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mó, como queda dicho, de su hermano. Sidonio ApoIlinar, á quien Teodorico hizo conde, y despues en la Gallia fué obispo de Arverno, hoy Claramonte, en una carta que dirige á Agrícola, declara por menudo las virtudes de Teodorico, la gravedad y mesura de su rostro, sus fuerzas corporales, que no era dado á regalos, sino de todo punto varonil y soldado; la destreza en tirar el arco, la templanza en la comida y bebida, la costumbre que tenia despues de comer de aflojar con honestos juegos el ánimo apesgado y flechado con los cuidados del reino; y lo que es muy propio de los reyes, daba audiencia á los miserables con una paciencia singular. Añade que se deleitaba cenando con las burlas de los truhanes, pero sin que mordiesen á nadie. Estaba Avito acerca dél por embajador de Máximo Augusto, y dice Gregorio Turonense que era natural de Claramonte. A este Avito, sabida la muerte de su señor, persuadió el Rey que se apoderase del imperio de occidente, y para esto le ayudó con su autoridad y fuerzas. Concertaron los dos que en recompensa destas ayudas quedase por los godos todo lo que en España quitasen á los suevos, que se iban apoderando de las tierras de los romanos y aspiraban al imperio de toda España. Era menester buscar algun color honesto para hacerles guerra y para quebrantar los vínculos del deudo que tenian entre sí; parecióles ser lo mejor con una embajada amonestar á Recciario no se olvidase de la modestia; que acometer sin alguna causa á los comarcanos, y sin haber recebido injuria dellos, seria despertar contra sí el odio público y envidia de las otras naciones; que los reinos con justicia se fundan, y por ambicion y crueldad se pierden; amenazaba que si no desistia, no podia faltar al imperio romano, que le habia obligado su fe, y del que tenia recebidos muchos beneficios. A esto Recciario, como hombre de soberbio corazon, á quien las victorias pasadas hinchaban y henchian de vanas esperanzas, respondió que en breve seria en Tolosa para probar de cuánta valentía era lä una y la otra gente y determinar aquel pleito por el trance de las armas. Con esta respuesta Teodorico, para prevenir y para todo lo que pudiese suceder, hizo juntas de los suyos, y llamó tambien socorro de los borgoñones y de los francos; pasó los montes Pirineos, y cerca del rio Urbico, que corre entre Iberia y Astorga en Galicia, en una batalla muy trabada venció y puso en huida á su enemigo. Grande fué la matanza que de suevos se hizo en aquella batalla. El mismo Recciario salió herido, y no teniéndose por seguro en parte alguna de España, quiso en una nave pasar en Africa; pero la fuerza de la tormenta le echó á la ciudad de Portu por aquella parte que el rio Duero se mete en el mar. Allí por mandado del vencedor le mataron el año de 456, como lo dice Adon Vienense. Braga fué puesta á saco, pero sin sangre de los ciudadanos. La presa fué rica por estar, á lo que parece, en aquella ciudad la silla de los reyes suevos. Despues desta batalla puso Teodorico por gobernador de Galicia, que dejó sujeta, á Acliulfo, del linaje de los varnos, no de la nobleza de los godos, y hombre de poca lealtad. Revolvió la guerra contra la Lusitania, donde por amonestacion de santa Olalla, debajo de cuyo amparo estaban Mérida y sus cosas por ser ella su protectora, desistieron de saquear aquella ciudad. Hecho esto, Ceurila con parte

