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por la nobleza de su linaje, que era hijo de una hermana de Totila, rey de los ostrogodos, por voto de los principales sucedió y fué hecho rey de los visogodos. Los principios de su reinado y las esperanzas que dél tenian por su valentía en las armas en breve se escurecieron y trocaron por derramarse en deshonestidad. Muchos de los suyos, procurándolo él, fueron muertos de secreto; á otros levantaron falsos testimonios y condenaron en juicio; todo á propósito de tomalles sus mujeres para hartar su lujuria. Por esta causa fué de tal manera aborrecido y incurrió en desgracia del pueblo y de los principales, que se conjuraron contra él y le mataron. En tiempo de Teudiselo se decia comunmente que en un lugar cerca de Sevilla, que hoy se llama Oseto, y Plinio le llama Oset, en un templo de los romanos y católicos, así hasta los mismos arrianos para hacer diferencia los llamaban, las fuentes del bautismo, aunque cerradas por el obispo en presencia del pueblo y selladas con diligencia, el jueves de la Semana Santa, que por traer á la memoria los tormentos que padeció Cristo se llama tambien la Semana Grande, luego el sábado siguiente cada un año acostumbraban á henchirse de agua sin que nadie supiese de dónde aquel agua procedia ó manaba. El rey Teudiselo, movido por la fama deste milagro y por sospecha que era engaño, ca era él de secta arriano, como una y otra vez pusiese guardas, y sin embargo las fuentes se hinchesen, mandó que al derredor del templo, porque no viniese el agua ocultamente encañada, se tirase un foso de veinte y cinco piés en ancho y otros tantos en alto. En esta obra estaba ocupado cuando los suyos se hermanaron contra él y le dieron la muerte. Este milagro de las fuentes, como lo refiere san Isidoro, Pascasio, obispo, en una carta que escribió á san Leon el Magno, dice que acontecia en Sicilia. Puede ser que, como es ordinario, trastrocadas las cosas por la fama, lo que sucedia en una provincia se atribuyese á otra. Lo que en este caso es mas de maravillar, que san Isidoro no haya hecho mencion alguna de milagro tan ilustre; y que conforme á lo dicho, sucedió en España casi en su mismo tiempo, mayormente que refiere lo que hemos dicho del milagro de Sicilia. La muerte deste Rey pasó en esta manera: en Sevilla acometieron los conjurados la casa real, y al tiempo que yantaba le dieron la muerte. Reinó diez y ocho meses y trece dias. El reino de los francos, que por muerte de los otros reyes de Francia se juntara en Clotario, muerto él, se dividió á esta misma sazon en cuatro partes entre cuatro hijos que dejó. Lo de Paris se dió á Chereberto, lo de Metz y Lorena á Sigiberto, lo de Soesons á Chilperico, lo de Orliens tuvo Guntrano; todas estas fueron ciudades reales, y ellos se llamaron reyes.

CAPITULO IX.

De los reyes Agila y Atanagildo.

En lugar de Teudiselo por eleccion de los principales sucedió en el reino Agila. Gobernó los godos cinco años y tres meses; fué trabajado de adversos sucesos, que se continuaron hasta el fin de su vida. A los principios puso un cerco muy apretado y de mucho tiempo sobre la ciudad de Córdoba que no le queria obedecer. Los cercados al improviso hicieron una sa

