguno.

Entretanto habiendo sido puesto Atahualpa en libre custodia, mandó degollar á su hermano Huascar Rey del Cuzco, á quien tenia preso, para que con el favor de los Españoles no yengase la injuria recibida, como se dixo que lo habia proferido algunas veces en medio de sus tristes lamentos. Sintió mucho Pizarro esta crueldad, y comenzó á recelarse del grande espíritu de Atahualpa; pero no obstante le declaró libre, á fin de que no pareciese que faltaba á la palabra que le tenia dada; mas no le perdió de vista temiendo los peligros que amenazaban de la libertad de este hombre. Llevólo muy á mal el bárbaro, y ardiendo en el deseo de vengar la injuria, comenzó á tramar muchas asechanzas contra los Españoles, que en breve habian de recaer sobre su cabeza. Descubrióse todo al momento por aviso que dió cierto cacique, y se confirmó con el testimonio de otros muchos. Por tanto mandó el Español que fuese custodiado con mas vigilancia, que los caballos estuviesen enfrenados, y que el soldado se hallase siempre en armas de dia y de noche, no ignorando lo que el bárbaro maquinaba ocultamente. El engaño proyectado fué este. Vinieron de noche sus capitanes cerca del pueblo con muchas tropas para arrojar fuego á los tejados de las casas, á fin de que quando los Españoles saliesen sobresaltados con el miedo de las llamas, fuesen oprimidos por la multitud que los rodeaba, que si este designio no se les cumpliese del todo, á lo menos hiciese una acometida para poner en libertad al cautivo Rey : teniendo esperanza de que con su multitud acabarian fácilmente con tan corto número de hombres. Prevenidas todas las cosas para esta empresa, y estando ya á punto de acometer, y no pudiendo arrojar ocultamente las antorchas encendidas, porque se lo impedia la vigilancia de los Españoles, les faltó enteramente el ánimo de tal suerte, que sin atreverse á cosa alguna, se retiraron con mucho silencio. Averiguado que

y

lo negó

fué todo esto, aunque al bárbaro se le hizo cargo, con mucha constancia. Al dia siguiente formó Pizarro una junta donde hizo relacion del suceso y fué condenado Atahualpa, Esto es lo que dicen los que se hallaron presentes; pero los demas escritores aseguran, que convenia condenarle, para que con su muerte se acabase la guerra, por lo qual le atribuyeron muchas cosas falsas que despues vengó el cielo esta maldad, porque ninguno de los que intervinieron en su suplicio sobrevivió mucho tiempo, ni acabaron con muerte natural; y que el intérprete Philipillo, á quien hacen autor de la trama, temeroso del Rey porque habia intentado corromper á una de sus concubinas, se ahorcó de un árbol. Pero dexemos estas cosas para que otros las disputen. Entregado al suplicio Atahualpa pidió con muchas instancias que le bautizasen, á lo que acudió con mucha diligencia Valverde, y pudo conseguir que no le quemasen vivo. Finalmente le ahorcaron sin haber manifestado señal alguna de dolor: parte de sus vestidos fué pasada por el fuego, para que se cumpliese la sentencia. Y antes de morir encomendó sus hijos á Pizarro. Esta execucion se hizo un sábado al ponerse el sol, en el verano del año de treinta y tres. Estos eran los años que al parecer tenia Atahualpa. Era de grande estatura, sus labios gruesos, sus ojos feroces y su aspecto terrible. Al dia siguiente fué sepultado allí mismo con christianas ceremonias, acompañando el funeral los Españoles con magnífica pompa militar.

Capitulo v.

Sucede á Atahualpa su hermano, Hace Pizarro elegir Rey del Cuzco á Magno Capaz. Viage de Velalcazar, Almagro y Alvarado á Quito, Fundacion de Lima.

DESPUES de la muerte de Atahualpa, y para que no se disolviese el imperio de los Incas, procuró Pizarro que fuese elegi, do para sucederle un hermano suyo que tenia su mismo nombre, y le hizo jurar obediencia al César. Algunos de sus compañeros que estaban ya cargados de años, y eran inútiles para la guerra, desearon volver á su patria, y habiéndoles

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