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llamaron morgetes; ca todo esto no estriba en mejor fundamento que lo demás arriba dicho. Yo creeria mas aína que aquella gente tomó el apellido de morgetes de las ciudades donde moraban en España y de donde la sacaron para llevarla en Italia, pues consta que en la Bética, hoy Andalucía, hobo dos pueblos llamados Murgis: el uno á la ribera del mar, que hoy se llama Muxacra, y el otro mas adentro en la tierra, al cual boy llaman Murga; el uno y el otro situados no léjos de la ciudad muy nombrada de Murcia, la cual asimismo algunos quieren fuese asiento de los morgetes. De donde se puede entender que en Sicilia procedieron y se fundaron así bien la ciudad de Murgantio, muy nombrada entre los antiguos, como los pueblos Murgentinos, sea en este mismo tiempo, sea en otro diferente, que tampoco esto no se puede averiguar, por estribar solamente y apoyarse todo en la semejanza de los nombres que los unos y los otros tuvieron; conjetura las mas veces engañosa, incierta y flaca.

toda su armada, y en lugar de tomar á Italia, que era lo que pretendia, fué arrebatado y llevado por los vientos á la isla de Sicilia. Eran grandes las riquezas de aquella tierra, su fertilidad y hermosura; por lo cual dicen dejó allí para que poblasen una buena parte de los españoles que llevó consigo. Hecho esto, con lo demás de su ejército últimamente dió la vuelta y aportó á Italia, donde halló que ya su hermano Hespero era fallecido; con que le fué cosa fácil apoderarse de Corito, rey de Toscana, y hacerse señor de todo. De dos hijas que tenia, la una, llamada Electra, casó con Corito, cuyos hijos fueron Jasio y Dardano, de quien se tornará á hablar luego. La otra no se sabe con quién casase; solo dicen que se llamó Rome, y que su padre la heredó en aquella parte de Italia por donde corre el rio Tibre, que á la sazon se llamaba Albula, donde tambien dió asiento á parte de los españoles ya dichos. Añaden demás desto que esta Rome en el monte Palatino puso los cimientos de la inclita ciudad de Roma, la cual, de pequeños principios, con el tiempo se hizo señora del mundo. Alegan para esto por testigo á Fabio Pictor, autor muy antiguo y muy grave de las cosas romanas. Dado que á Rome, fundadora de aquella nobilísima ciudad, otros la hacen nieta de Eneas, hija de Ascanio. Otros son de parecer que, despues de la destruicion de Troya, una mujer nobilísima entre las cautivas, que se decia Rome, venido que hobo con Eneas en Italia, quemó los navíos de su gente, que estaban surgidos á la ribera del Tibre, y les persuadió edificasen de nuevo un pueblo, que del nombre de aquella cautiva llamaron Roma. No hay duda, sino que por testimonio de graves autores se muestra que Roma estaba fundada antes de Rómulo; y es averiguado que antiguamente tuvo aquella ciudad otro nombre, el cual los secretos de la religion y ceremonias no permitian se divulgase entre todos; y aun se sabe que Valerio Sorano, por quebrantar este secreto, pagó aquel desacato con la vida. Verdad es que no se tiene noticia de tal nombre, como asimismo es incierto lo que nuestros historiadores afirman que Roma fué fundacion de españoles, si bien les concediésemos que la gente de Atlante, por mandado de Rome, su hija, la fundó por este tiempo. Y parece mas invencion y hablilla, inventada á propósito para dar gusto á los españoles, que cosa examinada con diligencia por la regla de la verdad y antigüedad. Yo estoy determinado de mirar mas aína lo que es justo se ponga por escrito y lo que va conforme á las leyes de la historia que lo que haya de agradar á nuestra gente; pues no es justo que con flores de semejantes mentiras fuera de tiempo y sazon se atavíe y hermosee la narracion desta historia, ni el lustre y grandeza de las cosas de España tiene necesidad de semejantes arreos. Así que desechamos como cosa dudosa, por no decir mas adelante, lo que inventaron nuestros historiadores, que Roma fué poblacion de españoles. De la misma manera no queremos recibir los que nuestras historias modernas cuentan entre los reyes de España, es á saber, Sicoro, Sicano, Siceleo y Luso; pues en las antiguas historias ningun rastro de ellos se halla de sus hechos ni de sus nombres. Tampoco aprobamos lo que en esta parte añaden, que un hijo de Atlante, llamado Morgete, despues de la muerte de su padre reinó en Italia, de cuyo nombre los españoles que siguieron á Atlante y asentaron en Italia dicen se

CAPITULO XI

De Siculo, rey de España.

