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Capitulo IX. 2 z obo

Sucesos de los Portugueses en Africa y en las Indias Orientales.

COMENZAREMOs á referir en una narracion seguida los he chos de los Portugueses, desde la derrota que padecieron en la Mamora hasta los tiempos de que hablamos, y lo mismo harémos en adelante, reuniendo por intervalos baxo de un aspecto todos los sucesos de este reyno. Hallábase Arzila en peligro por el sitio que la habia puesto el Rey de Fez; pero con la llegada de la armada que Sequeira conducia á la India fué libertada del cerco, Despues, pelearon desgraciadamente los Portugueses; algunos de ellos fueron muertos y otros ques daron cautivos, entre los quales pereció de peste en Fez Don Antonio Mascareñas; mas habiendo recobrado el ánimo que mostraban decaido, lavaron su ignominia con la sangre del enemigo. Noroña, Coutiño, y otro Mascareñas todos hombres valerosos destruyeron los aduares de los Moros, saquearon sus pueblos, talaron sus campos, y finalmente hicieron muchos cautivos con muy poca pérdida de los Portugueses. Fatigados 193 Moros con tantas derrotas pidieron la paz, prometiendo hacer quanto les mandasen y que darian rehenes y pagarian un tributo anual.

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No eran tan prósperos los sucesos en la India despues, de la muerte del grande Alburquerque. Sg sucesor Lope Suarez salió con una armada dirigiéndose al mar Roxo para incomodar la del enemigo; pero salieron vanos sus deseos, porque cerca del estrecho de Ceyla adonde estaba la ciudad llamada por los antiguos Emporium Avalites trocándosele la fortuna se Le abrasaron sus navíos; y despues en una horrible tempestad perdió otro baxel con la gente que en él iba. Fernando de Andrade navegó á la China con ocho navíos á fin de establecer comercio con aquella gente. Envió á Canton con el título de ems baxador del Rey Don Manuel á Tomás Perez que llevaba cartas y regalos para el Emperador de los Chinos; y se conduxo tan bien que dexó entre aquella nacion tan astuta grande fama de la probidad y buena fe Portuguesa; pero despues la destruyó

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su hermano Simon, hombre de costumbres muy contrárias, pues con su luxo, rapiñas y crueldadiechócă perdere todo lo que se habia ganado. Habiendo desembarcado en la isla dé Tamos edificó un castillo sin pedir permiso á los magistrados y le fortifica con guarnicion y máquinas de guerra. Finalmen te se entregó á todo généro de maldades y infamias cometiendo como un tirano las mas atroces violencias contra los naturales y negociantes. Por estos méritos de declararon los Chinos por su enemigol, yscercándola con una jarmada, faltó poco para que él y sus compañeros fuesen presos yppagasen la pena de sus maldades. Pero una tempestad disperso los navíos Chinos y Simỏn huyó á Malaca ciudad situada en la Península que llai maron los antiguos Chersonesum aureum, dexando á los Chinos tan podo satisfechos de su trató que ho habia para ellos en el mundo cosa más aborrecible que el nombre Portugués. Elembaxador Tomás noshabiendo conseguido permiso para versal Emperador, fué enviado á Canton, y murió miserableinente en la cárcélà no misl es do

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Is Goa y Malaca se hallabam amenazadas de los bárbaros, que noodexalam respirar á los ¿Portugueses; pero) acudierób á su soćorro Juan de Silveirad, y. Alexo de Meneses, cada uno con su armada y desvanecieron sel peligrool Habiendo sido Malaca cercada de nuevo, fué libradą por el valor de su guarnición, y arrojados de sus reales los bárbaros, y puestos en vergonzosa fuga, pagaron la pena de su obstinado atrevimiento. En varios parages inmediatos tuvieron otros muchos combates; y estos y otros peligros palecieron los Portugueses por las dis cordias civileso con qué ténian basi arruinado su imperio en aquellas regiones En este tiempo fué renovada la alianza con el Rey de Siam. Nayegó Suarez con una armada á Zeilam isla fertilísima y rica por su canela, y conocida con el nombre de Tapobana por los antiguos, que la ilustraron con muchas fábulas. Afin de que no careciese el dominio Portugués del comercio de tan afortunada isla, vencidos que fueron los Sárracenos y los naturalesa en una batalla, fabricó Suarez una fortaleza en un parage pportunopy hizo tributario del Rey Don Manuel al Régulo de Columbo capital de la isla, obligándole á pagar todos los años ciento y veinte mil libras de canela cierłą suma de diamantes que allí se crian, y algunos elefan;

