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Libro de la visita general

del virrey

Don Francisco de Toledo

1570-1575

ADVERTENCIA

Entre los actos de gobierno practicados por los representantes de la Corona de España en el Perú durante los 291 años que duró aquí la dominación española, ninguno más importante ni más transcendental que la visita general del virreinato ordenada por don Francisco de Toledo y realizada en parte por el mismo virrey en persona y en parte por visitadores ad hoc por él nombrados para tal fin. Al aceptar el cargo que le ofrecía Felipe II, el gran virrey se dió cuenta de que gobernar sin un concienzudo estudio y perfecto conocimiento del país cuyos destinos iba regir, era gobernar a ciegas, o mejor dicho, no gobernar. Dotado de un espíritu profundamente observador, instruído, enérgico, prolijo en los detalles y de una férrea voluntad, poseía las condiciones indispensables para formar un gran estadista, como en efec to lo fué, pero sin la vanidad tan inherente a la mayor parte de los hombres de estado. Nunca procedía sin consultar las opiniones de personas doctas e instruídas en las materias que quería tratar, y una vez formado su criterio sobre la naturaleza de las cosas, entonces adoptaba la resolución correspondiente.

Desde su arribo a Panamá comenzó Toledo a hacer prolijo examen sobre todo aquello que se ofrecía a su observación, dictando las medidas tendientes a poner remedio a los males. En su viaje de Paita a Lima, el virrey iba formulando y pidiendo a las autoridades informaciones escritas que le sirviesen de base a las reformas, que, seguramente, ya proyectaba; pero a su llegada a la capital del virreinato, el perspicaz gobernante comprendió que la extensión del terri torio sujeto a su mando, la diversidad de climas, de razas y de costumbres y el estado de desorganización producido por

la caída de una sociedad milenaria perfectamente cimentada y los fundamentos de una nueva sociedad sobre bases tan opuestas una y otra, que lo que en realidad existía era el caos, requería un estudio personal, sobre el terreno. Puesta en obra su plan, Toledo recorrió las provincias del centro y sur del virreinato, empleando cinco años en su gira, y para que sirviese de norma a los visitadores nombrados para las diversas provincias, dictó una serie de instrucciones a los visitadores, contenidas en el manuscrito que vamos a reproducir en seguida. Admira la previsión y prolijidad del sabio y sagaz virrey: no hay punto para la organización del país y el bienestar de sus gobernados que el virrey no toque en sus instrucciones, aun muchos que a las personas no muy compenetradas con la psicología del indio parecerán superfluos o baladís,como aquellos sobre la disposición de los dormitorios de los indios casados y solteros, de servicio, &. Nada escapó a su observación y nada quedó sin legislarse por medio de sus famosas ordenanzas, fruto de su estudio durante la visita general, tan bien meditadas, que muchas de ellas perduraron en la legislación colonial y superviven aún en la legislación actual de la republica. Aquellas instrucciones son, pues, la génesis de las célebres Ordenanzas de Toledo y vienen a explicar el por qué de muchas de estas.

El manuscrito aquí reproducido, fatalmente incompleto, consta de 73 hojas de papel de oficio, y es una copia coetánea del origidal, muy bien conservada, precedida de los dos escudos de armas, que también reproducimos, disminuidos en un tercio de su tamaño; fué de nuestra propiedad y conociendo su importancia, lo obsequiamos ha muchos años a la Biblioteca Nacional, donde ahora se conserva. Su publicación viene a servir como de prólogo a las ya citadas ordenanzas y al Libro de Provisiones reales de Toledo, fruto de la visita general, que publicamos en el tomo primero de nuestra Revista de Archivos y Bibliotecas Nacionales, y sobre todo, aporta material para escribir la historia del gobierno. del Virrey Toledo, que está clamando quien se encargue de

esa tarea.

CARLOS A. ROMERO.

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