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de semejante traicion. Bien que Nuño Salido, su ayo, por sospechar el engaño procuró apartallos para que no corriesen á su perdicion; pero fué en vano, porque así lo quiso ó lo permitió Dios. Iban con ellos docientos de á caballo, pocos para el gran número de los moros que cargaron. Descubierta la celada, los siete hermanos pelearon como buenos, dieron la muerte á muchos, pretendian vencer si pudiesen ó por lo menos vender sus vidas muy caro y dejar á los enemigos la victoria á costa de mucha sangre, resueltos de no dejarse pren-: der ni afear con el cautiverio la gloria y nobleza de su linaje y sus hazañas pasadas. Murieron todos siete y

grande el furor y locura que se apoderara de los ánimos de los cristianos, que sin respeto de tan gran guerra como tenian de fuera, vueltas contra sí las armas, como locos y sandios no miraban el peligro que todo corria por causa de sus desgustos y diferencias. Fué así, que luego el siguiente año siete nobilísimos hermanos, que vulgarmente llaman los Infantes de Lara, fueron muertos por alevosía de Ruy Velazquez, su tio, sin tener cuenta con el parentesco, que eran hijos de su hermana doña Sancha, y de parte de padre venian de los condes de Castilla y del conde don Diego Porcellos; de cuya hija, como de suso queda dicho, y de Nuño Belchides nacieron Nuño Rasera, bisabuelo del conde Garci Fer-juntamente Salido, su ayo. Las cabezas enviaron á

nandez, y otro hijo llamado Gustio Gonzalez, Este caballero fué padre de Gonzalo Gustio, señor de Salas de Lara, y sus hijos estos siete hermanos conocidos en la bistoria de España, no mas por la fama de sus proezas que por la desastrada muerte que tuvieron. En un mismo dia los armó caballeros el conde don García conforme á la costumbre en aquellos tiempos recebida, en particular en España. Aconteció que Ruy Velazquez, señor de Billaren, celebraba sus bodas en Búrgos con doña Lambra, natural de tierra, de Briviesca, mujer principal, y aun prima carnal del conde Garci Fernandez. Las fiestas fueron grandes y el concurso á ellas de gente principal. Halláronse presentes el conde Garci Fernandez y los siete hermanos con su padre Gonzalo Gustio; encendióse una cuestion por pequeña ocasion entre Gonzalo, el menor de los siete hermanos, y un pariente de dona Lambra, que se decia Alvar Sanchez, sin que sucediese algun daño notable, salvo que Lambra, como la que se tenia por agraviada con aquella riña, para vengar su saña en el lugar de Barbadillo, hasta donde los hermanos por honralla la acompañaron, mandó á un esclavo que tirase á Gonzalo un cohombro mojado ó lleno de sangre; grave injuria y ultraje conforme á la costumbre de España. El esclavo se quiso valer de su señora doña Lambra; no le prestó, que en su mismo regazo le quitaron la vida. Ruy Velazquez, que á la sazon se hallaba ausente ocupado en cosas de importancia, luego que volvió, alterado por aquella injuria, y agraviado por la afrenta de su mujer, comenzó á tratar de vengarse de los hermanos. Parecióle conveniente con muestra de paz y benevolencia, cosa la mas perjudicial, armar sus lazos á los que pretendia matar. Primeramente dió órden que Gonzalo Gustio fuese á Córdoba; la voz era para cobrar ciertos dineros que el Rey bárbaro habia prometido; la verdad, para que fuese muerto lejos de su patria, como Ruy Velazquez rogaba al Rey que hiciese, con cartas que le escribió en esta razon en arábigo. El Moro, ó por compasion que tuvo á las canas de hombre tan principal, ó por dar muestra de su benignidad, no le quiso malar; contentóse con ponerle en la cárcel. Era la prision algo libre; con que cierta hermana del rey tuvo entrada para comunicalle. Desta conversacion dicen que nació Mudarra Gonzalez, principio y fundador del linaje nobilísimo en España de los Manriques. No se contentó el feroz ánimo de Ruy Velazquez con el trabajo de Gonzalo Gustio; llevó adelante su rabia. Cerca de Almenara, en los campos de Araviana, á las haldas de Moncayo, metió con muestra de hacer entrada en la tierra de los moros en una celada á los siete hermanos, bien descuidados

