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Grande y casi increible fué la matanza; murieron trecientos y setenta mil moros, y lo que hizo mucho al caso para que la victoria fuese mas alegre, el mismo Abderraman quedó tendido entre los demás cuerpos muertos. De los vencedores faltaron hasta mil y quinientos, pequeño número para victoria tan grande, si bien eran de los mas señalados, unos en valor y hazañas, otros en la nobleza de sus linajes. La alegría por causa desta victoria fué colmada para todo el cristianismo, no solo por sí misma, que fué muy señalada, sino por la muestra que se dió y esperanza que todos cobraron de que aquella gente, hasta entonces invencible, podria por el esfuerzo de los cristianos ser vencida. Entre todos se señaló en esta batalla á dicho del mismo Martello el duque Eudon, que en lo mas recio de la pelea, como lo tenian antes concertado, con los caballos ligeros y gente mas suelta rodeó los escuadrones con tanta presteza, que antes que mirasen en ello cargó sobre los enemigos por las espaldas y los puso en confusion. Dióse esta dichosa batalla el año de nuestra salvacion de 734, que era el veinte y uno despues de la pérdida de España. En este tiempo tenia el imperio de oriente Constantino, llamado Coprónimo. De las cartas de Eudon al pontífice romano Gregorio se supo en Roma y se tuvo aviso de la victoria y del número de los muertos; de que se entiende asimismo que el Papa les envió tres espongias benditas, es á saber, á la manera que se bendicen los Agnus Dei, y que todos los que alcanzaron alguna partecica dellas salieron de la batalla sin lesion alguna; cosa maravillosa como verdadera. Los mas cuentan á este pontifice Gregorio por el segundo de aquel nombre; la razon de los tiempos convence que no fué sino el tercero. Abdelmelich sucedió en el lugar de Abderraman, y tuvo el gobierno de los moros en España y en todo lo que della dependia por espacio de cuatro años siguientes, sin señalarse en cosa alguna, sino en crueldad y en cohechar la gente, que volvia en sí despues de tantos trabajos; tacha que, no solo afea á los príncipes y amancilla á los que gobiernan el pueblo, sino es muy grave delito. Como él era, así le sucedieron las empresas. Tuvo comision y órden de acometer la Francia; pero, perdida mucha de su gente á la pasada de los montes Pirineos, fué forzado de volver atrás. En el mismo tiempo, es á saber, el año 737, don Pelayo, primero rey de España, cargado de años y esclarecido por sus proezas, pasó desta vida en Cangas. Su cuerpo sepultaron en Santa Olalla Velaniense, iglesia que él mismo habia fundado en tierra de Cangas. Allí tambien sepultaron su mujer la reina Gaudiosa. Sucedió en el reino sin contradicion don Favila, su hijo, y le goberró por espacio de dos años; príncipe mas conocido por su desastrada muerte y por la liviandad de sus costumbres que por otra cosa alguna ; pues sin embargo de las muchas guerras que tenia entre las manos, y que su nuevo reino estaba en balanzas, y mas se conservaba por la flaqueza de los moros y revuelta de los tiempos que por las fuerzas de los cristianos, mostraba cuidar poco del gobierno y tener mas cuenta con sus particulares gustos que con el bien comun; en especial era dema. siadamente aficionado á la caza, y en ella un oso que seguia desapoderadamente le mató, sin que dejase ninguna loa ni en vida ni en muerte. Fué sepultado en la iglesia de Santa Cruz, que él mismo edificó en tierra de

Cangas, en que se via otrosí antiguamente el sepulcro y lucillo de Froleva, su mujer. Un cierto diácono, llamado Juliano, griego de nacion, docto en las dos lenguas griega y latina, por estos tiempos escribia en Toledo las antigüedades de España y las cosas que hizo don Pelayo. Dicelo cierto autor. Hay quien diga que fué tesalonicense y arcediano de Toledo; item, que se llamaba Juliano Lúcas; item, que comenzó su historia desde el año 455. Urbano, prelado de Toledo, en lo postrero de su edad, Evancio, arcediano de aquella iglesia, Fredoario, obispo de Guadix, varones excelentes por la santidad de sus costumbres y por su doctrina, resplandecian en aquella escuridad de todas las cosas á la manera que las estrellas entre las tinieblas de la noche. Contemporáneo dellos fué Juan, prelado de Sevilla, que tradujo la Biblia en lengua arábiga con intento de ayudar á los cristianos y á los moros, á causa que la lengua arábiga se usaba mucho y comunmente entre todos; la latina ordinariamente ni se usaba ni se sabia. Hay algunos traslados desta traduccion, que se han conservado hasta nuestra edad, y se ven en algunos lugares de España.