lida, en que le desbarataron con muerte de su hijo y pérdida de otros muchos de los suyos y del bagaje. Con esto alzó el cerco y no paró hasta Mérida. Conocióse en este desastre el poderío del mártir Ascisclo, cuyo templo, que estaba cerca de Córdoba, él habia profanado, ca metió en él sus caballos; así se persuadia el pueblo que era castigo del cielo y pena de aquel desacato por la devocion que al mártir tenian. Y san Isidoro escribe que como por aquella afrenta y revés comenzase á ser despreciado, no paró el daño en esto; y es ordinario que en pos de la fortuna va el favor y disfavor de los hombres. Alzóse pues contra él Atanagildo, y para mas fortificarse con una embajada que envió al emperador Justiniano, prometió que si le acudiese y socorriese, en pago de la ayuda le entregaria no pequeña parte de España para que volviese á la obediencia del imperio romano. Fué enviado de la Gallia Liberto, patricio, título y nombre que antes era de nobleza, ya en este tiempo lo era de dignidad, inventada por Constantino Magno, con muchos privilegios que le dió. Entre los demás, uno en particular era muy notable, que tenia mejor asiento que los prefectos del Pretorio. Con la venida de Liberto se dió la batalla cerca de Sevilla, do entendemos fué el principio de aquella rebelion. Quedó la victoria por Atanagildo, y con esto Agila fué muerto en Mérida por los mismos principales que le seguian, año del Señor de 554. Pesábales, es á saber, que con las guerras civiles se quebrantasen las fuerzas y perdiesen las riquezas de los godos que en tantos años se juntaran. Temian juntamente, á ejemplo y imitacion de Italia y de Africa, que por aquel camino los romanos no recobrasen á España de todo punto. El mismo año en Constantinopla por diligencia del emperador Justiniano se tuvo un concilio general de ciento y setenta y cinco obispos contra muchos que seguian las opiniones de Orígenes, ajenas de la verdadera piedad. En aquel Concilio, que entre los generales es el quinto, se determinó que los muertos podian ser descomulgados; y al contrario de lo que Orígenes enseñó, que ni el sol ni las estrellas ni las aguas que están sobre los cielos son ciertas virtudes animadas y racionales. Fué tambien reprobado lo que Teodoro, mopsuesteno, habia dicho y las respuestas de Teodorito y una epístola de Iba, edéseno, que fueron los tres capítulos sobre que despues resultaron grandes debates, tanto, que por esta causa muchos no recebian este Concilio. Presidieron en este Concilio Mena, obispo de Constantinopla, y muerto él, el que le sucedió, que fué Eutiquio; que Vigilio, pontifice romano, el cual preso que fué en Roma, por mandado del Emperador le llevaron, y á la sazon se haIlaba en Constantinopla, nunca se quiso hallar presente á las acciones del Concilio; pero confirmó por sus cartas lo que los padres determinaron y decretaron, y en particular se dice que el dicho Pontífice condenó á Origenes. Jornandes, obispo de los godos, continuó la historia de aquella nacion hasta estos tiempos, en que Atanagildo, por la muerte de su contrario, quedó sin contradiccion por rey de los godos. Tuvo este Rey mucho que hacer por toda la vida, y emprendió guerras muy trabadas, en que á las veces le sucedió prósperamente, á las veces al contrario; porque, olvidado de lo que prometiera, procuró luego echar á los romanos de

toda España, los cuales, así por el asiento que poco an

derados de una parte no pequeña della, tanto, que su imperio se extendia del un mar al otro. Tuvo de Gosuinda, su mujer, dos hijas: la una se llamó Galsuinda, que casó con Chi'perico, rey de Soesons, en Francia; la otra, Brunequilde, que era la menor, casó con Sigiberto, rey de Metz, en Lorena, hermano de Chilperico. Estas dos señoras, por diligencia de los obispos de Francia y por medio de su doctrina, dejada la secta arriana, que profesaran desde su tierna edad, fueron instruidas en la religion católica; y aun no falta quien diga que Atanagildo de secreto seguia la religion católica, dado que por respeto del tiempo en público profesó la secta arriana, por miedo, á lo que se entiende, de no alterar los ánimos de su gente. Reinó quince años y seis meses; murió en Toledo de su enfermedad, año de 567. Máximo, cesaraugustano, dice que este Rey fundó en aquella ciudad el monasterio agaliense, así dicho de una alquería que se llamaba Agalia, distante de San Pedro y San Pablo Pretoriense ducientos y cincuenta pasos entre occidente y septentrion. Yo creo se debe leer entre oriente y septentrion, por lo que adelante se dirá. En Portugal, cuatro leguas de Guimaranes, pueblo que los antiguos llaman Idania, á la ribera del rio Vicela, hay una aldea con nombre de Atanagildo, por ventura fundada por este tiempo; en ella se ven cimientos y ruinas de edificios que muestran fué obra de godos, muy diferente de la fábrica romana y de la manera y primor que tenian los romanos en edificar. Despues de la muerte de Atanagildo se siguió una vacante de cinco meses; don Lúcas de Tuy dice de cinco años y cinco meses. La causa fué que los principales de los godos, divididos en parcialidades y pasiones, no venian de conformidad en nombrar algun particular que con fuerzas y ingenio sustentase la república que se iba á caer. Poco caso hacian de los daños públicos por cumplir con sus pasiones particulares. Gobernaba la Iglesia romana, despues de Vigilio y de Pelagio, Juan, tercero deste nombre. Los suevos á la misma sazon, señores que eran de Galicia, volvieron á la católica religion, que antes dejaran, renunciada la secta arriana que habian mucho favorecido y trabajado de todas maneras á los católicos en aquella tierra por espacio de casi cien años. Ayudó mucho para reducillos la diligencia de Martino, dumiense; era húngaro de nacion, y con grandes peregrinaciones que hizo, anduvo las provincias de oriente, y se hizo muy docto y muy aventajado en el estudio de las divinas letras. Este insigne varon, venido en España, dió gran muestra en Galicia de su bondad y sabiduría; de su erudicion la dan bastante los libros que escribió, su mucho lustre y elegancia de palabras, las hermosas sentencias de que están esmaltados. Anda un tratado suyo De ird, otro de Humildad cristiana, otro De moribus, y últimamente, de la diferencia de las Cuatro virtudes cardinales, en los cuales, porque con las muchas sentencias y agudeza del estilo se llega mucho á la semejanza del de Séneca, los dos postreros libros andan en algunas impresiones en nombre de aquel filósofo puestos entre sus obras. Edificó desde sus cimientos el monasterio dumiense; y mudado despues en obispado, de abad dumiense se llamó obispo del mismo títu