Córdoba en presente agradable para aquel Rey; pero muy triste para su padre viejo, ca se las hicieron mirar y reconocer sin embargo que llegaron podridas y desfiguradas. Verdad es que sucedió en provecho suyo en alguna manera; ca el Rey, por compasion que le tuvo, le dejó ir libre á su tierra. Mudarra, habido en la hermana del Rey fuera de matrimonio, ya que era de catorce años, por persuasion de su madre se fué para su padre, y adelante vengó las muertes de sus hermanos con dalla á Ruy Velázquez, causa de aquel daño. Doña Lambra, su mujer, ocasion de todos estos males, fué apedreada y quemada. Con esta venganza que tomó de las muertes de sus hermanos ganó las voluntades de su madrastra doña Sancha y de todo su linaje de tal guisa, que heredó el señorío de su padre. Prohijóle otrosí doña Sancha, su madrastra; la adopcion se hizo en esta manera, aunque grosera, pero memorable. El mismo dia que se bautizó y fué armado caballero por el conde de Castilla Garci Fernandez, su madrastra, resuelta de tomalle por hijo, usó desta ceremonia: metióle por la manga de una muy ancha camisa, y sacóle la cabeza por el cabezon; dióle paz en el rostro, con que le pasó á su familia y recibió por su hijo. Desta costumbre salió el refran vulgar: entra por la manga y sale por el cabezon; dícese del que siendo recebido á trato familiar cada dia se ensancha mas. Hijo de Mudarra fué Ordoño, y nieto Diego Ordoñez de Lara, aquel con quien los hijos de Arias Gonzalo, para librar á su patria de la infamia de traicion que le cargaban por la muerte del rey don Sancho, que le mató con un venablo Vellido Dolfo, pelearon en desafío y hicieron con él campo. Deste Diego Ordoñez fué hijo el conde don Pedro, conocido por los amores y aficion que la reina doña Urraca le mostró. Su nieto fué Amalarico de Lara, señor de Molina, de quien procedió el linaje de los Manriques y aun de los reyes de, Portugal de parte de madre, por haber casado Malfada, hija de Amalarico, con don Alonso, primero deste nombre y primer rey de Portugal, si bien hay quien diga que Malfada fué de la casa de Saboya; pero destas cosas se tornará á hablar adelante. En el claustro del monasterio de San Pedro de Arlanza se muestra el sepulcro de Mudarra. Sobre el lugar en que los siete hermanos fueron sepultados hay contienda entre los monjes de aquel monasterio y de San Millan de la Cogulla; ¿qué juez los podrá poner en paz? Estaba sosegada España cansada de tantos males, y mas faltaban tuerzas que voluntad de alterarse.Duró este sosiego hasta tanto que el sétimo año despues que fueron muertos los Infantes de Lara, que fué el año 993 de nuestra salvacion, los moros, toma

das de nuevo las armas, destruyeron las tierras de la Lusitania; y por aquella comarca entrados en Galicia, tomaron de nuevo por fuerza y pusieron fuego á la ciudad de Compostella. Grande era la enemiga que tenian con aquel santo lugar. No perdonara aquella malvada gente al sepulcro del apóstol Santiago si un resplandor que de repente fué visto no reprimiera por voluntad de Dios sus dañados intentos. Verdad es que las campanas, para que fuesen como trofeo y memoria de aquella victoria, fueron en hombros de cristianos llevadas á Córdoba, do por largo tiempo sirvieron de Jámparas en la mezquita mayor de los moros. Siguióse luego la divina venganza; muchos perecieron, parte con enfermedad de cámaras, parte con peste que les sobrevino, parte tambien porque el rey don Bermudo, tomadas las armas, les iba picando por las espaldas, y en todas partes los trabajaba; los daños fueron de suerte, que pocos volvieron salvos á su tierra. El capitan dé toda esta jornada, Mahomad Alhagib, que tantas veces libremente acometió las tierras de los cristianos, fué uno de los que escaparon. El mismo año falleció el rey de Navarra don García. Sucedió en su lugar su hijo Garci Sanchez, llamado el Trémuló, como y por la causa que arriba queda tocado. Reinó por espacio de siete años, muy esclarecido por las victorias que ganó en las guerras; fué liberal, ó por mejor decir, pródigo en dar, en que si no hay templanza, suele acarrear daño por agotar la fuente de la misma liberalidad, que son los tesoros públicos, como sucedió á este Rey, y entrar en necesidad de inventar nuevas imposiciones para suplir esta falta. En los archivos de San Millan hay privilegios deste Rey; mas cuánto crédito se les haya de dar, cada uno por sí mismo lo podrá juzgar. Allí se dice que tuvo un hermano llamado Gonzalo, y que junto con su madre dona Urraca tuvo el reino de Aragon; lo que si fué verdad, ó aquel estado y principado duró poco tiempo, ó por morir él sin hijos recayó el señorío en su hermano y decendientes. Alegre don Bermudo, rey de Leon, y ufano por el destrozo que hizo de los moros, entró en pensamiento que si los cristianos, de cuyas discordias tantos males resultaban, se confederasen y juntasen en uno sus fuerzas, podrian aprovecharse de los moros y deshacer su poder. Despachó en este propósito sus embajadores al rey de Navarra y al conde de Castilla don García para amonestalles hiciesen liga con él. Decíales que debian moverse por el comun peligro de los cristianos, y si en particular tenían algunos desgustos perdonallos por el bien de la patria; que con las armas comunes, juntos todos, vengasen y enfrenasen los intentos impíos de aquella bárbara gente. A estas embajadas y justísimas demandas fácilmente se acordaron aquellos príncipes. Con esto, de todas las tres naciones formaron un ejército muy grueso. El rey de Navarra no se halló presente por estar ocupado, á lo que se entiende, en concertar las cosas de su nuevo reino. El rey don Bermudo, dado que enfermo de gota, en una litera, y con él el conde don García movieron contra los moros, de quien tenian aviso que, con deseo de rehacerse del daño pasado, levantaban nuevas gentes y eran salidos de Córdoba, y que talado que hobieron los campos de Galicia y saqueado los pueblos, revolvian hacia Castilla. Cerca de un pueblo llamado Calacanazor, situado en la frontera de Castilla y de Leon,