CAPITULO IV.

Del rey don Alonso, llamado el Católico.

Falleció don Favila sin sucesion; don Alonso por tanto y Ormisinda, su mujer, segun que estaba dispuesto en el testamento de don Pelayo, fueron recebidos y declarados por reyes con grande alegría de pueblo y en gran pro de todo el reino. Corrian en don Alonso á las parejas las artes de la guerra y de la paz, maravilloso por la constancia que mostró en las adversidades, señalado por la felicidad que tuvo ordinariamente en sus empresas, tan dado al culto de la religion, que por esta causa le dieron renombre de Católico, apellido que antiguamente en el Concilio toledano tercero, en el tiempo que se redujo á la Iglesia católica toda la nacion de los godos, desechadas las herejías de Arrio, con mucha razon se dió al rey Recaredo. Desusóse despues por muchos siglos hasta que Alejandro VI, sumo pontífice, le renovó en don Fernando de Aragon, rey Católico de España, y hizo que se perpetuase en los reyes sus sucesores. Florecia en aquel tiempo España con los bienes de una muy larga paz; Africa y Francia ardian en guerras civiles. Cárlos Martello, por la muerte de Eudon, su competidor, se apoderó del grande estado que tenia en Francia. Tres hijos que quedaron del difunto, Aznar, Hunnoldo y Vayfero, como herederos de la enemistad de su padre y con intento de satisfacerse de su contrario, acudieron á las armas. Aznar en aquella parte de España que cae cerca de Navarra tomó á los moros la ciudad de Jaca con otros muchos castillos y plazas, por donde fué tronco y fundador del reino y gente de Aragon, nombre que se tomó del rio Aragon, que pasa por aquella comarca, y junto con el rio Ega mezcla sus aguas con las de Ebro, como en otro lugar se declara. Hunnoldo y Vayfero acudieron á lo de Francia, rompieron con su gente por toda aquella provincia que corrieron hasta pasar el rio Ródano. En todas partes pusieron grande espanto, no perdonaron á varones ni á mujeres, á niños ni á viejos, como acontece que las pasiones de los prínci

cia, sosegó las alteraciones de España; pero poco despues fué muerto por conjuracion de Zimael, con que Roba, compañero de Zimael y el principal atizador de aquella conjuracion, se apoderó del gobierno y aun del reino de España, sin que nadie le pudiese ir á la mano, porque el emperador Alulit falleció el segundo año de su imperio, que fué el de 744. Quedó por sucesor suyo Ibrahem, su hermano, que no tuvo mejor suceso, ni le duró el señorío mas tiempo que á su predecesor. Fué así, que Maroan, sin embargo que era de su misma parentela y de la nobilísima alcuña entre los moros de los Humeyas, con el ayuda de aquella

