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los judíos y moros no se salieren de las iglesias al tiempo que se celebran los divinos oficios, no se pase adelante; que el dinero que se recogiere de la Cruzada se le entregue al Prelado para efecto de emplealle en la redempcion de cautivos y remedio de los pobres; que los sacerdotes digan misa por lo menos cuatro veces al año, y que no la digan sin primero rezar los maitines; que los bienes adquiridos por via de la Iglesia no se puedan dar ni mandar á los hijos, dado que sean habidos de legítimo matrimonio. ¿Quién dice que los sacerdotes yobispos son señores destos bienes y que los pueden dispensar á su voluntad y albedrío? El mismo año el rey de Granada Ismael fué muerto en el Alhambra por los suyos, que se hermanaron contra él; cabeza de los matadores fué el señor de Algecira y Ozmin participante, por estar el uno y el otro muy indignados desde el tiempo que tomaron á Mártos, á causa que al señor de Algecira quitó una cautiva muy hermosa, y á Ozmin mataron un sobrino que él mucho queria en aquel combate. Apenas se sabia la muerte deste Rey cuando Mahomad, su hijo, de edad de doce años, fué puesto en una silla y en hombros llevado por todas las calles de la ciudad y saludado por rey. El gobernador de la ciudad con esta presteza dió muestra de su amor y fidelidad, y hizo que los contrarios quedaron atónitos, como acontece cuando toman al pueblo de sobresalto; que si no hobiera ganado por la mano, los conjurados pensaban poner rey á su voluntad; mas con esta presteza fueron forzados á salirse de la ciudad, y por miedo de ser castigados se desterraron y esparcieron, unos á una parte, y otros á otra.

CAPITULO XVIII.

Que el rey don Alonso el Onceno de Castilla se encargó
del gobierno de su reino.

Por la muerte de la reina doña María se doblaron los trabajos, todo era alborotos, muertes y robos. La esperanza de remedio tenian todos puesta en el Rey, si İlegase á edad de poder gobernar. En aquella su edad daba ya tales muestras, que parecia seria príncipe muy señalado; los hombres fácilmente favorecen á sus deseos y de buena gana creen lo que querrian. Como llegase pues á edad de quince años, acordó en Valladolid encargarse del gobierno; aunque la edad era flaca para tan grande carga, las cosas no daban lugar á mayor tardanza. Era prudente mas que conforme á su edad; los vasallos, por la natural aficion que tienen á sus reyes, deseaban grandemente que este negocio se apresurase. En particular Garci Laso de la Vega y Alvar Nuñez Osorio, caballeros de mucha prudencia, por la larga experiencia que tenian y por su grande ingenio y maña, procuraban adelantarse en la gracia y favor del Rey con intento de alcanzar perdon de los desafueros que en la larga vacante se habian cometido, de acrecentar sus estados y tambien de ayudar al comun. Recibiólos en su casa, y comenzó á dalles tanta cabida, que en gran parte se gobernaba por su consejo. Con los dos se juntó otro tercero, es á saber, un Juzef, judío, natural de Ecija; despues destos dos caballeros tenia el primer lugar en privanza por ser hombre muy rico y como cabeza de los alcabaleros y arrendadores. Sabia muy bien los caminos de allegar dinero, cosa muy á propósito

