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enemigo atacó de improviso su retaguardia y derrotó completamente su ejército. Villafranca quedó dueño del Piamonte, teniendo que retirarse el duque de Saboya con el resto de su ejército destrozado.

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Por la primavera de 1616 tuvo noticia el virey de Nápoles, duque de Osuna, de que una armada turca de cien galeras se dirigia contra Sicilia y Calabria. Al instante el esforzado Virey aprestó cuantas fuerzas pudo, mas solo logró rennir cinco galeones y un patache al mando del ilustre capitan Don Francisco de Ribera. Solo llevaba este unos mil arcabuceros españoles y como seiscientos hombres mas entre artilleros y marineros. Dióse á la vela el dia 2 de junio, y el 13 llegó á Caramanica en el cabo de Celedonia. Durante su travesía, casi diariamente apresaba buques enemigos; pero noticioso el Turco de su aparicion por aquellos mares y con tan pocas fuerzas, destacó contra él cincuenta y cinco galeras al mando de espertos capitanes, dándoles órden de volverá toda costa con los galeones del capitan Ribera, y amenazándoles de lo contrario con cortarles la cabeza. El dia 14 de julio se avista. ron las dos desiguales armadas, y sin que pudiesen presumirlo en manera alguna los Turcos, Ribera acometió denodadamente sus galeras sin hacer caso de su número, Duró la batalla desde las nueve de la mañana hasta la noche, y salieron destruidas casi enteramente nueve galeras enemigas. Ambos cómbatientes se aprestaron durante la noche para el combate del siguiente dia. Trabóse el 15 la batalla con mayor empeño de una y otra parte, singularmente de los nuestros, pues nó habian perdido todavía un soldado. Esta nueva lucha duró desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde, y en ella perdieron los Turcos otras doce galeras. Al amanecer del 16 volvió á emprenderse la batalla con furor : la nave en que iba Ribera asestó su artillería contra la capitana turca, abrióla de por medio, y la obligó á retirarse precipitadamente; entretanto los otros galeones echaron á pique otra galera enemiga, y desarbolaron dos. Duró el combate hasta las tres de la tarde, hora en que el enemigo cesó el fuego por muerte del general que mandaba su escuadra. Por la noche huyeron los enemigos, y nuestra escuadra permaneció fija en el punto de la batalla despues de haber conseguido tan señalado triunfo. Solo perdi

mos cuarenta y tres soldados y veinte y ocho marineros; pero los Turcos perdieron mil docientos genizaros y mas de dos mil de su chusma: además se les echaron á pique cuatro galeras, se les inutilizaron treinta y dos, y se les dejaron mal paradas las diez y nueve restantes. Con sus seis galeones casi ilesos regresó Ribera á Nápoles, donde se le dió lo mismo que á sus soldados el premio debido á tanto valor. Por entonces se habló tambien mucho del combate que sostuvo nuestro buque de guerra San Julian, que iba al mando de Don Manuel de Meneses. Atacáronle cuatro piratas ingleses, pero les obligó á retirarse con pérdida de doscientos hombres despues de un combate terrible : el buque San Julian quedó bastante maltratado, y para que ni aun inútil cayese en poder de los enemigos, lo quemó su capitan en el primer puerto adonde arribó.

1617. El dia 11 de marzo de 1617 murió la infanta Doña Margarita de siete años de edad.

Este año alcanzamos tambien ventajas contra los corsarios turcos. Salieron de Nápoles dos galeras al mando de Don Diego de Vivero; hizo este varias presas en la isla de Oretá, y junto á la punta de Trevisol apresó dos galeras Turcas en que iba el bajá de aquella Isla; dióse libertad á muchos cristianos remeros, y se hizo presa por valor de mas de doscientos mil du cados. Mas considerable fué todavía la presa de ocho galeones holandeses, hecha por Don Juan Ronquillo con la armada de Filipinas, despues de algunas horas de combate rindió á los enemigos, pasó á cuchillo quinientos, é hizo prisioneros los restantes: el comandante holandés tuvo tiempo de huir en una chalupa.

