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LIBRO SÉPTIMO.

REINADO DEL REY DON CARLOS III.

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Capítulo primero.

Sube al trono Don Carlos III. Principios de su reinado. Continua la guerra del Norte. Nueva politica. Alianza con el nombre de pacto de familia. Guerra con Inglaterra. Guerra con Portugal. Espedicion contra la Habana. Espedicion contra Manila.

L Rey de Nápoles tenia un hijo primogénito afligido des- 1760. de la niñez de continuos insultos de epilepsia, y sumergido en una estupidez lamentable. Por tanto sus primeros cuidados fueron arreglar la sucesion de Nápoles, de manera que recayó la corona en su hijo tercero don Fernando. Hízole públicamente cesion del cetro, y antes de partir le dijo, entre gándole la espada que habia recibido del rey don Felipe V: Esta es la espada que me entregó Felipe V mi padre, á quien se la habia entregado Luis XIV de Francia: servíos de ella como se han servido vuestros antepasados. » Embarcóse en Nápoles con la reina su esposa doña María Amalia Walburg, con el príncipe de Asturias don Cárlos Antonio, su segundo hijo, y desembarcó en Barcelona entre el entusiasmo de sus moradores, restituyendo algunos privilegios á los Catalanes, privilegios que les habian sino derogados á consecuencia de los levantamientos de Cataluña. Continuó por Zaragoza su viaje, perdonando á varios pueblos sus contribuciones atrasadas, y

1761.

Hegó á la corte entre el entusiasmo de sus moradores que le reputaban digno sucesor de su hermano. Podia en efecto conocerse su condicion, por cuanto hacia algunos años que reinaba, siempre con carácter pacífico, noble, activo y lleno de dignidad.

Algunos creian que su advenimiento al trono seria seguido de la vuelta de Ensenada al poder, y que la Reina madre conservaria algun influjo en los negocios; mas no fué así. En verdad que se mantuvo siempre respestuoso el nuevo Monarca para con su madre; pero no atendia á sus consejos para los negocios públicos, y si bien, racordando los servicios prestados por Ensenada le llamó á la corte, no volvió sin embargo á emplearle, y únicamente de los ministros del difunto monarca separó al Conde del Valparaíso, y nombró para reemplazarle al Marqués de Esquilache. A poco fué nombrado príncipe de Asturias el infante don Cárlos Antonio. El 17 de setiembre el Monarca tuvo la desgracia de perder á su esposa Amalia con Planto del Monarca que la adoraba y con sentimiento de gran parte de los Españoles que conocian ser ella un impedimento para que se abandonase la política pacífica hasta entonces segnida.

Seguia inflamada todavía la guerra del Norte, y este año tuvieron los Franceses desastres en todas partes: en Alemania porque fueron derrotados en la batalla de Varbourgh, en el Canadá porque perdieron un ejército numeroso, y en la costa de Africa porque les arrebataron los Ingleses sus mejores posesiones. Mas felices fueron sus aliados, pues vencieron y derrotaron al ejército prusiano, y rodearon de tal suerte á Federico II, que parecia inevitable su ruina. Sin embargo, al fin de la campaña, ese hombre grande supo volverse propicia la fortuna, pues no solo escapó de manos de sus enemigos en la famosa batalla de Lignitz, sino que despues les batió con pérdida de veinte mil hombres, y reconquistó la Sajonia, la Lusacia y parte de la Silesia.

Una razon era la que alegaban los partidarios de la Francia para hacer que se abandonase el sistema pacífico seguido por Fernando VI tal era la de que los Ingleses se apoderaban de casi todas las colonias francesas, y de que pronto harian lo mismo con las españolas, si no se atajaba el mal en su orígen:

en consecuencia deseaban que se declarase la guerra á la Inglaterra y se favoreciese abiertamente á la Francia. Sin embar go, estas ideas eran erróneas ó equivocadas; si la Francia no podia sostener una guerra marítima contra la Gran Bretaña, hizo mal en emprenderla, y la España no debia seguramente prodigar sus tesoros y la sangre de sus hijos, solo para soste-ner y alimentar el odio de los Franceses contra los Ingleses. De consiguiente eran nulos los motivos que obligaron á Cárlos III á implorar en cierto modo una alianza con el gabinete francés, alianza conocida con el nombre de pacto de familia. Negocióse en muy pocos dias, y la España se preparó para una guerra larga y sangrienta, y para ver sacrificado por algun tiempo su comercio. Para dar lugar á que viniese en salvo de América una rica flota que se esperaba, hízose de manera que la España se ofreciese como mediadora entre la Francia y la Inglaterra. Esta potencia la admitió como á tal; pero pronto conoció que no se trataba de intervenir entre dos potencias enemigas para reconciliarlas, sino de declararse en favor de una de ellas para oponerse con mayores fuerzas á la otra. Gobernaba entonces en la Gran Bretaña el ministro Pitt, vigilante y profundo diplomático, que pronto traslució los designios que se meditaban, y rompió al momento toda negociacion con la Francia. Propuso en seguida que se declarase la guerra á la España, que se enviasen espediciones contra nuestras colonías, que se interceptasen nuestras flotas, y que se destruyese la marina española antes que tuviese tiempo de reunirse: pero á Jorge III no le parecieron bien estas medidas, y Pitt, se retiró al instante del ministerio. Pronto su profundidad quedó patentizada, pues no bien hubo llegado á los puertos de España la flota de América, cuando mudaron de tono los enviados españoles en Londres, y tomaron pasaporte.