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lo, y mas adelante fué prelado de Braga con retencion de la iglesia dumiense, que unieron con el nuevo obispado que le dieron. Despues de muerto, por la mucha fama de su santidad en Galicia y en parte de la Lusitania le tuvieron y tienen por santo hasta hacerle fiesta á 20 de marzo. Cuando los suevos abrazaron la

religion católica tenian por rey á Teodomiro. Qué reyes despues de Remismundo, de quien se habló de suso, antes deste tiempo hayan tenido los suevos no se sabe, ca las antiguas memorias y historias de aquellos tiempos han faltado. La ocasion de reducirse fué esta acaeció muy á propósito que el hijo mayor de Teodomiro, que le habia de suceder en el reino, estaba doliente de una grave enfermedad. Volaba por el mundo la fama de los milagros de san Martin, turonense. Envió el Rey á su sepulcro embajadores en romería para alcanzar salud para su hijo, que llevaron tanto peso de oro y plata cuanto era el del cuerpo de aquel mozo. Como ninguna cosa se alcanzase por este medio, entendió su padre que diferenciarse en la religion y seguir la secta de Arrio era la verdadera causa de no alcanzar de Dios lo que tanto deseaba por las oraciones de san Martin. Envió nuevos embajadores, que le trajeron parte del manto de que san Martin usaba en vida. En el entre tanto el hijo alcanzó la salud deseada; y sin embargo, por voto que habia heclio su padre y con que se obligara si alcanzase lo que deseaba y pedia á Dios, mandó luego edificar en nombre de san Martin un templo. Algunos piensan que este templo se hizo en Orense á causa que la iglesia mayor de aquella ciudad se llama del nombre de san Martin. No paró en esto la devocion del Rey, antes por su diligencia los suevos se redujeron públicamente á la religion católica, y para mas confirmarlos en aquella religion por amonestacion de san Martin, dumiense, se juntó un concilio en Braga de los obispos de Galicia el año tercero del reino de Teodomiro. En los actos deste Concilio, que fué el primero entre los bracarenses, se lee el nombre del rey Ariamiro, pero está la letra errada. Fué esto el año de Cristo de 563. Lucrecio, obispo de Braga, sucesor de Profuturo, tuvo el primer lugar entre ocho obispos que allí se hallaron. Despues dél Andrés, obispo del Padron, Martin, dumiense, Lucencio, conimbricense; demás destos Coto, Hilderico, Timoteo y Malioto, sin declarar en qué iglesias eran obispos. En aquel Concilio confirinaron la religion católica, y reprobaron la secta de Priscilliano. Vedóse, conforme á la costumbre antigua, que los cuerpos de los difuntos no se enterrasen dentro de los templos. Señaláronse los términos á cada una de las diócesis de Galicia hasta donde cada cual se extendia, como lo dice Itacio en la Crónica de los suevos, vándalos y godos. No hay duda sino que por estos tiempos hobo diversos escritores, llamados itacios ó idacios; y entre otros uno que cien años antes del en que vamos escribió una historia de las cosas de España. Algunos entienden que la distincion de los términos ya dicha se hizo en el concilio Lucense ó de Lugo, que dicen se tuvo luego el siguiente año, movidos por memorias que hay desto en los archivos de la iglesia de Lugo. Esto sigue don Lúcas de Tuy en particular; otros se persuaden por razones que para ello alegan que entre estos dos concilios hobo espacio de seis años. Mas todas estas opiniones son inciertas, ni