se dieron vista y juntaron las huestes. Dióse la batalla, que fué muy reñida, hasta que cerró la noche; cayeron muchos de la una parte y de la otra sin quedar declarada la victoria; solo por partirse los moros aquella noche á cencerros atapados dieron muestra que llevaron lo peor y que fueron vencidos por el esfuerzo de los nuestros, especial que la partida fué á manera de hui. da, como se entendió por los despojos que dejaron en los reales y cosas que por el camino con deseo de apresurarse arrojaban. El pesar que deste revés recibió el Alhagib, general de los moros, fué tal, que de coraje se dice murió en el valle Begalcorax sin querer comer bocado, lo cual sucedió el año 998. Gobernó este capitan las cosas de los moros por espacio de veinte y cinco años por su Rey, que vivia ocioso sin cuidar mas que de sus deportes. Fué hombre animoso, enemigo del ocio, acometió las tierras de los cristianos cincuenta y dos veces, y muchas dellas quedó vencedor. El dia mismo que en Calacanazor se dió la batalla; uno en traje de pescador en Córdoba á la ribera de Guadalquivir, con ser tan grande la distancia de los lugares, se dice que cantó en voz llorosa algunas veces en metros arábigos, otras en españoles. En Calacanazor Almanzor perdió el tambor; por donde sospecharon que el demonio en figura de hombre publicó la victoria, en especial que, como pretendiesen los de Córdoba echarle mano, se desapareció y se les fué como sombra. El cuerpo del general difunto llevaron á Medinaceli. Sucedió en el gobierno de aquel reino su hijo Abdelmelic el mismo año que murió su padre, que se contaba de los árabes 393; tuvo aquel cargo y mando por espacio de seis años y ocho meses. Desde este tiempo el reino de los moros, que por esfuerzo de Mahomad se conservara (de tan grande momento es 'muchas veces una buena cabeza), comenzó manifiestamente á declinar y ir de caida. Las discordias domésticas, peste de los grandes imperios, y el poco gobierno fueron causa deste mal. Abdelmelic, mas amigo de ocio que de guerra, mostró no hacer caso de las semillas y principios de aquella discordia, que debiera al momento atajar. Verdad es que luego que murió su padre acometió á hacer guerra á los cristianos y puso grande espanto; mayormente en la ciudad de Leon todo lo que quedaba entero de la destruicion pasada ó de nuevo se reedificara lo echó Abdelmelic por tierra y lo abatió. Todavía los principios desta guerra fueron para los moros mas alegres que el remate, porque acudió el conde don García, y con su venida forzó los moros á volver las espaldas, y muertos muchos dellos, tornar en pequeño número á su tierra. La desconfianza y miedo que les entró despues deste daño fué tan grande, que no trataron mas de hacer guerra en tanto que Abdelmelic tuvo aquel cargo. La alegría deste buen suceso no fué pura, antes se aguó y destempló con la carestía de mantenimientos que causó la falta de las fluvias. Gudesteo, obispo de Oviedo, estaba preso por mandado del Rey, iba en tres años. Acostumbraba este Príncipe á dar oidos á los chismes de hombres malos. Esto se persuadia el pueblo era la causa del daño, y los hombres santos decian ser la hambre castigo del cielo por el agravio que se hacia al Obispo inocente, y anunciaban que si no habia emienda se seguiria alguna grave peste. Temíase algun alboroto, porque la