en aquella apretura, y aun que siempre suele ser ocasion de hacer á hombres semejantes muy agradables á los príncipes. Despachó el Rey sus cartas para los gobernadores del reino, que acudieron con mucha presteza á Valladolid, cada cual con intento de adelantarse y ser el primero en ganalle la voluntad con servicios acomodados al tiempo, bien que los corazones no estaban muy llanos, como se echó luego de ver; porque, quedando solo el infante don Filipe con el Rey, don Juan Manuel y don Juan el Tuerto sin pedir licencia se salieron de la corte. Mostrábanse muy desabridos con color que traian al Rey engañado con malos consejos. Para prevenirse juntaron sus fuerzas contra todo lo que les podia suceder. Hicieron solemne juramento y pleitesía entre sí en esta razon en Cigales; y para que esta confederacion fuese mas firme, se trató de casar á don Juan, señor de Vizcaya, á la sazon viudo por muerte de su primera mujer, con doña Costanza, hija de su compañero don Juan Manuel. La manera con que entre los grandes de Castilla se hacia esta pleitesía antiguamente era esta. Leidas las capitulaciones de la confederacion, uno de los caballeros que se hallaban al concierto, en nombre de los concertados decia estas palabras: «Juro por Díos omnipotente y por su gloriosísima Madre que todo lo que se ha declarado por su órden en el instrumento y escritura pública que se ha leido lo cumplirémos cada uno de nos sin intervenir en ello fraude ni engaño. Que no irémos el uno sin el otro contra nuestros enemigos, ni contravendrémos en alguna guisa á lo que aquí se ha establecido. El que primero á sabiendas lo quebrantare, en aquel mismo dia vos, Dios todopoderoso, le quitad en este mundo la vida, y en el otro atormentad su ánima con crueles y eternas penas; haced que le falten las fuerzas y las palabras, y en la batalla el caballo, las armas, las espuelas y sus vasallos cuando mas lo hobiere menester.» Dicho esto, los que estaban presentes respondian Amen. Otras veces se dividia una hostia consagrada en dos partes, y á cada uno dellos se daba la mitad, y luego se añadian los juramentos y maldiciones. Esta era la mas célebre solemnidad y rito para hacer amistades y alianzas entre los grandes y caballeros, que se guardó por largos años. Tenia puestos en gran cuidado á todos los cortesanos y criados del Rey la avenencia destos dos príncipes; temian que della podrian recrecerse nuevas guerras, quisieran desbaratalla. Buscaban para ello alguna ocasion; parecióles la mejor que el Rey pidiese á don Juan Manuel su hija doña Costanza por mujer. Suelen los príncipes procurar antes el provecho que tener cuenta con su palabra ni con el deber, y allí vuelven la proa de su pensamiento donde mas esperanza se muestra de interés, sin tener cuenta con lo que dellos publicará la fama. Don Juan Manuel con esto se fué secretamente á Peñafiel, villa de su estado, y se entregó todo al Rey, y su hija, puesto que no era de edad para casarse, la puso en su poder. El otro don Juan, muy triste por salille vana su esperanza y verse cogido con sus mismas mañas, determinó de procurar el casamiento de doña Blanca, hija del infante don Pedro, que murió en la guerra de Granada, convidado por la gran dote que tenia, porque era señora de Almazan y Alcocer y las demás villas á la redonda que caen á la raya de Aragon, muy á propósito para las

novedades que él maquinaba. Para estorbar estas pretensiones persuadieron al Rey que despojase á doña Blanca del estado de su padre y de todas sus riquezas. Todas las grandes hazañas tienen mezcla de agravios; pero dícese que las injurias que se hacen á los particulares se recompensan con el público provecho. El principal autor desto fué Garci Laso para mostrarse muy alicionado del Rey con dalle un consejo tan atroz, olvidado de los beneficios y mercedes que del infante don Pedro recibió. Rara es la fe y amistad con los muertos. Don Juan Manuel, vuelto en gracia del Rey, trazaba cómo vengarse del arzobispo de Toledo y armalle alguna celada. Fué así, que el Rey pidió cuenta al arzobispo de Toledo de las rentas y tributos reales; él agravióse mucho desto por entender se encaminaba todo por engano de su émulo. Dió su satisfaccion al Rey de todo lo por él hecho y las causas que á ello le movieron. Hecho esto, y vuelto á don Juan Manuel, que acaso se halló presente, le maltrató con palabras muy injuriosas; dijéronse el uno al otro grandes baldones y vituperios, segun que la cólera y enojo les atizaba. Apaciguóse por entonces aquella cuestion; y don Juan Manuel, por la preeminencia y autoridad que acerca del Rey tenia, para vengar su afrenta persuadió al Rey que hiciese muchas cosas á disgusto del Arzobispo, en particular que le quitase el cargo de chanciller mayor, que despues de la persona real era el supremo magistrado y honra, y dende tiempo antiguo se daba siempre á los arzobispos de Toledo. No pudo sufrir esta afrenta su ánimo, poco acostumbrado á recebir injurias; y así, mal enojado se partió de la corte y se salió de Castilla, y por medio del Rey, su padre, alcanzó que le mudasen á la iglesia de Tarragona con nombre de patriarca de Alejandría, dignidad de solo apellido. Don Jimeno de Luna era arzobispo de Tarragona; permutaron las iglesias, que fué trucco muy desigual. Con tanto, don Jimeno comenzó á ser arzobispo de Toledo como cuatro años adelante del en que vamos. Garci Laso tuvo cargo de chanciller. Dende allí comenzó á caer aquel oficio y preeminencia y escurecerse con los bajos ministros á quien se daba. Eu nuestro tiempo ha venido á disminuirse aquella autoridad y casi á no servir mas que de nombre. Duró mucho tiempo aun despues desto, que ó los arzobispos mismos hacian aquel oficio, ó por lo menos nombraban otro en su lugar que le ejercitase, hasto tanto que en tiempo del rey don Pedro por su mucha severidad se desbarató todo esto, y á los dichos arzobispos en adelante solo quedó el título de chanciller mayor de Castilla. El arzobispo don Juan, entre otras cosas buenas que estableció en Toledo, fué una que el número de trece pobres que todos los dias se sustentaban en las casas arzobispales los llegó á treinta, como hoy se guarda. Esto pasaba en Castilla este año y algunos adelante. El rey de Aragon, conforme á lo que el papa Bonifacio le concedió, pretendia apoderarse de la isla de Cerdeña, que poseia el comun de Pisa sin derecho bastante, en menoscabo de la Iglesia romana, debajo de cuyo amparo de largo tiempo atrás estuvo aquella isla. Envió para este efecto una gruesa armada debajo la conducta de don Alonso, su hijo, que en espacio de dos años la sujetó, y en diversas batallas y encuentros venció siempre á los pisanos. Verdad es que gran parte de los aragoneses pereció de enfermedades,