Por autoridad de Filistio Siracusano, sin embargo de todo lo dicho, se puede recibir como cosa verdadera que Siculo, hijo de Atlante, despues que su padre partió de España, como lugarteniente suyo y por su órden, gobernó esta provincia por algun tiempo, y despues de muerto le sucedió en todos sus reinos. Este príncipe, por el deseo que tenia de tomar la posesion del reino de Italia, y con intento de amparar lo que restaba en aquellas partes del ejército de su padre, con muy escogida gente se hizo á la vela y pasó en Italia. Principalmente que entre Jasio y Dardano, sobrinos suyos, habian resucitado debates y diferencias, las cuales pretendia apaciguar. Fue así, que estos dos hermanos, despues de la muerte de su padre Corito, se hacian entre sí cruel guerra sobre la posesion de Toscana. Deseaba pues concertar los que de tan terca le tocaban en parentesco; además que Jasio por sus cartas le importunaba por favor y ayuda, cuya justicia era mas fundada, pero menores las fuerzas. Con este intento partió de España, y de camino, sea por su voluntad, sea arrebatado por la fuerza de los vientos y tormenta, llegó á Sicilia, donde fortificó y aumentó el poder de los amigos antiguos; hizo otrosí guerra á los cíclopes y á los lestrigones, gentes fieras y bárbaras. Esta guerra que hizo y la victoria que ganó muy señalada de estas gentes, como algunos sospechan y Tucídides lo apunta al principio del libro 6.°, fué causa que aquella isla, llamada antes Trinacria, de tres promontorios que tiene, tomase nuevos apellidos, el de Sicilia del rey Siculo, y el de Sicania de los españoles, que levantó en aquella parte de España por donde pasa el rio Sicoris 6 Segre; ca no hay duda sino que antiguamente moró por allí cierta gente llamada sicana, los cuales dicen quedaron de guarnicion en aquella isla. Otros dicen y añaden que aquella isla se llamó tambien Sicoria, de cierta gente que moraba á las riberas de aquel rio Sicoris, que eran los mismos ó diferentes de los sicanos. Sea lícito en cosas tan antiguas y escuras ir á las veces á tiento sin poder tomar entera resolucion. Volviendo á Siculo, los mismos autores refieren que, pasado en Ita

lia, ayudó á su hermana Rome, y la proveyó de nuevos socorros contra los aborigenes, gente natural de la tierra, que ordinariamente le daban guerra y la traian desasosegada. Esto dicen por causa que en buenos escritores y antiguos se hace mencion que en aquellos lugares de Italia moraban pueblos llamados Siculos y Sicanos, que sospechan por este tiempo hicieron alli sus asientos; argumento poco bastante para asegurar sea verdad lo que con tanta resolucion ellos afirman. Lo que se tiene por mas probable es que, ordenadas las cosas á su voluntad, primero en Sicilia, y despues en Italia, movió con sus gentes la vuelta de Toscana con intento de hacer rostro y allanar á Dardano, su sobrino, que en la guerra que traia contra su hermano se hallaba acompañado de un poderoso ejército de aborigenes. Pero él, visto que no podria resistir al poder de Siculo, de corazon ó fingidamente, dejadas las armas, se puso en sus manos, confiado, segun él decia y daba á entender, en la justicia de su querella, y persuadido no permitiria su mismo tio le quitasen por fuerza lo que, demás de ser herencia de su padre, habia adquirido por su valentía y por las armas. Sin embargo, se tomó asiento entre los dos hermanos, cual á Siculo pareció mas conveniente para sosegar aquellos bullicios, con que las cosas parecia comenzaban á tomar mejor camino. Aseguróse con esto Siculo, y descuidóse Jasio, entendiendo habia llaneza en aquel trato; pero Dardano, luego que halló ocasion para ejecutar su mal propósito, dió la muerte á su hermane, que confiado en el concierto estaba seguro, y en ninguna cosa menos pensaba que en semejante traicion. Siculo, como era razon, tomó esta injuria por suya, acudió á las armas, y en una batalla famosa que se dió, venció á Dardano, y le puso en necesidad de desamparar á Italia. Pasó con grande acompañamiento de aborigenes á Samotracia, de donde, pasado que hobo el Hellesponto, que hoy es el estrecho de Gallipoli, fué el primero que en la provincia de Asia la menor y en la la Frigia fundó la muy nombrada ciudad de Troya. Quedó de Jasio un hijo, por nombre Coribanto, al cual, en lugar de su padre, hizo Siculo rey de Italia. Compuestas las cosas desta manera, dió Siculo la vuelta para España, donde no se sabe ni el tiempo que adelante vivió ni otra cosa ni hazaña suya de que se pueda hacer memoria. Si ya no queremos, en lugar de historia, publicar los sueños y desvaríos de algunos escritotores modernos, que de nuevo tornan á forjar otros nuevos nombres de reyes de España sin mejor fundamento que los de arriba. Estos son Testa, que hacen fundador de cierta poblacion llamada ansimismo Testa, autor y principio de los contestanos, gente muy conocida en España; dicen otrosí fué natural de Africa, y llegó no sé por qué caminos á ser rey y señor de España. Otro es Romo, al cual hacen fundador de Valencia, nombre que en latin significa lo mismo que en griego Roma; el cual nombre de Roma dicen tambien tuvo aquella ciudad antiguamente, á la manera que la ciudad de Roma, segun lo que dice Solino, se llamó antiguamente Valencia, y Evandro le mudó el nombre y apellido en el que al presente tiene de Roma. El tercero rey que nombran es Palatuo, de quien dicen se llamaron los pueblos Palatuos, y tambien la ciudad de Palencia tomó este nombre del suyo, dado que muy distante de donde era cl asiento de aquella gente dicha