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muchedumbre, cuando se mueve por escrúpulo y opinion de religion, mas fácilmente obedece á los sacerdotes que á los reyes; fué pues Gudesteo sacado de la cárcel. Este mismo año, que se contó del nacimiento de Cristo 999, y fué apretado por la dicha carestía grande y falta extraordinaria, se hizo tambien señalado por la muerte que sucedió en él del rey don Bermudo. En un pueblo llamado Beritio falleció de los dolores de la gota, que mucho tiempo le trabajaron. Fuésepultado en Villabuena ó Valbuena, dende pasados veinte y tres años le trasladaron á la iglesia de San Juan Baptista de la ciudad de Leon. Tuvo dos mujeres, llamadas, la una Velasquita, la otra doña Elvira. A la primera repudió mas por la libertad de aquellos tiempos que porque lo permitiese la ley cristiana; tuvo en ella una hija, llamada Cristina. De doña Elvira tuvo dos hijos, que fueron don Alonso y doña Teresa. Demás desto, de dos hermanas, con quien mas mozo tuvo conversacion, dejó fuera de matrimonio á don Ordoño y á doña Elvira y á doña Sancha. Cristina, la hija mayor del rey don Bermudo, casó con otro don Ordoño, llamado el Ciego, que era de sangre real. Deste matrimonio nacieron don Alonso, don Ordoño, don Pelayo, y fuera destos doña Aldonza, que casó con don Pelayo, llamado el Diácono, nieto del rey don Fruela, segundo deste nombre, hijo de don Fruela, su hijo bastardo. De don Pelayo y de doña Aldonza nacieron Pedro, Ordoño, Pelayo, Nuño y Teresa; destos procedieron los condes de Carrion, varones señalados en la guerra, de valor y de prudencia, como se declara en otro lugar. Volvamos á la razon de los tiempos. Pelagio, ovetense, y don Lucas de Tuy atribuyen á este rey don Bermudo lo que arriba queda dicho de Ataulfo, obispo de Compostella, del toro feroz y bravo que soltaron contra él sin que le hiciese daño alguno. Nos damos mas crédito en esta parte á la historia compostellana, que dice lo que de suyo relatamos; y es bastante muestra de estar mudados los tiempos en los que esto dicen, Y del engaño no hallarse por estos años algun obispo de Compostella que se llamase Ataulfo.

CAPITULO X.

De don Alonso el quinto, rey de Leon.

Ayos del rey don Alonso en su menor edad, por mandado del rey don Bermudo, su padre, fueron Melendo Gonzalez, conde de Galicia, y su mujer, llamada doña Mayor. Los mismos, por quedar don Alonso de cinco años, gobernaron asimismo el reino con grande fidelidad y prudencia, conforme á lo que dejó en su testamento el Rey muerto mandado, en que vinieron todos los estados del reino. Llegado el nuevo Rey á mayor edad, para que los ayos tuviesen mas autoridad y en recompensa de lo que en su crianza y en el gobierno del reino trabajaron, le casaron con una hija que tenian, llamada doña Elvira. Tuvo deste matrimonio dos hijos, don Bermudo y doña Sancha. Reinó por espacio de veinte y nueve años. El segundo año de su reinado, que fué de Cristo el 1000 justamente, por muerte del rey de Navarra don Garci Sanchez, el Trémulo ó Temblador, sucedió en aquel estado un hijo que tenia en doña Jimena, su mujer (no aciertan los que la llaman Elvira ó Constancia ó Estefania), por nombre don San

