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de diferentes conflictos en qué ambas partes lograron la ventaja, la caballería enemiga, aunque superior en número y mejor montada que la nuestra, fué completamente desordenada, batida y acuchillada hasta las mismas filas de su infantería, que durante la acción continuaba la marcha hacia Jauja y se hallaba muy lejos del campo cuando aquélla se decidió. Nuestra caballería ha mostrado un arrojo que mi pluma no alcanza a expresar, y que sólo puede concebirse recordando los siglos heroicos. El resultado de esta brillante jornada ha sido la de doscientos treinta y cinco muertos en el campo de batalla, entre ellos diez jefes y oficiales, más de 80 prisioneros, muchos heridos y una infinidad de dispersos. Se han tomado más de trescientos caballos aperados, y el campo de batalla está cubierto de toda clase de despojos. Por nuestra parte hemos tenido fuera de filas sesenta hombres muertos y heridos; entre los primeros el capitán Urbina de Granaderos a caballo de Colombia, y al teniente Cortés del Primer Regimiento de caballería del Perú. Entre los segundos, al bizarro general Necochea, con siete heridas, aunque ninguna de cuidado, al señor coronel Carvajal de Granaderos a caballo de Colombia, al comandante Sowerby del segundo escuadron del Primer Regimiento del Perú, al sargento mayor Felipe Brown y al capitán Peraza, ambos de la caballería de Colombia; el primero y los dos últimos levemente heridos, y el segundo, de alguna gravedad; entre la tropa hay pocos de riesgo.

Ayer se habría concluído la guerra del Perú si la infantería enemiga no hubiera continuado incesantemente su marcha al trote, y si la nuestra hubiese podido volar, como era necesario, para alcanzarla, porque todos ardían en deseos de destruir a los enemigos. Estos han quedado enteramente escarmentados, y su terror llega al extremo de que desde la madrugada de ayer no han dejado de marchar, ni aun de noche.

Mañana continúa el ejercito sus operaciones, y me lison. jeo de que muy pronto felicitaré a U. S. y a todo el país por el suceso de ayer, que, por ser el primero de la campaña, presagia los más felices resultados. La tierra de los Incas,

regada con la sangre de sus opresores y oprimidos, ofrecerá bien pronto bellos campos en que se extienda el árbol precioso de la libertad; y muy pronto los vencedores de catorce años no dejarán a estos desgraciados habitantes sino los recuerdos de los horrores que aquéllos han cometido mientras la fortuna les ha lisonjeado.

Quiere S. E. que estas noticias las haga circular U. S. circular a todos los pueblos y autoridades del país.-Dios guarde a U.S.-Tomás de Heres, Secretario General interino.

Al tener conocimiento Bolívar por un aviso escrito con lápiz, que le enviara el general Miller, de que la victoria de la caballería patriota se debió a la oportuna intervención del escuadrón Húsares del Perú, exclamó: "Húsares de Junín, de aquí en adelante"; y al día siguiente salía confirmada esta disposición en la orden general del ejército anunciando a éste la noticia del triunfo. Posteriormente, durante el gobierno del Gran Mariscal Gamarra, se dictó una ley para que el primer cuerpo de caballería del ejército llevase siempre el nombre de "Glorioso Regimiento Húsares de Junín". Esta ley se ha cumplido hasta ahora, pero ¿por qué siguien do el ejemplo de otras naciones, inclusive Argentina, con su famoso regimiento de Granaderos a Caballo organizado por San Martín, los Húsares de Junín no llevan el histórico uniforme que usaron en aquella épica jornada? Próximo a celebrarse el centenario de Ayacucho, creemos que sería de gran efecto el presentar a nuestros Húsares tal como lo estuvieron cuando ganaron la palma de la victoria en Junín.

El Congreso del Perú, en 29 de Marzo de 1828, dictó una ley otorgando una medalla a los vencedores de Junín, junto con otros premios a los vencederos en esa acción y en Ayacucho, y por decreto del vicepresidente de la república, que lo era entonces don Manuel Salazar y Baquíjano, se reglamentó la forma de la medalla, que consiste en un círculo de seis líneas de diámetro, cuya superficie esmaltada en blanco, lleva esta inscripción en letras negras-Batalla de Junín-"de su circunferencia saldrán cinco aspas o rayos iguales, esmaltados también, de rojo en el centro y de blanco en los extre mos, con un laurel de oro entrelazado al rededor de ellos.

En el reverso habrá grabados dos sables enlazados con dos lanzas con banderas".

El Congreso de Colombia concedió también condecoraciones por las batallas de Junín y Ayacucho.