pes descargan de ordinario sobre la gente menuda. Cargó principalmente este daño sobre los allobroges, que son las partes de Saboya y, del Delfinado. Viena con grande dificultad se pudo defender. Dende revolvieron contra lo de mas adentro de Francia que cae desta parte del Ródano. Los moros, movidos del deseo que tenian de satisfacerse de la afrenta pasada, demás desto llamados por Mauricio, conde de Marsella, y de Hunnoldo y Vayfero, que pretendian por este camino apretar á Martello y á los franceses, tornaron á hacer guerra en la Francia. Gobernaba por este tiempo los moros de España Aucupa; este tomó á su llegada residencia á Abdelmelich, y con color que no se descarga-parcialidad degolló á Ibrahem dentro de su palacio el ba bastantemente de lo que le achacaban, le puso en prisiones. Fué Aucupa muy noble entre los suyos, gran celador de su supersticion, de tal guisa, que ningunos delitos castigaba con tanta severidad como los cometidos contra ella. Concertóse pues con Mauricio, conde de Marsella, y con los hijos de Eudon; y con su ayuda y las gentes que metió en Francia pasó tan adelante, que se apoderó de Aviñon, ciudad puesta sobre el rio Ródano, muy ancha y muy noble. Los pueblos comarcanos padecieron quemas, talas y robos. Todo esto sucedió cinco años despues que se dió la batalla muy famosa de Turs, es á saber, el año 739, que fué el primero del reinado de don Alonso. Miserable el estado en que las cosas estaban, grande la avenida de males; pero el valor de Martello sustentó lo de Francia, porque echó los enemigos de aquella provincia, y los arredró desta parte de los Pirineos. Apoderóse de Aviñon y de Narbona, de suerte que casi no quedó por los godos ni por los moros cosa alguna en toda la Francia. La guerra de Africa se hacia y continuaba con mayor calor y pertinacia. Fué así, que Belgio Abenbejio, capitan de gran nombre entre los moros, levantó los del pueblo contra su señor y miramamolin Iscam; no se declara la causa; á muchos les parece bastante para acometer cualquier maldad el deseo de reinar. Diéronse muchas batallas en Africa, los trances fueron variables, la victoria de ordinario quedó por los levantados, con que finalmente Belgio se determinó de pasar en España. Abdelmelich á la sazon era vuelto al gobierno que antes tuvo, por orden de Aucupa que falleció, y por su muerte dejó dispuesto le sacasen de la prision do él tenia y le restituyesen el cargo, lo cual fué para su mal, á causa que Abderraman, enviado delante por Belgio con un grueso ejército para que le allanase la tierra, le prendió dentro de Córdoba y le hizo morir con todo género de tormentos el año 743, en que murió eso mismo el miramamolin Iscam. Sucedió en aquel grande imperio Alulit, hijo de Izit, segun que lo tenian antes asentado. Tuvo sobrenombre de Hermoso; las esperanzas que al principio dió fueron grandes, el suceso diferente. Poníanle en cuidado la guerra que Belgio hacia en Africa, ca volvió, segun parece, de España, y las alteraciones que Doran por parte de los levantados continuaba en España. Los movimientos de Africa no hacen á nuestro propósito, ni hay para que relatallos; basta saber que el emperador Alulit al principio de su imperio proveyó para el gobierno de España un hombre principal y prudente llamado Albulcatar, que con su buena maña y con enviar los revoltosos á Africa para que ayudasen en la guerra que allá se ha

año segundo de su imperio; y con tanto quedó por señor de todo. En tiempo deste emperador por muerte de Roba, que le mataron en cierta batalla, tuvo el gobierno de España Toba; y muerto este dentro de un año, Juzef, hombre de grandes partes, fué proveido y enviado de Africa en lugar de los dos. Era de grande edad, y sin embargo muy dado á mujeres; pero recompensaba en parte esta falta la destreza que tenia en las armas y la fama de sus proezas. En tiempo deste gobernador de España, en Asia Abdalla, que era de los Alavecinos, casa y linaje nobilísimo entre los moros, se conjuró con los desta parcialidad, y dió la muerte á Maroan el año del Señor de 750. Pareció justa su pretension por la venganza que tomó de la muerte que dieron á su señor; pero en premio de su trabajo se quedó con el imperio, y con intento de asegurarse en él procuró destruir de todo punto y acabar la parcialidad de los Humeyas, linaje y casta de los emperadores pasados. Como lo intentó, así en gran parte lo puso en efecto. En España el año de 753 en Córdoba se vieron tres soles, cosa que causó grande espanto por ser la gente tan grosera y ruda, que no alcanzaba como en una nube de igual grosura y densidad á la manera que en un espejo se pueden representar muchos soles sin algun otro misterio. Como estaban azorados con el miedo, les parecian y se les representaban otras visiones diferentes, como de hombres que iban en procesion con antorchas de fuego. Aumentóse la maravilla y el espanto por causa de una muy grande hambre que por el mismo tiempo se siguió en España por la sequedad que á veces padece y falta de agua. En el entre tanto el rey don Alonso, con intento de aprovecharse de la buena ocasion que se le representaba para ensanchar los tér'minos de su reino, que eran muy angostos, por la discordia de los moros y sus revueltas tan grandes, además que los cristianos estaban cansados de su señorío, juntó las mas gentes que pudo para hacer entrada en las tierras comarcanas. Sucedióle muy bien su pretension y la jornada, porque en Galicia recobró á Lugo, Tuy, Astorga; en la Lusitania la ciudad de Porto, asentada sobre un puerto por la parte que el rio Duero desagua en el mar, y las de Beja, Braga, Viseo, Flavia, y mas adentro á Bletisa y Sentica, pueblos que hoy se llaman Ledesma y Zamora. Tomó otrosi por aquella comarca á Simancas, Dueñas, Miranda y las ciudades de Segovia y Avila y á Sepúlveda, puesta á las haldas del monte Orospeda á la ribera del rio Duraton, asentada en un sitio muy fuerte, y que antiguamente se llamó Segobriga, y mas adelante Sepúlvega, como consta de sus mismos fueros de que antiguamente usa