palatuos antiguamente, que caia cerca de Valencia. Añaden que este Palatuo echó á Caco de la posesion y reino de España; al mismo en el monte Aventino, que es uno de los siete que en sí contiene Roma, por la huella de las vacas que hurtó, le halló y dió la muerte Hércules el Tebano. Deste jaez es el rey Eritro, que fingen vino de allende el mar Bermejo, que se llama tambien el mar Eritreo, y aun quieren que de su nombre se le pegó á la isla de Cádiz el nombre que antiguamente tuvo de Eritrea. El postrero en el cuento destos reyes es Melicola, que por otro nombre se llamó Gargoris; mas deste en particular hace mencion el historiador Justino. Todo esto y los nombres destos reyes, tales cuales ellos se sean, ni se debian pasar en silencio, como quien rodea algun foso ó pantano que no se atreve á pasar, donde no solo gente ordinaria, sino personas muy doctas han tropezado y caido, ni tampoco era justo aprobar lo que siempre hemos puesto en cuento de hablillas y consejas. A Siculo entiendo yo que llama Justino Sicoro. Esto se avisa porque á ninguno engañe la diferencia del nombre para pensar que Siculo y Sicoro sean dos reyes diversos y distintos.

CAPITULO XII.

De diversas gentes que vinieron á España.

Dificultosa cosa seria querer puntualmente ajustar los tiempos en que florecieron los reyes de España que de suso quedan nombrados, los años que reinaron y vivieron, y en particular señalar el año de la creacion del mundo en que sucedió cada cual de las cosas ya dichas; no faltaria diligencia y cuidado para rastrear y averiguar la verdad, si se descubriese algun camino seguro para hacello. Contentarnos hemos con conjeturas, por las cuales, sin mas particularizarlas, sospecho que los Geriones poseyeron á España, y en ella reinaron la cuarta ó quinta edad despues del diluvio. Siculo floreció mas de doscientos años antes de la guerra de Troya, en cuyo tiempo, ó no muchos años despues, una gruesa flota partió de Zacinto, isla puesta en el mar Jonio al poniente del Peloponeso y de la Morea; y tomado que hobo tierra en aquella parte de España, donde al presente está asentada la ciudad de Valencia, los que en aquella armada venian, tres millas de la mar levantaron un pueblo, que del nombre de su tierra llamaron Zacinto, y adelante, mudado el apellido algun tanto, se llamó Sagunto, hoy Monviedro. Pretendian que aquel castillo principalmente les sirviese de fortaleza para contrastar á los naturales, si se alborotasen contra ellos, y recoger on él la gran suma de oro y de plata que por bujerías de poco precio y quinquillerías rescataban de los españoles, gente simple y ignorante de las grandes riquezas que en aquel tiempo poseia. Confiados en la seguridad que aquella fuerza les daba, se atrevieron á entrar mas adelante en la tierra y calarla y á descubrir las riberas y marinas comarcanas, donde algunos años despues se dice que, sesenta millas hacia el poniente, en un sitio muy á propósito se determinaron de levantar un templo á la diosa Diana, el mas famoso que hobo en España, del cual el promontorio Dianio, que es donde al presente está la villa de Denia, tomó aquel nombre. Este templo, conforme á la costumbre y supersticion de los griegos, adornaron ellos con ido