tes. Por sucesor de Suarez fué enviado Diego de Sequeira, que habiendo llegado á la India sujetó al Régulo de Baticala que se habia sustraido de la obediencia de los Portugueses. Por medio de Antonio Correa hizo alianza con el Rey de Pegú. Destruyó á Alodino Rey de Bintan que molestaba continuamente á Malaca, saqueó sus reales, y se apoderó de su armada, y fué tan feliz que no pereció un solo Portugnés. Creyóse por cierto que el enemigo habia sido vencido mas por el auxilio divino, que por el valor y consejo de los hombres. Tambien se atribuyó á prodigio lo que hicieron cinco Portugueses solos. Habia llegado Manuel Pacheco con un navío bien equipado á la isla de Sumatra, situada baxo del equador á pedir satisfaccion de ciertos agravios; echó su lancha al mar con cinco Portugueses, y estando haciendo aguada en la embocadura del rio Icaparino, fué embestida la lancha por tres barcas en que venian ciento y cinqüenta bárbaros armados. Los Portugueses dexando la aguada, acometieron con grande ímpetu á la barca mas cercana, saltaron en ella y mataron á los que encontraron. Aterrados los bárbaros, se arrojaron precipitadamente al rio á fin de evitar la muerte; y las otras dos barcas temerosas de la pelea se pusieron en fuga. La barca desamparada fué llevada á Malaca, como lo escribe Faria, y se colocó en un lugar público en memoria de tan estupendo prodigio. Sin embargo fué concedida la paz á los Sumatranos, y restituido á los Portugueses lo que les habian robado.

No quedó impune la tiranía que Juan Gomez exercia en las islas Maldivias, pues fué asesinado con sus compañeros por una repentina conspiracion de los Mahometanos sus habitan, tes, y arrasada la fortaleza. Emprendió Sequeira otra expedicion al mar Roxo con una lucida flota, pero no tuvo mejor fortuna que su antecesor, y perdió el navío Almirante que se estrelló contra unas rocas. Aseguró la paz con el Rey de Abisynia, baxo la condicion de que este, cuyo nombre era Mateo de David y su muger Elena, enviasen antes de diez años un embaxador con regalos al Rey Don Manuel; y que Rodrigo de Lima con acompañamiento de Portugueses pasaria á la corte de David, revestido del mismo carácter de embaxador. Por este tiempo las cosas de lo interior de la India estaban en de, plorable situacion asi en el mar, como en la tierra. Jorge de

Brito fué muerto con algunos de sus compañeros en ¦ Achem puerto de Sumatra', habiendo padecido esta desgracia por la codicia de hacer presas; pero tuvieron mas felices sucesos en otra parte de la isla. Gueinal, cruel bárbaro, habia invadido el reyno de Pacen, despues de haber cortado la cabeza con engaño á su Rey; y implorando su hijo huérfano y menor el au xilio de los Portugueses, movió á compasión á Sequeira. Llegó entonces de Portugal Jorge de Alburquerque con una armada, habiendo perdido en el viage tres navíos; y le mandó Sequeira que pasasé á hacer guerra á Gueinal, llevando seis navíos. Llegado que hubo Alburquerque, intentó reducirle con amenazas, pero no adelantando nada fué necesario recurrir á las armas. Trescientos Portugueses se apoderaron de los reales del bárbaro y le mataron al tiempo que con mucho va lor animaba á los suyos á la pelea. Desordenados y puestos en fuga los enemigos restableció Alburquerque al pupilo en su reyno, y le entregó á sus parientes, obligándole á jurar fidelidad al Rey Don Manuel, y pagarle un tributo todos los años. Lope Brito venció en batalla á los bárbaròs de Zeilan que esta→ ban inquietos; y habiéndose apoderado de Columbo conce! dió la paz al Régulo de aquella isla, que se la pedia,› con gran ventaja de los Portugueses. Tales fueron los principales suce. sos acaecidos por este tiempo en Oriente. Volvamos ahora á nuestro hemisferio.

