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silencio, y mientras se recogian los bagages, le abandonaron tambien un gran número de soldados. A vista de esta perfidia de los suyos, aceleró Giron su fuga, y Meneses le seguia muy de cerca para extinguir de una vez las reliquias de la guerra, habiéndose vuelto á Lima los sacerdotes y oidores. Despues de un largo camino, hizo prisionero á Diego de Alvarado, teniente de Giron, y á cien soldados y negros, los quales perecieron en la horca con los principales partidarios. Giron intentó huirse á Quito por caminos extraviados y largos á fin de engañar al que le perseguia. Escapáronse los mas de los suyos, y eran muy pocos los que seguian su fortuna, de los que finalmente se halló desamparado, y peleando solo cerca del Tambo de Atunsaupa, (asi llaman en el Perú los mesones) fué hecho` prisionero por Gomez Arias. Conduxéronle á Lima, y el dia seis de diciembre de mil quinientos cinqüenta y quatro le cortaron la cabeza. Su casa fué arrasada, y en su lugar se puso una columna con una inscripcion, para que pasase á la posteridad la noticia de este infeliz suceso.

La tranquilidad de Chile se turbó en la ausencia de Valdivia por la contumacia de los soldados y la insolencia de los Indios, y fué preciso ocurrir con la fuerza á uno y otro mal. Luego que regresó Valdivia, peleó prósperamente con los bárbaros que aun se hallaban enfurecidos. Descubrió despues algunas regiones opulentas en hombres, armas y metales, y estableció colonias en ellas. Fortificó con mayor cuydado la ciudad que llamó Imperial en obsequio del César, y la guarneció tambien con una fortaleza. Pero como quisiese obligar á aquellos hombres libres, y belicosos á padecer una total servidumbre, se levantaron contra él los habitantes del valle de Tucapel, y mostraron en esta ocasion lo mucho que se aventajaban á los demas Indios en valor y en talento. Reflexionando estos con racional discurso sobre la mortalidad y flaqueza humana hallaron que podian vencer á los caballos y sus ginetes, si no les dexasen en el combate tiempo alguno para respirar. Asi pues, habiendo trabado la pelea, no acometieron con todas sus fuerzas con estólida audacia, como acostumbran los bárbaros, sino que dividiendo su exército en esquadrones, se sucedian en la batalla los unos á los otros. Quebrantadas las fuerzas de los Españoles con este género de combate, quedó al fin vencido y

prisionero Valdivia, sin que se escapase de aquella calamidad ninguno de los suyos, á excepcion de un muchacho de Chile, que refirió puntualmente todo el suceso á Diego Maldonado gobernador del valle de Arauco. El general bárbaro Caupolican que tenia sentimientos de humanidad, creyó que convenia guardar al cautivo Valdivia; pero habiéndose sublevado sus soldados, le arrebataron al suplicio, que fué correspondiente á su culpa, pues le derramaron en la boca oro derretido, para que asi como su ánimo se habia abrasado con la codicia del oro, fuese tambien con el oro queniado su cuerpo.