Supo el virey de Nápoles que las fuerzas marítimas de Venecia salian en distintas direcciones, y al momento mandó salir á Don Pedro de Leyva con la armada de Nápoles, quien no tardó en sacar fruto de la espedicion, pues á los tres dias apresó tres buques con géneros cuyo valor ascendia á un millon y doscientos mil ducados.

Fundóse este año en el nuevo Méjico la ciudad de San Juan de los Caballeros, y Don Juan de Oñate continuó descubriendo las dilatadas regiones de aquel pais septentrional, donde halló infinita variedad de castas y de pueblos.

Continuaron las hostilidades en el Piamonte, y los dos ejér

citos contendentes se disputaron el principado de Maserano. Envió allá el duque de Saboya á su hijo con un cuerpo de ejército, al cual el marqués de Villafranca opuso á Don Sancho de Luna con unos dos mil hombres: poco cauto este valiente gefe de division, pereció con casi todas sus tropas. A pesar de esto puso Villafranca sitio á Vercelli, dió dos asaltos en que fué rechazado con pérdida; pero al fin rindió la plaza por capitulacion. Pasó entonces el rio Pó, y apoderándose de varias plazas de segundo órden, logró al fin poner sitio á Asti. Pero reforzado por sus aliados el duque de Saboya, bajó entonces precipitadamente de los Alpes á la cabeza de doce mil hombres, recobró las líneas perdidas, acabó, con varias guarniciones españolas que formaban unos cinco mil hombres, y obligó al gobernador de Milan á retirarse para cubrir con sus tropas el Milanesado. A pesar de esta ventaja conoció el enemigo que era precaria su situacion, y que no podian ser duraderas sus ventajas delante de un general tan activo como Villafranca, y despues de cinco años de guerra, solicitó la paz, que por último se firmó en Pavía con intermediacion de la Francia.

Capitulo v.

Paz en Italia. Ventajas por mar. Conjuracion de Venecia. Viaje de Felipe á Portugal y jura del Principe á aquel reyno. Cae de su privanza el Duque de Lerma. Viaje al estrecho de San Vicente. Principios de la guerra de los treinta arios. Muere Felipe III. Cuestion de los regulares y consulta del Consejo de Castilla.

PARECE que por esta época era el mar el elemento de la España; y casi por necesidad debia ser así, pues los piratas y bu. 1618. ques de guerra holandeses, venecianos y berberiscos fueron escarmentados en todas partes; lo mas admirable es que nuestros marinos en muy corto número recorrian el archipiélago, y llegaban hasta Chipre y Palestina: así lo efectuó en 1618 el capitan Simon Costa, saliendo de Rijoles con tres galeras, apresó muchos buques turcos, entró en el canal de los Dardanelos, y á la misma vista de Constantinopla apresó varias embarcaciones en la isla de Tenedos apresó tambien otro navío turco.

No fueron menores las proezas del general de las galeras de Carrtabria, pues no lejos de Gibraltar dió caza á cinco buques turcos, y apresó cuatro que llevaban riquísimo cargamento; poco despues apresó tres mas y dió libertad á muchos cristianos 'cautivos. Delante de San Lucar de Barrameda se le opuso una escuadra berberisca; echó á pique dos de sus naves, quemó otras dos, apresó la capitana, y puso en fuga á las restantes; una de estas que llevaba á bordo á un célebre pirata renegado andaluz cayó despues en poder de otros buques nuestros. A mediados de setiembre acometió Vidazabal con sus vizcainos á úna armada de veinte y ocho navíos turcos, y cayeron veinte en su poder; por fin en las aguas de Mogodor destrozó con su artillería otros cuatro navíos de moros.