ba, y que era pueblo muy grande y de muy grande autoridad. Demás desto, con las armas vencedoras y en prosecución de victorias tan nobles, revolvió sobre las comarcas de Briviesca y de la Rioja, pueblos que antiguamente se contaban entre los várdulos, y se apoderó de aquellos distritos. La Rioja está en un lado del monte Idúbeda por la parte que el rio Ogia, que se derriba de aquel monte, pasa y se mezcla con el rio Ebro; es tierra muy apacible y muy fértil. Lo mismo hizo de Pamplona en Navarra, y de lo que hoy se llama Alava, parte de Vizcaya. Verdad es que muchos destos pueblos por el vario suceso de las guerras tornaron á perderse, á causa que el poder de los reyes moros de Córdoba en gran perjuicio de los cristianos comenzó á levantarse por este tiempo, segun que poco despues se dirá, y creció adelante mucho en autoridad y fuerzas. Procuró el rey don Alonso y hizo que en las ciudades catedrales que se ganaron fuesen puestos obispos, que reformaban las costumbres de aquellos cristianos y las limpiaban de la maleza que de la conversacion de los moros se les habia pegado. Cultivaban los pueblos con el buen ejemplo, con nuevas leyes que hacian, con declaralles y predicalles la palabra de Dios. Reedificábanse los templos do estaban caidos, y los profanados con la supersticion de los moros los reconciliaban ó consagraban de nuevo. Reparaban los ornamentos de las iglesias por cuanto lo sufria la pobreza de la gente y las rentus reales, que eran muy ténues. Finalmente, una nueva luz se mostraba por todas partes, muy gran materia al presente de alegría, y de mayor esperanza para lo de adelante. Los antiguos geógrafos situaron los várdulos en la Cantabria por aquella parte que es bañada del mar Océano; los antiguos historiadores de España, como hombres de corto ingenio y pequeña erudicion, los pusieron en aquella parte de Castilla la Vieja que antiguamente llamaron los vaceos. Desta opinion procedió otro nuevo engaño, y fué que como don Alonso ganase gran parte de Castilla la Vieja, la cual nuestros historiadores llamaron várdulos, otros se persuadieron que desta hecha quitó á los moros toda la Cantabria ó Vizcaya. Pero por bastantes testimonios se puede mostrar que los moros en ningun tiempo pasaron de un lugar que en Vizcaya vulgarmente se llama la Peña Horadada. El Rey, despues que concluyó cosas tan grandes, falleció en Cangas en edad de setenta y cuatro años, el año que se contaba 757 de nuestra salvacion. Fué príncipe esclarecido y señalado entre todos. Reinó por espacio de diez y nueve años; quién dice de diez y ocho. Dejó cinco hijos, los cuatro de Ormisinda, su mujer, que fueron Froila, Bimarano, Aurelio y Usenda. De otra mujer baja, y aun esclava, tuvo fuera de matrimonio á Mauregato. Hiciéronle exequias y enterramiento muy solemne, no tanto por el aparato y gasto cuanto por las verdaderas lágrimas y sentimiento de todos sus vasallos y por las voces del cielo que dicen se oyeron en el enterramiento de ángeles que cantaban aquellas palabras de la divina Escritura: «El justo es quitado, y nadie pone mientes en ello; es quitado por causa de la maldad, y será en paz su memoria. » Sepultaron estos Rey y Reina en Cangas en el monasterio de Santa María. Tuvo don Alonso un hermano, por nombre Froila, mas conocido por dos hijos suyos, Aurelio y Vere

mundo 6 Bermudo, que por otra cosa que dél se sepa. Volvamos á las cosas de los moros, que por estar mezcladas con las nuestras, no se pueden olvidar del todo. En particular será bien declarar la ocasion, los principios y aumento de la discordia muy grande que entre aquella gente se encendió por este tiempo y los cimientos que con esto se echaron de un nuevo y muy poderoso reino de moros que se levantó en España.

