Imágenes de páginas
PDF
EPUB

abandonando á su capitan, se embarcaron para la India. Mas no por eso decayó el ánimo de Galvan, pues con su blandura y buenas razones se ganó el afecto de algunos Reyezuelos, y con un corto número de navios derrotó la armada de los que despreciaban su amistad; y finalmente ya de grado, ya por fuerza todos se le sujetaron.

Tranquilizadas que fueron las cosas, dirigió sus cuydados á la propagacion del Christianismo; y como era un varon exemplar aprovechaba mucho, y hacia gran fruto con sus buenas costumbres, mas poderosas muchas veces para persuadir, que las palabras mas eloqüentes. Bautizóse infinito número de isleños, y procuró reducir al gremio de la Iglesia á muchos que por cobardía habian renunciado á Jesu-Christo. Estableció un seminario, para enseñar é instruir á los muchachos en la policía civil y christiana, y fué el primero que hubo en estas regiones. Con la grande autoridad que tenia sobre los Reyezuelos, era el árbitro y pacificador de todas sus discordias, y contraxo amistad con muchos de ellos. Trațó los negocios de su Rey con admirable pureza: enseñó á los isleños el modo de edificar sus casas, y cultivar sus campos; y habiéndolos.civilizado, los colmó de todo género de bienes, de tal suerte que era tenido y venerado de todos como padre. Me causa vergüenza referir el miserable fin que tuvo Galvan, habiendo vuelto á Portugal á recibir el premio de sus muchos trabaxos, pues reducido á una extrema pobreza, porque abandonó sus intereses propios, por cuydar de los del Rey, vivió algun tiempo de limosna en un hospital, y murió en él sin habérsele dado la menor recompensa á tantos méritos.

Por estos tiempos mandó, el Otomano armar y prevenir en el puerto de Suez, (llamado por los antiguos de los Héroes, ó de Arsinoe) situado en el mar Bermejo, una armada de ochenta navíos, los mas de ellos galeras, y nombró por general de ella á Soliman Griego renegado natural de la Morea, que era gobernador de Egypto. Este pues recorrió las costas, y dió muchos exemplos de crueldad, habiendo muerto con asechanzas á algunos Reyezuelos, y saqueado sus ciudades. Noticioso Silveira de la venida de los Turcos; como era hombre de grande ánimo y talento, comenzó á prevenir con admirable presteza todas las cosas necesarias á una guerra tan formidable, y

por sus cartas pidió al Virey que le socorriese. Habiéndose juntado en el mes de septiembre las tropas de Soliman con las de Cambaya, mandadas por Coge Cofar, hombre de valor intrépido, se dispusieron á acometer por mar y tierra la fortaleza de Diu, defendida solamente por setecientos Portugueses. Colocaron en los navíos una máquina de madera para batir los muros, y levantaron en tierra una trinchera tan alta como la fortaleza, segun la costumbre de los Turcos. La máquina fué abrasada una noche por un ardid de los Portugueses, y las galeras perecieron en diversos tiempos, unas destrozadas por la artillería, y otras barrenadas y echadas á fondo. Tambien los Turcos causaron daño á los Portugueses, tomándoles el castillo de Rumai, que estaba separado de la fortaleza, entregándole Pacheco con la ignominiosa condicion de su libertad. Despues de esto recayó todo el peso de la guerra sobre la fortaleza, la qual fué acometida con cañones tan enormes, que disparaban balas de noventa libras de peso cada una. Padecieron los muros grande estrago; pero los Portugueses repararon y fortificaron sus ruinas y brechas aceleradamente con todo género de materiales. No podia tener entrada en ellos la cobardía ni la pereza: rechazaban á los enemigos que intentaban escalar los parages mas árduos, y peleaban atrozmente con ellos sobre las mismas ruinas; porque los bárbaros, aunque repelidos y arrojados muchas veces, repetian sus asaltos con pertinaz empeño. Mas una vez intentaron en vano escalar los muros desde el mar, y desde la tierra, pero siempre con infeliz suceso y con muerte de su mas intrépida gente.