del ejército fué enviado contra la Bética; Nepociano y Nerico á Galicia contra Acliulfo, que, olvidado de la fe y de su deber, se habia apoderado de aquella provincia y hecho tirano. Teodorico, vuelto en Francia, ó con deseo de descansar, ó por acudir á otras alteraciones, tomó las armas contra los romanos y contra Mayoriano, por ventura porque habian forzado á Avito que renunciase el imperio, como se dirá luego, y ya se dijo que el emperador Avito y el. rey Teodorico eran amigos. Taló pues los campos de Francia y saqueó los pueblos y pasó armado hasta el rio Ródano; y como se apoderase de Leon, la puso á fuego y á sangre y la saqueó. Esto en Francia. En España el capitan Ceurila, como hobiese al improviso y antes que nadie imaginara llegado á la Bética, los naturales con embajadores que le enviaron le hicieron saber que ellos ponian á sí y á todas sus cosas en el poder de los godos; que no habian consentido con los demás suevos ni conspirado contra los romanos; què estaban aparejados á dar rehenes y hacer lo que les fuese mandado, recebirlos en los pueblos, ayudarlos con trigo y con todas las demás cosas. Por esta manera sin sangre la Bética quedó sujeta al señorío de los godos. En Galicia se hacia la guerra con mayor porfía, y últimamente, en una batalla que se dió cerca de Lugo, Acliulfo, que se nombraba rey, á lo menos se habia apartado de la obediencia de los godos, fué preso y pagó con la cabeza. Los suevos enviaron á Teodorico hombres santos con los ornamentos de la iglesia y cosas sagradas para moverle más, por cuya industria alcanzaron perdon para toda la provincia de Galicia, y no solamente el perdon que pedian, sino con increible grandeza de ánimo les otorgó que, recogiendo las reliquias del naufragio pasado, nombrasen de entre sí rey. Vinose á la eleccion, no se conformaron las voluntades, unos nombraron á Franta por rey, otros á Masdra; este por los suyos fué muerto á hierro dentro de dos años. Remismundo, su hijo y sucesor, año de nuestra salvacion de 460, conforme á la cuenta de Isidoro, corregidos los números conforme á la verdad, se concertó con Franta, y juntadas con él sus fuerzas, entró por la Lusitania metiéndola toda á fuego y á sangre; provincia que en aquella sazon habia vuelto al señorío de los romanos, si bien no se entiende la manera, el tiempo ni la causa en que esto se hizo; lo que se sabe es que Remismundo no la pudo del todo sujetar á su señorío. En Roma y en Italia Ricimer, nieto que era de Walia, rey de los godos, na→ cido de una su hija y de padre suevo de nacion, era en este tiempo maestro de la milicia romana, que era el mayor poder y cargo despues del emperador. Este hacia y deshacia emperadores en aquellos miserables tiempos; y con esto traia al retortero la república romana, porque Mecilio Avito, sucesor de Máximo, renunció el imperio y fué hecho obispo de Placencia en Italia. El que le forzó á hacer esto, que fué Julio Valerio Mayoriano, sucesor suyo, pasó en España, y sosegadas las alteraciones de aquella provincia, aprestá una armada en Cartagena con deseo de deshacer á los vándalos en Africa. Pero todo este aparato se desvaneció como humo, porque parte de la armada quemaron los enemigos, parte tomaron por haber ellos tenido noticia de lo que el Emperador pretendia y tiempo para hacerle resistencia y daño. El mismo Mayoriano,

que pertenecian á aquel gobierno, punto de que tenemos muchas conjeturas y razones, si no concluyentes, á lo menos probables; pero volvamos á lo de Galicia.

CAPITULO V.

De la muerte del rey Teodorico y del rey Eurico.

afeado con la afrenta del mal suceso, si bien en la Gallia restituyó al imperio todo lo que los godos usurparan, dado asiento en las cosas de aquella provincia y vuelto en Italia, perdió la libertad y la vida en Dertona cerca del rio Hira, á los 7 de agosto año de 461, todo por engaño y órden de Ricimer. Por su muerte Vibio Severo, participe en esta conjuracion, fué puesto en su lugar, ayudado por el mismo Ricimer. En aquella revuelta y confusion de cosas el rey Teodorico se tornó á apoderar de Narbona por entrega que della hizo Rabenio, á quien con graudes promesas él persuadió se apartase de la obediencia del emperador Severo. Hay en Nebrija un letrero deste tiempo en la misma delantera del templo sobre la puerta con estas palabras vueltas en romance:

ALEJANDRIA, CLARÍSIMA HEMBRA, VIVIÓ AÑOS VEINTE Y CINCO, POCOS MAS O MENOS: MURIÓ EN PAZ Á 10 DE LAS KALENDAS DE ENERO, ERA 503. PROBO, SU HIJO, VIVIÓ DOS AÑOS Y UN MES.