los campos. Edificó para este efecto una nave de forma
muy prima y capaz. El trazador y carpintero que la hizo
se llamó Argos. Hecha y aprèstada la nave tomó en su
compañía á Hércules el Tebano, á Orfeo y á Lino, á
Castor y Pollux, con otro buen golpe de gente. Con este
acompañamiento partió de Tesalia; en el discurso de
su viaje, que fué muy grande, acabó cosas muy extraor-
dinarias. En particular junto al promontorio de Troya,
llamado Sigeo, libró de la muerte á Hesione, hija del
rey Laomedonte. En Colcos, por industria de Medea,
hurtó la riqueza de oro que su padre tenia muy grande;
y porque acostumbraban con pieles de carnero coger
y sacar el oro de los arroyos que se derribaban del mon-
te Cáucaso, tomaron los poetas ocasion de decir que
habia hurtado el vellocino de oro, tan famoso y nom-
brado acerca de los antiguos. Fué en su compañía la
dicha Medea; desde allí pasaron el estrecho Cimmerio,
llegaron á la laguna Meotis, y por el rio Tanais arriba,
por
donde las dos partes del mundo Asia y Europa par-
ten término, llevaron á jorro la dicha nave todo lo mas
que pudieron. Despues la desenclavaron, y la madera
llevaron en hombros hasta dar en la ribera del mar Sar-
mático, donde se dice que de nuevo la juntaron y cla-
varon de suerte, que por las riberas de Alemania, Fran-
cia y España no pararon hasta dar en la boca del es-
trecho de Cádiz. Allí, sobre el monte Calpe, que es en
lo postrero del Estrecho hacia el mar Mediterráneo, afir-
man que Hércules levantó un castillo, que de su mismo
nombre se llamó Heraclea, y hoy es Gibraltar. Desde
aquel castillo salieron diversas veces por la tierra á ro-
bar, y pelearon con los españoles que les salieron at en-
cuentro, cuando próspera, cuando adversamente. Pasa-
do en esto algun tiempo, y puesta en el castillo buena
guarnicion y los despojos en las naves, partieron pri-
mero para Sagunto, donde benignamente los recibie-
ron, por ser todos de nacion griega y usar de una mis-
ma lengua. Desde Sagunto pasaron á la isla de Mallorca;
allí prendieron al rey de aquellas islas, por nombre Bo-
coris; pero por entender que en ellas no se hallaba ore,
hecho su matalotaje y puesto en las naves muy her-
mosos bueyes, cuales son los de aquellas islas, se en-
caminaron la vuelta de Italia. Allí Hércules dió la muer-
te en la cueva del monte Aventino á Caco, gran saltea-
dor, y que le habia hurtado los bueyes que llevaba; quitó
asimismo la costumbre que tenian los de aquella tierra
de echar cada un año, para aplacar á Saturno, en el Ti-
bre desde el puente molle un hombre vivo, y hizo que
en su lugar echasen ciertas estatuas de paja y de jun-