causadas de los aires malsanos de aquella tierra. De que resultó al infante don Pedro esperanza, si su hermano don Alonso falleciese, excluidos sus hijos, de suceder en aquel reino. Ayudaba para esto el fresc) ejemplo de Castilla, el favor de muchos grandes que í porfía se le ofrecian, que fué causa de apresurar las paces con los pisanos. Asentáronse por el mes de junio, año de 1324, con estas capitulaciones: que los cautivos de una y de otra parte fuesen puestos en libertad; vok viese el trato y comercio acostumbrado en aquellas naciones; por los pisanos quedase el castillo de Caller con los pueblos y territorio á él sujeto; todo lo demás de la isla fuese de los aragoneses. Hecho este concierto y tomada la posesion de la isla, el infante don Alonso, vuelto á España, negoció con su padre que declarase por herederos á sus hijos, caso que él faltase y falleciese, para quitar debates, y los antepusiese al infante don Pedro, su hermano. Hizose así, y en Zaragozi, donde se juntaron Cortes del reino, los Infantes fueron jurados por herederos de su abuelo, puesto que su padre muriese antes dél; así varian y se alteran las constituciones y opiniones de los hombres. El año siguiente de 1325, lúnes, á 7 de enero, falleció en Santaren Dionisio, rey de Portugal, príncipe muy señalado, asi por el mucho tiempo que reinó, es á saber, cuarenta y cinco años, nueve meses y cinco dias, como por la grandeza de su ánimo y por la felicidad que siempre tuvo; so o las discordias de su casa y debates que hobo entre padre y hijo en su postrimería aguaron este contentc. Su cuerpo enterraron en el monasterio de San Bernardo, legua y media de Lisboa, que él mismo fundó á su costa, en que se muestra su piedad y religion; la liberalidad y magnificencia se entienden por muchos pueblos que edificó, y otros que cercó, reparó y fortificó. Su mujer doña Isabel, reina de vida y costumbres muy santas, vivió once años adelante; sus virtudes fueron tan señaladas y tan grande el celo del culto divino, el cuidado de remediar los pobres en tiempo de hambre, amparar las viudas y gente flaca, su inocencia y mansedumbre, que despues de muerta la canonizaron, y su cuerpo, que está en Coimbra en la iglesia de Santa Clara, fundacion suya, y de la otra parte del rio Mondego, es reverenciado en toda aquella provincia con gran devocion. Fué tanta la humildad desta señora, que en su viudez andaba vestida del hábito de Santa Clara, y servia á las monjas de aquel monasterio en el refitorio, en que algunas veces le hacia compañía su nuera la reina doña Beatriz. Tenia por su devocion junto al dicho monasterio las casas de su morada; falleció á 4 de julio del año 1332. Los papas Leon X y Paulo IV concedieron, el primero que se rezase della en el obispado de Coimbra, Paulo que se le hiciese fiesta con altar, oficio y imágen en todo el reino de Portugal. Al rey Dionisio sucedió don Alonso, su hijo mayor; tuvo sobrenombre de Fuerte por su condicion y inclinacion á las armas. De seis hijos que tuvo en su mujer, don Alonso, don Dionisio y don Juan murieron niños sin dejar en vida ni en muerte cosa digna de memoria; doña María, don Pedro y doña Leonor alcanzaron de dias á sus padres. Este año en Cerdania falleció don Sancho, rey de Mallorca, y por morir sin hijos nombró por su heredero á don Jaime, hijo de don Fernando, su hermano. El rey de Aragon pretendia ser suyo aquel

