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mas célebres, y finalmente no omitió gasto ni cuydado alguno en beneficio de la Religion, y de las letras.

Capitulo vm.

Recuperan los Franceses el puerto de Calais. Célebre derrota que padecieron en Gravelinas. Guerra del Piamonte. El Emperador Don Fernando es coronado en Aquisgran.

En tiempo del Rey Eduardo III tomaron los Ingleses á los Franceses la ciudad y puerto de Calais, situada en la costa de Francia, en la parte mas cercana á la Inglaterra, y la poseyeron por espacio de doscientos años, sin mas derecho que el de la fuerza. Deseaban todos los Franceses recobrar esta importante plaza; pero era mas fácil empresa desearlo que esperarlo, quando se hallaban tan disminuidas las fuerzas de la Francia con tantas guerras. Mas habiendo vuelto de Italia el duque de Guisa, y nombrádole el Rey por su lugar teniente con amplísimas facultades, sacó las tropas á campaña en el mas riguroso tiempo del año, y quando menos se pensaba, ganó la ciudad y los castillos con increible presteza y con igual valor el 1558. dia ocho de enero del año mil quinientos cinqüenta y ocho.

Tan caro costó á la suspicaz nacion Inglesa el haber rehusado el auxilio que el Rey Don Felipe la ofreció en tiempo oportu no. Tambien se apoderó entonces de Guins con su fortaleza, la que despues arrasaron los Franceses, por no considerarla útil á sus designios, y pusieron todo su conato en fortificar á Calais y asegurarla con una poderosa guarnicion. El duque dé Nevers recobró al mismo tiempo con mucha intrepidez algunas ciudades de poca importancia, que antes habian tomado los Españoles. Habiendo juntado las tropas los dos generales Franceses, acometieron á Thionvila, levantando una trinchera desde la laguna hasta el foso, y consiguieron expugnarla á costa de mucho trabaxo. Pero Estrozi que se halló en esta empresa, cayó muerto de un balazo, al tiempo que reconocia desde cerca la abertura del muro : fué varon no menos grande que desgraciado en las cosas de la guerra. Combatia Monluc el castillo de Arlon que estaba inmediato; pero su guarnicion

le pegó fuego, escapándose por una puerta excusada. Mientras tanto el mariscal de Thermes gobernador de Calais, penetró con un fuerte esquadron en Flandes por la parte marítima. Los historiadores varian en el número de las tropas, en cuyo vicio cayeron tambien los antiguos mas célebres, refiriendo diverso número de soldados en una expedicion. El que menos dice que se contaban baxo de sus banderas seis mil infantes, y mil y quinientos caballos. Con estas tropas tomó y incendió á Bergopzon y Dunkerque, y llegó hasta Nieuport con mas audacia que prudencia, entre tantos presidios de enemigos. Taló, destruyó, y robó sin distincion alguna todo quanto encontraba en su marcha, y nada quedó libre del estrago de la guerra.

El Rey Don Felipe para no dejar impune esta audacia, mandó al Saboyano que marchase prontamente con tropas á Namur, á fin de entretener á Guisa, y impedirle que juntase sus tropas con las de Thermes, y ademas hizo que saliese al encuentro del mismo Thermes el conde de Egmont, célebre por sus anteriores hazañas, y por la victoria que recientemente habia ganado. Este pues, juntando prontamente un cuerpo que se componia de diez mil infantes y caballos, le conduxo contra los Franceses, embarazados con el botin, y que se retiraban á lugares seguros. Thermes se apresuraba quanto le era posible para llegar á Calais, temiendo verse en la indispensable necesidad de pelear; pero el Flamenco echando por un atajo con su exército, y habiéndose dexado la artillería para acelerar la marcha, le salió al encuentro en el camino, cerca de Gravelinas, y le provocó con las trompetas á la batalla. No decayó de ánimo el Francés, aunque se veia sorprehendido, y ordenó sus tropas en la misma costa, defendiendo el ala derecha con el mar la izquierda con los carros de los bagages, y las espaldas con el rio Aa. Colocó la artillería en la frente; y como el Flamenco carecia de ella, para recompensar esta falta mandó á la caballería acometer por medio de sus fuegos, sin que la aterrase el estrago. Los Franceses no tuvieron tiempo para hacer segunda descarga, por la necesidad de rechazar á los Flamencos. Iba por cabo de estos Beunicur, de los Españoles Carvajal, y de los Alemanes Hildemaro, cuyo impetu sostuvieron los Franceses con igual ardor y ánimo, y