los, derramaron en él mucha sangre de sacrificios que allí hacian ordinariamente. Con esto los naturales, maravillados de tantas y tan nuevas ceremonias y de la majestad de todo el edificio, comenzaron á tener á esta gente por hombres venidos del cielo y por superiores á las demás naciones. Y es averiguado que ninguna cosa hay mas poderosa para mover al pueblo que el culto de la religion, quier verdadero, quier fingido, por el natural conocimiento que los hombres tienen de Dios y la reverencia que tienen á su divinidad. El enmaderamiento deste templo era de enebro, madera no menos olorosa que incorruptible, tanto, que Plinio testifica se conservaba hasta su tiempo sin alguna corrupcion ni carcoma. Despues de la venida de los de Zacinto refieren que el otro Dionisio ó Baco, hijo de Semeles, como ciento y cincuenta años antes de la guerra de Troya, llegó á lo postrero de España, y en las albuferas ó esteros de Guadalquivir, entre las dos bocas por donde en aquel tiempo se metia y descargaba en el mar, fundó á Nebrija, dicha así de las nebridas, que en griego significan pieles de ciervo, de que Dionisio y sus compañeros se vestian comunmente, y mas en particular cuando querian ofrecer sacrificios. El sobrenombre de Veneria que tuvo Nebrija, los tiempos adelante se le dieron. Diodoro Siculo escribe que antiguamente hobo tres Dionisios ó Bacos. El primero fué hijo de Deucalion, que es lo mismo que Noé, el cual entiendo yo fué el mismo que arriba llamamos Osiris Egipcio, de cuya venida á España se trató en su lugar. El segundo fué hijo de Proserpina ó Céres, al cual acostumbraban pintar con cuernos para dar á entender fué el primero que unció los bueyes y enseñó por este modo arar y sembrar la tierra. El tercero fué hijo de Semeles, nació de adulterio, crióse en la ciudad de Mero, nombre que significa el muslo, de donde tomaron los poetas ocasion para fingir que su mismo padre Júpiter le encerró y crió dentro de su muslo. Deste postrero se dice que, á imitacion del primer Dionisio, emprendió de discurrir y conquistar muchas y diversas provincias; ennobléciólas con las victorias que ganó. En particular venido á España, la limpió de las maldades y tiranías que de todas maneras en ella prevalecian. En el mismo tiempo Milico, hijo de Mirica, por ventura uno de los descendientes de Siculo, dicen tenia gran poder, riquezas y autoridad entre los españoles, y que los descendientes deste Milico, no léjos donde al presente está Baeza, fundaron á Castulon, en los Oretanos, ciudad que antiguamente se. contó entre las mas nobles de España, asentada y puesta donde al presente quedan como rastros de la anti-cos. Acabadas estas cosas, por la Liguria, que hoy es el

güedad los cortijos de Cazlona. Al tiempo que Dionisio partió de España, dejó en ella dos de sus compañeros, que fueron el uno por nombre Luso, de quien procedieron los lusitanos, que son los portugueses, el otro Pan, al cual aquellos hombres groseros y dados á ṣupersticion de gentiles pusieron en el número de los dioses, y dél y de su nombre, como lo testifican Varron y Plutarco, toda esta provincia se llamó primero Pania, y despues, añadida una letra, Spania, que es lo mismo que España. Jason Tesalo otrosí, encendido en deseo de adquirir honra y riquezas, poco adelante se hizo cosario en el mar, ejercicio á la sazon, de mucho interés por estar las marinas sin guarnicion y los hombres á manera de pastores en chozas y cabañas, derramados por

Genovés, se dice que, deshecha otra vez la nave, la pasaron en hombros primero al rio Po, y por él al mar Adriático ó golfo de Venecia. Por este mar, á cabo de tan largos caminos y de tantas vueltas como hicieron Jason y Hércules y sus compañeros, sanos y salvos volvieron á su tierra. Pero no es de nuestro intento tratar de cosas extranjeras, pues hay harto que hacer en declarar las que propiamente á España tocan. Un autor, por nombre Hecateo, niega esta venida en España de Hércules el Tebano, hijo de Anfitrion, que por otro nombre llamaron Alceo; mas Diodoro y todos los demás autores testifican lo contrario, demás de los rastros del camino que en España y en los montes Pirineos y en la Gallia Narbonense quedaron deste viaje y se con