tristes nuevas bien se puede pensar cuán grande congoja recibió. Dícese que á instancia de Garci Laso vendió al Rey todo el señorío de Vizcaya, si de miedo ó de su voluntad, no se sabe. Basta entender que era peligroso contrastar á la voluntad del Rey en aquel trance, pero de mala sonada y contra derecho, por ser viva su nieta; que adelante, aplacado el enojo del Rey, casó con don Juan de Lara, como se referirá en su lugar, y vino á ser señora de Vizcaya. Los pueblos y castillos que don Juan heredó de su padre, y eran mas de ochenta, parte se ganaron por fuerza, parte se rindie

reino por el testamento de don Jaime, su abuelo, que fué el primero que le instituyó y dejó á su hijo menor. No faltaban razones por ambas partes. El niño don Jaime se aventajaba en la posesion y en la compasion que le tenian por su tierna edad y por la memoria de su padre; el rey de Aragon era mas poderoso. Interpúsose don Filipe, tio del niño, persona eclesiástica, á quien el rey don Sancho nombró en su testamento por gobernador del reino y tutor del nuevo Rey hasta tanto que llegase á edad bastante, por cuya diligencia se concertaron desta manera: que doña Costanza, nieta del rey de Aragon, casase con don Jaime, rey de Mallorca, yron de su voluntad, y quedaron incorporados en la copor dote llevase el derecho que pretendian sus abuelo y padre para que su marido quedase con el reino sin que nadie le fuese á la mano.

CAPITULO XIX.

De la muerte del rey de Aragon.

Aun no sosegaba Castilla; la soltura pasada, los grandes odios y enemistades traian todavía alborotada la gente principal, á la manera que despues de una brava tempestad no luego se sosiegan las olas del mar ni luego se sigue bonanza; que fué ocasion al rey don Alonso para que, sin embargo de su condicion, que era mansa, castigase algunos revoltosos, de donde fué llamado don Alonso el Vengador. El primero entre los castigados fué don Juan, señor de Vizcaya, que procuraba por malas mañas casar con doña Blanca, la cual y su madre se retiraran á Aragon. Encendia en él este deseo el grande estado de aquella señora ; si no salia con su pretension, revolvia en su pensamiento de traer de Francia á don Alonso de la Cerda y renovar las competencias pasadas; todo se enderezaba á dar pesadumbre al Rey, que sabia cualquiera destas cosas le serian pesadas. Era forzoso atajar estos intentos; usar de fuerza, cosa peligrosa; de engaño y maña, mal sonante. ¿Qué se podia hacer? Venció el provecho á la honestidad; así, con color de la guerra que apercebia el Rey contra los moros, llamó á don Juan para que se viese con él en la ciudad de Toro, con intencion que le dieron de casalle con la infanta doña Leonor, hermana del mismo Rey; partido mas honrado que lo que él pretendia. Para allanar el camino despidieron de la corte á Garci Laso, de quien don Juan se quejaba le era enemigo capital; que fué todo vencer una arte con otra. A la hora pues vino al llamado del Rey; fué bien recebido y convidado para comer en palacio el mismo dia de Todos Santos, año del Señor de 1327. La fiesta y el convite mas daban muestra de regocijo y seguridad que de temor ni sospecha; así, desarmado y desapercebido, como estaba en el banquete, fué muerto por mandado del Rey. Los delitos por él cometidos parecian merecer cualquier castigo; pero quebrantar el derecho del hospedaje y debajo de seguridad matar persona tan principal á todos pareció cosa fea, puesto que no faltaba quien con razones aparentes pretendiese colorear aquel hecho. Una sola hija que quedó de don Juan, y estaba á criar en poder de su ama, fué llevada á Bayona, ciudad á la raya de Francia, y entonces sujeta á los ingleses. La madre del muerto, doña María, que estaba recogida de tiempo atrás en un monasterio de monjas de Perales, con el aviso del caso y con estas