Por las palabras latinas deste letrero, que es muy llano, se ve que la elegancia de la lengua latina habia ya en este tiempo degenerado mucho de lo antiguo. La alfa y la omega con la señal de la cruz, en aquella forma que se dijo arriba hizo Constantino Magno la bandera real, están puestas debajo deste letrero, conforme á la costumbre de aquel tiempo en razon de diferenciar los sepulcros de los cristianos de los demás. Gobernaba por el mismo tiempo la Iglesia romana Hilario, natural de Calari en Cerdeña, sucesor de Leon el Magno. Hay una carta de Ascanio, obispo de Tarragona, para Hilario, con ocasion de la cual y de un concilio de obispos que se juntaron para celebrar el dia en que nació el dicho pontífice, se trató en Roma cómo Nundinario, obispo de Barcelona, nombró por heredero de sus bienes y señaló por su sucesor á Ireneo, coadjutor suyo. Dicen que la voluntad y juicio del obispo fué aprobada por los votos de los principales y de los demás del pueblo. Movido deste ejemplo ó de su voluntad, hizo lo mismo Silvano, obispo de Calahorra, señalando sucesor, pero sin la voluntad del pueblo y consentimiento del metropolitano. Por tanto pedian que, aprobada la primera eleccion por autoridad de Hilario, la segunda se diese por ninguna. Respondió Hilario que por no poderse en manera alguna distinguir la causa de Barcelona de la de Calahorra y porque no pareciese se heredaba lo que por benignidad de Cristo se da conforme á los merecimientos de la vida de cada uno, que la una y la otra eleccion se tuviesen por de ningun efecto y se tornasen á hacer conforme á las costumbres y leyes legalmente. La data desta carta fué á 30 de diciembre, siendo cónsules Basilisco y Hermenerico, que fué áño de nuestra salvacion de 465. En esta carta Ascanio se llama metropolitano de la provincia Tarraconense. Tenia Tarragona por sufragáneas á Calahorra, Leon, BarceJona, Ciudad-Rodrigo, que antiguamente se llamó Mirobriga, dado que entre sí estaban muy apartadas, argumento claro que era superior de todas las iglesias que en España obedecian al imperio romano, y reconocian á la Iglesia romana por madre y cabeza de la religion cristiana, como lo es. Por ventura en España no se usaba en aquel tiempo el nombre de primado, sino que donde tenian el gobierno y la silla del imperio, aquella ciudad reconocian las demás ciudades é iglesias

Los suevos en esta misma sazon andaban alterados á causa de nuevas guerras que entre ellos se levantaron. Fué así, que por votos de la una parcialidad de las dos que andaban entre aquella gente, en lugar de Franta, difunto, como queda dicho, fué puesto Frumario. Su competidor Remismundo, antes que el nuevo Rey cobrase fuerzas y se arraigase en el reino, pretendió apoderarse por fuerza de armas de todo el señorío y nacion de los suevos; y salió con ello por causa que al mismo tiempo falleció acaso de su enfermedad Frumario, su contrario. Dado que Iria Flavia, ciudad sujeta á Remismundo, fué destruida por los contrarios, ca no quedaban del todo sosegados con la muerte de Frumario, su rey. Reducida con tanto la gente de los suevos debajo del imperio de uno, grandes levas de gentes se hicieron en toda aquella provincia, con que juntado un grueso ejército, Remismundo acometió la Lusitania, y despues de haberse por engaño apoderado de Coimbra, hizo lo mismo de la ciudad de Lisbona, por entrega que della le hizo Lucidio, ciudadano y gobernador de aquella ciudad. El poder de los romanos era menospreciado; temíanse las armas de los godos; por esto pareció á los suevos conveniente aplacar á Teodorico con una embajada con que le prometian de mantenerse en su fe y estar prestos para hacer lo que les fuese mandado. Dió orejas el Godo á esta embajada, y para mayor firmeza de la amistad tratóse que los reyes se confederasen con nuevo parentesco; y así, Remismundo casó con una hija de Teodorico, que con voluntad de su padre fué enviada á España, y en su compañía Salano, hombre principal, que tomó cuidado de Hlevarla. Iba tambien entre los demás Ayace, hombre francés, y que por ganar la gracia de su rey, dias antes se hiciera arriano. Todo esto iba enderezado á que por diligencia deste hombre los suevos se pervirtiesen y hiciesen arrianos; con que se prometian, quitada la diferencia de la religion, seria mas firme el asiento que tomaron. Hizo aquel hombre astuto lo que se pretendia. En efecto, la Reina procuró introducille en la gracia de Remismundo, y por aquel medio inficionar la gente de aquella mortal ponzoña. Salano, como celebradas las bodas se volviese á Francia, halló que Teodorico era muerto por engaño de Eurico su hermano, que fué año de nuestra salvacion de 467, el año trece despues que él con semejante alevosía dió la muerte á Turismundo, su hermano. El reino de los godos sin contradiccion quedó por Eurico en premio de aquella maldad. Era grande su ferocidad y brio; solo le ponia en cuidado el poder de los suevos. Temia que Remismundo vengaria por las armas la muerte del Rey, su suegro; deseaba juntamente quitar la Lusitania á los suevos, y echados los romanos de toda España, hacerse universal señor deIla, porque en aquella era estaba dividida en tres partes. La Galicia con parte de la Lusitania obedecia á los suevos, la Bética y Cataluña á los godos, debajo del imperio de los romanos permanecia la provincia Car