servaron por largos tiempos, y aun en la misma entrada de Italia las Alpes Leponcias y Euganeas tomaron estos apellidos de dos compañeros de Hércules, con que se muestra, no solo que Hércules vino á España, sino que parte de su gente pasó en Italia por tierra, y dejaron en algunos lugares por donde pasaron nombres y apellidos .griegos. Virgilio atribuye á este Hércules la muerte de los Geriones, de que se trató arriba con la libertad que suelen los poetas; y por la semejanza de los nombres entiendo se trocaron los tiempos. Despues de la venida de Hércules y despues de la muerte de Milico, reinó en España Gargoris, famoso por la invencion que halló de coger la miel, por donde asimismo le llamaron Melicola. En tiempo deste. rey concurrió la guerra muy famosa de Troya, la cual concluida, las reliquias de los ejércitos griego y troyano se derramaron y hicieron asiento en diversas partes del mundo, en particular vinieron á España, y poblaron en ella no pocos capitanes de los griegos. Tal es la comun opinion de nuestros historiadores y gente, que muchas naciones antiguamente trasladadas á esta region, por la comodidad que haHaron, asentaron y poblaron en diversas partes de España. En este cuento tiene el primer lugar Teucro, el cual, despues de la muerte desgraciada de su hermano Ayax, porque su padre Telamon no le permitió volverá su tierra solo, aportó primero á la isla de Chipre, y en ella edificó la ciudad de Salamina, hoy Famagosta, que llamó así del nombre de su misma patria. De Chipre pasó en España, y en ella, donde al presente está Cartagena, dicen edificó otra ciudad, que de su nombre llamó Teucria. No hay duda sino que Justino y san Isidoro hacen mencion desta venida de Teucro á España; y aun Justino, en particular, dice que se apoderó de aquella parte donde está situada Cartagena; pero que allí haya fundado ciudad, y que la haya-llamado Teucria, puede ser verdad, mas ellos no lo dicen ni se hallan algunos rastros de poblacion semejante. Verdad es otrosí que todos concuerdan en que Teucro pasó el estrecho de Gibraltar, y vueltas las proas á manderecha, mas adelante del cabo de San Vicente y de las marinas de toda la Lusitania, paró en las de Galicia, y en ellas fundó la ciudad de Hellene, que es la que al presente se llama Pontevedra; y aun quieren que del nombre de uno de sus compañeros fundó otra ciudad llamada Amfiloquia, que los romanos llamaron Aguas Calientes, y los suevos que asentaron adelante por aquellas partes, la llamaron Auria; nosotros la llamamos Orense. Dicen otrósí que Diomedes, hijo de Tideo, aportó á las riberas de España; pero como en todas las partes los naturales le hiciesen resistencia, rodeadas todas las riberas del mar Mediterráneo y gran parte del Océano, pasó de la otra parte de la Lusitania, y allí fundó del nombre de su padre la ciudad de Tuy, que en latin se llama Tude ó Tyde, entre las bocas de los rios Miño y Limia, á la ribera del mar. Estrabon asimismo en el libro 3.o refiere que Mnesteo Ateniense con su flota vino á Cádiz, y en frente de aquella isla á la boca del rio Belon, que hoy es Guadalete, por donde desemboca en la mar, se dice edificó una ciudad de su mismo apellido y nombre, donde al presente está y se ve el puerto de Santa María. Demás, que entre los dos brazos de Guadalquivir edificó un templo, que se llamó antiguamente Oráculo de Mnesteo, sobre el mismo mar, que fué de grande

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momento para acrecentar en España la supersticion de los griegos. Por conclusion, Estrabon y Solino testifican que Ulises entre los demás vino á España, y que en la Lusitania ó Portugal fundó la ciudad de Lisboa ; cosa de que el mismo nombre de aquella ciudad da testimonio, que, segun algunos, en latin se escribe Ulyssipo; si bien otros son de diferente parecer, movidos así del mismo nombre de aquella ciudad, del cual por antiguallas se muestra se debe escribir Olyssipo y no Ulyssipo, como tambien porque en las marinas de Flandes, en diversos lugares, se halla mencion de las aras ó altares de Ulises, dado que no pasó en aquellas partes. Por estos argumentos pretenden que, conforme á la vanidad de los griegos, pusieron á Ulises antiguamente en el número de sus dioses, y para honralle en diversas partes le edificaron memorias ; lo cual, dicen, pudo ser sucediese en España, y que Lisboa por esta causa tomase el nombre de Ulises, sin que él ni su gente aportasen á estas partes.

CAPITULO XIII..