rona real. Don Juan Manuel era frontero contra los moros; y dado que amedrentado con aquel caso y que echaba de ver lo poco que se podia fiar del Rey, pues á son de bodas quitó la vida á un príncipe y deudo suyo tan cercano, todavía con gran cuidado y diligencia acudia á la guerra contra los moros, que poco antes de sobresalto ganaron el castillo de Rute, y pretendian con su caudillo Ozmin, que ya parece estaba en gracia de aquel Rey, hacer entrada por las fronteras del Andalucía. Vino con ellos á las manos junto al rio Guadalhorza, donde los venció y mató gran número dellos. Don Juan Manuel, habida esta victoria, se fué á las tierras de su estado, dejada la guerra y mal indignado contra el Rey, de quien se publicaba tenia propósito de repudiar á doña Costanza, su hija, y emparentar en Portugal, todo encaminado á su perdicion. No era su miedo vano, ca se trató de aquel nuevo casamiento; y en efecto, doña María, hija del rey de Portugal, entró en lugar de doña Costanza. Autor deste consejo y mudanza fué Alvar Nuñez Osorio. El pesar que desto sintió don Juan Manuel fué cual se puede pensar ; lo mismo el rey de Aragon, tio de doña Costanza. Reinaba á la sazon don Alonso el Cuarto en Aragon por muerte de su padre el rey don Jaime el Segundo, que falleció en Barcelona un dia despues de la muerte de don Juan el Tuerto, do se hizo su enterramiento en la iglesia de Santa Cruz con real pompa y aparato. Doña Teresa, su nuera, murió cinco dias antes del suegro en Zaragoza, y se sepultó en el monasterio de San Francisco de aquella ciudad. El luto y llanto de toda la provincia fué doblado á causa que en un mismo tiempo quedó huérfana de dos príncipes que mucho amaba. Sucedió pues al rey don Jaime su hijo don Alonso; tuvo en dona Teresa, su mujer, estos hijos: don Pedro, don Jaime y doña Costanza; porque otros cuatro hijos que tuvieron murieron en su niñez. Lo que hay mucho que loar en el rey don Jaime fué que los principados de Aragon, Cataluña y Valencia ordenó anduviesen siempre unidos sin dividirse. Fué tan enemigo de pleitos, que en aquella era eran asaz, que desterró perpetuamente de su reino como á prevaricador á Jimeno Rada, un abogado señalado de aquellos tiempos, por cuyas mañas muchos fueron despojados de sus haciendas. Cárlos, rey de Francia y Navarra, por sobrenombre el Hermoso, falleció de enfermedad en el bosque de Vincena primer dia de febrero, año de 1328; al cual el papa Juan XXII otorgó los diezmos de las rentas eclesiásticas en toda la Francia, con tal condicion que hiciese la guerra al emperador Luis, bávaro, tan grande enemigo de la Iglesia, que el año antes deste hizo papa en Roma en competencia del verdadero Pontifice y en su perjuicio á Pedro