taginense, los Carpetanos, reino de Toledo y casi todas las demás provincias de España. Eurico pues lo primero se concertó por medio de sus embajadores con el emperador Leon, que regia las provincias del oriente; hecho esto, entró con un grueso ejército y discurrió basta lo postrero de España, donde sin hallar contradiccion, por muchas partes maltrató y sujetó la provincia de Lusitania. Desde allí, antes de dar la vuelta, envió delante parte de su ejército para apoderarse de Pamplona y de Zaragoza, que perseveraban en la obediencia de los romanos. El tambien con lo mas fuerte del ejército movió la vuelta de la España citerior, y en ella despues de largo cerco se apoderó de Tarragona, ciudad que en España tenia muy grande autoridad, y la derribó por el suelo, enojado de que se pusieron en defensa y que el cerco hobiese durado mucho tiempo. Con esto despojó á los romanos de todo el señorío que tenian en España y del imperio que duró en ella casi setecientos años; y aun fuera de Galicia, que quedó por los suevos, todo lo demás de España por fuerza de armas se rindió á los godos. Esto en España. En la Gallia se ensancharon los términos del señorío de los godos con esta ocasion. Las cosas de Italia iban de caida á causa de las guerras civiles que andaban muy encendidas con grande y vergonzosa flaqueza del imperio romano, de manera que apenas ya ni por sus fuerzas ni con socorros de fuera se podian entretener; porque muerto el emperador Vivio Severo, Flavio Antemio tuvo por algun tiempo el imperio de occidente, sustentado con las fuerzas y mañas de Ricimer, patricio, que sacó del barato para sí por mujer una hija del nuevo emperador, bien que la amistad no duró mucho, ni podia ser seguro tan gran poder de hombre particular; y es cosa forzosa que perezca ó que haga perecer el que pone miedo al principe, como acaeció entonces. Resultaron diferencias entre el suegro y el yerno; vinieron á las armas, y Ricimer se apoderó de la ciudad de Roma y la saqueó, dió otrosí la muerte al emperador Antemio. Con esto un senador llamado Olibrio sucedió en el imperio. El mismo Ricimer pocos dias despues murió atormentado de gravísimos dolores. El vulgo entendia que era venganza del cielo por haber menospreciado poco antes el derecho de afinidad tan estrecha y haber maltratado aquella ciudad. Muerto poco despues Olibrio, siguióle Glicerio, en ninguna cosa mas afortunado que su predecesor, porque Julio Nepote, á quien Leon, emperador de oriente, diera el imperio de occidente, le forzó á renunciarle, y le envió á Salonia, ciudad de Esclavonia, para que allí fuese obispo de aquella ciudad á propósito que no le escarneciesen y maltratasen, si quedase en Italia despojado del mando como hombre particular, y para que con aquella dignidad se sustentase y pasase por el agravio que le hacian; dado que parece vino de su voluntad en ello, pues poco despues fué aquella ciudad acogida del mismo Nepote, cuando asimismo le echó de la silla imperial Momillo Augusto. Orestes, maestro que era de la milicia romana despues de Ricimer, y padre deste Momillo, quitó el imperio á Nepote, y en él puso á este su hijo, lo cual sucedió á 31 de octubre año de 475. Vulgarmente á este nuevo emperador llamaron Augustulo por via de escarnio y porque en él se acabó de todo punto el imperio de occidente, que otro del mismo nombre, es á saber, Octavio Augusto, habia fun