cho. Este Príncipe en su menor edad tuvo por maestro á Sancho, abad de San Salvador de Leire, que le ense→ ñó todo lo que un príncipe debe saber, y amaestró en todas buenas costumbres: Reinó treinta y cuatro años; fué tan señalado en todo género de virtudes, que le dieron sobrenombre de Mayor, y alcanzó tan buena suerte, que todo lo que en España poseian los cristianos casi lo redujo debajo de su imperio y mando; bien que no acertó ni fué buen consejo dividillo y repartillo entre sus hijos, como lo hizo, menguando las fuerzas y majestad del reino. Cuán quietos estaban los dos reinos cristianos por la buena maña de los que los gobernaban, no menos se alteraron por este tiempo las armas de Castilla primero, despues las de los moros. Los unos y los otros por las diferencias domésticas se iban despeñando en su perdicion. Don Sancho García se apartó de la autoridad del conde Garci Fernandez, su padre, y de su obediencia; no se sabe por cuál causa, sino que nunca faltan, en las casas reales mayormente, hombres de dañada intencion que con chismes y reportes encienden la llama de la discordia entre hijos y padres. Puede ser que don Sancho, cansado de lo mucho que vivia su padre, acometió tan grave maldad, por serle cosa pesada esperar los pocos años que, conforme á la edad que tenia, le podrian quedar. Vinieron á las armas, y divididas las voluntades de los vasallos entre el padre y el hijo, las fuerzas de aquel estado se enflaquecieron; no estuvo esto encubierto á los moros, que la provincia estaba en armas, dividida la nobleza, alborotado el pueblo con sus valedores de la una y de la otra parte. Acordaron aprovecharse de la ocasion que la dicha discordia les presentaba. Con esta venida de los moros y entrada que hicieron, la ciudad de Avila, que poco a poco se iba reparando, de nuevo fué desá truida, y la Coruña y Santisteban de Gormaz, en el territorio de Osma, padecieron el mismo estrago. Grande era el peligro en que las cosas estaban, y aun con el miedo de fuera no se sosegaban las alteraciones y parcialidades, si bien se entretuvieron para no llegar del todo á rompimiento y á las puñadas. El conde Garci Fernandez, movido por el daño que los moros hacian, con los que pudo juntar salió al enemigo al encuentro. Alcanzólos por aquellas comarcas y presentóles la batalla. Fué brava la pelea; el Conde, que llevaba poca gente, quedó vencido y preso con tales heridas, que dellas en breve murió. Tuvo el señorío de Castilla como treinta y ocho años; quién dice cuarenta y nueve. No fué desigual á su padre en la grandeza y gloria de sus hazañas. Los enemigos le quitaron la vida; la fama de su valor dura y durará. Su cuerpo, rescatado por gran dinero, le sepultaron en el convento de San Pedro de Cardeña. Dióse esta desgraciada batalla el año 1006. El año luego siguiente, 1007, en Toledo una grande creciente abatió el famoso monasterio agaliense; los monjes se pasaron al de San Pedro de Sahelices. Así lo dice el arcipreste Juliano. Dejó el Conde una hija, llamada doña Urraca, que fué monja en el monasterio de San Cosme y San Damian del lugar de Covarrubias. Este monasterio edificó el Conde, su padre, desde los cimientos, y le dotó de grandes heredades y gruesas rentas, dióle muchas alhajas y preseas. Puso por condicion que si alguna doncella de su descendencia no quisiese casarse, sustentase la vida con las rentas de aquel