Corbara con nombre de Nicolao V. Demás desto, le le mandó acudir á él con parte de aquel interés, se gun que lo publicaba la fama. Esta misma concesion se hizo antes á instancia del rey Filipe el Largo, pero con esta modificacion y palabras expresas: << Si los obispos del reino juzgasen ser conveniente >> ; condicion muy honesta, de que ojalá usasen los demás pontífices contra las importunidades de los príncipes. La mujer del rey Cárlos, por quedar preñada, á cabo de tres meses despues de la muerte de su marido parió una hija, que se llamó Blanca. No podia conforme á las leyes y costumbres de Francia suceder en aquella corona. Así un hijo de Cárlos de Valoes, que falleció dos años antes del Rey, por nombre Filipe, primo hermano de los tres reyes pasados por una parte, y Eduardo, rey de Ingalaterra, como hijo de madama Isabel, hermana de los mismos tres reyes, comenzaron á pretender aquel reino. Los estados del reino, conforme á la ley Sálica, se conformaron en dar la corona á Filipe de Valoes, de que resultaron enemistades y guerras muy largas y graves entre aquellas dos naciones, y los reyes de Ingalaterra tomaron apellido de reyes de Francia, y pusieron las flores de lis en sus escudos. A los navarros sucedió mejor, que quedaron libres del yugo de Francia, porque Juana, hija del rey Luis Hutin, casó con el conde de Evreux, que se llamaba Filipo, y en Pamplona fueron declarados por reyes de Navarra de conformidad de todos los estados por el derecho que aquella señora tenia de parte de su madre; en que por ser cosa tan justificada fácilmente vino el nuevo rey de Francia, demás que el dicho Conde era su deudo muy cercano por ser, como era, bisnieto de san Luis, rey de Francia. En esta sazon los navarros, por tener los reyes flacos, se alborotaron, y como gente sin dueño, se encarnizaron en los judíos que moraban en aquel reino; en particular en Estella cargó tanto la tempestad, que degollaron diez mil dellos, si ya el número ó las memorias no van errados.

CAPITULO XX.

Nuevos casamientos de reyes.

A la misma sazon en Castilla se hacian apercebimientos muy grandes para la guerra contra los moros, nuevas levas de gente que se alistaba en el reino, socorros que pretendian de los reyes comarcanos, La tierna edad del rey Moro y las discordias que los suyos entre sí tenian presentaban ocasion para hacer algun buen efecto; mayormente que se pasó á los nuestros un hijo de Ozmin, llamado Abraham el Borracho por el mucho vino que bebia. Seguíale un buen escuadron de soldados; acordó el rey don Alonso de ir á Sevilla con toda presteza, dende corria las fronteras de los enemigos y les hacia notables daños. Tomóles á Olvera, Pruna y Ayamontes. En esto se gastó el verano, y pasado el otoño, los soldados, cargados de despojos y alegres, dieron la vuelta para invernar en Sevilla. Don Alonso Jofre, almirante que era del mar, acudió al tanto para dar al Rey aviso de una victoria señalada que alcanzó en una batalla naval que trabó con los moros, en que de veinte y dos galeras que traian les tomó tres, y cuatro echaron á fondo. Eran estas galeras, parte del reino de Granada, y parte africanas; mataron y cautivaron

mas de mil y docientos moros, por las cuales causas todos estaban muy gozosos, y aquella nobilisima ciudad resonaba con fiestas y regocijos. Enviáronse embajadores para tratar del casamiento del Rey. Don Juan Manuel, vista la resolucion de dejar á su bija, renunciada por sus reyes de armas la fe y lealtad que tenia jurada, se confederó con los reyes de Aragon y de Granada; junto con esto desde Chinchilla y Almansa, por ser plazas muy fuertes, hacia entradas por las tierras de Castilla; robaba y talaba por do quiera que pasaba con gran daño en especial de los labradores, à la misma sazon que el Rey en Sevilla dió título de conde de Trastamara, Lémos y Sarria á Alvar Nuñez Osorio, que era su mayor privado, cosa muy nueva; que hasta entonces en Castilla no se diera de mucho tiempo atrás á ninguno título de conde. La ceremonia que se hizo fué muy tosca, como entre gente en aquella sazon falta de todo género de policía y primor. Echaron tres sopas en una taza de vino y pusiéronselas delante, convidáronse por tres veces el Rey y el Conde sobre cuál de ellos tomaria primero; finalmente, el Rey tomó la una, y el Conde la otra. Concediósele que en los reales tuviese caldera y cocina aparte para su mesnada, y en la guerra propria y particular bandera con sus divisas y armas. Hiciéronse las escrituras y privilegios; y leidos, todos los presentes aclamaron con gran aplauso: viva el Conde. Tal fué la costumbre y ceremonia con que se criaban los condes en aquella era. En la ciudad de Córdoba usó el Rey de una severidad extraordinaria, y fué que hizo cortar la cabeza á Juan Ponce porque no obedeció á su mandato, en que le ordenaba restituyese el castillo de Cabra, que tomara á los caballeros de Calatrava al tiempo que las cosas del reino andaban alborotadas, demás que le achacaban y cargaban de hombre sedicioso y pernicioso para la república. El mismo castigo se dió á otros muchos ciudadanos de Córdoba, sea por ser de la misma parcialidad, ó porque fueron convencidos de otros delitos muy graves. En Soria en el monasterio de San Francisco fué muerto á puñaladas Garci Laso sin respeto del lugar sagrado y que estaba oyendo misa. El sentimiento del Rey fué grande; poco antes deste desastre le enviara desde Sevilla para atajar los intentos y pretensiones de don Juan Manuel. El aborrecimiento que los caballeros le tenian muy grande, por entender trataba de destruir con sus malas mañas y descomponer toda la nobleza, fué causa desta desgracia. Escalona, una villa pequeña en el reino y tierra de Toledo; andaba alborotada y pretendia juntarse con los rebeldes y amotinados. De Castilla la Vieja asimismo avisaban que la gente se alborotaba; en particular Toro, Zamora y Valladolid estaban alzados contra el Rey. El principal movedor destos alborotos era don Hernan Rodriguez de Balboa, prior de San Juan, confiado en sus riquezas y en los muchos aliados y deudos que tenia en aquella provincia de los mas nobles y ricos. El color que tomaron era quejarse que el nuevo conde Alvaro Osorio y un judío, llamado Juzef, gobernaban todo el reino y le trastornaban á su voluntad; que tenian rendido al Rey como si les fuera esclavo y como si le hobieran dado bebedizos. Acudió el Rey á Escalona; pero con las nuevas de Castilla alzó el cerco por acudir al mayor peligro y necesidad. Llegó á Valladolid; no le quisieron dar entrada hasta tanto que