hay para qué aproballas ni reproballas; cada uno conforme á su juicio les dará el crédito que le pareciere; yo me allego á los que sospechan, y es muy probable, que este decreto se hizo primero en el concilio de Braga, y despues se confirmó en el de Lugo. Averiguase que Martino, ya que era prelado de Braga, envió ciertos capítulos, que él mismo juntó de los concilios griegos, para que los viesen los padres del concilio de Lugo. Tambien es averiguado que aquella iglesia de Lugo, por permision del Rey y á su instancia, se hizo metropolitana, que es tanto como hacella arzobispal, y á su prelado arzobispo ; si bien se ordenó que la tal concesion no parase perjuicio á la iglesia de Braga, antes por esta razon alcanzó autoridad de primado, pues por el mismo caso le quedaba por súbdito el arzobispo de Lugo, bien que en aquel tiempo la dicha iglesia no usó deste nombre de primado. En este mismo tiempo volaba por todas partes la fama de san Millan de la Cogulla por su grande santidad. Siendo mozo se ejercitó en oficio de pastor, dende se pasó á la profesion de la vida monástica. A los principios tuvo por maestro un monje llamado Félix; despues, con deseo de vida mas perfecta, se apartó del trato de la gente, y en la soledad del monte Destercio pasó cuarenta años de su vida. De alli Didimio, obispo de Tarazona, movido de su grande fama, le sacó para ordenarle de presbítero y darle, como le dió, el cuidado de la iglesia virgegiense. Impusiéronle sus compañeros muchas calumnias por no llevar bien la severidad de la disciplina y de la vida que hacia y ejemplo que daba; por esta causa, renunciando aquel cargo, en una capilla ó ermita que levantó cerca de aquel pueblo, pasó lo demás de su edad, que vivió hasta ser de cien años, ocupado en la contemplacion de las cosas divinas. En aquel lugar pasó desta vida y sepultaron su cuerpo; y en el mismo, pasados mas de otros cincuenta años, por su devocion y respeto se levantó un monasterio de su mismo nombre, en riquezas, autoridad y majestad y en anchura de todo el edificio uno de los mas principales y mas nombrados de toda España.

CAPITULO X.

De las dos hermanas Galsuinda y Brunequilde.

Dos hijas del rey Atanagildo Galsuinda y Brunequilde, como poco antes queda dicho, casaron en Francia con dos reyes de aquella gente, casamientos que fueron desastrados; así lo mostró el suceso de las cosas. El contento de la una fué breve, ca apenas era casada cuando desastradamente murió. La vida de la otra fué larga, mas sujeta á muchas calamidades. El vulgo á estos trabajos le añadió la infamia y mal nombre de que queremos descargar con argumentos y testimonios concluyentes á esta nobilísima hembra. Tuvo Clotario, primero de aquel nombre, rey de los francos, cuatro hijos, todos reyes. Repartieron entre sí el imperio de su padre en esta forma. Chereberto fué rey de Paris, Chilperico de Soesons, que por quedar apoderado de los tesoros del padre, era mas poderoso que los otros; Guntrano tuvo á Orliens, Sigiberto lo de Metz, de Lorena. Con este casó primero Brunequilde, la menor de las dos hermanas, con el menor de los hermanos, moza elegante en denuedo, de buen parecer,