Luego que los Españoles tuvieron noticia de la desgracia de su general, se retiraron á la Concepcion, que estaba bien fortificada, sin atreverse á hacer frente á los vencedores. Atrevió. se Villagran á acometerles; pero le costó caro, porque habiendo peleado con teson la mayor parte del dia, no pudo jamás romper el esquadron de los Indios, que combatiendo con gran denuedo y muy apiñados, rechazaban con sus picas á los caballos, que eran la principal fuerza de los Españoles. No pudo Villagran retirar de allí á su gente, que fatigada y llena de heridas apenas podia tener las armas en la mano, persiguiéndole los bárbaros con mucho estrago. De este modo habiendo perdido la mayor parte de sus soldados, se retiraron los demas con ignominia á la Imperial, que despues tuvieron que abandonar, por las continuas incursiones de los Indios. Estos no podian permanecer quietos, porque indignados de que se detuviesen tanto tiempo aquellos huéspedes en su provincia, procuraron arrojarlos de ella por medio de mil peligros, llevando por general á Lautor valeroso Araucano. A estos males se juntaba la discordia de los capitanes Españoles, que arrebatados de la ciega ambicion de mandar, pusieron aquellas colonias en próximo peligro de su total ruina. En esta situacion tan crítica, sirvió de grande auxilio Villagran que no se habia olvidado del honor Español. Resuelto pues á borrar la anterior mancha con su sangre ó la de los enemigos, acometió á los bárbaros con un pequeño esquadron antes de amanecer, y mató un gran número de ellos junto con su capitan, y quebrantados con esta pérdida, desistieron del deseo de pelear. Por este tiempo habian sido descubiertas por las armas de los Españoles mil y doscientas millas en aquella region por la parte que se extien

de desde el Septentrion al Austro hasta cinquenta y un grados sobre el Equador, y ciento y veinte millas entre el Océano y los montes. Todo este territorio abunda en extremo de metales, frutos y ganados, y sus valles son de una fertilidad adinirable. En el temple del clima, en la calidad de su suelo, y en el carácter belicoso de sus habitantes es muy semejante á España el reyno de Chile. Solórzano le hace nuestro antípoda, no sé si con razon. Los naturales tienen la frente llena de cabello, en lo qual se distinguen de todos los demas hombres, y son muy feroces y amantes de su libertad. En la paz y en la guerra se gobiernan por los consejos de los ancianos: nunca han tenido Reyes, y á costa de muchas pérdidas hemos experimentado quán indóciles son en sufrir el yugo de la sujecion. Pero basta lo que llevamos dicho de la América Meridional, en cuyos sucesos, sin faltar á la brevedad que nos hemos propuesto, no hemos omitido cosa alguna de importancia.

Por la parte opuesta Francisco Ibarra introduxo con favorables auspicios el nombre Español en lo mas remoto de la América Septentrional. Habiendo resuelto el virey de México Don Luis de Velasco sujetar á los Chichimecas y Zacatecas (nombres desagradables) que habitan en los confines de la Nueva España, y la molestaban de continuo con sus latrocinios, estableció presidios en los parages oportunos de las fronteras, para que no quedase sin castigo la inclinacion que aquellos bárbaros tenian al robo. Uno de estos presidios fué el de San Miguel á ciento y sesenta millas de México, en una tierra pingüe, y muy abundante de pastos para el ganado vacuno. Desde allí envió á Ibarra, hombre industrioso y activo con un exército y mucho ganado, para explorar lo interior de aquella region, á fin de que no quedase parte alguna que no fuese descubierta por las armas Españolas. Habiendo llegado á la dilatadísima provincia de Sinaloa, reparó la colonia de San Juan, que se hallaba casi desierta, estableciendo nuevos moradores con grande provision de víveres; y fundó otros pueblos en lugares convenientes, para que sirviesen de fortalezas en aquella region. Pasó despues á otra provincia llena de ásperos montes, la que no sin razon llamó Nueva Vizcaya, y habiendo trabaxado las minas de plata que hay en ella, recompensó los gastos y los trabaxos del viage. Los bárbaros que la habitan son de un