Viendo inutilizados todos sus esfuerzos, se dedicaron á minar la fortaleza, pero no tuvieron mejor fortuna ; pues aunque no se interrumpian sus trabaxos, los inutilizaba á cada paso el valor de los sitiados, y los reducian á la desesperacion. No estaban en mejor situacion las cosas de los Portugueses : su número se hallaba tan disminuido, que no eran suficientes para ocurrir á lo mas preciso y urgente de las fatigas, y casi la tercera parte de los soldados eran voluntarios. Tampoco era grande la cantidad que tenian de víveres, y en breve tiempo les hubieran faltado, si se hubiese prolongado el sitio. En este estado tan crítico llegó de Portugal García de Noroña con nna

TOMO VII.

19

armada para suceder á Nuño en el mando; y habiendo dispuesto llevar socorro á los sitiados, hizo embarcar en diez y seis fragatas doscientos y quarenta soldados veteranos y todas las provisiones necesarias, y mandó que acelerasen su viage á vela y remo. Pero mientras hicieron esta navegacion, llegaron los sitiados á verse en el mas extremo peligro; porque determinados los bárbaros á hacer el último esfuerzo, acometieron una mañana al amanecer por diversas partes del arruinado muro, subiendo intrépidamente por las escalas. Resistieron los Portugueses con ánimo superior á sus fuerzas, y arrojaron sobre los que subian bigas, barriles, tinajas, y todo lo demas que tenian á la mano; y con lanzas, alabardas, broqueles, y otras armas derribaban á los que ya habian llegado á lo alto : las voces de los que exhortaban, y los clamores de los que morian, causaban un horrible ruido, y el combate cada vez se hacia mas atroz y sangriento. Por otra parte se acercaron catorce galeras á la fortaleza para molestar con la artillería á sus defensores; pero sus conatos fueron inútiles, y no quedaron sin castigo, pues dos fueron quasi sumergidas con la fuerza de los tiros que volaban de los muros.

Rechazados los enemigos de la torre casi arruinada, volvieron á renovar el asalto con mucha gritería, y con efecto subieron á los muros habiendo hecho retroceder á treinta Portugueses ya se veian en lo mas elevado quatro banderas de los bárbaros, y ya peleaban á pie firme en la plaza de la fortaleza, quando acompañado Silveira de veinte nobles, acudió al socorro, y habiéndolos exhortado á combatir valerosamente, se arrojó en lo mas espeso de los enemigos. Excitados los soldados con su voz y con su exemplo, recobraron las fuerzas, y combatieron mas atrozmente sin cuydado alguno de la vida. Juan Rodriguez hombre muy robusto, cogió un barril de pólvora y aplicándole una mecha encendida le arrojó en medio de Jos enemigos. Fué grande el estrago que hizo en ellos, extendiéndose rápidamente la llama entre su inmensa multitud. Entonces levantando el grito los Portugueses, hicieron nuevo esfuerzo, y arrojaron al enemigo, que ya se disponia á la fuga. Al mismo tiempo la artillería disparada oportunamente por el costado, arrebataba compañías enteras: caian las banderas enarboladas con sus alfereces, y los demas se precipita

