Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Cosme de que en esta empresa ninguno aventuraba mas que él, puso el mayor conato en precaver el peligro que tenia tan cercano, y para adelantarse y ganar por la mano al enemigo, que se hallaba ocupado del todo en los preparativos, acometió á Sena á fin del mes de enero, Mariñan enviado por el César, era el que mandaba esta expedicion. Este pues, llegó á media, noche con quatro mil Españoles y Italianos, y trescientos caballos á la puerta llamada Camolla, con grande esperanza de vencer por la negligencia y corto número de soldados, que se, hallaban de guarnicion. Dado el asalto por doscientos Españoles, que iban en la vanguardia, no pudieron los Seneses sostener su ímpetu, y fueron rechazados fácilmente de un baluarte, que Thermes habia levantado en aquella puerta, para impedir la entrada á los enemigos, Luego que se apoderaron de él los Españoles, y ayudados con la venida de sus compañeros, se fortificaron allí contra la fuerza de los enemigos, que estaban de centinela en las cercanías, para lo qual contribuyó mucho la astucia ingeniosa de Gabriel Cerbellon, á quien Mariñan habia llevado consigo de la Lombardía, para dirigir la artillería. No se dió asalto alguno contra la ciudad, ó el suceso no correspondió á la esperanza, porque uno y otro lo hallo escrito en los historiadores de aquel tiempo. Incitado Estrozi con la nueva del peligro que corria Sena, acudió á toda prisa, y no pudiendo de ninguna manera arrojar al enemigo del puesto que habia ocupado, levantó por la parte opuesta nuevas fortificaciones, y le excluyó enteramente de la ciudad.

Entretanto Ascanio de la Corne que defendia las fronteras de Toscana, con tropas nuevamente reclutadas, al tiempo que proyectaba apoderarse de Chiusi por traicion, fué él mismo vencido y hecho prisionero por Santaci de Pistoya, despues de haber perdido un ojo en la pelea, y á muchos de sus compañeros. Los puestos y lugares fortificados del territorio de Sena fueron tomados unos por fuerza, y otros por voluntaria entrega, habiéndose dividido la gente en muchos esquadrones, y combatido en pequeñas escaramuzas. Los generales aseguraban sus conquistas con guarniciones, y reparaban las tropas, que se hallaban disminuidas con las continuas peleas. Por mar y por tierra esperaban socorros unos y otros. Estrozi se encaminó á Luca, para recibir los que habian salido de la Mirán

dula; y Mariñan habiendo dexado una guarnicion al rededor de la ciudad, puso en marcha sus pocas tropas, y se acam pó cerca de Pisa, á fin de impedir al enemigo la entrada de la Toscana, á la que amenazaba con los auxilios que le habian venido. En este parage hubo diversos encuentros sobre los bagages al tiempo que Mariñan que tenia desiguales fuerzas, se retiraba á Pistoya. Entretanto, habiendo atravesado los montes á largas jornadas Don Juan de Luna gobernador de la fortaleza de Milan con las tropas Españolas, Italianas y Alemanas, se juntó en Sarrabal con Mariñan, y con estas nuevas fuerzas determinó seguir á Estrozi, que marchaba á Sena, habiéndole causado un ligero daño en la retaguardia de su exército. Hallábase la ciudad estrechada fuertemente de todas partes por los Imperiales, quando llegó de Malta con sus galeras Leon Estrozi, hermano de Pedro llamado con cartas mny halagüeñas del Rey de Francia, cuya milicia habia renunciado dos años antes,> y á fin de no estarse ocioso mientras esperaba la armada de Francia, salió á hacer alguna presa en Escarlino, y murió de un balazo que le tiró un labrador. La armada Francesa que ar ribó á aquellas costas, desembarcó seis mil soldados. En lugar del cardenal de Esse que se habia retirado de Sena, fué nombrado Blas Monluc, hombre de mucho talento, y expe. riencia en las cosas de la guerra. Pelearon desgraciadamente los Franceses debaxo de los muros, aunque el dia antes les favoreció la fortuna, habiendo arrojado á los Imperiales del baluarte. Los combates fueron muchos, pero los refieren con tanta variedad los historiadores que es casi imposible averiguar lo cierto. Fortificado Mariñan con tres mil infantes, que conduxo de Nápoles el capitan Don Juan Manrique, y exhortándole este, puso en marcha su exército para concluir la guerra en una sola batalla, habiendo dexado una guarnicion en el campo al rededor de la ciudad. Combatieron obstinadamente por espacio de diez horas cerca de Marciano, y quedaron muertos de una y otra parte mil y doscientos hombres, cuya tercera parte fueron Imperiales.

