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1611.

1612.

las familias de moriscos que lograron permanecer en España á pesar del decreto de espulsion; pero tal es el poder de la tradicion que aun dos siglos despues se daba el nombre de cristianos nuevos á sus descendientes.

Muchos de los desgraciados que pasaron á Africa fueron asesinados bárbaramente, y no pocos de los que iban á Francia y á varios puntos de Levante fueron robados y arrojados al

mar.

Capitulo 1v.

Nacimiento del Infante Don Alonso. Muerte de la Reyna. Casamien-
to de los Principes de España y Francia. Guerra contra los Piratas.
Hazañas de Don Francisco Rivera contra los Turcos y
Venecianos.

EN el Escorial nació en 22 de setiembre de 1611 el infante Don Alonso, que murió al cabo de un año; la Reina murió de sobreparto el dia 3 de octubre á los veinte y siete años de su edad. Por entonces varios esforzados marinos, entre ellos Lara, Fajardo y Silva, perseguian de muerte á los Berberiscos; el primero de estos rindió un buque del Rey de Marruecos en el cual se hallaron tres mil volúmenes de libros árabes, que fueron colocados en el Escorial á pesar de que el Africano queria rescatarlos con setenta mil ducados: desgraciadamente perecieron despues casi todos en el incendio fatal que setenta años despues sufrió aquella biblioteca.

Entretanto la corte de Madrid supo sacar partido de las circunstancias en que se hallaba la viuda de Enrique IV, para cimentar una alianza entre las dos monarquías, á favor de los. matrimonios que empezaron á tratarse entonces entre Luis XIII y la infanta Ana de España, y entre el Príncipe de Asturias y una hija de Enrique IV: de este modo se queria disipar el nublado que antes de su muerte habia agrupado el desgra-, ciado cuanto famoso Enrique IV.

A mediados de agosto de 1612 se ratificaron las bodas ya tratadas, no pudiendo efectuarse todavía el matrimonio porque ninguno de los novios pasaba de los once años. La Europa entera aprobó estos enlaces, pues tras de ellos columbraba una

paz sólida entre dos pueblos los mas agitados entonces en esa parte del mundo.

Continuaron este año las victorias de nuestra marina conseguidas por el marqués de Santa Cruz y el virey de Nápoles, duque de Osuna.

Aquel acometió en la Goleta once buques mahometanos, hizo un desembarco en la isla de Querquens, y si bien que á costa de mucha gente, logró destruir la armada turca, saqueó la isla y la entregó al incendio. El Virey de Nápoles con su escuadra acosó vivamente á los piratas en las costas de Berbería, efectuó un desembarco cerca de Cireli, tomó esta poblacion al asalto degollando ochocientos turcos, y se reembarcó con riquísimo despojo. Murió por esta época el Emperador Rodulfo de Alemania, y le entró á suceder su hermano Matías.

Mas considerables ventajas que las del año anterior fueron 1613. las que en 1613 alcanzó Don Octavio de Aragon contra los Turcos. El dia 29 de agosto embistió á diez galeras turcas, apresó seis y ahuyentó á las demas. En la accion murió el comandante turco con cuatrocientos de los suyos, quedando prisioneros seiscientos de estos, al mismo tiempo que se libró del remo á doscientos cristianos, sin que por nuestra parte tuviésemos mas pérdida que seis muertos y treinta heridos. Esta accion fué tanto mas gloriosa cuanto tuvo lugar á vista de otra armada enemiga, sin que se atreviese esta á entrar en combate.

Aunque habia muerto Enrique IV, sin embargo sus maquinaciones contra la casa de Austria parecian amagar todavía los intereses de España. El ambicioso y emprendedor duque de Saboya habia reunido fuerzas para estar á la mira contra el gobernador de Milán, y para aprovechar cualquier coyuntura á fin de podérsele echar encima. Estas coyunturas nunca faltan cuando se buscan. Las casas de Saboya y Mantua se habian disputado el Monferrato, disputas que se habian transigido casando al duque de Mantua con la hija del duque de Saboya. Murió el duque de Mantua este mismo año, y como dejase á una hija, fué proclamada esta heredera del Monferrato, ya que no podia serlo del Jucado de Mantua porque no sucedian en él las hembras. Intrigó el Duque de Saboya para que el Mon ferrato quedase para su nieta, y mientras con palabras procu raba hacer perder tiempo á sus rivales entró en aquella pose

1614.

sion, tomó muchas de sus plazas y aun otras que pertenecian á España, y en el ínterin enviaba protestas á Madrid y á Paris de que obedeceria al Rey de España, y de que solo la necesidad le impelia á aquel acto. Declaró la corte de Madrid que el asunto se pusiese en manos del Papa, del Emperador y de Enrique III para una transaccion; que la nieta del duque de Saboya deberia trasladarse á Turin; que el nuevo duque de Mantua casase con la viuda del anterior Duque, y que todos licenciasen su gente para asegurar la tranquilidad de la Italia.

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El gobierno Español pensó este año en apoderarse de Mamora, lugar no muy distante de Larache. Eligióse para esta empresa á Don Luis Fajardo confiándosele una armada de noventa y un buques de guerra con tropa escogida de desembarco. Dió la vela en Cádiz el dia 1.o de agosto de 1614; dió vista á las playas de Mamora al cabo de tres dias, y con osadía impertérrita fondeó en su barra; efectuóse el desembarco con espanto de los Moros, que huyeron al momento, de manera que bastaron otros tres dias para apoderarse de aquel punto : halláronse en el desembarco personas notables de aquella época, gefes de mar y tierra ilustres por su denuedo y sus talentos tales fueron Don José de Mena, Don Fermin Lodosa Don Bartolomé García Nodal, el conde de Elda, Don Gerónimo Agustí, y el célebre Cristóbal Lechuga.