armas,

les forzaba á pelear intrépidamente el verse privados de la esperanza de ponerse en fuga. No se presentaba á la vista, ni á los oidos cosa alguna que no fuese horrible y espantosa, mezclándose los clamores con las exhortaciones, el ruido de las las muertes, las heridas; y los generales no solo aconsejaban y mandaban, sino que peleaban tambien, y se exponian á los peligros. Mataron á Egmont su caballo, pero babiendo montado prontamente en otro, exhortaba con la voz y con el exemplo á los suyos á la victoria. Entretanto que peleaban con gran ferocidad, llegaron á la costa diez navíos Ingleses, y oyendo el ruido de la batalla, se acercaron á la boca del rio, y dispararon de improviso su artillería sobre los Franceses por las espaldas, haciendo en ellos horrible estrago. Finalmente rechazada la caballería con su comandante Villabon, acometieron los Egmoncianos á la infantería, destituida de aquel auxilio, y mas bien fué una carnicería que una pelea. En esta batalla se dice que murieron cerca de dos mil de los enemigos, y con la restante multitud de ellos, se enfurecieron cruelmente los labradores que acndieron al campo español, y estaban muy irritados por las calamidades que les habian hecho padecer los Franceses. Otros muchos de ellos fueron sumergidos en las aguas del mar, y en el rio, de los quales libertaron doscientos los Ingleses, que tanto ayudaron á la victoria, y los conduxeron á Londres como en triunfo. Quedó prisionero Thermes herido en la cabeza, y tambien ViHabon que mandaba la caballería, Anebaldo, Senarpont, Monvillers y otros nobles, y tres mil soldados. Los pocos que se habian escapado de allí, cayeron en las manos de las mugeres, que entre las injurias y maldiciones, les hacian pagar con el hierro la pena de sus rapiñas, y de este modo, de tantos millares de hombres, apenas quedó uno solo que llevase la nueva de la derrota. De los vencedores murieron quinientos, entre los que fué contado Pele Flamenco, y otros nobles en corto número. La artillería, las banderas y los bagages, todo fué tomado y hecho presa del vencedor.

Esta batalla acaecida el dia trece de julio, afligió otra vez á la Francia que ya se habia reparado algun tanto, y cansado el Rey de la guerra, se inclinó á admitir qualesquiera condiciones de paz. Comenzó á tratar de ella Christierna madre de Cárlos

duque de Lorena, que habia venido á Perona, con deseo de ver á su hijo, acompañándola el obispo de Arras. Para explorar sus disposiciones, envió al cardenal de Lorena, con el pretexto de obsequiar á aquella Princesa. Despues de cumplir unos y otros con las recíprocas atenciones de respeto, entraron en conferencia, y entre otras cosas dixo el obispo de Arras, que se dolia mucho de la suerte de la Francia, no tanto por verla acometida de las armas extrangeras, quanto por las discordias de religion, pues la heregía de Calvino iba cundiendo entre los hombres mas ilustres, y que si no se acudia á este mal con prontos y eficaces remedios, se arrepentiria el Rey de su negligencia quando ya todo estuviese perdido. El carde nal de Lorena, que no perdia la menor ocasion de oprimir á los principales del partido contrario, se retiró de Perona, y dió cuenta al Rey muy por menor de todo, previniéndole que Andelot era el caudillo de los sectarios. No es posible referir la ira que se encen dió en el ánimo del Rey, que era muy amante y zeloso de la verdadera Religion. Hizo llama á Andelot, y confesando este intrépidamente su creencia, mandó luego ponerle en prision, y descubrió que habia otros muchos infi. cionados de la misma peste. De aquí comenzó á fortificarse y crecer cada dia mas el poder de los Guisas, á quienes el Rey amaba mucho, viéndose libres de sus émulos Monmorenci y Coligni, que estaban prisioneros, y Andelot procesado. Finalmente dividida en partidos la corte, y tomando nuevo fomento sus recíprocas enemistades, produxeron estas la centella, que por tan largo tiempo abrasó á toda la Francia con sangrientas guerras.