dado á lo que parecia para siempre y para que fuese perpetuo. Desta manera trueca y revuelve la fortuna, ó fuerza mas alta, las cosas humanas. Caen las ciudades y los imperios, yérmanse los pueblos y las provincias se asuelan; que es todo consideracion muy á propósito para conhortarse cada cual y llevar en paciencia sus trabajos. Ciudades y reinos muy nobles yacen por tierra caidos como cuerpos muertos; y nos, cuyas vidas estrechó la naturaleza dentro de pequeños términos, si alguno de los nuestros muere & harémos extremo sentimiento? Razon es sin duda y muy justo nos acordemos que somos hombres, y no nos queramos atribuir la inmortalidad de los que están en el cielo. Imperó Augustulo nueve meses y veinte y cuatro dias. Odoacre, hombre bárbaro, rey de los herulos, habiéndole quitado el imperio, se apoderó de Italia y de Roma, y tuvo aquel imperio por mas de diez y seis años. Este fué el fin del imperio de occidente, estos los emperadores postreros y desgraciados que aquí habemos juntado como las heces que fueron del imperio romano y de su majestad. Volvamos atrás y contemos algunas cosas que en su tiempo acontecieron. Eurico, rey de los visogodos, despues de haber domado á España, acometió las tierras de la Gallia. Añadióse este nuevo mal á los demás con que las provincias todas eran trabajadas. La deslealtad,que en aquel tiempo mas que en otro se usaba, fué la principal causa destos daños. Fué así, que Arbando primero y despues Seronato, que eran en la Gallia gobernadores por los romanos, persuadieron á este Rey que se apoderase de las provincias del imperio, pues le seria cosa fácil en tiempos tan revueltos. Juntóse con esto que á Genserico, vándalo, venció en una batalla naval cerca de Sicilia Basilisco, capitan famaso del emperador Leon. Con esta pérdida maltratado el Vándalo, se volvió en Africa, y por miedo que tenia de mayor daño, donde movió por sus embajadores á la una y á la otra gente de los godos, ostrogodos y visogodos contra los romanos, con grandes esperanzas que les puso delante y partidos aventajados. Estas fueron las causas de la guerra que se hizo en Francia. Arvando y Seronato, descubierta la traicion y convencidos en juicio, pagaron con las cabezas. El intento de Genserico tuvo mejor suceso, porque Teodemiro, rey de los ostrogodos en Panonia, recobrado que hobo su hijo Teodorico, que largo tiempo estuvo en Constantinopla en rehenes, y el cielo le tenia aparejado el imperio de Italia, dió cuidado á Vindemiro su hermano para que hiciese guerra á Italia, que de sí misma iba á caerse y estaba para perderse. Pero este, vencido por los dones que Glicerio Augusto le dió en el tiempo que tuvo el imperio, dejada Italia, se pasó en la Gallia, y juntó sus fuerzas con Eurico, que con gran espanto y daño de aquella provincia comenzaba á talar los campos y meter á fuego y á sangre las villas y lugares. Fué esta junta de grande efecto, y dado que Epifanio, obispo de Pavia, varon en aquel tiempo de grande autoridad, enviado por Nepote Augusto, trató de sosegar estas gentes, no hizo algun efecto; antes partido él, los de Rodes, de Cahors, de Limoges, los gabalitanos quedaron sujetos por las armas de los godos. Arverno otrosí, ciudad de la primera Aquitania, que hoy llaman Claramonte, no lėjos. de aquel collado donde la antigua Gergovia de César estuvo situada, forzosamente se hobo de entregar por es

destas cosas por haberlas dejado los historiadores de contar. Reinó Eurico por espacio de diez y siete años. Falleció en Arles de su enfermedad el año de nuestra salvacion de 483. En este mismo año Simplicio, pontifice romano y sucesor de Hilario, pasó desta vida á otra mejor. Hállase una carta de Simplicio para Zenon, obispo de Sevilla, do se ponen estas palabras: «Por relacion de muchos hemos sabido que tu caridad con el favor del Espíritu Santo así gobiernas tu Iglesia, que con la ayuda de Dios no siente los daños del naufragio. Por tanto gloriándonos con tales nuevas, nos pareció conveniente de hacerte vicario de nuestra silla, con cuya autoridad y vigor esforzado no permitas en alguna manera que se traspasen los decretos del amaestramiento apostólico ni los términos de los santos padres. Porque justa cosa es que sea reinunerado con honra aquel por cuyo medio en esas regiones se sabe crece el culto divino. » Destos principios, como quier que los romanos pontífices en adelante acostumbrasen á hacer sus vicarios á los obispos de Sevilla, les nació aquella autoridad que algunas veces tuvieron sobre las demás iglesias de España, junto con que aun por este tiempo la iglesia de Toledo no tenia el derecho y autoridad de primado. A Simplicio sucedió Félix, cuya carta asimismo se ve para el mismo Zenon, en que no hay cosa alguna que digna de memoria sea.