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despidiese de palacio y de su corte al dicho Osorio. Hízose así, que es forzoso sujetarse á la necesidad. Sin embargo, fué tan grande el sentimiento deste caballero, como persona acostumbrada á todo favor y privanza, que, quitada la máscara, se rebeló contra el Rey, y trató de juntar sus fuerzas con don Juan Manuel, causa de su total perdicion. Ramiro Flores de Guzman con muestra que huia del Rey se hizo su amigo; y como un dia estuviese desapercebido y descuidado, le dió de puñaladas. Por su muerte el Rey á la hora se entregó en sus castillos y tesoros, que tenia allegados muy grandes en el tiempo que tuvo el reino á su mandar y lo robaba todo sin reparo. Pusiéronle acusacion, hiciéronle cargos muchos y muy graves; no salió persona ninguna á la causa y defensa, y así, fué convencido en juicio y dado por rebelde y traidor; pronunció la sentencia el mismo Rey en la villa de Tordehumos. Tal fué la fin destos dos caballeros, que en aquel tiempo tuvieron tanta grandeza y pujanza. A Juzef defendió su bajeza y el menosprecio en que es comunmente tenida aqueIla nacion; lo que pudiera acarrear á otro su perdicion, eso le valió. Celebráronse las bodas del Rey en CiudadRodrigo. Tratóse entre los dos reyes de Castilla y Portugal de aplacar al rey don Alonso de Aragon y apartalle de la amistad de don Juan Manuel. Pareció buen medio ofrecelle la infanta doña Leonor, hermana del rey de Castilla, para que casase con ella, ca se hallaba viudo y libre del primer matrimonio por muerte de su primera mujer doña Teresa. Aceptado este partido y hechas las escrituras y conciertos, llevaron la doncella á Aragon. Salió don Juan, el patriarca, arzobispo de Tarragona, hasta Alfaro á recebilla y acompañalla. Efectuaronse las bodas en la ciudad de Tarazona, hallóse presente con el de Aragon el rey de Castilla; las alegrías y regocijos fueron grandes. Sucedió esto al principio del año de 1329. Para que la amistad entre los reyes fuese mas firme y meter prendas de todas partes trataron de casar á doña Blanca, hija del infante don Pedro, el que, como queda dicho, murió en la guerra de Granada, con el hijo mayor del rey de Portugal, llamado don Pedro. Hechas las capitulaciones, la doncella fué entregada en poder de la reina de Castilla para que la enviase á Portugal. Junto con esto los dichos tres reyes asentaron liga entre sí contra los moros para, juntadas sus fuerzas, desarraigar de todo punto las reliquias de aquella gente malvada. Asentóse demás desto para mayor sosiego y paz de todos que los rebeldes del un reino no tuviesen acogida en el otro. Quedó por este camino don Juan Manuel despojado del amparo del rey de Aragon; trató de valerse como pudiese, y para este efecto casó segunda vez con doña Blanca, hija de don Fernando de la Cerda. Asimismo don Juan de Lara casó con doña María, hija de don Juan, llamado el Tuerto, con esperanza que le dieron de juntar todos tres sus fuerzas para recobrar el señorío de Vizcaya, que de derecho pertenecia á aquella doncella, y el Rey por fuerza y contra razon se le tenia usurpado. Don Juan Manuel y don Juan de Lara llanamente estaban declarados contra el Rey, otros de secreto y con sagacidad le eran contrarios, como eran don Pedro de Castro y don Juan Alonso de Alburquerque, hijo de Hernan Sanchez y nieto del rey Dionisio de Portugal. El principal y cabeza de los demás era don

