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ven se sintió tan poseido de afecto por el Monarca, que desde entonces solo buscó los peligros para sacrificarse por su rey y por su patria, y al año siguiente murió como un héroe en la batalla de Estremoz lanzándose contra los batallones Portugueses.

Abrióse la nueva campaña de Portugal con el sitio de Evora, 1663. capital del Alentejo, que puso Don Juan de Austria. En vano Don Sancho Manuel elevado á la dignidad de Conde de Villaflor en premio de lo bien que defendió á Elvas, acudió con tropas portuguesas para hacer levantar el sitio; á dos marchas escasas de Evora supo que esta plaza habia sucumbido. No se decidió á atacar á los Españoles porque perdiendo su ejército dejaba al descubierto á Lisboa, y además Don Juan de Austria tampoco deseaba mucho dar una batalla decisiva. Fueron pues inciertos y vacilantes los movimientos de entramTM bos generales. Don Juan de Austria destacó para alarmar á Lisboa á una division que llegó hasta Alcazar-do-sal; y entonces se decidió Villaflor á presentar batalla casi frente de Evora. No la admitió Don Juan, aunque eran inferiores en número los Portugueses, porque sabia que quien realmente dirigia los movimientos de los enemigos era el Conde de Schonberg, general muy táctico que habian enviado los Franceses al campó portugués. Replegóse pues hacia Badajoz, pero los enemigos le siguieron hasta Ameygial. Ya entonces no pudo Don Juan retroceder, y el dia 8 de junio, una hora antes de ponerse el sol, se empeñó formal batalla. Peleóse obstinadamente hasta la noche, y Don Juan de Austria peleó mas como soldado esforzadísimo que como capitan prudente. Matáronle dos caballos, y se entró casi solo por entre las filas enemigas con la pica en mano. Los Portugueses no conocieron que habian vencido, hasta que á la mañana siguiente cogieron el fruto de la victoria, haciendo mas de dos mil prisioneros, y viendo el campo cubierto de cadáveres españoles, y nueve cañones abaudonados con todo el bagaje. Cara costó á los Portugueses semejante victoria, pues murieron de ellos hasta cinco mil; pero recobraron su libertad é independencia. Esta es la batalla á que se dió el nombre de Estremoz, debiendo en realidad Hamarse de Ameygial. Atribuyóse esta derrota á distintas causas, pero la principal es, que Don Juan necesitaba mas fuerzas

1664.

para internarse en Portugal, y que habiendo tenido que dejar guarniciones en muchos puntos del Alentejo, debilitó todavía mas su ejército. Pero la causa inmediata del descalabro, consiste en no haber tenido tiempo Don Juan de Austria para escoger bien el campo de batalla, y en haberse empeñado la accion á una hora impropia, solo porque los soldados no querian ya retirarse sino hacer frente al enemigo. En vano el Duque de Osuna arrolló en Valdelamula con solo seis mil hombres á un cuerpo de doce mil portugueses el dia 30 de diciembre, pues el golpe principal se habia dado en Ameygial, y perdimos en consecuencia casi todo cuanto habíamos ganado en el Alentejo.

No fué mas feliz la campaña siguiente, pues los Portugueses se apoderaron de Valencia de Alcántara, y nuestro ejército de Estremadura no pudo volver á recobrar la ofensiva. Solo el Duque de Osuna emprendió algunos movimientos, y hasta llegó á sitiar la plaza de Castelrodrigo; mas los enemigos le atacaron en sus líneas de circunvalacion, y le hicieron levantar el sitio con pérdida de la artillería, el bagaje y de mil doscientos muertos.

¿Quién habia de creer que en tal estado, debilitada hasta tal punto la España de suerte que no podia sostener la guerra en Portugal, se atreviese la corte á enviar diez y ocho mil hombres de refuerzo, al emperador Leopoldo que estaba en guerra con los Turcos ? Sin embargo, se hizo así por dar gusto á la Reina, que estaba empeñada, en que no fuese socorrido el ejército de Portugal mientras tuviese el mando Don Juan de Austria á quien aborrecia. Este conoció entonces que solo se trataba de desacreditarle, y pidió y obtuvo su dimision: con él puede decirse que acababa aquella generacion de guerreros ilustres,que se habian ido sucediendo desde Fernando el Católico.

Nombróse para sucederle en el mando del ejército de Estremadura el Marqués de Carazena, y se le dieron todos los recursos y refuerzos que se habian negado á su antecesor. Podia contar con un ejército activo de veinte y un mil hombres y con un numeroso parque de artillería. Todo pereció sin embargo cerca de Villaviciosa en las llanuras de Montesclaros. Peleóse durante ocho horas con valor heróico, y hasta con

desesperacion; pero los Portugueses triunfaron, cogiéndonos cuatro mil prisioneros, matándonos cuatro mil hombres, y cogiéndonos casi toda la artillería. El Marqués de Marialba general de los Portugueses, no se atrevió con todo á perseguir los restos de nuestro ejército, pues sus tropas habian sufrido tam. bien mucho. Tal fué la batalla de Villaviciosa que consolidó la independencia portuguesa, dada el 17 de junio de 1665.

