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1724.

para no sufrir nuevas pérdidas. Aun con esto la España no ha bria dado seguramente los primeros pasos para la pacificacion, pues Cárlos III recordaba mas de lo que debiera el insulto que le habian hecho los Ingleses cuando no era mas que Rey de Nápoles, y se sentia animado de saña contra la Gran Bretaña. Firmóse en fin la paz en Fontainebleau el dia 10 de febrero. Por ella adquirió la Inglaterra las islas de Cabo Breton y del rio de San Lorenzo, gran parte del Misisipi, la nueva Escocia, el Canadá, la Dominica, la isla de San Vicente, la de Tabago, el Senegal y todos los establecimientos de Bengala. Estas concesiones le hizo la Francia, y se obligó ademas á desmantelar la ciudad de Dunquerque. Por su parte estipuló el gobierno español que fuesen devueltas á la España la Habana y Manila, y que en cambio cedia á los Ingleses la Florida, y la mayor parte de lo que poseia en el Misisipi; hizo ademas varias concesiones al comercio inglés, y prometió restituir á los Portugueses la colonia del Sacramento. Convinóse al propio tiempo entre la Francia y la España que aquella cediese á esta una parte de la Luisiana en cambio de las Floridas que se habian cedido al gobierno inglés. De esta suerte terminó la lucha de los siete años, de un modo fatal á los Franceses por mar y por tierra. Abrumada de deudas la Francia, no solo no podia poner en pie de guerra todos sus buques, si no que ni aun podia pagar á sus ejércitos de tierra, y desde entonces data aquella lucha de Francia entre los gobernantes y los gobernados, que produjo al fin la revolucion mas estraordinaria que han visto los siglos. Andaba el Rey en continuas reyertas con el parlamento, y este era entonces popular porque hacia la oposicion al gobierno, así como fué despues impopular, porque se conoció al fin que su oposicion no era en favor de los intereses del pueblo, y sí solo de la nobleza. Conoció entonces Cárlos III que por otros medios debia procurar atraerse el amor de los vasallos, y se dedicó á continuar las mejoras que su hermano habia principiado con felices auspicios. Promovió el estudio de las artes y de las ciencias, fundó sociedades patrióticas, estableció academias en distintos puntos, creó el colegio de artillería de Segovia, y procuró de esta suerte que fructificase un semillero de buenos militares.

En 1764 se retiró de los negocios públicos, á pesar de habér

selo negado por mucho tiempo el Monarca, el diplomático distinguido D. Ricardo Wall, que habia servido de un modo tan noble y honroso á Fernando VI, y que no queria sacrificar sus principios favoritos para ceder á las nuevas ideas del pacto de familia. En Granada acabó tranquilamente lo restante de sus dias ese sabio ministro, que habia sido una de las glorias mas dignas de mencionarse del anterior reinado. Le sucedió el genovés Grimaldi, que podia llamarse en cierto modo fundador del tratado entre la Francia y la España. Como diplomático era hábil, como empleado era celoso de su deber; pero como hombre de estado, no habria dado un paso muy ventajoso con la alianza que en cierto modo estableció entre las dos ramas de los Borbones.

Tratóse por entonces el casamiento de Doña María Luisa, infanta de España con Leopoldo archiduque de Austria. Era un obstáculo para el matrimonio el que Cárlos III reclamaba para su ejecucion que se nombrase á Leopoldo gran duque de Toscana, cosa á que se oponia la emperatriz María Teresa. Al fin se adelantó el negocio, y las bodas se celebraron poco tiempo despues de haber sobrevenido la muerte del emperador Francisco y de haber subido al trono imperial el archiduque José. Otras bodas se contrataron tambien entre el príncipe de Asturias Don Carlos Antonio, y la hija del duque de Parma Doña María Luisa, la del archiduque Francisco con la heredera del Ducado de Módena, y la de dos Príncipes de la casa Real de Francia con dos hijas del Rey de Cerdeña: de esta suerte se procuró que la casa de los Borbones quedase estrechamente unida con las casas de Italia y con el Sardo. En vano quiso entonces la casa de Austria formar parte del tratado de alianza que habia tenido lugar entre el gabinete francés y el español, pues los Franceses miraban como á sus rivales á los Austriacos, y deseaban mantenerse fuertes á la vez contra los Ingleses y los Alemanes. A poco falleció el rey de Polonia Augusto III, elegido bajo la influencia de la Rusia, que desde mucho tiempo anhelaba apoderarse de la Polonia, y solo esperaba para declararse abiertamente una mas favorable coyuntura. Desde Pedro el Grande habian los Rusos empezado á asomarse en la línea que hasta entonces los habia separado de Europa, y asomaban no solo

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con el carácter de un pueblo colosal, sino tambien con el carácter de un pueblo civilizado. Desde entonces su civilizacion había ido en aumento, y cada dia iban internándose mas en el campo de la política europea, hasta que por fin debia llegar un dia en que la dominasen enteramente. Este imperio estraordinario que se rozaba de una parte con la China, la India y la Persia, y de otra con la Suecia y la Noruega, ansiaba aproximarse á la Europa para ejercer preponderancia en toda la tierra.