En el campo de Junín, donde se libró esta gloriosa acción de armas, se ha levantado una columna de piedra para que recuerde a las generaciones venideras el heroísmo de las tropas libertadoras del Perú.

De los dos héroes de esta jornada, Necochea y Miller, la Nación agradecida ha erigido un soberbio mausoleo en el cementerio general de Lima al primero; pero los restos del segundo yacen olvidados en el protestante de Bellavista, y sería justo darles, como a los de Necochea, una tumba digna de éllos.

Lima, 6 de Agosto de 1924.

Carlos A. Romero

Don Felipe Gutiérrez

Gobernador de Veragua; Pacificador del Perú, Conquistador

del Río de la Plata.

Natural de Madrid, hijo del muy magnífico Señor Don Alonso Gutiérrez de Madrid, Receptor General, desde 1524, y luego, Teniente de Contador Mayor, y Contador Mayor de los Reyes Católicos, del Consejo del Emperador Carlos V, y su Tesorero General, y de Doña María de Pisa. Siguiendo la costumbre de los hijosdalgos entró como criado del Emperador, acompañándole a través de sus viajes, como durante su estancia en la Corte.

Don Alonso, su padre, tuvo, además, por hijos: a Diego, a quien se le concedió la entrada y conquista de Veragua, en donde fué muerto por los indios en 1545; y a Gonzalo de Pisa. El primero, tuvo un hijo nombrado Pedro Gutiérrez de Ayala; y el otro, uno, llamado Alonso de Pisa, que acompañó a su tío Diego a Veragua. (Alvarez Baena: Hijos de Madrid: Mad. 1789-90. I, 20; II, 8. Espejo, Cristóbal: Sobre organización de la Hacienda Pública Española en el siglo XVI. Mad. 1907).

A petición suya, y para favorecerle, dióle S. M. la entrada, conquista y población del Río Belén, en la Provincia de Veragua, que la Virreina de Indias Doña María de Toledo, madre del Almirante don Luís Colón, deseaba poblar, como dominios de su hijo. Había muchos pretendientes a esta conquista por considerarse "muy rica la tierra"; entre éstos, el clérigo Johan de Sosa, ex-vicario general del ejército

del Marqués don Francisco Pizarro en Cajamarca, que había regresado a la Corte, del Perú, muy rico con los 8,000 pesos de oro y 950 marcos de plata, con que desembarcó en Sevilla el 5 de Diciembre de 1533, y que le habían tocado en el rescate de Atahualpa. Mas, como dicha entrada y conquista no podía darse a un clérigo, porque en el que la obtuviera incidía el nombramiento de capitán general, diósele a Felipe Gutiérrez, a quien se asoció Sosa, aportando el capital.

La Reina Gobernadora nombróle gobernador en 10 de Noviembre de 1534, comunicándolo al Consejo que ordenó se le expidieran los despachos, que le fueron otorgados en 24 de Diciembre, dejando por Cédula de la misma fecha a salvo los derechos del Almirante a la provincia de que se trata. En esa misma fecha capituló con S. M. y conforme a lo acordado, la entrada y conquista. (Col. Doc. Arch. Indias. XXII. 383-406). Situábase por ella, a la Provincia de Veragua, en la costa de Tierra Firme "desde donde se acaban los límites de Castilla del Oro, llamada Tierra Firme, hasta el Cabo de Gracias a Dios" (Peralta: Costa Rica, Nicaragua y Panamá en el siglo XVI. Doc. del A. del I. Audiencia Panamá.-Veragua. París-Madrid. 1883).

Terminada la larga tramitación acostumbrada, reunió gente e hizo provisiones, embarcándose con más de 400 soldados en San Lúcar de Barrameda en Julio de 1535 (Id. loc. cit. Indiferente General, 1535). Pasó a la Isla Española, a proveerse de caballos, saliendo en Septiembre con dos naos, una a su cargo, otra al de Sosa y un galeón, con los soldados, de que era piloto Liaño.

"Llegó a Punta Caxines (Cabo de Honduras),-dice Oviedo: Hist. Gen. Mad. 1852. II, Cap. IV. VII. Lib. XXVIII. 480,494 y 499-y de aquí hicieron rumbo hacia el SE. La nave del Gobernador abordó primero a la isla del Escudo, luego el galéon y, por último, la de Sosa. Del Escudo se dirigie ron a las islas de Zorobaro, mas no las reconocieron, y de aquí regresaron a E. yendo tan lejos de Veragua que dejaron atrás el Nombre de Dios, al E. del río Chagres. El piloto

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