ban unos sobre otros en el foso, confundiéndose los sanos con los heridos, y los vivos con los muertos. Duró la pelea por espacio de cinco horas continuas con gran mortandad de los enemigos: de los Portugueses solos quarenta quedaron sin heridas; y las mugeres mezcladas con los hombres hicieron durante todo el sitio heróycas hazañas, presentándose armadas en las murallas para que el enemigo no cobrase ánimo á vista de los pocos defensores que tenia la fortaleza. La noche siguiente llegaron las fragatas, y dieron fondo en el puerto de Madrefabato: habian encendido los Portugueses en cada una quatro faroles, que aparentaban una numerosa armada, con cuya insigne estratagema engañados los enemigos, que por otra parte estaban llenos de terror y desesperacion, se embar. caron aceleradamente en sus naves, y maldiciendo una guerra tan cruel, navegaron á la Arabia el dia primero de noviembre. No hubo cosa mas agradable para los Portugueses que el dia siguiente en que desaparecieron todos sus enemigos. Pasóse al mismo tiempo Cofar á la tierra firme con las tropas de la India, siendo tan grande el temor y espanto que se derramó en su campo, que con el deseo de escapar quanto antes, se dexaron quinientos heridos, y una buena parte de la artillería. El virey Noroña que navegaba é Diu con una armada de ciento y cinquenta velas, recibió la noticia del feliz suceso de los suyos, y determinó seguir al enemigo fugitivo ácia el mar Bermejo. Pacheco y sus treinta compañeros que entregaron el castillo de Rumai, como ya diximos, recibieron de Soliman el digno premio que merecian, habiéndolos condenado á remar perpetuamente en las galeras.

Despues de haber obtenido Nuño con general aceptacion por espacio de diez años el vireynato de la India, se hizo á la vela para Portugal, y murió de enfermedad en el cabo de Buena Esperanza, con gran dolor de los Portugueses, que le amaban verdaderamente; y su cuerpo fué arrojado al mar, como él mismo lo habia mandado. Persiguió Noroña inútilmente á los Turcos, por lo qual dirigió sus fuerzas y cuydados á restablecer las cosas de Diu. Hizo paces con Mahamet hijo de una hermana del difunto Badur Rey de Cambaya, á quien habia sucedido en el reyno segun la costumbre de aquella gente. Nombró por gobernador de la fortaleza á Diego de Sousa en

lugar de Silveira (tan celebrado en todo el orbe por la anterior victoria) habiéndole dado quinientos soldados para su defensa. El Zamorin movió guerra al Rey de Ceilan amigo de los Portugueses, y le reprimió Miguel Ferreira, derrotándole su armada con muerte de su general. Ocupado Noroña en tan graves negocios, le acometió la última enfermedad, y murió á los ocho meses y diez dias de su gobierno. Abrióse la Real cédula enviada á prevencion para este caso, y en ella se declaraba virey á Esteban de Gama hijo del famoso Vasco, y esclarecido por sus propias hazañas. Estos son los principales sucesos acaecidos en aquellas remotísimas partes del orbe, cuya narracion nos parece ser suficiente para no apartarnos de la brevedad que nos hemos propuesto.

Capitulo XII.

Dieta de Wormes y otros sucesos, Viage del César á Italia. Sus preparativos para la guerra de Argel, y éxito desgraciado de esta

empresa.

A principios del año de mil quinientos quarenta y uno habiendo el César arreglado las cosas de Flandes, pasó á Wormes para celebrar la dieta que tenia convocada. En ella hubo una acérrima disputa entre Juan Eckio célebre theólogo Cathólico y Melanchton sequaz de la doctrina de Lutero, pero no produxo fruto alguno. Despues por ciertas causas se trasladó la dieta á Ratisbona, y continuaron las disputas sobre muchos dogmas de la religion Christiana: cuya relacion escribió con eloqüencia Alberto Pighio, dedicándola al Sumo Pontífice Paulo III; y despues se trataron y decidieron las causas y negocios civiles. Habia venido á esta dieta Cárlos de Saboya á solicitar auxilios, y por su mérito se le concedió la proteccion del imperio Romano. Por el contrario el duque de Cleves fué declarado enemigo en pública dieta, porque habia hecho alianza con el Francés contra el César; pues habiendo divulgado la voz de que inmediatamente vendria á Wormes, mudó de viage, y marchó con presteza á visitar al Rey Francisco, que se hallaba en Amboysa, y que le prometió en casamiento á Jua

« AnteriorContinuar »