El dia siguiente padeció mas grave daño la retaguardia de los enemigos, de tal manera que los Imperiales llegaron á des preciarlos como lo asegura un historiador, que dice se halló presente á la accion. Sin embargo no rehusó Estrozi la pelea,

habiendo hecho frente á los que le perseguian. Pusiéronse los dos exércitos en órden de batalla, y agitado Mariñan de diversos pensamientos, comenzó á dudar si se aventuraria á la fortuna de un combate. Pero habiéndole rodeado los cabos Españoles, que en aquel dia hicieron heróycas hazañas, le amonestaron, le exhortaron, y finalmente le obligaron con poderosas razones á acometer al enemigo. Dióse la señal para la pelea, y embisten con grande ánimo: en el principio se mantuvo dudosa la batalla por un breve tiempo; mas como los Franceses no pudiesen resistir el ímpetu del exército Imperial, comenzó á ponerse en fuga la caballería, y destituida la infantería de este auxilio, aunque habia cometido intrépidamente á los Imperiales, venciendo la dificultad del terreno, arrojó al fin las armas para huir con menos estorbo. En este último esfuerzo murieron tres mil y quinientos de los enemigos, y quedaron dos mil prisioneros, con muy poca pérdida de los Imperiales. Cerca de cien banderas fueron remitidas á Cosme, con los prisioneros mas nobles. Sucedió esta batalla el dia dos de agosto. Despues de tan gran derrota, se huyeron muchos de los Franceses con Estrozi y Fregoso, que habian salido heridos, á Luciniano ciudad inmediata; pero al dia siguiente la abandonaron, apoderándose los Imperiales de la artillería y bagages que allí tenian. El vulgo de los prisioneros fué puesto en libertad, haciendo juramento de no tomar las armas contra el César en todo el año, y se les dió una escolta para que nadie los molestase, y al cabo de tres dias se restituyó á su campo el exército vencedor cargado de despojos. Estrozi aunque se haHaba en Montalcino gravemente enfermo de la herida, omitió cuydado alguno, ni diligencia para reparar la pérdida padecida, y habiendo recogido las reliquias del derrotado exér cito, y suplido la gente que faltaba con nuevas reclutas, desistió de socorrer á la afligida ciudad de Sena por medio de mil peligros, hasta que cerrando Mariñan con nuevas obras todas las entradas, le privó de toda esperanza de introducir víveres en ella.

no

no

Por este tiempo fué arrasada la ciudad de Africa por órden del César, y vino al campo su guarnicion, que estaba muy endurecida en las fatigas de la guerra, y acostumbrada á vencer. Con el auxilio de la armada de Doria fué tomada á los France

ses Telamon , y introduxo víveres en Orbitelo, causando terror y espanto en todas las cercanías. Deseaba Cosme concluir esta guerra, y á su instancia intentaron los Imperiales en la Vigilia de Navidad escalar los muros por diversas partes, pero fueron rechazados con pérdida por la guarnicion y los habitantes, que pelearon con extraordinario esfuerzo. Fué pues necesario continuar el sitio á pesar de Cosme, que sentia mucho los gastos, y rendir la constancia de Sena con el hambre, que es el arma mas poderosa. Habiendo sido llamada tambien en este año la armada Otomana, hizo mucho estrago en las costas del Abruzo, y despues de saquear á Pesth, ciudad célebre por su amenidad, se retiró inmediatamente á Durazo, sin haber dado crédito el almirante Dragut á las magníficas promesas del Príncipe de Salerno, de que sublevaria al pueblo de Nápoles. Termes combatió en Córcega la fortaleza de Cauria, situada en medio de la isla, auxiliado de los habitantes, que aborrecian el nombre Genovés, y despues de haber derrotado en el camino las tropas que venian á socorrerla, y perdiendo la guarnicion toda esperanza de poder mantenerse, se entregó baxo la condicion de salir libre con sus cortos equipages.

[graphic]

LIBRO QUINTO.

1555.

Capítulo primero.

Muerte de la Reyna Doña Juana, madre del Emperador, y de los
Papas Julio III y Marcelo y Paulo II, y eleccion de Paulò IV.
Continúa la guerra en Flandes, en el Piamonte y en Córcega. Toma
de Sena por los Imperiales.

IGUIÓSE el año de mil quinientos cinqüenta y cinco, que fué muy memorable por las muertes de algunos Príncipes. El dia tres de abril falleció en Tordesillas Doña Juana de Aragon, madre del César, y aunque habia estado muchos años demente, recobró el juicio quando se hallaba cercana á la muerte, y acabó su vida con muchas muestras de piedad á la edad de setenta y tres años. En muchas partes del orbe Christiano se hicieron magníficas exêquias á esta fecunda madre de tantos Reyes. Dentro de pocos dias falleció tambien el Papa Julio III, entregado al ocio, y á la piedad. Manifestóse afecto á las cosas del César en todo lo que era justo, y fué liberal con sus parientes. Canonizó solemnemente á San Julian obispo de Cuenca Edificó una magnífica y suntuosa casa de campo en la via Flaminia, segun refiere Onufrio Panvinio. Pocos dias despues de su muerte, fué elevado á la dignidad pontificia Marcelo Corvino, natural de monte Policiano, habiendo retenido el nombre de Marcelo en su exâltacion; pero la muerte le arrebató á los

« AnteriorContinuar »