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Prosiguen las guerras de las Comunidades de Castilla y Valencia.

Ex Valladolid adonde se habian juntado los Comuneros á principios de este año de mil quinientos veinte y uno se halla 1521. ban todas las cosas en la mayor confusion y desorden. El pue blo enfurecido invadia las casas y los bienes de los más ricos, sin temor alguno de las leyes, ni respeto á los magistrados. Los incendios dé las casas, el saqueo de los bienes, las cárceles y destierros eran la pena de los que se atrevian á decir ó hacer la menor cosa contra la junta. Lo mismo sucedia en otras ciudades, porque la ferocidad como un pestilencial contagio se

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habia/apoderado de todos: Porzelinvierno hubo correrías:ý combates que aunque muy continuos no hubonen ellos cósą digna de memoria. Padilla y el obispo de Zamora juntando sus tropas comenzaron á molestar, con tales vexaciones á los que desaprobaban la conjuracion, que violentados algunos pueblos con el terror: hicieron juramento á la junțați y era tak là insa Jencia del obispo de Zamora que por todas las partes donde iba,dexaba horribles vestigios de su crueldad. Los del partido del: Rays no tenian menos deseos del hacer mal; más, la causa era muy diversa. Don Pedro de Ayala condende Salvatierra intentaba còmla fuerza de las armas que los pueblos de Vizca ya se apartasen de studeber; (péro sé) mantuvo firme la ciudad de San Sebastian, aunque vió sus campos talados. En vano fué tentada por Ayala la ciudat de Vitoria en la provincia de Alas Ma,¿porque, el valor de sus mobles! la defendió de das fuerzaś que la amenazabam por defuera çiy de la diseordia que reynaba dentroz Acudió muy á tiempo desde Navarra el hijo mayor del duque de Náxera con la gente que tenía consigo y se apoderó de la ciudad y del alcázada y despues marchó contra Ayala, § le venció huna feliz pelea; y habiéndodhécho prisioneros á Gonzalo de Baraona, que por todos medios procuraba rend› varnel.combate; le hizo llevar á Vitoria donde le cortaron la cabezal Los del Valladolid (habianqconferido nel mando de sus tropas á Padilla, el qual para hacerse grato á los de su partido, determinó atacar la villa de Torre-Lobaton, y al fin se vió obligada á sujetársele baxo de ciertas condiciones. Tratóse por entonces entre los principales de los dos partidos de componer las discordias, pero no fué posible concluir cosa alguna; porque los Comuneros arrastrados de sus pasiones, querian mas bien exponerse á todos los peligros, que admitir la paz. Muchos la rehusában,, por el temor de que sus {adversarios, no .156] selblvidarian de las injurias que habian › recibido, y que procu rarian tomar venganza. Giron trabaxó mucho en este negoció hostigado del desenfrenó de la plebe ; però no pudiendo redui cirlos á ningun partido justo, renunció á tam mala causa, ty se pasó á Tordesillas donde estaban los grandes del reyno. Habíase yalentibiado mucho la ira que cóncibió contra el Rey Don Cárlos, cuyo impulso á mi entender le hizo abrazar el partido de los Comuneros. Siguió su exemplo Don Pedro Laso despues

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