Entretanto que los magnates peleaban interiormente con sus manejos para arrojarse unos á otros de la autoridad y del favor, continuaba la guerra en diversos parages, aunque con languidez y tibieza, por la falta de fuerzas, especialmente en Córcega, donde no sucedió cosa alguna de importancia; pues ni los Franceses enviaban socorros algunos, por la reciente calamidad que padecian, ni los Genoveses podian soportar los gastos. No obstante para alexar quanto fuera posible la guerra que les amenazaba con las correrías que por el mar hacian los Franceses, enviaron á Córcega á Gerónimo Londronio con media legion de Alemanes. Pero Jordan Ursino general de los

Franceses, aunque no se atrevia á emprender ›cosa alguna á campo descubierto, porque se lo impedia la falta de fuerzas, con todo eso procuraba conservar á San Bonifacio donde se habia retirado ; y mantenerse en la defensiva, para no recibir daño alguno.

En el Piamonte se reducia la guerra á talar y saquear pueblos, estando muy amortiguada por la misma causa, y por la debilidad ó desidia de los Españoles; pero con la llegada del duque de Sesa, volvió á encenderse. Este pues, habiendo juntado un poderoso exército, acometió y expugnó á Cental, ciudad bien guarnecida al pie de los Alpes, y destruyó sus fortificaciones, y con gran cantidad de trigo que sacó de allí, socorrió la necesidad de Fossano y Cuni. Despues de esto se apoderó fácilmente de Moncalvi, y Pescara de Rupivion, que tiempo antes habian fortificado los Franceses. Desde allí marchó con todas las tropas al territorio de Casal, y fué asolado con todos los estragos de la guerra. Como no era fácil tomar la ciudad, que se hallaba guarnecida con mucha tropa y fuertes murallas, fortificó á San Martin, y poniendo en él una guarnicion, consiguió que los Casalenses no pudieran moverse; y para estrecharlos mas, tomó finalmente á Pomero en el mismo territorio. Pero como apretasen los frios y hielos, y no fuese posible permanecer mas tiempo á campo descubierto, se retiró con sus tropas á quarteles de invierno. En la Romanía hubo tambien aparatos de guerra, y todos los movimientos se reduxeron á guarnecer las plazas, prevenir las armas, y hacer algunas presas: esta discordia se compuso en breve tiempo por la mediacion de Cosme, en cuyo obsequio concedió el Rey Eon Felipe la paz al duque de Ferrara, baxo de ciertas condiciones, siendo la principal el renunciar á la alianza del Pon ́tífice, y del Francés. En el mismo estado se hallaban las cosas de Toscana. Telamon y Castillon fueron tomadas á los Franceses por las fuerzas Españolas y Florentinas, al mando de los generales Vitelio y Leiva.

Entretanto Don Fernando hermano de Don Carlos, fué declarado Emperador César Augusto por los electores, congregados en la iglesia de San Bartolomé de la ciudad de Francfort, con grande aplauso y regocijo de los que se hallaban presentes. Partió desde allí á Aquisgran, acompañándole los Prínci

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