de honestas costumbres, prudente en el consejo, y en las palabras blanda. Sea lícito usar de las mismas palabras de Gregorio, turonense, prelado del mismo tiempo. Dirás que puede mucho el tiempo para mudar las costumbres, y mas de los príncipes; sea así, pasemos adelante. Chilperico de su primera mujer Audovera tuvo á á Meroveo y Sigiberto, sus hijos; despues casó con Galsuinda, hermana mayor de Brunequilde. Fredegunda, amiga deste Rey y que tenia con él gran cabida, demás de atreverse á la nueva casada y tener con ella reyertas, decirle baldones y ultrajes, fué causa de su muerte, porque en el lecho de su marido la hallaron inuerta, sin que dejase algun hijo. Entró en su lugar la misma Fredegunda, y llamóse reina. Esta, dado que cometió muchos delitos y maldades, vivió mucho. Fué en aquel tiempo conocida por su desvergüenza, deshonestidad, lujuria y crueldad; porque habiendo por la muerte de Chereberto, rey de Paris, heredado aquel reino Sigiberto, su hermano, le hizo matar por medio de dos homicianos, estando descuidado en la dicha ciudad. Brunequilde, espantada por el desastre y muerte de su marido y cuidadosa de su hijo Childeberto, envióle á aquellas partes de Metz donde tenia favor en la gente y ganadas las voluntades de la provincia. Mas ella vino á poder de Chilperico, y por él fué enviada presa á Ruan; lector, atencion, que son muchos los personajes de que en este capítulo se trata. Movido de su hermosura, Meroveo, hijo mayor de Chilperico, se casó con ella. Era aquel casamiento ninguno, por estar vedado por derecho el casarse con la que fué mujer de su tio. Sin embargo, pudiera alcanzar perdon de su padre por haber errado como mozo, si su madrastra Fredegunda no lo impidiera; asi fué primero hecho fraile, y despues tambien muerto. El mismo fin tuvo Clodoveo, su hermano menor. Pretestato, obispo de Ruan, fué enviado en destierro; el cargo fué hallarse al casamiento de Meroveo y Brunequilde. A estas crueldades y impiedades se allegó la deshonestidad desta mujer; sin tener respeto al Rey, su marido, como deshonesta puso los ojos en Landrico, su condestable. Vino esto á noticia de su marido, y por sospechar castigaria estas deshonestidades mal encubiertas y locos amores, ellos se anticiparon, que fué otra nueva maldad, y como volviese de caza, le procuraron matar junto à un pueblo llamado Cala; hízose así, con que despues fué la vida mas suelta. Hizo Fredeguuda guerra en favor de Clotario, su hijo, contra Childeberto, primo del niño, el cual por testamento de Guntrano, su tio, era rey de Borgoña, demás del reino de su padre, que ya de antes tenia. Llevaba Fredegunda por general de su gente al mismo Landrico, que salió con la victoria por permision de Dios. Siguióse tras esto la muerte de Childeberto y de su mujer. Hobo sospecha que con ponzoña que les dieron; no se dice quién, solo consta que de dos hijos que dejó el muerto Teodoberto, el mayor quedó por rey de Metz, y Teodorico, el menor, de Borgoña, debajo la tutela de Brunequilde, su abuela. Estos, siendo de edad, hicieron guerra á Clotario (causas de guerra nunca pueden faltar entre los comarcanos); las historias de Francia dicen que á persuasion de Brunequilde, con intento que tenia de acrecentar con nuevas honras á Protadio, un italiano amigo suyo; si con verdad, ó por odio que la tenian por ser

se, que vivió en aquel tiempo, mencion alguna destas maldades. ¿Podráse pensar que hizo esto por respeto de Brunequilde un escritor francés y varon de grande autoridad? Por ventura el que declaró todas las maldades y engaños de Fredegunda y las puso por escrito ¿ perdonará á una mujer extranjera? No lo creo yo. Dirás que el rey godo, por nombre Sisebuto, en la vida de san Desiderio, obispo de Viena, cuenta muchas maldades de Brunequilde y testifica que hizo morir á aquel mártir, y que últimamente por venganza de Dios pereció arrastrada de caballos. Fuerte argumento es este si se probase bastantemente que el autor de aquella vida fué el rey Sisebuto, y no mas aína otro del mismo nombre mas moderno, que afirma recogió aquellos rumores del vulgo con menor autoridad y diligencia que si fuera rey. Quede pues por cosa cierta que Brunequilde fué buena princesa, y que sin embargo en aquellos tiempos muy perdidos la cargaron de pecados ajenos, segun el Bocacio lo consideró primero que nos, escritor de ingenio poético, pero de grande diligencia y cuidado en rastrear la antigüedad; y despues dél Paulo Emilio en su Historia de Francia. Esto baste en este propósito; volvamos con nuestro cuento á las cosas de España.