Este descalabro causó la muerte del Rey; pues al tener noticia de la derrota le sobrevino un desmayo, del que solo volvió para enfermar de peligro y acabar sus dias el 17 de setiembre, á los sesenta años de su edad y cuarenta y cuatro de su reinado. En su testamento dejó por gobernador de la corona durante la menor edad de su hijo, á Don García de Avellaneda, Conde de Castrillo, á Don Cristóbal Crespi, al Conde de Peñaranda, al Marqués de Aitona, y al Arzobispo de Toledo que murió el mismo dia que el Rey. Sin embargo la verdadera reina y gobernadora era la Reina, que quedó tutora de su hijo. Tuvo el Rey varios hijos é hijas: de su primera muger Doña Isabel de Borbon solo le sobrevivió la infanta Doña María Teresa, casada con Luis XIV. De su segunda muger tuvo á Doña Margarita, que fué reina de Hungría y Alemania, á Doña María, Don Felipe, Don Fernando y Don Cárlos, de los cuales solo este le sobrevivió.

El reinado que acabamos de describir fué el mas fatal para la monarquía, porque en él fueron acabando insensiblemente los restos de nuestras glorias. En verdad que las prendas personales del Monarca prometian otra cosa ; pero su inclinacion á las mugeres degeneró en molicie, á causa de su privado el Conde Duque, quien le hizo odioso el mando y le encenagó en placeres casi indignos de la majestad, Felipe IV tenia toda la magnanimidad de un Rey, virtud de que dió muestras con Don Luis de Haro y con su hijo. Con su segunda muger fué Felipe IV demasiado condescendiente, y á ello se debió el que no se enviasen recursos y refuerzos á Don Juan de Austria, bijo natural del Rey, con daño y mengua de la monarquía. A la época de la muerte de Felipe IV el nombre de español ya no era acatado en Alemania, en Italia, ni en los Paises Bajos; nuestra infantería tan celebrada por espacio de dos siglos, habia perdido su glorioso renombre. En suma la España, cuyos

TOMO IX.

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hombres políticos y militares eran reputados modelo entre las naciones estrañas, pareció olvidarse á sí misma precisamente cuando la Alemania, la Francia y la Inglaterra progresaban diariamente en el arte de la guerra y en el de la diplomacia. Merced á los esfuerzos del cardenal de Richelieu, la Francia adelantaba en pocos años un siglo, mientras merced á la mala administracion del Conde Duque, la España retrocedia cuatro siglos. Y lo mas singular es que hasta á las ciencias y la literatura pasó el contagio, porque el siglo de oro habia pasado ya; ya no existian Cervantes ni Rioja, y los rastreros secuaces de Góngora ponian á las nubes una afectacion de estilo y un jue go de palabras ridículo. No fué bastante Quevedo para oponerse al contagio, y puede decirse que él junto con Moreto y Calderon, fueron las últimas antorchas que asistieron á la muerte de nuestros mas esclarecidos escritores. Todo se estinguió á la vez: la gloria, la política y el saber. La decadencia daba ya pasos agigantados, y el reinado del hijo de Felipe IV solo vino para consumarla.

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LIBRO TERCERO.

Capítulo primero.

Principios del reinado de Cárlos II. Continua la guerra de Portugal. Paz de Lisboa. Guerra de Francia. Paz de Aix-la-Chapelle. Caida del P. Nithard. Continuacion de la Regencia. Guerra de Holanda.

L 8 de octubre del año anterior habia Madrid levantado 1666. pendones por el rey don Cárlos II, que subió al trono de edad de tres años, diez meses y once dias. En realidad la Reina su madre era mas que tutora absoluta regente, pues el consejo que en su testamento habia establecido el difunto Rey no la servia del menor embarazo. Así que, pronto fué árbitro en materias políticas y dueño del poder un jesuita aleman, su director espiritual, llamado Juan Everardo Nithard. Los primeros pasos de este consejero consistieron en secundar las intenciones de la Reina nada favorables á don Juan de Austria; de manera que tuvo este que retirarse de la corte y vivir aisladamente en Consuegra. Por fortuna los Portugueses no llevaban muy á pecho la guerra contra España, y puede decirse que durmieron contentos con las victorias que les habian asegurado la independencia. El 28 de febrero de 1666 murió la Reina viuda de Portugal, y empezaron á originarse disturbios intestinos en aquel reino; á causa de que el mozo rey don Alonso, á quien rodeaban cortesanos corrompidos, no sin envidia veia que los Portugueses se mostraban inclinados hácia su hermano el infante don Pedro. Esta fué la causa de que la guerra quedase por entonces reducida á las correrías y guerras de de. vastacion que tantos años habian durado. Un general portu

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