De las cosas de Abides y de la general sequedad de España. Por este mismo tiempo el rey Gargoris tenia su reino de los Curetes, como lo dice Justino, en el bosque de los Tartesios, desde donde los antiguos fingieron que los titanes hicieron guerra á los dioses. Este rey, las demás virtudes que se entiende tuvo muy grandes, afeó con la crueldad y fiereza de que usó con un su nieto, llamado Abides; nació este mozo de su hija fuera de matrimonio. El abuelo, con intento de encubrir áquella mengua de su casa, mandó que le echasen en un monte á las ficras para que allí muriese. Ellas, mudada su naturaleza, trataron al infante con la humanidad que el fiero ánimo de su abuelo le negaba, ca le criaron con su leche y le sustentaron con ella algun tiempo. No bastó esto para amansalle, antes por su mandado de nuevo le pusieron en una estrecha senda para que el ganado que por allí pasaba le hollase. Guardábale el cielo para cosas mayores: escapó deste peligro así bien como del pasado. Usaron de otra invencion, y fué que por muchos dias tuvieron sin comer perros y puercos para que hiciesen presa en aquellas tiernas carnes. Libróle Dios deste peligro como de los dos ya referidos: las mismas perras, con cierto sentimiento de misericordia, dieron al infante leche. Por conclusion, el mismo mar, donde le arrojaron, le sustentó con sus olas, y echado á la ribera, una cierva le crió con su regalo y con su leche. Hace mucho al caso para mudar las costumbres del ánimo y del cuerpo la calidad del mantenimiento con que cada uno se sustenta, y mas en la primera edad; así fué cosa maravillosa por causa de aquella leche y sustento cuán suelto salió de miembros. Igualaba en correr los años adelante, y alcanzaba las fieras, y confiado en su ligereza, y por ser naturalmente atrevido y de ingenio muy vivo, hacia robos y presas por todas partes, sin que nadie se atreviese á hacelle resistencia. Todavía, molestados los comarcanos con sus insultos, se concertaron de armalle un lazo, en que cayó, y preso le llevaron á su abuelo, el cual, luego que vió aquel mancebo, por cierto sentimiento oculto de la naturaleza, de que muchas veces sin entendello somos tocados, y no sé qué cosa mayor de lo que se veia, resplandecia en su rostro, mirándole atentamente y las

señales que siendo niño le imprimieron en su cuerpo, entendió lo que era verdad, que aquel mozo era su nieto y que no sin providencia mas alta habia escapado de peligros tan graves. Con esto trocó el odio en benignidad, púsole por nombre Abides, túvole consigo en tanto que vivió, con el tratamiento y regalo que era razon, y á su muerte le nombró por sucesor y heredero de su reino y de sus bienes. Suele ser ocasion de vencer grandes dificultades cuando el cuerpo se acostumbra á trabajos desde la mocedad; además que era de grande ingenio, por donde en industria y autoridad se aventajó á los demás reyes sus antepasados. Persuadió á sus vasallos, gente bárbara y que vivian derramados por los campos, se juntasen en forma de ciudades y aldeas con mostrarles cuánto importa para la seguridad y buena andanza la compañía entre los hombres y el estar trabados entre sí con leyes y estatutos. Con la comodidad de la vida política y sociable ayuntó el ejercicio de las artes y de la industria; con esto las costumbres fieras de aquellas gentes se trocaron y ablandaron. Restituyó el uso del vino y la manera de labrar los campos, olvidada y dejada de muchos años atrás; ca la gente se sustentaba solo con las yerbas y con la fruta que de suyo por los campos nacia sin labrallos ni cultivallos. Ordenó leyes, estableció tribunales, nombró jueces y magistrados para tener trabados los mayores con los menores y que todos viviesen en paz. Por esta forma y con esta industria ganó las voluntades de los suyos, y entre los extraños gran renombre. Vivió hasta la postrera edad, en que muy viejo trocó la vida con la muerte. Falleció el cuerpo, pero su fama ha durado y durará por todos los años y siglos. Dicese que sus sucesores por largos tiempos poseyeron su reino, sin señalar ni los nombres que tuvieron ni los años que reinaron. Solo se entiende que Abides y sus hazañas concurrieron con el tiempo de David, rey del pueblo judáico. Justino parece le hace del mismo tiempo de los Geriones, y que reinó, no en toda, sino en cierta parte de España. Esto es lo que toca á Abides. El tiempo adelante no tiene cosa que de contar sea y que haya quedado por escrito, fuera de una señalada sequedad de la tierra y del aire, que se continuó por espacio de veinte y seis años, y comenzó no mucho despues de lo que queda contado. Muchos historiadores de comun consentimiento testifican y afirman fué esta sequedad tan grande, que se secaron todas las fuentes y rios fuera de Ebro y Guadalquivir, y que consumida del todo la humedad con que el polvo se junta y se pega, la misma tierra se abrió, y resultaron grandes grietas y aberturas, por donde no podian escapar ni librarse los que querian, para sustentar la vida, irse á otras tierras. Por esta manera España, principalmente en los lugares mediterráneos, quedó desnuda de la hermosura de árboles y de yerbas, fuera de algunos árboles á la ribera de Guadalquivir, yerma junto con esto de bestias y de hombres, y se redujo á soledad, y fué puesta en miserable destruicion. El linaje de los reyes y de los grandes faltó de todo punto; que la gente menuda, con la pobreza y por no tener provision para muchos dias, se recogieron con tiempo á las provincias comarcanas y á los lugares marítimos. Añaden en conclusion que, despues de grandes vientos que se siguieron á esta seca y arrancaron todos los árboles de raíz, las muchas lluvias que sucedieron sazonaron la tierra