CAPITULO XI.

De los reyes Liuva y Leuvigildo.

española, aun no lo determinamos. Añaden que pasó tan adelante en esto, que revolvió á Teodorico contra Teodoberto, su hermano, con decir que el dicho Teodoberto era hijo de un hortelano y que se habia apoderado de los tesoros de su padre. No pararon estas alteraciones y odios hasta tanto que los dos hermanos se hicieron guerra, y Teodoberto fué en Colonia muerto á traicion; otros dicen que su hermano despues de vencido le dejó con la vida y envió preso á Challon. El vencedor, repudiada antes desto Hermemberga, hija de Weterico, como se dirá en otro lugar, hobo en su poder á una hija de su hermano muerto y dos hermanos suyos. A los infantes mató Brunequilde; así lo dicen. La doncella era de excelente hermosura; y como quier que su tio la quisiese tomar por mujer y la abuela no viniese en esta maldad, dicen que con la espada desnuda la quiso matar, y lo hiciera si no acudieran los criados de su casa y la libraran del peligro. Dicen mas, que ella, en venganza desta injuria, mató al dicho Teodorico, su nieto, con una bebida mortal que le dió al salir del baño; pero autores muy graves testifican que murió de cámaras. Con su muerte, tal cual fué, recayó el reino en Clotario, hijo de Fredegunda, que á esta sazon ya era muerta de enfermedad. Este se disgustó con Brunequilde, porque con nueva injuria trataba de dar el reino de Teodorico á un hijo que el difunto dejó, por nombre Sigiberto, si bien era bastardo. Pasó el negocio á las armas, y siendo Sigiberto desamparado de los suyos y puesto en huida, dos hermanos suyos, llamados Corbo y Meroveo, y la misma Brunequilde vinieron á poder de Clotario; lo que dicen sucedió el año de 616. Corbo fué luego muerto; á Meroveo quiso dar el vencedor la vida por haberle en el bautismo sacado de pila. Contra Brunequilde, dicen, usó de mayor severidad, porque cuatro veces la hizo azotar, despues desto, atada por los cabellos á la cola de un caballo por domar, la hicieron pedazos, sin embargo que era mujer de grande edad. Poco se movió el pueblo á compasion, á causa que dicen por sus engaños y embustes perecieron diez reyes y grande muchedumbre del pueblo. En particular escriben que á Desiderio, obispo de Viena, y á Columbano, varon santo, á este desterró, y al otro dió la muerte, que son todas fábulas mal forjadas. En tanta manera los escritores franceses se descuidaron á divulgar patrañas y el vulgo á recebillas, vergonzoso descuido, si no entendieron que la mentira se podia descubrir; y si lo entendieron, fué desvergüenza notable. Buenos autores afirman que todo esto es una pura tragedia, tomada sin juicio de los rumores y hablillas del pueblo. Yo entiendo que las maldades de Fredegunda y el castigo que le dieran, si los austrasianos fueran vencedores, mintiendo como suele la fama y trocando los nombres, se han atribuido á Brunequilde, princesa religiosa y buena, como lo muestran dos cartas de san Gregorio, papa, para ella llenas de verdaderas alabanzas, además de muchos templos magníficos edificados y adornados en Francia á su costa y gran número de cautivos rescatados con su dinero. Por ventura ¿negarás que esto sea así? Mostrarém os memorias ciertas de todo ello. Por ventura ¿creerá alguno que tales cosas hayan sido hechas por mujer impia y cruel? No lo parece. Allégase á esto otro argumento mas fuerte, y es no hacer en su Historia de Francia Gregorio, turonen