CAPITULO V.

De dos linajes los mas principales entre los moros. Por las armas de los sarracenos y por el vergonzoso descuido de los nuestros la mayor y mas noble parte de la redondez de la tierra quedó vencida y sujeta á los enemigos del nombre cristiano crueles y fieros, los cuales tienen por abominable y por ilícito todo lo que nosotros tenemos por santo. Al principio obedeciau todos á una cabeza y á un príncipe, que cuidaba de todo, de la guerra y del gobierno, hacia y deshacia leyes, administraba justicia, hasta las mismas cosas sagradas y pertenecientes al culto de Dios estaban á su cargo. En las historias de los árabes á veces le llaman califa, que en romance quiere decir sucesor, á veces miramamolin, que es lo mismo que príncipe de los que creen. El amor de la nueva supersticion hizo que al principio las cosas estuviesen quietas; adelante con el grande aumento que tuvieron y por sus muchas riquezas resultaron alborotos, y de uno se hicieron muchos imperios. Las causas destas discordias y los sucesos no hacen á nuestro propósito, solo por lo que toca á nuestro cuento me pareció necesario declarar el origen y progreso de dos familias y casas las mas nobles que hobo entre los moros, y por cuyas diferencias resultaron en este tiempo grandes alteraciones. Mahoma, fundador de aquella secta y maestro de la nueva supersticion, dió á muchas provincias guerras, en que siempre le sucedió prósperamente. Fué hombre de ingenio despierto, astuto y malo; usaba de una profunda ficcion y aparencia de santidad, cosa muy á propósito para enga. nar á la gente; y no hay cosa mas poderosa para gauar las voluntades de la muchedumbre que la máscara de la religion; así fueron innumerables los que engañó en toda su vida. A la muerte, de muchas mujeres con quien ilícita y torpemente se casó, dejó solamente tres bijas, y ningun hijo varon, ca uno que tuvo se le murió de doce años. La mayor de las hijas se llamó Fatima, las otras, Zeinebis y Imicultis; quedarou casadas con hombres principales, y todavía por la muerte de Mahoma los suegros dél se encargaron del gobierno, primero Abubacar, y despues Homar, en lugar de sus hijas y nietos. Despues destos Atuman, marido de Fatima, tuvo el imperio, que por ser la mayor tenia mejor derecho para suceder á su padre. Deste tuvo origen el linaje de los Alavecinos, gente muy poderosa en riquezas y en señorío. A Atuman, no sin contradiccion de muchos y grande alteracion del pueblo, sucedió Moabia, marido de la segunda hija de Mahoma, llamada Zeinebis, fundador que fué del otro linaje muy valido de los Benhumeyas. La causa destos nombres y apelli dos no se sabe ui lo que significan. Lo cierto es quo á Moabia sucedieron por órden su hijo Izit, y Mula, su nieto, que perdonó á sus vasallos y les descargó de

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CAPITULO VI.