monasterio. Sucedió en el señorío y condado de Cas- rios. Entre estos á los primeros golpes y encuentros tilla al padre muerto su hijo don, Sancho, afeado y murieron los obispos Arnulfo, de Vique, Aecio, de Baramancillado por haberse levantado contra su padre, y celona, Oton, de Girona; cosa torpe y afrentosa que por el consiguiente dado ocasion á aquel desastre. Por tales varones tomasen las armas en favor de infieles. El lo demás fué piadoso, dotado de grandes virtudes y mismo conde de Urgel fué asimismo muerto. Almahapartes de cuerpo y ánima. Falleció por el mismo tiem- dio con su esfuerzo reparó la pelea, y animando á los po en Córdoba el Alhagib Abdelmelic; sucedióle en el suyos, quitó á los enemigos la victoria de las manos. cargo Abderraman, hombre malo y cobarde; por afren- Zulema, como se vió vencido y desbaratados los suyos, ta le llamaban vulgarmente Sanciolo. Muerto este den- se huyó primero á Azafra, despues desconfiado de la tro de cinco meses, Mahomad Almahadio, que debia fortaleza de aquel lugar, determinó de irse mas léjos, ser del linaje de los Abenhumeyas, tomadas las armas, que fué todo el año de los árabes de 404, de Crisse apoderó del rey Hisem, que con el ocio y con los de- to 1010. Quedó el reino por Almahadio, si bien Almalialeites estaba sin fuerzas y sin prudencia, y no se con- rio, su Alhagib, lo gobernaba todo á su volur.tad, conforservaba por su esfuerzo, sino con la ayuda de otros. Pu- me á la calamidad de aquellos tiempos aciagos; en que blicó que le quitara la vida, degollando otro que le era pasó tan adelante, que despues de la partida de don Ramuy semejante; maña con que Almahadio quedó apo- mon, conde de Barcelona, sin ningun temor ni respeto derado del reino de Córdoba y Hisem vivo, que le pa- alevosamente dió la muerte á su señor; una traicion conreció guardarle para lo que aviniese. Esto pasó el año tra otra. Con esto Hisem, el verdadero rey, fué restituique se contaba de los árabes 400 justamente. Acudió do en su reino. La cabeza de Almahadio el tirano enviadesde Africa un pariente de Hisem, llamado Zulema; ron á Zulema, su competidor, que en un lugar llamado este con los de su valía y gente que se le arrimó, ade- Citava se entretenia por ver en qué pararian aquellas remás de las fuerzas de don Sancho, conde de Castilla, voluciones tan grandes. Pretendian y deseaban los mo→ que le asistió en esta empresa y con él hizo liga, en una ros que el dicho Zulema se sujetase á Hisem como á verbatalla muy herida que se dió cerca de Córdoba vendadero rey y deudo suyo, por quien al principio mostró ció al tirano Almahadio. Murieron en esta pelea treinta tomar las armas. El encendido en deseo de reinar, cuya y cinco mil moros, que era toda la fuerza y niervo del dulzura es grande, aunque engañosa, y que con muesejército morisco y de aquel reino; por donde adelante tra de blandura encubre grandes males, juntaba fuerzas comenzaron los moros á ir claramente de caida. Señade todas partes, y hacía de ordinario correrías en las lóse sobre todos el conde don Sancho, su valor, esfuerzo tierras comarcanas. La parcialidad de los Abenhumey industria, y fué la principal causa que se ganase la yas, de que todavía quedaban rastros en Córdoba, era jornada. Almahadio despues desta rota se retiró y en- aficionada á Zulema, y por su respeto trataba de dar la cerró dentro de la ciudad; y lo que tenia apercebido muerte á Hisem. No salieron con su intento, á causa para los mayores peligros, sacó á Hisem de donde le que el dicho Rey, avisado del peligro, usó en lo de adetenia escondido y preso. Puesto á los ojos de todos y lante de mas recato y vigilancia. Zulema, perdida esta en público, amonestó al pueblo antepusiesen á su señor esperanza, solicitó al conde don Sancho para que con natural al extranjero y enemigo. Los ciudadanos, tur- respeto de la amistad pasada de nuevo le ayudase. El bados con el temor que tenian del vencedor, no hacian Conde, despues de haberlo todo considerado, se resolvió caso de sus palabras y amonestaciones; en ocasiones de confederarse con Hisem, de quien esperaba mayor semejantes cada cual cuida mas de asegurarse que de ganancia, y en particular asentó que le restituyese seis otros respetos. Así le fué forzoso, dejada la ciudad á su castillos que el Alhagib Mahomad por fuerza de armas contrario, retirarse á Toledo. Llevó consigo, á lo que los años pasados quitara á los cristianos, lo cual él hizo se entiende, á Hisem, ó sea que le escondió segunda forzado de la necesidad, por no faltar á tales esperanvez. Era Alhagib de Almahadio, y como virey suyo otro zas de ser socorrido en aquella apretura, y privar á su moro, llamado Almahario. Este, con deseo de fortificarcontrario de aquel arrimo. En el entre tanto Obeidase contra las fuerzas y intenciones de los contrarios y lla, bijo de Almahadio, con ayuda de sus parciales se para ayudarse de socorros de cristianos, pasó á Catalu- hizo rey de Toledo. Otros le llaman Abdalla, y afirman ña para con toda humildad rogar á aquellos señores le que tuvo por mujer á doña Teresa con voluntad de don acudiesen con sus gentes. Propúsoles grandes intere- Alonso, su hermano, rey de Leon; gran desórden y ses, ofrecióles partidos aventajados. Los condes don mengua notable. Lo que pretendia con aquel casamien Ramon de Barcelona y Armengol de Urgel, persuadi-to era que las fuerzas del uno y del otro reino queda→ dos de aquel bárbaro, con buen número de los suyos se juntaron con las gentes que en aquel intermedio el tirano Almahadio tenía levantadas en Toledo y su comarca, que eran en gran número y fuertes. Contábanse en aquel ejército nueve mil cristianos y treinta y cuatro mil moros. Jantáronse las huestes de una parte y de otra en Acanatalhacar, que era un lugar cuarenta millas de Córdoba, al presente un pueblo llamado Albacar está á cuatro leguas de aquella ciudad. Trabóse la batalla, que fué muy reñida y dudosa, ca los cuernos y costados izquierdos de ambas partes vencieron, los de manderecha al contrario. Zulema y el conde don Sancho al principio mataron gran número de los contra

