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clero secular. No faltan ni los congregantes de San Pedro, todos eclesiásticos, con sotana y estóla, ni los monagos y seises con sus deslumbrantes mantos carmesíes y sus becas azules, ni los acólitos, músicos de capilla, capellenes de coro y demás ministrales, precediendo al Cabildo eclesiástico de que dependen. Allí vá también el deán. Detrás marchan cinco pajés, vestidos de bayeta negra, uno con el guión y su divisa del mismo color, y los restantes con sendas hachas de cera en sus manos. Viene luego el cuerpo del virrey, llevado en hombros de los personajes más condecorados, que se han ido turnaado en ese servicio durante la marcha, en las varias posas colocadas en el camino. Inmediatamente detrás caminan llorosos y compungidos los familiares del difunto. Allí puédense ver, tirados por enlutados locayos, dos mag. níficos caballos despalmados, cubiertos con mantos negros de bayeta y caparazones de terciopelo del mismo color, guarnecidos con flecos y pasamanería de plata, y en su parte media, bordadas a todo costo, las armas del muerto. Allí vienen los ministros superiores e inferiores del Protomedicato y Consulado, y detrás de ellos la Real y Pontíficia Universidad, precedida por sus bedeles, vestidos de bayeta, con las mazas enlutadas, y tras ellos el rector y todo el claustro con sus infulas y capelos de terciopelo negro y sus borlas rojas, verdes, blancas amarillas y moradas, que distinguían a los juristas, teólogos, médicos y canonistas. Presente se haya también en el concurso, el Ayuntamiento bajo de marras, con sus ministros, tenientes, y porteros vestidos de luto; así como el Tribunal Mayor de Cuentas, los oficiales de la Real Hacienda y los miembros de la Real Audiencia, que acompañan al arzobispo-virrey. Viste éste sotana, muceta y mantelete de negro borborán. Vienen luego, cargando la tapa del féretro, los ayudas de cámara. Este vá forrado de terciopelo negro, por dentro y por fuera, galoneado de plata y con clavos, argollas y visagras del mismo metal, Cierran la procesión, la guardia de infantería y caballería del virrey, con los fusiles a la funerala, con las trompetas y los tambores a la sordina y espada en mano. Detras viene la

más lujosa estufa del virrey, toda enlutada, seguida de otra del arzobispo y de los coches de la nobleza de la colonia.

Tan lucido y numeroso cortejo, caminaba gravemente, con tardo paso, deteniéndose en los numerosos altares o posas, que se habían levantado en el tránsito, donde se rezaban y cantaban responsos por el alma del finado. De esta manera, la procesión no pudo llegar al lugar de su destino, hasta las diez y media de la mañana. Salieron a su encuen tro hasta el puente de Alvarado, la cruz alta, guardián y comunidad de San Cosme, y llegado que hubieron todos a este convento, cantó misa el deán de la Catedral, e hizo los oficios de sepultura, la que se dió al virrey en el presbiterio, dando fe del acto los escribanos de cámara. Y dicho que fué el último responso por el alma del finado, volviéronse los que formaron el cortejo a la ciudad".

Fué sepultado el Marqués de Casa Fuerte, como se indica en el anterior relato, en la iglesia de San Cosme, que entonces se encontraba a extremuros de la ciudad y que estaba a cargo de frailes franciscanos, porque don Juan de Acuña fué protector del convento, amigo particular de los frai les y en su compañía gustaba de permanecer algunas tardes en que solía pasear por los alrededores de la metrópoli virreinal.

En el sitio donde quedaron sus restos, se colocó una lápida de mármol, que hoy, en fragmentos, existe en el Museo Nacional, a donde fué trasladada a iniciativa del historiador Morroqui y en la que había la siguiente inscripción: "Aqui YAZE EL EXCMO. SR. DON JUAN DE ACUÑA MARQUES DE CASA FUERTE CABALLERO DEL ORN DE SANTIAGO COMENDADOR DE ADELFA EN LA DE ALCANTARA DEL CONSEJO DE S. M. EN EL REAL Y Supremo de Guerra, Capitan..............NERAL DE LOS EXERCIT...MAESTRE DE CAPO. C....RCITO DE CAT...DAN EYNOS DE ARAGON......Rey Gobernador y Cap Neral. de los ReyNOS: DE NV. ESPAÑA, LA QUE GovNo. 11 AÑOS; Y 5 MESES; Y 16 DIAS, Y MURIO DE ACTUAL VIRRREY EL 17 DE MAR. 1734, AÑOS Y ES AÑO REQUIESCANTIN PAZE".

El sepulcro del Marqués de Casa Fuerte se hallaba en el altar mayor, al lado del Evangelio, y según los "Apuntes de Epigrafía Mexicana" del ingeniero don Jesús Galindo y Villa, tenía tres inscripciones, dos de las cuales, en castellano copia el Licenciado Toro en su estudio ya citado, y otra en 16 versos latinos, pero cuya existencia casi niega el mencionado historiador don José María Marroqui, autor del libro "La ciudad de México" y de quien tomamos la inscripción framentaria ya reproducida. El señor Galindo y Villa dijo haber transcripto las referidas inscripciones del señor Ramírez Aparicio.

Según Toro, el monumento de era de mármol y de aspecto magnífico, con un sencillo pedestal sobre el que se levantaban cuatro pilastras que sostenían un frontis. La primera inscripción decía: "Don Juan de Acuña, Marqués de Casa Fuerte, murió siendo virrey de este reino, en 17 de Marzo de 1734. Está sepultado en este presbiterio".

Otra inscripción rezaba de esta guisa:

Descansa aquí, no yace, aquel famoso
Marqués, en guerra y paz esclarecido,
que en lo mucho que fué, lo merecido
no le dejó qué hacer a lo dichoso.

Ninguno en la campaña más gloriosa
ni en el gobierno fué tan aplaudido,
no menos quebrantado que sufrido
vinculó en la fatiga su reposo.

Mayor que grande fué, pues la grandeza

a que pudo incitarlo regio agrado,

fué estudiado desdén de su entereza;

Y es que retiró tanto su cuidado de lo grande, que tuvo por alteza quedar entre menores sepultados

El monumento fué destruído cuando se hicieron algunas reposiciones al templo a fines del siglo pasado, sin que se tenga noticia ninguna del paradero da los restos del magnífico Virrey don Juan de Acuña.

Tales son los datos que he logrado obtener acerca del ilustre Marqués de Casa Fuerte, sintiendo sobremanera que el temor de cansar más vuestra ya fatigada atención me impida referiros algunas anécdotas acerca del glorioso limeño que tan brillante papel desempeñó en la historia de mi país. Dichas anécdotas forman la segunda parte de este ligero esbozo, con la lectura del cual, repito, he querido rendir pleito homenaje a uno de los más eminentes hijos del Perú.

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El altar Mayor de la parroquia de San Cosme (México). Estado actual.

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