De los reyes Froila, Aurelio y Silon. Por la muerte de don Alonso el Católico su hijo mayor, llamado Froila ó Fruela, se encargó del gobierno y del reino de los cristianos en España, como era razon y derecho, el año de 757. Tuvo el reino once años y tres meses; su gobierno y fama tuvo mezcla de malo y de bueno. Fué áspero de condicion, inclinado á severidad, y aun mas aficionado á crueldad que á misericordia. Los príncipes con la grande libertad que tienen pocas veces se van á la mano, y de ordinario siguen sus inclinaciones y pasiones. Los aduladores, de que hay gran número en las casas de los reyes, hacen que el mal pase adelante; que no hay quien se atreva á decir la verdad. A los vicios dan nombres de las virtudes á ellos semejantes, y hacen creer que la crueldad es justicia, y que la malicia es prudencia, y así de lo demás, con que todo se pervierte. Verdad es que tuvo algunas cosas de buen príncipe, porque lo primero fundó edificó á Oviedo, ciudad principal y roble en las Astúrias, si bien algunos atribuyen esta fundacion á su padre el rey don Alonso, pero sin bastantes fundamentos. Dió á la nueva ciudad derecho y honra de obispado. Demás desto, apartó los casamientos de los sacerdotes, costumbre antiguamente recebida por ley de Witiza, y despues muy arraigada por el ejemplo de los griegos, con que se encendió la ira de Dios contra España y incurrió en tan graves desastres y castigos, como lo entendia la gente mas cuerda. Con esta resolucion cuanto fué el amor y benevolencia que ganó con los buenos, tanto se desabrió gran parte del pueblo y de los sacerdotes, porque los hombres ordinariamente quieren que lo antiguo y lo usado vaya adelante; y la libertad de pecar es muy agradable á la muchedumbre. Desta severidad procedió gran parte del odio que en su vida muchos le tuvieron; y despues de su muerte su noinbre quedó acerca de los decendientes amancillado y afrentado mas de lo que merecia. Así se puede sospechar, pues fuera de las demás virtudes, en lo que toca á la guerra procuró se

la tercera parte de los tributos con que acostumbraban á servir. Muerto Maula, los moros divididos en dos parcialidades, los unos siguieron á Maroan, y los otros á Abdalla, que era, segun yo pienso, del linaje y alcuna de los Alavecinos. Sea lícito usar de conjeturas en cosas tan escuras como son las de aquella nacion. Por lo menos en tiempo del rey Moabia fué maestro de la milicia, que es como entre nosotros condestable, con que tuvo ocasion de granjear muchas riquezas y aliados, y de presente tuvo manera para echar al contrario del reino y quedar solo por señor de todo. Mas con su muerte la corona y cetro volvieron á Abdelmelich, hijo de Maula, que ganó gran renombre por conquistar, como conquistó, toda la Africa, con que él y sus sucesores se hicieron mas poderosos que antes. Las discordias de los emperadores romanos dieron lugar á este daño, que fué una miserable ceguera y una locura de los hombres muy grande; pero mejor será apartar el pensamiento destas cosas, cuya memoria, á manera de cierto aguijon, punza y duele. Falleció Abdelmelich de su enfermedad, y en su lugar sucedió su hijo Ulit, aquel por cuyo mandado Tarif pasó en España, y vencido y muerto el rey don Rodrigo, se apoderó del reino de los godos. En lugar de Ulit sucedió primero su hermano Zuleiman, despues Homar y Izit, hijos de Ulit por adopcion de su tio, para que juntamente y con igual poder gobernase aquel imperio. A estos dos sucedió otro hermano tercero, llamado Iscam. A Iscam Alulit, hijo de Izit. Despues de Alulit, con gran voluntad de toda aquella nacion, Ibrahem, su hermano, tomó el gobierno. A este dió la muerte Maroan, dado que era del mismo linaje de los Humeyas, y por fuerza de armas, como queda dicho, se apoderó de todo. Las discordias destos príncipes dieron ocasion á los Alavecinos, que eran del linaje de Fatima, para levantar cabeza y prevalecer como los que tenian sus fuerzas enteras y unidas, y los contrarios al revés divididas y flacas. Abdalla pues, hombre de grande industria y no menor corazon, muerto que hobo á Maroan, que á causa de aquellasrevueltas se hallaba con pocas fuerzas, restituyó últimamente á los que descendian de Fatima el impe-guir las pisadas de su padre. En particular el segundo rio de los moros, como queda ya tocado; y para aseguralle mas y perpetualle en sus descendientes hizo gran carnicería en el linaje de los Humeyas, por ningun otro delito sino por sospechar pretendian el imperio que ya tuvieron; camino por donde de presente se hizo odioso, y para adelante su nombre fué tenido por infame como de cruel y tirano. Fuera desto, Abderraman, que era de los Benhumeyas, fué puesto en necesidad, por escapar de aquella carnicería, de pasar á España para intentar cosas nuevas, por entender que los moros comunmente en aquella provincia eran aficionados á los emperadores pasados y al linaje de los Benhumeyas, á causa de las muchas mercedes que dellos tenian recebidas; con la ayuda de los cuales y el esfuerzo y buena maña de Abderraman se fundó un nuevo reino de moros en aquella provincia, exempto y libre del señorío de los miramamolines de Africa y de los califas de Asia; su asiento en la ciudad de Córdoba, do las demás ciudades acudian como á su cabeza y metrópoli, segun que adelante se entenderá mejor.