de tal suerte, que los huidos, mezclados con otras naciones, como luego dirémos, volvieron á España á sus antiguos asientos, y tornaron á restituir el linaje de los españoles, que casi faltara de todo punto. Esto dicen los mas. Otros autores de grande erudicion é ingenio han procurado quitar el crédito á esta narracion, que estriba en testimonio de nuestras historias y de nuestra gente con estos argumentos. Dicen que ningun escritor griego ni latino ni aun todas nuestras historias hacen mencion de cosa tan grande y tan señalada, como quier que declaren y cuenten muchas veces cosas muy menudas. Preguntan si han quedado rastros algunos, ó de la ida de los españoles ó de su vuelta, si letreros, si antiguallas; cosas todas que por menores ocasiones se suelen levantar y conservar para perpetua memoria. Añaden ser imposible que con tan grande sequedad, y de tantos años como dicen fué esta, se haya conservado alguna parte de humor en los rios que dicen de Guadalquivir y Ebro, si se considera cuán gran parte de humedad y de agua en el discurso del verano por la falta de las lluvias consume el calor del sol. En el cual tiempo muchas veces rios muy caudalosos se secan, mayormente si la sequedad y el calor son extraordinarios por la fuerza de alguna maligna constelacion y estrella. Dicen mas, que con sequedad tan grande y de tanto tiempo no se abriera la tierra, antes se desmenuzara en polvo, pues con la humedad se cuájan los cuerpos, y con la sequedad se deshacen y resuelven; de que da bastante muestra el suelo de Africa y de Libia, donde consumida la humedad de la tierra con el ardor del cielo, hay arenales tan grandes que con los vientos, á la manera del mar, se levantan olas y montes de polvo. Esto es lo que dicen ellos; á nos no parecia dejar la opinion recibida, la fama comun y tradicion de nuestra gente y el testimonio conforme de nuestras historias sin razon que fuerce para ello. Puédese entender y sospechar para excusar á los antiguos que la fama solamente declara la suma de las cosas sin guardar el órden y razon dellas, trastrueca las personas, lugares y tiempos y por lo menos aumenta todas las cosas y las hace mayores de lo que á la verdad fueron; ca es semejante á los grandes rios, los cuales, mudadas las aguas, tanto cuanto mas se alejan de su nacimiento y primeras fuentes, y mudado todo lo al, solo conservan el apellido, y nombre primero; y es cosa averiguada que, no solo el intervalo del tiempo, sino la distancia de los lugares no muy grande altera á las veces la memoria. Todo esto entendemos sucedió en el negocio presente; que ni la seca de aquel tiempo fué tan grande ni tan larga como refieren, antes que llovió algunas, aunque pocas veces y escasamente, de suerte que bastase para que la tierra no se resolviese en polvo y no faltasen de todo punto y se consumiesen los rios; pero no para que la tierra pudiese producir y sazonar los frutos y mieses ni para cerrar las aberturas y grietas que al principio se hicieron. Puédese demás desto creer que lo que sucedió en tiempo de Faeton en las otras provincias, esto es, que por el ardor del sol y la seca extraordinaria las tierras se abrasaron, que fué el fundamento de la ficcion y fá– bula de Faeton y del sol, la misma afliccion padeció España en el mismo tiempo, y aun mayor, por ser mas sujeta que las otras tierras á la sequedad del aire y falta de lluvias.

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