No estaban terminadas todavía las diferencias entre la España y la Inglaterra, y el sistema adoptado por nuestro gabinete tendia á hacerlas eternas. Reclamaba la España que los Ingleses demoliesen las fortificaciones de sus colonias en Honduras, á fin de poderles conceder los privilegios comerciales que reclamaban, y aunque así lo practicaron fué solo dar márgen á nuevas disputas con motivo del aliento que infundió á los Franceses y á los Españoles ver indefensas aquellas colonias del gobierno inglés. Se impidió á varios colonos ingleses que penetrasen en dominios de España, y se arrojó á otros que se habian internado causándoles una pérdida enorme. Añadíase á esto que los Españoles se negaron á restituir á los Portugueses la colonia del Sacramento pretestando que no estaban bien demarcados los límites divisorios, y mientras los Ingleses y Portugueses reclamaban energicamente semejante restitucion, no daba Grimaldi otra respuesta que aglomerar tropas en la raya de Portugal para un caso de guerra. Al fin se terminaron en parte las diferencias sobre los colonos de las Honduras, pero en lo de la colonia del Sacramento se mostraba firme todavía la Inglaterra.

Mediaron de una y otra parte notas diplomáticas bastante fuertes, y en el momento mismo en que Grimaldi parecia deber insistir mas en sus proyectos, mudó repentinamente de ideas y se declaró por el afianzamiento de la paz. Esto dió márgen á creer que entendia Grimaldi en un proyecto tramado por los Franceses para incendiar los mejores astilleros y arsenales ingleses y acabar pérfidamente con la marina británica. La historia no podrá certificar que un ministro español hubiese concebido semejante idea, y si los principios políticos de Grimaldi no fueron muy acertados, nunca podrá decirse

que fueron deshonrosos. Tratábase tambien por entonces de rescatar á Manila que nos habian tomado los Ingleses. Para salvar á esta ciudad de un segundo saqueo, habia prometido su gobernador ocho millones de duros y libró por esta suma contra el gobierno español. Negóse Grimaldi al pago de semejante cantidad alegando que el saqueo se habia verificado antes de la capitulacion. Medió un altercado sobre este particular, pero al fin persuadidos los Ingleses que no valia Manila lo que por su rescate exigian, se contentaron con que se diese una pension al general inglés que la habia tomado por asalto. Tuvieron entonces lugar en las posesiones españolas de América algunas turbulencias, con motivo de una innovacion que se deseaba introducir en el sistema de impuestos, pero cesaron renunciándose á ello.

Murió entretanto el Duque de Parma, á quien sucedió su hi-' jo mayor Don Fernando, casi al tiempo mismo en que el marino Don Antonio Barceló se hacia celebre en las costas del Mediterráneo destruyendo á los piratas berberiscos.

Capitulo II.

Ministros de Cárlos III. Grimaldi. Esquilache. Descontento y sedicion. Caida de Esquilache. Muerte de la Reina madre. Espulsion de los Jesuitas. Desavenencias entre el Papa y el Duque de Parma. Los Franceses adquieren la Córcega.

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Los principales ministros de Cárlos III eran Grimaldi y Es- 1766. quilache: este amigo de la paz como buen ministro de hacienda, y aquel de la guerra; Esquilache enemigo de los Franceses y Grimaldi su mas decidido partidario; este brillante en su conversacion y en su trato, amigo de la nobleza, espléndido en todo, y deseoso de popularidad ; el otro receloso, desconfiado, duro en el trato, y mas atento al favor del Monarca que al aprecio público ; Grimaldi, astuto, conociendo que la guerra pasada habia sido mal recibida de la nacion, procuraba hacer recaer todo el peso de la responsabilidad sobre Esquilache, y lo consiguió. Esquilache hubiera sido un buen ministro, era amigo de reformas y procuraba introducirlas. Solo en

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dos cosas anduvo imprudente en querer mudar el traje nacional, y en conceder un privilegio para el abasto de Madrid. Unido esto á las intrigas de los partidarios de la corte de Francia, que le aborrecian de muerte, se fomentó un descontento general que debia al cabo producir una conmocion.

Tuvo esta lugar el 26 de marzo. Insurreccionada la plebe, se derramó por la villa de Madrid, dirigióse contra la casa de Esquilache, se cebó cruelmente en los Valones que le impidieron la entrada, y gritaba incesantemente: «¡ viva el Rey y muera Esquilache ! » Presentáronse los grupos sediciosos delante de palacio, salió el Rey al balcon, prometió despedir á Esquilache, y todo quedó sesegado. Dos particularidades hubo notables en esta sedicion, y son, que los grupos clamaban: «¡ viva Inglaterra, muera Francia, paz con Inglaterra, guerra con todos los demas,» y que al propio tiempo pedian la muerte de Esquilache, esto es del mas acérrimo enemigo de la Francia. Esto prueba que la plebe obraba por máquina, no por convencimiento, y que los directores de la conmocion lograron agitarla para sus fines.

Mal aconsejado el Rey, ó conociendo quizás de donde venia el tiro, cometió entonces la imprudencia de salir de la corte como fugitivo. No bien lo supo el pueblo cuando volvió á amotinarse recorriendo las calles y dando gritos de muerte contra Esquilache. Decidióse al fin el Monarca á escribir al Ayuntamiento manifestándole que removeria á Esquilache y daria cumplimiento á sus promesas, con tal que se sosegase el pueblo y depusiese las armas. Así se efectuó, y de esta suerte cayó Esquilache del ministerio. Con dificultad pudo Cárlos borrar la impresion que este acontecimiento le habia causado; en ocho meses no se acercó á la corte, reunió cerca de Madrid un respetable cuerpo de ejército, castigó á algunos nobles, desterró á otros, y llamó al ministerio al Conde de Aranda, hombre hábil y enérgico que impuso respeto á los intrigantes.

El 2 de julio murió la Reina madre Doña Isabel Farnesio, dotada de un carácter firme y de talentos varoniles. Tuvo un defecto grande, cual fué anteponer el bien de sus hijos al de la Monarquía, promover para ello guerras costosas en Italia, y declararse mas partidaria de su sangre que de la de su antecesora. Sin la prudencia y la nobleza de Fernando VI tal

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