año de su reinado en una gran batalla desbarató á Juzef, gobernador de España por los moros, viejo capitan, y que con un grueso ejército talaba y destruia las tierras de Galicia. Ninguna victoria hobo en aquella era ni mas esclarecida ni de mayor provecho para los cristianos, ca quedaron muertos cincuenta y cuatro mil moros. Esta pérdida fué causa que Juzef, que por espacio de cuatro años hacia resistencia á Abderraman para que no se apoderase de España como pretendia, se acabase de perder; porque como se viese trabajado por el linaje de los Humeyas, huyó de Córdoba; mas por diligencia de sus enemigos fué preso en Granada, de donde escapó y se huyó á Toledo, confiado en la fortaleza de aquella ciudad y con esperanza que aquellos ciudadanos le acudirian. Sucedióle al revés, que como á caido todos le faltaron, y los mismos en quien mas confiaba le dieron la muerte con intento de ganar á su costa la gracia del vencedor. Desde este tiempo, que fué el año de nuestra salvacion 759, y conforme á la cuenta de los árabes 142, todos los moros de España se tornaron á unir debajo de una cabeza y gobierno; y Abderraman Abenhumeya, que tuvo ade

Jante sobrenombre de Adahil, fundó un nuevo reino de su nacion mas poderoso que antes; exempto de la jurisdiccion de los moros de Africa y de Asia, como poco antes queda apuntado. Sola Valencia, ciudad de los edetanos, parte de la España Tarraconense, se mantuvo por algun tiempo en la devocion antigua; pero últimamente, Abderraman con un largo y apretado sitio que sobre ella puso la forzó por las armas á seguir el partido de las demás. Era grande el odio que este Príncipe mostraba contra nuestra religion, tanto, que los cristianos de aquella ciudad se salieron della, y llevaron consigo á lo postrero de la Lusitania, por la parte que el promontorio Sacro se alarga mucho en el mar, los sagrados huesos del mártir san Vicente, que en tiempos pasados, como que la dicho, padeció en aquella ciudad, al cual ellos adoraban como á Dios, y era célebre por la fama de los milagros; tales son las palabras del moro Rasis, que me pareció poner aquí. Sucedió adelante que un moro, natural de Fez, llamado Allibolaces, andando por allí á caza halló estos hombres, y como los matase, llevó consigo á Africa por esclavos sus hijos, niños de pequeña edad; por cuya informacion adelante se supo el lugar en que quedaron escondidos los sagrados huesos, que fué ocasion de mudar el nombre à aquel promontorio, y llamarse adelante el cabo de San Vicente; pero desto se tornará á hablar en otro lugar. El rey bárbaro, ensoberbeci.lo con tantas victorias y por sucederle todo á su voluntad, acometió á hacer guerra á los gallegos. Por otra parte, puso cerco sobre Beja, ciudad de l'ortugal, que antiguamente era Pax Julia. De la una y de la otra parte fué rechazado por el esfuerzo y armas del rey don Fruela, el cual, con su buena dicha y diligencia, no solo defendió las tierras de los cristianos de las insolencias de los bárbaros, sino tambien acudió á sosegar las alteraciones de los naturales, en especial de los gallegos, que sospecho andaban alterados por haber quitado las mujeres á los sacerdotes. Asimismo los de Navarra, que andaban levantados, se redujeron á obediencia el año de 761. En esta jornada se casó el rey don Fruela con Menina, otros la llaman Momerana, hija de Eudon, duque de Guiena, y hermana de Aznar, que de buena gana vino en este casamiento por estarles á todos muy á cuento. Desta señora nacieron don Alonso, que adelante tuvo el reino y renombre de Casto, y doña Jimena, muy conocida por ser madre de Bernardo del Carpio y por su poca honestidad. Pudiera el rey don Fruela ser contado entre los grandes príncipes si no amancillara su fama y sus virtudes con Ja muerte que dió por sus propias manos á su hermano Bimarano; hecho grandemente inhumano y que le hizo muy odioso. Era Bimarano de gentil disposicion, y con su mucha afabilidad ganaba las voluntades del pueblo; sospechó su hermano que procuraba hacerse rey, y por ventura, como suele acontecer, los que estaban descontentos de la severidad del Rey pretendian tomarle por su cabeza y debajo de su sombra alterar á los demás, porque no se puede entender que don Fruela sin propósito y sin tener alguna causa para ello hiciese cosa tan fea, dado que ninguna pudo ser bastante para excusar exceso tan grave; y él mismo, para aplacar el odio que de aquella muerte resultó, probijó y nombró por su sucesor en el reino á don Berinudo, hijo del muerto; pero no sirvió de nada, porque los suyos, y en