tar cansados los ciudadanos de un cerco que sobre ella tuvieron muy largo. Hacian resistencia á los godos y á sus intentos por una parte el obispo de aquella ciudad, llamado Sidonio, con sus fervientes oraciones y vida muy santa, por otra el conde Ecdicio con su valor y con las armas, hijo que era de Avito, uno de los emperadores ya contados. Pero las orejas de los santos y del cielo estaban sordas para oir las plegarias de aquel pueblo, y los muros de la ciudad por la mayor parte echados por tierra y allanados. Por esta causa Ecdicio se resolvió de huir. Llamóle el emperador Nepote y hízole patricio, que á la sazon era nombre de grande dignidad, premio debido á su virtud, si bien tuvo poca dicha en defender la ciudad. En lo que mas se señaló este nobilísimo varon fué en la liberalidad con los pobres en un tiempo que corrió de una hambre y carestía muy grande, mayormente en la Borgoña. Acudió á tan grave necesidad Ecdicio con sus tesoros y con sus riquezas. Envió su gente con jumentos y carros para que le trajesen todos los pobres que hallasen. Juntaron como cuatro mil dellos, hombres y mujeres y niños; á estos todos dió en su casa el sustento necesario por todo el tiempo que duró aquel azote y trabajo; y despues por el mismo órden los hizo volver á sus casas y á sus tierras. Partidos los pobres, dice Gregorio Turonense que sc oyó una voz del cielo, que dijo: «Ecdicio, Ecdicio, porque hiciste esto, y obedeciste á mi voz, y sustentando á los pobres, hartaste mi hambre, ni á tí ni á tus descendientes para siempre faltará pan.» Para hacer rostro á los godos, que se iban apoderando de gran parte de la Gallia, el emperador Nepote despachó á Oreste, maestro de su milicia, con bastante número de gente. Era este capitan godo de nacion; y conforme á la poca lealtad que en aquel tiempo se usaba, dejada aqueIla empresa, revolvió con sus fuerzas contra su mismo señor y emperador sin parar hasta despojarle del imperio y poner en su lugar á su hijo, que, como queda dicho, se llamó Augustulo. Con la vuelta de Orestes no quedó en la Gallia quien hiciese resistencia á los godos; así extendian sin contradiccion en aquella provincia los términos de su imperio. Apoderáronse de Marsella y de otras ciudades por toda aquella comarca, cuyos campos riega el caudaloso rio Ródano con sus aguas. Finalmente, Eurico puso la silla de su reino en Arles, y soberbio y arrogante con tantas victorias, como si le faltaran de todo punto los enemigos, revolvió su furia contra la religion católica, como príncipe arriano, que era muy aficionado á aquella mala secta. Para mejor salir con lo que pretendia, que era deshacer los católicos, echaba los obispos de sus iglesias sin poner otros en su lugar. Los demás sacerdotes y clero, por no tener quien los acaudillase, se derramaban por diversas partes y se reducian á muy pequeño número. Desamparaban los templos, que en parte se caian, en otros nacian yerbas y matas y todo género de maleza en tanto grado, que las mismas bestias y ganados se entraban dentro á pacer, sin que la santidad de aquellos lugares fuese parte para reparar este daño por estar las puertas caidas y la entrada libre para todos, así hombres como brutos, si ya no era que los matorrales y zarzales en algunos templos eran tan grandes que no dejaban entrar á nadie. Sidonio Apollinar en muchas cartas llora la calamidad de tiempos tan miserables; dél se ha de tomar la razon

CAPITULO VI.

Del reino de Alarico.