Despues de la muerte de Atanagildo, rey de los visogodos, que falleció en Toledo, como queda dicho, Liuva, así se halla escrito el nombre deste rey en las monedas antiguas, hombre muy poderoso y de grande experiencia de cosas, fué declarado por rey en Narbona, do hasta entonces tuvo el gobierno como virey que era de la Gallia Gótica. Sucedió esto el año segundo del emperador Justino, el mas mozo, que tenia el imperio romano, y fué el primero que envió á Longino con nombre de Exarco para que en lugar de Narsete gobernase la Italia. Comenzó Liuva á reinar el año de Cristo de 567. No hay cosa que de contar sea deste Rey, salvo que el segundo año de su reinado declaró á Leuvigildo, su hermano, por compañero del reino con igual poder. Tomó para sí el señorío de la Gallia Gótica por haber allí vivido mas de ordinario, y aun don Lúcas de Tuy dice tuvo el imperio de la Gallia por espacio de siete años antes que fuese rey de España. Las demás provincias sujetas á los godos encomendó á su hermano, por cuyo medio esperaba que la república, en muchas partes caida, volveria en su antiguo lustre. Si bien tenian entre las manos grande guerra contra los romanos, que estaban apoderados de gran parte de aquella anchísima provincia y la defendian, no solo con sus armas, sino eso mismo con el esfuerzo y ayuda de algunos de los godos, los cuales, por las parcialidades que entre sí tenian, se recogian á los romanos como á refugio comun. Tenia Leuvigildo dos hijos de su mujer Teodosia, hija que fué de Severiano, duque y gobernador de la provincia Cartaginense, hermana de Leandro, Fulgencio, Isidoro y Florentina. Los hijos de Leuvigildo eran Hermenegildo y Recaredo. Muerta Teodosia, Leuvigildo casó con Gosuinda, que estaba viuda del rey Atanagildo, en el mismo tiempo que por su hermano fué llamado á la compañía del reino. Hecho rey,

como quier que fuese de grande esfuerzo y señalado por la prudencia, así en guerra como en paz, sin alguna dilacion movió guerra á los romanos. Juntáronse las huestes de la una parte y de la otra. Dióse la batalla en los pueblos bastetanos, que era donde hoy está Baza. Perdieron la jornada vencidos los romanos, con que fueron echados de toda aquella region. Demás desto, la comarca de Málaga fué puesta á fuego y á sangre; Medinasidonia, cerca del Estrecho, tomada de noche por entrega que hizo de aquella ciudad un hombre llamado Framidanco. La ciudad de Córdoba estaba levantada y no queria reconocer vasallaje despues que venció al rey Agila, como queda dicho; acudió allá, púsola debajo de su obediencia, y con ella muchos pueblos y ciudades al derredor y aldeas con gran daño de la gente, mayormente del campo, que son los que mas padecen en el tiempo de las guerras. La comarca de Sabaria, que no se sabe en qué parte de España cayese, fué asimismo maltratada con robos y talas y puesta á sujecion. Estaba ocupado Leuvigildo en estas cosas cuando falleció en la Gallia Liuva, su hermano, el año de 572; reinó solos cinco años, y aun algunos deste número quitan dos años. Leuvigildo, sosegadas las cosas de la Bética y echados los romanos de todas aquellos provincias, dió vuelta hácia la Cantabria ó Vizcaya, en que tomó por fuerza á Amaya (otros la llaman Aregia, y otros Varegia, ciudad sin duda situada entre Burgos y Leon). Lo demás de la Cantabria, que se extendia hasta Anaya, fué destrozado y maltratado con robos y talas, muchos revoltosos muertos, y en este número un sacerdote, á quien san Millan de la Cogulla antes habia denunciado la muerte, porque en una junta de los principales de Cantabria no quiso dar fe á su profecía en que les avisaba de la destruicion que se aparejaba á toda aquella provincia. Desde Cantabria pasó con las armas en Aquitania, do Aspidio, que en la ciudad Agerense, que hoy es Agen, no queria obedecer, aprendió mal su grado cuán peligroso sea probar la fuerza de los reyes, ca vinieron á poder del Rey, así él como su mujer y hijos, despues de haber perdido sus bienes. El abad biclarense dice que Aspidio era en aquella comarca senior, que es lo mismo que el mas viejo, dado que aquella palabra la toma en significacion de señorío y principado; y es cosa averiguada que los mas viejos deben imperar, de donde en lo de adelante, así en las memorias de España como en las acciones de los concilios, principalmente los que en tiempo de Carlo Magno se tuvieron en Francia, los señores y príncipes se comenzaron á llamar seniores, costumbre que desde aquel tiempo pasó á las lenguas vulgares de España, Italia y de Francia, que esto quiere decir señor. Enel mismo año que murió Liuva, Miro, ó como otros escriben Ariamiro, gobernaba la nacion de los suevos, y era rey por muerte de su padre, que sucedió dos años antes. En este mismo tiempo se tuvo el segundo concilio Bracarense en Braga; halláronse en él doce prelados de Galicia. Tuvo el primer lugar y mayor autoridad entre los demás Martino, dumiense, ya metropolitano de Braga. Con los decretos deste Concilio se confirmaron los suevos en la religion recebida. Ayudó otrosí un milagro que sucedió por aquellos tiempos en esta manera. Salió el Rey de un templo que con advocacion de san Martin, obispo de Turs, dijimos edificó su padre. Un truhan contra la vo