Entretanto et Marqués de Villafranca retardaba cuanto po'dia la paz con el Duque de Saboya, para no tener que evacuar Ja plaza de Vercelli; puesto que entonces los generales ó vireyes españoles podia decirse que manejaban los negocios que les estaban cometidos casi con independencia total. Pero á las reiteradas instancias y órdenes espresas del gobierno español, firmóse por último la paz en Pavía, y bien á pesar suyo tuvo que retirarse Villafranca de las provincias que habia ocupado.

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Refiérese á esta época la decantada conjuracion de D. Alonso de la Cueva, marqués de Bedmar, contra el Senado y la República de Venecia. Deseaba el Senado deshacerse de este embajador español, que era un político escelente, y por consejo de un servita maquiavelista dió traza de que se fingiese la conjuracion del Marqués contra la República. Con este artificio se logró que Bedmar fuese reemplazado, pasando de ministro á los Paises Bajos: inverosímil es é increible semejante conjuracion, ya por los talentos de Don Alonso, ya tambien por no haberse presentado documento alguno justificativo por parte del Senado. Otros afirman que quien ocultamente tramaba contra los Españoles era el mismo Senado de Venecia, quien á peligro de ser acusado quiso antes acusar.

Habia resuelto el año anterior Felipe III celebrar córtes en Portugal para jurar al Príncipe de Asturias, y lo efectuó este 1619. año de 1619 partiendo de Madrid el 26 de abril y entrando en Lisboa el 30 de mayo. A vuelta de su viage, cayó el Rey enfermo en Casarubios, á seis leguas de Madrid, el dia 12 de noviem

bre; hiciéronse rogativas públicas, y solo se sintió mejorado el Rey cuando el Arzobispo de Búrgos, presidente de Castilla, vino de Madrid trayendo consigo el cuerpo de San Isidro : con efecto pudo el Rey llegar á Madrid el dia 4 de diciembre.

Habíase entibiado mucho desde el año 1617 la privanza del Duque de Lerma, y aunque habia llegado á ser cardenal, merced al mismo Rey, no por esto estaba muy seguro en el poder. Así que el 4 de octubre recibió órden espresa de retirarse inmediatamente á Valladolid. Tres eran las principales criaturas que habia elevado el Duque de Lerma : el Duque de Uzeda, su hijo; el Conde de Lemos, su sobrino; y Don Rodrigo de Calderon, conde de la Oliva, su mas querido favorito. El primero arrebató la confianza del Monarca y sucedió en el poder á su padre; el segundo cayó en desgracia, y tuvo que retirarse de la corte; el tercero, elevado al poder desde una clase inferior, se habia mostrado muy orgulloso, sin tener mérito alguno, y de consiguiente la caida de Lerma fué fatal para, él conduciéndole en pocos dias al cadalso: todos le aborrecian, pero al ver cuanto escedia el castigo á los delitos que no se le probaron, todos lloraron su desgracia y su muerte, reputándole víctima de intrigas cortesanas.

La época del Duque de Lerma no puede decirse que fué fatal á la España; pero quien mandaba realmente no era él, sino unos generales y unos diplomáticos distinguidos que todavía hacian sostener á la España el papel que habia representado durante el reinado de Cárlos V y Felipe II: la cabeza era débil.. y vacilante, pero los brazos parecia que obraban por sí solos dando gloria á la nacion y espanto á los enemigos. Aunque falto de todo talento, el Duque de Lerma supo sin embargo distinguir y elevar á los hombres de mérito; era caballeroso y humano, y de trato familiar; tal vez la historia de España le debiera algunas páginas hermosas si hubiese atendido mejor á la administracion de la Monarquía en lo interior de la Península si no le hubiese dominado tanto la sed de riquezas.

Acabóse este año la plaza mayor de Madrid segun la inscripcion que se puso en un mármol en que están grabados los nombres de los que mas contribuyeron á construirla; tambien le debe la villa de Madrid el esmero con que procuró Fe

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