Hechas las exequias de Eurico, los principales, á los cuales el padre estando á la muerte mucho lés encomendó á Alarico, su hijo, y á él dió muy buenos consejos, le declararon por sucesor de su padre. En tiempo deste rey las cosas de los visogodos estuvieron pacíficas en España. La Gallia, por estar dividida en muchos señoríos de godos, francos y borgoñones, no podia sosegar largo tiempo. Teodorico en Italia, con consentimiento del emperador Zenon, que sucedió á Leon, fundó el reino de los ostrogodos, ca venció y mató al rey Odoacre año de nuestra salvacion de 493. El origen de los ostrogodos y su principio se ha de tomar del tiempo de Radagaiso, el cual como fuese deshecho en Fiesoli por las gentes de Honorio y por el esfuerzo de Stilicon, los que quedaron de aquel ejército destrozado de ostrogodos, pasados varios trances, juntaron sus fuerzas con los hunnos, y en la batalla Cataláunica estuvieron de parte de Atila, como queda arriba dicho. Despues, como tuviesen por mejor asentar á sueldo del imperio romano que servir á los otros bárbaros, el emperador Marciano les dió tierras en Panonia donde morasen. Poco despues vino á ser rey de aquella gente Teodomiro, cuyo hijo fuera de matrimonio habido en una mujer llamada Eurelieva, por nombre Teodorico, de edad de siete años, envió su padre por rehenes al Emperador Leon. Era mucha su gracia; por esto y con la buena crianza y su ingenio se hizo muy amable al emperador, tanto, que llegado á mayor edad le dió licencia para volverse á su patria. Despues de la muerte del padre como hecho rey volviese á visitar al emperador Zenon en el mismo tiempo que Odoacre Herulo acometió el imperio de Italia, alcanzó dél fácilmente licencia de pasar contra aquel Rey, y vencidos y destruidos los

cio sucediese; que si á Alarico no enfrenaba el respeto de padre ni á Clodoveo reprimia el amor de hermano, él como á hijo amenazaba al uno, y al otro apercebia que tendria por enemigo aquel que mostrase mayor odio y aversion á la paz, no obedeciendo á los consejos y amonestaciones de un pecho amicísimo y de un tan cercano pariente. Alarico mas fácilmente daba oidos á estas amonestaciones. Clodoveo, por ser hombre mas feroz, desechaba cualquier condicion de paz. Dió pues esta soberbia respuesta: que él no tenia otro ánimo con Alarico del que era justo y él gustaba; que él fué el primero agraviado y ofendido, junto con que demás de dar acogida á sus enemigos en sus tierras, le habia denunciado la guerra; que el derecho de naturaleza y la majestad real pedian no diese lugar á estas demasías, sino que se defendiese y desagraviase; concluia con decir que convidando él con la paz, y el enemigo presentando la guerra, deseaba le hobiera dado la naturaleza dos manos derechas, la una para contraponerla á Alarico, y dar la otra desarmada al mismo Teodorico. Esta respuesta de tanta resolucion hizo que el Ostrogodo quedase mas inclinado á Alarico. Escribió cartas á todos los demás reyes, cuyas copias hoy andan, en que reprehende la soberbia y orgullo del francés, cár

enemigos, se llamó rey de Italia. Sujetó otrosí á Roma, como manifiestamente se entiende por las cartas que Casiodoro, su secretario, escribió en nombre del mismo rey. Para cobrar fuerzas y arraigarse muy de propósito en el nuevo reino que conquistara acordó ayudarse de todas partes, y en particular emparentar con los francos, borgoñones y visogodos, príncipes y naciones en aquel tiempo de grande poder y fama. Con este intento él mismo casó con Audefleda, hermana de Clodoveo, rey de los francos, que ya en aquella sazon era cristiano. De dos hijas suyas, habidas en una mujer soltera, la una, llamada Ostrogoda, dió por mujer á Alarico, rey de los visogodos; la otra, llamada Teudicoda, á Gundibaldo, rey de los borgoñones. Por esta forma y con estos casamientos se hizo como juez y cabeza de todo el occidente; y como tal procuró concertar cierta diferencia que resultó entre los visogodos y los francos con cartas y mensajeros que despachó á los unos y á los otros, en que con los ruegos mezclaba amenazas si no venian en lo que era razon. Los francos, por el amor que tenian á la religion católica, que poco antes abrazaran, aborrecian á los visogodos como gente inficionada de la secta arriana. Demás desto, llevaban mal que todos los desterrados y enemigos de los francos hallasen segura acogida en el reino de Alarico. Quejá-gale que confiaba en sus fuerzas y en su fiereza, que