El dia 24 de mayo se habia dejado sentir en las islas Terceras un terremoto que causó bastantes estragos; tambien se esperimentó en San Sebastian y otros puntos de las costas de Vizcaya.

El duque de Saboya queria solo obedecer á la fuerza; viendo pues que de nada le servia su hipocresía para alucinar al gobierno español, y que no podia prometerse que el gobernador de Milan dejase de dar cumplimiento á las terminantes órdenes recibidas de Madrid, aumentó su ejército, procuróse amigos, alióse con Mauricio, pidió socorros á Venecia y á otros príncipes Italianos, y se internó en el Milanesado declarándose abiertamente contra los Españoles. Prevenido en la iniciativa el marqués de Hinojosa, atúvose á defender el gobierno que le estaba confiado, mientras una escuadra nuestra efectuó un desembarco de tropas en el Piamonte apoderándose de Oneglia, y mientras otra escuadra tambien española des

trozaba en las costas de Malta á una armada turca, que pensó hacer daño por aquella parte interin nuestras fuerzas marítimas recorriesen las costas de Italia,

Con motivo de una injuria que en un banquete hizo el elector de Brandemburg al conde Palatino, habiendo este roto el tratado que tenia firmado acerca del buen gobierno de los ducados de Cleves y Juliers, é implorado el auxilio de varias cortes, entre ellas la de Madrid, mientras recurria su ofensor á las provincias unidas de Holanda y á varios príncipes de Alemania, resultó que estuvo á punto de estallar una guerra general. Nuestro ejército de los Paises Bajos se puso en movimiento, ni mas ni menos que el holandés; porque se trataba de tomar posesion de los importantes ducados que imploraban auxilio, y sin declararse aquellos ejércitos guerra abierta, queria cada cual por su parte posesionarse de cuantas mas plazas fuertes pudiesen para un caso de guerra: así Mauricio como Espínola lograron por su parte apoderarse de algunas. Interpusieron por mediadores en esta contienda Francia é Inglater. ra, y despues de algunas conferencias y debates animados lograron que admitiesen y firmasen las partes contendentes un repartimiento casi igual de los dos ducados de Cleves y Juliers entre sus actuales propietarios, y pusieron de esta suerte fin á una contienda que en otras circunstancias hubiera motivado en Europa una guerra larga y asoladora. Sin embargo, no se efectuó el convenio sin daño del elector de Brandemburg y del conde Palatino, pues Espínola no quiso desocupar la im. portante plaza de Wesel de que se habia apoderado, y Mauricio se negó tambien á desocupar la de Juliers: así pagaron bien caro un momento de arrebato los dos débiles potentados que querian poner su suerte en manos demasiado poderosas. Llegaron por este tiempo á la edad núbil así el jóven Rey de 1615. Francia como nuestra infanta Doña Ana de Austria, y el 18 de octubre de 1815 se contrajo el matrimonio en Burgos por poder que recibió el duque de Lerma. Fué Preste el arzobispo de aquella ciudad, y se hallaron presentes así el príncipe de Castilla como los infantes Don Carlos, Don Fernando y Doña Margarita, renunciando antes Doña Ana á todo derecho que pudiese sobrevenirla en España. Celebróse el mismo dia en Burdeos el casamiento del príncipe Don Felipe con Doña Isa

1616.

bel de Francia ; mas como no pasase el Príncipe de once años no se consumó el matrimonio hasta mas adelante. En Vidasoa hizo el duque de Uceda entrega de Doña Ana á los Franceses, y recibió á la princesa Doña Isabel que pasó en breve á la

corte.

Continuaba echando fueros el de Saboya, hasta que indignado el gobierno español mandó al gobernador de Milan, marqués de Hinojosa que entrase en el Montferrato. No pudo este mnenos de obedecer, peró á pocas marchas le disputó el enemigo el paso del rio Versa: vencieron gloriosamente los Españo les, á pesar de los increibles esfuerzos de valor que hizo el Saboyardo; sin embargo, Hinojosa no sacó partido de la victoria, pues en vez de acosar al destrozado enemigo', dejó que se rehiciese, y perdió por enfermedades y por el excesivo ca-> lor la mitad de sus tropas que mantuvo por mas de un mes acampadas en pais montañoso. Volvió á prevalerse de sus mañas y pretextos el de Saboya, y logró que Hinojosa aceptase un tratado de paz celebrado entre el Saboyardo y el Mantuano : firmábase en él que el primero licenciaria sus tropas, y no lo efectuó, así como tampoco el segundo dejó de perseguir de muerte á los partidarios de su rival. Llegó al colmo la irritacion de la corte de Madrid al saber tales noticias; destituyóse al momento al gobernador de Milan, y envióse en su lugar al inarqués de Villafranca, diestro político y militar enérgico y de honor. A su llegada intimó al de Saboya que no serian atendidas sus proposiciones de paz sin que hubiese antes licenciado su ejército ; conoció el Duque que le iban de mala data los negocios, y acudió al espediente de recurrir á Venecia y á otros gefes fronterizos que odiaban de muerte á los Españoles: pudo de esta suerte levantar tropas para sostener la campaña.

El nuevo gobernador de Milan se puso al frente de treinta mil hombres para acometer al Duque; penetró de esta suerté en el Piamonte cuyo pais entregó al saqueo, mientras el enemigo efectuaba otro tanto en el Montferrato. El principal an helo del general español era apoderarse de Vercelli, y para ello le pareció oportuno entrar en San German, como lo efectuó. En el llano de Apertola se presentaron batalla los dos gefes; pero fueron mas hábiles los movimientos efectuados por el marqués de Villafranca, pues sin que pudiese presumirlo el

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