sen mas firmes con aquella alianza; demás que se presentaba ocasion de ensanchar la religion cristiana, si el moro se bautizaba segun lo mostraba querer hacer. Con esto, engañada la doncella, fué llevada á Toledo, celebráronse las bodas con grande aparato, con juegos y regocijos y convite, que duró hasta gran parte dela noche. Quitadas las mesas, la doncella fué llevada á reposar. Vino el Moro encendido en su apetito carnal." Ella, « afuera, dice, tan grave maldad, tanta torpeza." Una de dos cosas has de hacer: ó tú con los tuyos te bautiza y con tanto goza de nuestro amor; si esto no haces, no me toques. De otra manera, teme la venganza de los hombres, que no disimularán nuestra afrenta y

tu engaño, y la de Dios, que vuelve por la honestidad sin duda y castidad de los cristianos. De la una y de la otra parte te apercibo serás castigado. Mira que la lujuria, peste blanda, no te lleve á despeñar. » Esto dijo ella. Las orejas del Moro con la fuerza del apetito desenfrenado estaban cerradas; hízole fuerza contra su vo→ luntad. Siguióse la divina venganza, que de repente le sobrevino una grave dolencia; entendió lo que era y la causa de su mal. Envió á doňa Teresa en casa de su hermano con grandes dones que le dió. Ella se hizo monja en el monasterio de San Pelagio de Leon, en que pasó lo restante de la vida en obras pias y de devocion, con que se consolaba de la afrenta recebida. A Obeidalla no le duró mucho el reino; venciéronle las gentes del rey Hisem, y preso fué puesto en su poder. Continuaban las revueltas entre los moros y las alteraciones en todas las partes de aquel reino. A los cristianos se ofrecia muy hermosa ocasion para deshacer toda aquella gente, si juntadas las fuerzas quisieran antes mirar por la religion que servir á las pasiones de los moros y ayudallos. Mas esta fué la desgracia de todos los tiempos; siempre las aficiones particulares se anteponen al bien comun, y.ninguna cosa de ordinario menos mueve que el celo de la religion cristiana. Las tierras de los moros, no solo eran trabajadas con la llama de la guerra, sino tambien de gravísima hambre por haberse tanto tiempo dejado la labor de los campos. Zulema, visto que el conde don Sancho no le ayudaba, hizo sus avenencias con los reyes moros de Zaragoza y Guadalajara. Con estas ayudas se apoderó de Córdoba por fuerza; y como Hisem se huyese á Africa, tornó Zulema á recobrar todo aquel reino de nuevo. Entre los que seguian á Hisem, uno, llamado Haitan, tenia el primer lugar en autoridad y poder. Este se apoderó de Orihuela, ciudad asentada á la ribera del mar Mediterráneo, y por la comodidad de aquel lugar hizo venir á España con la intencion que le dió de hacerle rey á Alí Abenhamit, que tenia por Hisem el gobierno de Ceuta. Zulema no era igual en fuerzas á los dos enemigos. Así fué en batalla vencido cerca de Córdoba, y por los ciudadanos entregado al vencedor, y muerto por mano del mismo Alí con palabras afrentosas y ultrajes que le dijo, ca le dió en cara haber sido el primero que contra el rey Hisem, su legítimo señor, tomó las armas. No hay fidelidad entre los compañeros del reino; quejábase Haitan que Alí, el nuevo rey, no guardaba lo con él capitulado; hizo conjuracion y liga con Mundar, hijo de Hiaya, rey de Zaragoza ; juntaron de cada parte sus huestes, dióse la batalla cerca de Córdoba, en que Haitan fué vencido. Tras esto por ocasion de la muerte de Alí queria Haitan hacer rey á Abderraman Almortada. La muerte de Alí fué desta manera: salió de Córdoba en seguimiento de Haitan, llegó á Guadix, y allí sus mismos eunucos le mataron en un baño en que se lavaba, año de los árabes 408. Sucedió por voto de los soldados en aquella parte del reino y en Córdoba un hermano de Alí, llamado Cazin, que hicieron los de aquella parcialidad venir de Sevilla, do en aquella sazon moraba. Tuvo el reino por espacio de tres años, cuatro meses, veinte y seis dias con desasosiego, á causa que el Almortada ya dicho, con asistencia de Haitan y de Mundar, se apoderó de Murcia y de toda aquella comarca y se llamó rey. Era hombre soberbio Almorta