luntad del Rey extendió la mano para coger uvas de una parra muy hermosa que tenian delante la puerta del templo, secósele súbitamente la mano; enojado el Rey, mandó se la cortasen; rogóle el pueblo por él, y al fin alcanzó le perdonase. Hizo otrosi oracion al Santo, que, sin embargo de la ofensa, le tornó la mano al ser de antes, milagro y merced por la cual todos glorificaron á Dios y á su Santo. En este mismo concilio de Braga, ó como algunos sienten, en el que poco despues se juntó en Lugo, dividieron los obispados de Galicia, sus aledaños y distritos. Division muy famosa, y que la confirmó el rey Wamba en la que él adelante hizo de todos los obispados de su reino. Nótase en la division de los obispados de Galicia, reino de los suevos, que al obispo dumiense, que por estar aquella iglesia junto á la ciudad de Braga no tenia distrito alguno, señalan por feligreses solo la familia del Rey. Que debia tener la corte y casa real su obispo particular, costumbre que pasó asimesmo al reino de los godos, y algunos pretenden se debria renovar en nuestro tiempo por razones que para ello alegan, ni frívolas ni de todo punto coucluyentes; así nos parece. Las palabras del Concilio, repetidas en la division de Wamba, son estas: A la sede dumiense pertenezca la familia real. El año siguiente, segun que lo pone Sigiberto, los españoles celebraron la fiesta de la Pascua á los 12 de las calendas de abril, que es á 21 de marzo; los franceses á los 14 de las calendas de mayo, es á saber, á 18 de abril, en el cual dia dice que las fuentes del lugar Oseto, que se solian por sí mismas todos los años henchir, manaron como era de costumbre, señal que los franceses acertaron y se engañaron los de España, milagro con que muchas veces por estos tiempos, como lo dice Gregorio, turonense, escritor desta era, se mostró y entendió la verdad sobre este punto, ca gran diversidad de opiniones sobre el dia en que se debia de celebrar la Pascua hobo entre estas dos naciones, por no estar asentada del todo la razon del cómputo eclesiástico. Y aun por las tablas de Dionisio, abad, que son las mismas de Juan Lucido, se ve que los franceses acertaron. Contemporáneo de Gregorio fué Donato, un monje, el que con otros setenta compañeros de Africa pasó en España, y con la ayuda y riquezas de una mujer poderosa y rica, llamamada Minicia, edificó en Játiva, segun que muchos entienden, el monasterio servitano. Fué el primero, como dice san Illefonso, que introdujo en España la forma de la vida monástica; hase de entender la que milita debajo de cierta regla en conventos y en comunidad, porque de monjes en las acciones de los concilios de España se halla hecha mencion antes destos tiempos, mas, ó no estaban atados con alguna obligacion de votos, ó esparcidos por los bosques hacian vida solitaria. Volvamos con nuestro cuento á Leuvigildo, el cual, sosegadas las alteraciones de Aquitania, hoy Guiena, dió la vuelta á España con determinacion de echar por tierra el imperio de los suevos, que en ella durara tanto tiempo. El rey Miro, temiéndose del poder de los godos, que ya se metian haciendo daño por Galicia, con embajada que les envió para pedir paz, alcanzó solamente treguas por cierto tiempo. Otorgólas el Godo, lo uno porque no tenia bastante causa para hacer guerra á los suevos ni otra ocasion mas de la mudanza de religion en mejor, lo otro porque Leuvigildo estaba

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