particular don Aurelio, su hermano, se conjuraron contra él y le dieron la muerte en Cangas. Sepultaron al rey don Fruela y su mujer Menina en la iglesa mayor de Oviedo. En este tiempo Vero, arzobispo de Sevilla, resplandecia por su santa vida, erudicion y libros que escribió. Asimismo Pedro, prelado de Toledo, sucesor de Urbano, por sobrenombre el Hermoso, compuso un libro de cómo se debia celebrar la Pascua, muy alabado en aquel tiempo, enderezado á los de Sevilla, que en esta cuenta andaban errados. A Pedro sucedió Cijila, que escribió la vida de san Illefouso. Adriano, pontifice romano, enderezó una carta á este prelado, dado que lo llama Egila, en que reprehen de la costumbre que te nian en España, creo toma la de Grecia, de comer carne los sábados. Yo entiendo que de aquella costumbre por cierta manera de concordia se tomó la que al presento se guarda de comer aquellos dius los menudos y extremidades de los animales; quién dice que esto se introdujo el año de Cristo 1212 cuando los nuestros en el puerto del Muladar ganaron aquella batalla contra los moros tan señalada y famosa, pero no hay para asegurar esto autor ni argumento bastante. Todavia el despensero de la reina doña Leonor, mujer del rey don Juan el Primero, así lo dice, y la Valeriana, como se refiere adelante, libro 11, capítulo 21. Las listas antiguas de los arzobispos de Toledo no solo no ponen á Urbano en aquel número, sino tampoco á Pedro, en lugar de los cuales cuentan por predecesores de Cijila á Sunieredo y Concordio. La escuridad de aquellos tiempos es tan grande, que á las veces nos fuerza á reparar, no de otra manera quo quien no sabe el camino, llegado á alguna encrucijada do se divide en muchas partes, como ninguno de aquellos caminos le descontente, ninguno le agrada. El matador del rey don Fruela, vengador de Bimarano y herinano de entrambos, dado que otros le hacen primo, hijo de don Fruela, que fué hermano del rey don Alonso, entró en el reino y tomó la corona el año de 768. No hicieron caso de don Alonso, hijo del rey don Fruela, para que heredase á su padre, así por su pequeña edad como por el odio que todos á su padre tenian. Reinó don Aurelio seis años y medio; no hizo cosa en paz ni en guerra que sea digna de memoria, por lo menos que por ella merezca ser alabado, Verdad es que apaciguó una guerra civil que encendieron los esclavos, ca con deseo de libertad y con la ocasion quo les daba la revuelta de los tiempos, se apellidaron en gran número y tomaron las armas; pero la loa que por esta causa ganó la escureció del todo y amancilló con un asiento muy feo que hizo con los moros, en que so obligó de darles cada un año cierto número de doncellas nobles como por parias. La prosperidad de Abderraman ponia á los nuestros espanto. Temian con razon que las armas de aquel nuevo reino y sus fuerzas muy grandes no oprimiesen las de los cristianos, que de suyo eran flacas, y por la discordia de los parciales á punto de perderse. Procuró el rey don Aurelio de prevenirse de fuerzas contra aquella tempestad que amenazaba, y por esta causa casó su hermana Adosinda con Silon, hombre poderoso y principal, con esperanza deseño que en vida le ayudaria, si fuese necesario, y despues de muerto le sucederia en el reino por no tener él hijos, ni aun se sabe bastantemente que haya

y

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