Entretanto los Franceses perdian la Martinica, en las Antilles, y tenian lugar algunos otros descalabros por su parte en las costas del continente europeo. Bien es verdad que derrotaron á los Hannoverianos en las cercanías de Francfort; pero solo lograron con esto adelantar la línea que ocupaba su ejército, sin lograr otra ninguna ventaja de consideracion. Las demas potencias aliadas permanecieron inactivas, ya porque los esfuerzos hechos en la anterior campaña habian agotado sus

fuerzas, ya tambien porque se cansaban de luchar con un general tan astuto y conocedor como Federico II.

Conoció la España que su primer paso era hacer que el Rey de Portugal se declarase abiertamente por uno ó por otro partido: los Portugueses se declararon á favor de los Ingleses, y en consecuencia la España les declaró la guerra.

1762. A medida que amenazaban nuevos peligros al gabinete inglés, multiplicó este sus medios de defensa, y procuró abrumar con una campaña á sus encarnizados enemigos. Preparó una espedicion de treinta buques mayores y de catorce mil hombres de desembarco, presentóse delante de la Habana el 17 de junio, echó á tierra las tropas; y mientras estas se adelantaban acometia la escuadra el puerto con el mayor encarnizamiento. Los primeros ataques fueron rechazados con estraordinario valor y esfuerzo por parte de los Españoles; pero habiendo llegado á los sitiadores nuevos refuerzos, acometieron con ímpetu mayor, lograron apoderarse de algunas obras esteriores del castillo del Morro, arrollaron á los Españoles en una salida, y abrieron brecha al cabo de pocos dias. Entonces dieron el asalto general, en que pereció el gobernador del fuerte Don Luis de Velasco, y de cuyas resultas cayó el castillo del Morro en poder de los Ingleses. No podia la ciudad defenderse mucho tiempo, ya porque los fuegos del castillo la arruinaban incesantemente, como tambien porque se podia disponer de muy poca tropa para su defensa: así pues capituló quedando en poder de los Ingleses una colonia floreciente, riquísimos almacenes de municiones y víveres, nueve navíos, tres fragatas y mas de quince millones de duros. Al Hegar á España esta noticia, solo resonó un grito general de indignacion, y fue necesario formar causa al gobernador de Cuba D. Juan de Prado, que fué condenado á muerte, si bien que la clemencia del Soberano la conmutó en prision perpetua.

Pero no eran estos solos los desastres que debía ocasionar á la España el funesto pacto de familia, pues á poco se supo que otra espedicion inglesa se habia apoderado de Manila; en vano su gobernador interino dió muestras de un valor y de una serenidad admirable; en vano reunió los moradores del pais para formar con ellos una especie de guerrillas que hostigasen incesantemente á los Ingleses : los Indios fueron derrotados, los

arrabales de Manila cayeron en poder de los sitiadores, y á pocos dias casi toda la ciudad despues de haber sufrido un horroroso saqueo. Aun con esto se defendió bizarramente el gobernador en la ciudadela, pero al fin tuvo que capitular. Los Ingleses se apoderaron tambien de dos navíos surtos en el puerto. Casi al mismo tiempo proyectaron los Ingleses y Portugueses un ataque contra Buenos Aires; pero salióles desgraciada la tentativa, y perdieron en ella la mayor parte de su gente. En la Península se previno la España para hacer la guerra á los Portugueses; penetró un ejército español en la provincia de Tras-os-montes, y se apoderó de la plaza de Almeyda; pero habiéndoles llegado á los Portugueses algunos refuerzos de Inglaterra junto con un general aleman de mucho mérito, no pudo hacer mas adelantos el ejército español, y si bien arrojó á los enemigos de Alvite, en el entretanto fué batido otro cuerpo de ejército que operaba por la parte de ViIlavelha. A vista de semejantes pérdidas tuvo la Francia que recurrir á la paz, de que tambien estaban deseosas casi todas las demas potencias aliadas. Suecia y Rusia la firmaron al principio de la campaña, y María Teresa hizo lo mismo con Federico de Prusia en Hubersburgo. De esta suerte se hizo durante siete años una guerra sangrienta, solo para volver las cosas al mismo estado que tenian antes, y se consumieron caudales y se sacrificó infinita gente, sin miras políticas, y en cierto modo únicamente por capricho.

Capitulo 11.

Preliminares de paz. Paz de Fontainebleau. Politica del gabinete
Español. Casamiento del Archiduque Leopoldo con una Infanta de
España. Casamiento del Principe de Asturias. Nuevas desavenencias
con la Inglaterra. Muerte del Duque de Parma.

ABRIERONSE en Fontainebleau las negociaciones para la paz. 1763 Ya á últimos del año anterior, se habian firmado los preliminares, y no costó mucho decidir á las potencias para un arreglo definitivo, pues todos deseaban la paz, la Inglaterra para no perder las ventajas adquiridas, y la Francia y la España

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