Juan de Haro, señor de los Cameros. Estos todos lle→ vaban tras sí gran parte del reino. Los nuevos reyes de Navarra este mismo año vinieron á Pamplona. Allí les fué dada la posesion de aquel reino, pero debajo destas condiciones que por espacio de doce años no se batiese nuevo género de moneda, á causa que en aquel tiempo era muy ordinario falsear la moneda y bajalla de ley, costumbre perjudicial y mala, contra la cual hay un decreto del pontífice Juan, que se promulgó en aquel tiempo y anda en las Extravagantes. La segunda condicion que en los oficios de la casa real no se admitiesen forasteros, lo mismo cuanto á las tenencias de los castillos. Que no pudiesen vender ni trocar el reino ni enajenar el patrimonio real. Que el primer hijo varon que tuviesen, luego que llegase á edad de veinte y un años cumplidos, fuese rey de Navarra y tuviese el mando y gobierno; y que á Filipo, su padre, acudiesen con cien mil coronas para los gastos. Si falleciesen sin hijos, que los tres estados del reino nombrasen rey á su voluntad. Desta suerte los navarros para recebir leyes las dieron al que los habia de gobernar. Juraron los reyes estas condiciones, y con tanto fueron coronados y ungidos en la iglesia mayor de aquella ciudad á los 5 dias del mes de marzo. Todos los presentes de cualquier suerte, estado y edad, en señal de alegría y regocijo, á voces pedian para sus reyes larga vida y toda buenandanza. Las calles tenian cubiertas de flores y verdura, las paredes vestidas de ricos paños. No quedó género de contento que allí no se mostrase. Parecíales salir de unas escuras tinieblas á una luz muy resplandeciente y clara, y que toda aquella provincia con la venida de sus propios reyes, como despues de un largo destierro y á cabo de cincuenta y cinco años que faltaban, era restituida en su antigua grandeza, Sosiego y prosperidad. Fueron estos reyes muy dichosos en sucesion. Los hijos Cárlos, Filipe y Luis alcanzaron adelante grandes estados; las hijas Juana, María, Blanca y Inés casaron asimismo muy principalmente. Los flamencos á esta misma sazon andaban alterados, ca puesto primeramente en prision Luis, su conde y señor, despues que se libró, le cercaron en Gante. Huyó tambien del cerco, y acudió al amparo del rey de Francia. Envió él sus embajadores á Flandes sobre el caso, pero no hicieron efecto alguno; llegó el negocio á las armas y á las manos. Acudieron á esta guerra muchos príncipes, y entre los demás Filipe, rey de Navarra. Juntáronse los dos campos no léjos de la villa de Casel. Hobo algunas escaramuzas, y por el mes de agosto, un dia en lo mas recio del calor, á tiempo que las guardas y centinelas estaban descuidadas, los flamencos dieron de rebato sobre los reales de Francia, ganaron los baluartes y trincheas sin que les pudiesen ir á la mano, acometieron la tienda del Rey, y antes que se pudiesen armar ni subir á caballo, muchos de los franceses fueron pasados á cuchillo. El Rey mismo se vió en grande aprieto hasta tanto que acudió gente de la otra parte de los reales. Con esto los flamencos y por el peso de las armas y calor, que hacia muy grande, desmayaron; y muertos muchos dellos, los lanzaron de los reales y huyeron. Despues desta victoria todo quedó llano, y el Conde fué restituido en su estado. El de Navarra, concluida la guerra, dió vuelta á su reino, que halló lleno de latrocinios y maldades, á causa de la libertad que

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