á

feróz carácter, y en todo semejante à su clima. El frio es lo que principalmente molesta aquellas tierras. Envió Ibarra á su teniente Alfonso Durango, con un esquadron expedito, pará explorar los parages mas lejanos, y en un valle, que Hamó Guadiana, estableció una colonia, á la qual dió el nombré de Durango. Finalmente habiendo atravesado anos montes altísimos con un trabaxo imponderable, llegó á una provincia la mas distante de todas las que se pueden descubrir con las armas. Los bárbaros la llaman Topia, y el frio es tan intenso, que mataba á los caballos, por lo qual sus habitantes recibieron muy gustosos el uso de los vestidos. Establecióse allí una colonia con mucha utilidad por la abundancia que hay de minas de plata. Los religiosos Franciscanos tomaron á su cargo la predicacion del Evangelio en aquellas partes, y poco á poco se civilizaron, y se bautizó un gran número de Indios. Las cosas de México se hallaban en estado floreciente, y no se oia ruido de armas, ni sedicion alguna, y todo el cuydado se dirigia á la propagacion del Christianismo, á cuyo fin se celebró un sínodo por estos tiempos. Los Franceses habian fixado el pie en el Brasil baxo la conducta de Nicolás Durando señor de Villagran, caballero de Malta. Llegaron al rio Janeyro con tres navíos muy bien equipados, y ocuparon en él una pequeña isla, en la qual levantáron á la ligera una fortaleza, dándola el nombre de Colinia en obsequio del almirante de Francia Coligni, y la proveyeron de todo lo necesario para la guerra. Despues fueron enviados algunos ministros calvinistas, para que propàgasen la secta; pero no duró mucho tiempo esta Antártica Francia tan decantada, habiendo destruido los Portugueses á los Franceses, y á los bárbaros que los auxîliaban.

Capitulo v.

El Turco hace la guerra á los Portugueses en la India y es derrotado. Horroroso naufragio de Manuel de Sousa en la costa de Africa, y otros sucesos del Oriente.

En la India Oriental, ademas de los naturales que no podian acostumbrarse á sufrir el yugo, molestaban tambien á los Por

tugueses los Turcos, irritados de las anteriores pérdidas. Para este efecto salió Peribec por mandado de Soliman del mar Bermejo al Océano con una armada de veinte y cinco galeras, y algunas naos de carga. Su primera empresa fué la toma de la fortaleza de Mascate, situada en las costas de la Arabia, y quebrantando la palabra que habia dado á los soldados de la guarnicion, puso al remo á sesenta que se le entregaron, digno castigo de su cobardía. Despues saqueó con mucha codicia á Ormuz, que halló desierta por la ignominiosa fuga de sus habitantes; pero sin embargo no pudo expugnar la fortaleza que defendia Alvaro de Noroña. Finalmente, habiendo embarcado la presa que hizo allí, y en otros parages, conduxo su armada á Bassora, ciudad situada en el centro del golfo Pérsico. Mas al tiempo de regresar al mar Bermejo de donde habia salido, acometió á Peribec Fernando de Noroña, hijo del Virey, y le puso en fuga, y dispersándose su armada, que pereció casi toda con varias desgracias, escapó él con solas dos galeras. Noticioso Soliman de este mal suceso le hizo cortar la cabeza. Tambien se refieren otras batallas navales tenidas por este tiempo con los Turcos, las que paso aqui en silencio, porque en su narracion se hallan discordes los historiadores, y no sé qual de ellos merece mayor crédito.

Solicitaron los Paravas el auxilio del gobernador de Cochin contra los Malabares y Turcos, y los socorrió Gil Carballo, armando á sus espensas cinco geleras, por no haber caudales en el tesoro público para costearlas. Los enemigos habian tomado poco antes á los Portugueses la ciudad de Punicala, y obligaban con el terror á los nuevos convertidos á abjurar la Religion Christiana. Acometiólos Carballo quando estaban descuydados, y con tan pequeña esquadra derrotó su grande armada, y se hizo terrible á los que poco antes eran tan formidables, quemándoles los edificios y todo quanto podia servirles de algun uso. Alabó el Virey la piedad y valor de Carballo, y le satisfizo benignamente del tesoro Real todo lo que habia gastado en la expedicion.

Siguióse á esta el horrendo y memorable naufragio de Manuel de Sousa en las costas de Africa. Este pues habia navegado con felicidad hasta el cabo de Buena Esperanza; pero levantándose una cruelísima tormenta por la parte del Occidente

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