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1772.

ya amenazarle una paralizacion completa. Además no le pesó al Rey que se hubiese terminado el asunto, pues esta vez toda su indignacion habia recaido sobre la Francia, para la cual el pacto de familia no era mas que un trampantojo, pues le imploraba cuando necesitaba de la España, y le desatendia cuando esta nacion imploraba su auxilio. A poco fué restituida á los Ingleses la colonia que habia dado márgen á semejantes desavenencias.

Entretanto iban manifestándose las pretensiones de los Rusos relativamente á su idea de dominacion en Europa. Los Turcos eran vencidos por sus numerosos ejércitos, y entretanto se formaban un partido en Polonia para cuando llegase el caso de poner en planta sus ulteriores proyectos. Por otra parte el engrandecimiento de los Rusos en la Turquía se oponia no solo á los intereses comerciales de los Franceses, sino tambien á la preponderancia que el gabinete español queria dar en el Mediterráneo á su marina. Tambien queria la Rusia entrometerse en los negocios interiores de la Suecia; pues cuando el Soberano de este reino recobró con el favor de su ejército la supremacia de que se habian apoderado los nobles, prepararon los Rusos un ejército para invadir la Suecia. En vano los Franceses y Españoles se opusieron declarando que acometerian las fuerzas navales de la Rusia, pues la Inglaterra se puso del lado de esta potencia colosal, y declaró á su vez que se opondria á los proyectos de la Francia y de la España contra las escuadras rusas. Al cabo se terminaron estas diferencias con la Suecia mediante un tratado hecho á intermediacion de los Franceses é Ingleses. Pero á pocos dias se descubrió el plan formado por el Austria, la Rusia y la Prusia para repartirse casi toda la Polonia. En otra época, si hubiese reinado en Francia Luis XIV ó hubiese tenido en sus manos las riendas del poder en Francia algun hombre ilustre semejante desmembramiento de la infeliz Polonia no hubiera tenido lugar; pero el ministerio francés no obró con la energía que era de esperar, y la Inglaterra en lugar de favorecer á los Polacos, se declaró á favor de la Rusia, y nada pudo hacer la España por sí sola aunque animada de buenos deseos.

Con escándalo de los pueblos civilizados se efectuó pues el reparto de gran parte de la Polonia entre el Austria que se

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quedó con toda la parte meridional, la Rusia á quien tocó la Lituania y la Livonia polaca, y la Prusia que aumentó su territorio con el palatinado de Guesna, el de Possen y otros varios distritos, sin que los Polacos entretenidos en reyertas domésticas pensasen en armarse en masa para oponerse al yugo estranjero. Pudo decirse que Luis XV, que á principios de su reinado cuando necesitaba ser pacífico se demostró belicoso, y á últimos de él, cuando las circunstancias requerian vigor para que la Rusia no empezase á asomar como un poder colosal entre las naciones civilizadas, dió entonces mu estras de flojedad y de inercia. Ello es que mientras los ministros de Luis XV solo pensaban en hacer la guerra al parlamento de Paris y en abolirle, se consumó en Europa una de las revoluciones que mayores consecuencias han podido producir en el estado actual de la política de las grandes na ciones.

Capitulo v

Nuevo desmembramiento de la Polonia. Continuan las mejoras interiores del Reino. Tribunal de la Rota. Caida del Conde de Aranda. Revolucion de los Anglo-americanos. Espedi ci ones del Empera

dor de Marruecos. Espedicion contra Argel.

Como el año anterior habian podido las potencias del Norte 1773. de Europa efectuar á su salvo el primer repartimiento de la Polonia, meditaron este año el segundo, apropiándose cada potencia la parte de territorio que necesitaba para tener unos lindes mas bien marcados: de esta suerte la Polonia quedó reducida casi á la nada, y esto cuando se necesitaba mas que nunca para servir de barrera á los ambiciosos proyectos de los Rusos. No por esto pareció que las demas naciones mas meri. dionales pensasen siquiera en las consecuencias de ese desconocimiento y menosprecio del derecho de gentes.

Entretanto, el Conde de Aranda, Campomanes y Moñino, llevaban á cabo las reformas proyectadas hacia tiempo en bien de la nacion. Consistian estas reformas en disciplinar el ejérci. to, en promover la enseñanza pública, en fundar nuevas poblaciones en Sierra Morena, y en el arreglo de la moneda cuya

1774.

influencia en el comercio y en el aprecio de las mercaderías es tan conocido. Mucha parte de la que circulaba por España esban desgastadas por el uso de muchos años, y su valor intrínseco habia disminuido á la par que su justo puso. En épocas de calamidades públicas se habian introducido monedas de inferior calidad, y en consecuencia los pueblos no podian menos de mirar con desconfianza toda novedad en este punto. Sin embargo, conociendo Cárlos III y sus ministros que era de todo punto indispensable una reforma, se dispuso que se recogiese toda la moneda antigua, y que se cambiase por otra de nuevo cuyo. Así se efectuó con general satisfaccion, pues el Príncipe supo sacrificar sus intereses porque así convenia al bien de los pueblos. Al mismo tiempo se pensaba en formar el tribunal de la Rota para restringir el derecho de asilo eclesiástico, y fijar causas especiales en que tuviese jurisdiccion el tribunal de la inquisicion. Todavía queria mas el Conde de Aranda, pues deseaba destruir aquel tribunal; pero esta fué una de las causas que motivaron su caida. Decimos una de las causas porque en realidad hubo otras no menos poderosas que ocasionaron la mudanza de ministerio que sobrevino á poco. El carácter del Conde de Aranda era sobre manera violento, y así es que cada dia se indisponia mas y mas con Grimaldi de cuyos cortos alcances estaba convencido, y á quien no dudó aun en presencia del Rey á llamarle ministro nulo. Unido to. do esto á que Cárlos III no podia sufrir mas tiempo que se contrariase tan abiertamente como lo hacia Aranda, fué causa de que al cabo le admitiese su dimision, y le enviase de embajador á Paris. Cuéntase que poco antes de salir para Francia, le dijo el Rey que era mas testarudo que una mula aragonesa, á lo que respondió Aranda que mas testaruda era la magestad de Cárlos III. No podia pues semejante ministro continuar por mucho tiempo en la corte, y se nombró en su lugar presidente del consejo de Castilla á Figueroa y poco despues á Campomanes. Por este tiempo mereció el titulo de Conde de Floridablanca don José Moñino por lo bien que supo desempeñar la la embajada de Roma, en peticion de que se estinguiese la com-pañía de Jesus en toda la Cristiandad como así lo hizo el papa Clemente XIV.

Continuaban los Rusos conquistando gran parte del territo

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