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dad Juan su hermano con una guarnicion ligera, y puso en prision á Mango, á quien habia cogido en su fuga. Deseoso Fernando de instruirse de este suceso, se apresuró á volver al Cuzco; y habiendo hablado con el bárbaro, le dió este esperanza de descubrirle un secreto tesoro, si le ponia en libertad la que con efecto le concedió. Pero de allí á poco se armó Mango contra su libertador, y le acometió con muchas tropas, y habiéndole salido Fernando al encuentro con la caballería, le obligó Mango á retroceder dentro de los muros, y le puso sitio. Dícese que tenia el bárbaro doscientos mil hombres armados. La guarnicion de los soldados Españoles se componia de ciento y setenta; á los quales se juntaron mil Cuzqueños que permanecieron fieles. La fortaleza que era de admirable arquitectura, y estaba rodeada de tres muros, la habia ocupado Vilehoma sumo sacerdote de aquella gente, que se escapò ocultamente del campo de Almagro, para participar de los peligros de sus compatriotas. Pelearon muchas veces con el mayor encarnizamiento, porque á los bárbaros les incitaba el deseo de su antigua felicidad, y á los Españoles la insaciable ambicion del mando y de las riquezas, que ha sido siempre la causa de todas las guerras. Combatian pues los bárbaros por la libertad y los Españoles por el dominio. Unas veces eran rechazados los. Indios á la fortaleza, y otras lo eran los Españoles á la ciudad, haciéndose mutuamente terribles los unos á los otros. Habiendo arrojado fuego sobre los tejados de las casas, perecieron muchas de ellas. Acometieron por fin los Españoles valerosamente á la fortaleza, y arrojaron de allí al enemigo; y en esta accion, peleando Juan Pizarro con heróyco esfuerzo, quedó muerto atravesado de muchas heridas. Despues de un sitio de diez meses, en que se consumieron quasi todas las provisiones necesarias á la vida, intentó en vano Fernando alejar á los bárbaros para recoger víveres en el campo; pero no consiguió otra cosa que heridas. Los de Lima se hallaban al mismo tiempo en igual peligro, sitiados por otro exército, y impedidos por consiguiente de dar socorro alguno á sus compañeros, que tanto padecian en el Cuzco. Pero no duró mucho la constancia de los bárbaros; porque despues de haber infundido un vano terror en los colonos Españoles, se retiraron sin haber hecho cosa alguna memorable. Despues de la retirada

de los enemigos envió Francisco á Fernando un socorro dé gente armada, el qual habiendo caido en una emboscada de los bárbaros pereció casi todo ; lo que fué tanto mas sensible, quanto era tan corto el número de los soldados. Hicieron despues los sitiados algunas salidas con mas felicidad, y viviendo de lo que podian apresar, se burlaban de todos los esfuerzos de los enemigos, que estaban persuadidos de que podrian vencer por hambre á los que no tenian otra cosa que lo que robaban. Estas victorias las ganaban siempre los caballos, cuyo ímpetu temian mucho los bárbaros, mas con todo, ni con la fuerza, ni con los ardides pudieron conseguir los Españoles que levantasen el sitio.

En el Oriente gozaban de prosperidad los Portugueses con las muchas victorias y opulentas presas que ganaron de sus enemigos, habiendo enriquecido con ellas el tesoro público. Pasó el Virey con una armada á Ciale situada á seis millas de Calecut, y levantó una fortaleza en un parage oportuno para reprimir los esfuerzos del Zamorin: en esta puso por gober. nador á Diego Pereyra, y á Manuel de Sousa le dió el mando de una armadilla para que defendiese las costas. Despues de esto navegó á Bazain con la armada grande, y habiendo desembarcado sus tropas no lejos de la ciudad, las conduxo al enemigo que se hallaba puesto en órden de batalla. No fué muy difícil la vietoria: los que guarnecian la fortaleza la desampararon al ver que la multitud de los suyos se habia puesto en fuga. Tomóla el Portugués, y la saqueó y arrasó, y fueron parte de la presa ciento y cinco cañones grandes de artillería sacados de la ciudad y de la fortaleza. Esteban de Gama gobernador de Malaca tuvo tambien una feliz empresa en la toma y saqueo de la ciudad, y fortaleza de Unget.

Partió de Portugal Martin de Sousa condecorado con el empleo de almirante de la India, y luego que llegó le hizo el Virey entrega de la armáda. Ganó por asalto la fortaleza de Daman, y la arrasó y destruyó su guarnicion. Badur tirano de Cambaya obligado de sus pérdidas, pidió la paz, la que le fué concedida como acostumbraba el vencedor, agregándose al dominio Portugués la ciudad y territorio de Bazain, con las islas situadas en frente, y solo separadas de la tierra firme por un pequeño estrecho. Despues de esto, vencido y derrotado

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por Omahum Rey poderosísimo del Mogol, con quien tenia guerra, y despojado de su campo, y de la mayor parte de su reyno, imploró el socorro de los Portugueses, concediéndoles en agradecimiento el permiso de levantar una fortaleza en Diu. Acudieron allí prontamente Sousa y Acuña con una ar. mada, y habiendo renovado solemnemente la alianza por escrito, dieron principio á la obra echando los cimientos de una hermosa y grande fortaleza en el cabo que domina al puerto; y se trabaxó en ella con tanta actividad, que en quarenta y nueve dias quedó concluida. Fué puesta allí una guarnicion de ochocientos soldados, con sesenta cañones, y mucha abuudancia de todos los víveres y cosas necesarias; y nombró el Virey por gobernador de ella á Manuel de Sousa hombre valeroso y experimentado en la milicia. Arregladas estas cosas, y reforzado el Rey de Cambaya con el socorro de los Portugueses, tomó á los enemigos una fortaleza que domina á todo el rio Indo. Mientras que se disponia á pasar mas adelante para coronar la victoria, se retiró el Mogol con su exército á quarteles de invierno, cargado con los opulentos despojos que habia recogido. El Virey noticioso de esto, y diciendo que con la toma de aquella fortaleza habia satisfecho á la alianza, se volvió á Goa, lo que irritó en extremo al bárbaro. Acusaba la mala fé del Portugués, y se culpaba á sí mismo de haberse fiado de él. Reclamaba la alianza escrita, y comenzó á maquinar la venganza, y de aquí se encendió una guerra sangrienta y funesta.

En las Molucas se hallaban cada dia las cosas en peor estado, por la perversa conducta de los gobernadores, y desenfreno de los soldados. Habiendo entrado los bárbaros conjurados en la fortaleza con el favor de la guarnicion, asesinaron á Pereyra que estaba durmiendo la siesta, porque habia faltado á la palabra de restituir á la Reyna sus hijos. En su lugar fué puesto por eleccion militar Vicente Fonseca, habiéndole sacado de la cárcel donde le tenia Pereira por su contumacia. No hizo cosa alguna memorable, á excepcion de haber puesto en libertad á los hijos de la Reyna, con deseo de atraerla á su partido. Tabaria uno de ellos arrojó del trono á Ayalo con el auxilio de Fonseca, que se hallaba irritado contra este intruso, por haber muerto á algunos Portugueses que sorprehendió descuydados. No tardó mucho en llegar Tristan de Ataida nue

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