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da, y que ni daba grata audiencia ni recebia bien á los qué venian á negociar, y á los que le dieron el reino, como si fueran sus acreedores, los miraba con ojos torcidos, y sobrecejo, que fué causa de su perdicion. En Granada por conjuracion de los suyos y con voluntad del señor de aquella ciudad fué muerto. Cazin con la muerte de Almortada le pareció quedaba de todo punto por rey, en especial que con deseo de ganalle la voluntad, los de Granada le enviaron los despojos del enemigo muerto. En breve empero aquella alegría le salió vana, se regaló y se mudó en nuevo cuidado. Los ánimos de la muchedumbre alterada nunca paran en poco; así los ciudadanos de Córdoba, con ocasion de que Cazio se partió á Sevilla, alzaron por rey á Hiaya, sobrino del mismo, hijo de su hermano Alí, hombre mauso y liberal, de que mucho se paga la muchedumbre y el pueblo.. Pero como este se fuese y partiese á Málaga, de que antes era señor, Cazin tornó por las armas á hacerse se ñor de Córdoba, año de los árabes 414. Este nuevo señorío que tuvo de aquella ciudad le duró poco, solos siete meses y tres dias. Por causa de un alboroto que ocasionó en la ciudad la insolencia de los soldados que maltrataban á los ciudadanos, fué forzado á huir á Sevilla, en que asimismo no pudo detenerse mucho tiempo por tener su contrario ganadas las voluntades de aquella ciudad.. Despues desto, anduvo vagabundo y descarriado, hasta tanto que al fin vino á poder de Hiaya, y fué puesto por él en prision. Eran los mas destos reyes del linaje, de los Alavecinos, bando muy poderoso en aquel tiempo en fuerzas y en autoridad. Los ciudadanos del bando contrario, es á saber, de los Abenbumeyas, se juntaron, y hechos mas fuertes, alzaron por rey á Abderraman, hermano de Mahomad (creo de aquel Mahomad Almahadio que fué el primero que tomó las armas contra Hisem), pero con la misma liviandad fué muerto dentro de dos meses. La severidad que él mostraba, y la inconstancia de aquella gente fueron causa de su perdicion. Con tanto un cierto Mahomad fué puesto en su lugar; tuvo el reino un año, cuatro meses y veinte y dos dias; este al tanto murió á manos de los ciudadanos. Lo mismo sucedió al hijo de Alí, llamado Hiaya, que era del bando contrario, y el tiempo pasado fue alzado por rey, ca con la misma deslealtad del pueblo le mataron en Málaga, en que, como queda di◄ cho, estaba retirado. Reinó en Córdoba solos tres meses y veinte dias. Por su muerte Idricio, hermano de Alí y tio de Hiaya, fué llamado para ser rey desde Africa, do era señor de Ceuta. Este, llegado que fué á España, por el derecho que tenia del parentesco con los dos príncipes susodichos y por las armas, se apoderó del reino de Granada, de Sevilla, de Almería y de otras ciudades comarcanas. Lo mediterráneo quedó por Hisem, ca despues de la muerte de Hiaya los de Córdoba le habian vuelto al reino, ó era otro del mismo nombre, que aquellos ciudadanos de nuevo levantaron por rey, que en todo esto hay poca claridad. Los desórdenes de los que gobiernan suelen redundar en daño de sus señores, como sucedió á Hisem; que su Al-' hagib, que era como virey, que lo gobernaba todo, por ser cruel y apoderarse de los bienes públicos y particu lares, acostumbrado á sacar ganancia de los daños ajenos y desgracias, fué causa que la ciudad se alborotó de suerte que el Alhagib fué muerto y el Rey echa

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