base otrosí Clodoveo que Alarico en cierta habla que tuvieron concertada trató de armarle cierta zalagarda para quitalle la vida, lo cual decia saber muy cierto. La verdad era que dos reinos comarcanos como estos no podian estar mucho tiempo sosegados ni faltar ocasiones de desabrimientos. Destos principios se temia alguna grave guerra y que se encenderia algun gran fuego entre aquellas dos gentes ferocísimas. El rey ostrogodo, avisado de lo que pasaba, primero por la fama, y despues por diversos mensajeros que le vinieron, y recelándose de los daños que podrian resultar, despachó á cada uno de los dos su embajada con sendas cartas que les escribió muy prudentes y graves para sosegarlos y concertar aquellas diferencias. Avisóles que recebia el mayor pesar que podia ser viendo que dos tan amigos suyos se armaban el uno contra el otro y aun se despeñaban en su perdicion, desórden de que sus enemigos se alegraban por verlos encendidos en odios tan grandes; que por el mismo caso que cada uno buscaba la destruicion del otro resultaba el peligro, no solo de su vida, sino tambien de sus súbditos, que ordinariamente lastan los desatinos de sus reyes; los reinos se fundan con prudencia y modestia, la desenfrenada locura los deshace y consume; las guerras que fácilmente se emprenden muchas veces se rematan en triste y miserable fin; que le parecia cosa justa antes de venir á las manos intentasen algun camino y manera de concertarse, pues los ánimos que hasta entonces por cosas de poco momento estaban entre sí irritados, con facilidad se apaciguarian y ternian concordia; pero si el odio pasaba adelante y con muestras mas graves perdian del todo la amistad, no quedaria esperanza de concordarlos hasta tanto que, consumidas y deshechas las riquezas y fuerzas, el uno de los dos reinos que en gran manera florecian de todo punto quedase asolado; que temia, á causa del parentesco que con ambos tenia, resultaria en él el afrenta é infamia de entrambas partes de cualquier manera que el nego

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era la causa de tener las orejas cerradas á la razon y justicia; amonesta que todos acudan á aquel peligro y atajar aquel daño, que podria resultar en perjuicio de todos; despachasen sus embajadas á amenazar á Clodoveo y apartalle de aquel mal propósito; que la conservacion del estado de cada uno en particular dependia de la comun providencia y amistad que todos entre sí debian tener y de contrapesar las fuerzas de los príncipes por esta forma. No aprovechó ni la diligencia del rey Teodorico ni su autoridad para que la guerra no pasase adelante y viniesen á las manos. Marcharon el uno contra el otro. Juntáronse las dos huestes enemigas en los campos Vogladenses, tierra de Potiers. No se reconocian ventaja los unos á los otros ni en los ánimos ni en las armas ni en el arte militar, ni en el vigor y fuerzas de los cuerpos. Luego pues que llegaron los unos y los otros á vista, ordenaron sus haces en guisa de pelear. Fué la batalla muy reñida y dudosa, igual el peligro, no menor la esperanza. Alarico no dejó por intentar cosa alguna y las que se podian esperar de un valeroso capitan, porque como cargasen los enemigos con grande ímpetu, y los godos por todas partes fuesen destrozados y muertos, y los demás por salvar las vidas volviesen las espaldas, él con ánimo muy grande acudia á todas partes, á los temerosos esforzaba, levantaba los caidos, do era la mayor carga y do quiera que se mostraba alguna esperanza, allí ayudaba con obras y con palabras. Señalábase entre todos los suyos por el caballo en que iba y sus armas resplandecientes y sobrevistas reales. Decia á sus soldados que no en la ligereza de los piés sino en las manos y su valor debian poner la esperanza; que en aquel trance lo mas peligroso era lo mas seguro, y la firme resolucion muy poderosa arma en la necesidad; grande afrenta que los vencedores de tantas naciones se dejasen vencer de aquella gente. Suele el temor ser mas poderoso que la vergüenza; así los soldados no recebian las palabras ni daban oidos á las amonestaciones de Alarico. Vuelven

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