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España subió este año la indignacion nacional á su mas alto punto al saberse que los Ingleses habian apresado en el cabo de Finisterre á cuatro fragatas españolas procedentes de América con un caudal inmenso. Esto fué una insigne violacion del derecho de gentes, sin haber precedido antes declaracion de guerra, y pretextando solo motivos insuficientes y egoistas. Los valientes que mandaban aquellos buques hicieron una resistencia admirable, y cuéntase del comandante de uno de ellos, que á falta de balas cargó los cañones hasta la boca con el mismo metal que deseaban ávidamente los Ingleses: estos recibían á la vez el objeto de su codicia y la muerte. El 12 de diciembre, pocos dias despues de haber sido ungido en Paris el emperador Napoleon por el mismo papa Pio VII, la España declaró la guerra á los Ingleses.

En la isla de Santo Domingo se vió este año al negro Desalines coronarse rey de toda la isla.

En el continente europeo se preparaba una de aquellas espediciones gigantescas que tienen muy pocos ejemplos en los 1 siglos: tal era el armamento del campo de Boloña, destinado á caer sobre la Gran-Bretaña y abrumarla con un ejército de ciento sesenta mil hombres el mas disciplinado y aguerrido que acaso se haya conocido.

1805.

Pero el Austria estaba interesada en que no sucumbiese la Inglaterra, con cuya potencia se habia aliado y la cual le enviaba cuantiosos subsidios para armar nuevos ejércitos. Su primer paso fué convenir en la nueva alianza formada para caer contra la Francia con un numeroso ejército austriaco y otro ruso, que debia adelantarse con el mismo emperador Alejandro I. Con aquella actividad y decision inspirada únicamente por el genio tomó Napoleon su partido. Da órden para que las tropas del acampamento de Boloña marchasen á Alemania; sale de Paris para dirigirlas, atraviesa el Rin, colócase á espaldas de los Austriacos, los bate en Vertingen, en Gunzbourg, en Ausburgo y en Munich, les hace seis mil prisioneros; derrolados en Elchingen, en Langenau y en Ulma, obliga al general austriaco Mack á capitular con treinta mil hombres ; otro general capituló tambien con diez mil, y Napoleon se hace dueño de casi toda la Alemania. Adelantábase el ejército ruso para socorrer al Emperador de Austria; reúnese un numero

so ejército en Austerlitz para hacer frente al Emperador francés, mas este con fuerzas inferiores lo derrota completamente y acaba con la nueva alianza; pues el Austria se vió precisada á firmar la paz de Presburgo por la cual perdió los estados de Venecia y otra gran parte de territorio.

Pero en Trafalgar sufrian entonces una derrota terrible las escuadras francesa y española. En vano el comandante Gravina se defendió con valor digno de tener imitadores; en vano viéndose los Españoles abandonados de los buques franceses resistieron á un tiempo contra un mar tempestuoso y contra un enemigo formidable con el denuedo que infunde la desesperacion: en Trafalgar debia ser destruido lo que quedaba de aquella brillante marina que empezó Felipe V, aumentó Fernando VI, y que puso Cárlos III en un pie respetable. Bien es verdad que los Ingleses perdieron en la batalla uno de aquellos marinos intrépidos de que tendrá que hacer mérito la historia la muerte del almirante Nelson templó en la Gran Bretaña el júbilo general que debia motivar la victoria.

Este desastre puso el complemento al disgusto que empezaban á esperimentar los Españoles por la mala direccion de los negocios públicos. Impacientábanse en silencio, pero no debia pasar mucho tiempo sin que estallase con un sacudimiento que debia dar admiracion á la Europa atónita. El arranque general de la guerra de la independencia tenia sus causas en esa impaciencia y en ese disgusto general, por tanto tiempo com. primidos.

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APÉNDICE

Al tomo primero de la narracion de sucesos, històricos desde 1600 hasta 1833.

Número primero.

Pérdida de Tolon en 1793.

TODO el mundo sabe que en el sitio de Tolon se empeza-i ron á conocer los talentos militares de Napoleon, que debian un dia dar tanta gloria á su patria, y aún hoy se admiran los conocedores de que tan fácilmente lograse arrojar de un punto sumamente fuerte á los aliados, y mas siendo protegida la ciudad por una numerosa escuadra. Pero, no son bien conocidos todos los pormenores de tan importante suceso, y por esto hemos procurado reunir los documentos siguientes, que juzgamos interesantes :

Carta del Excmo. señor Don Juan de Lángara comandante general de la escuadra española que estaba en Tolon, al excelentísimo señor Duque de Alcudia.

<< Excmo. Sr.: A las dos de la mañana del 16 al 17 del corriente atacaron los enemigos al puesto de Balaguer, que habian bombardeado y cañoneado los tres dias anteriores con suma viveza por diferentes partes, y se apoderaron del principal reducto á las cinco. Yo envié de la escuadra la poca tropa que tenian los navíos; y desde luego que percibí este infausto su

ceso, mandé que pasasen á aquella playa las lanchas y botes de la escuadra para el reembarco de toda la tropa que debia seguirse á él. Envié á mi mayor general don Ignacio Alava, para esta operacion, y disponer que se acercasen y acoderasen buques á aquel paraje para proteger el reembarco, y me dirigí á la plaza de Tolon para tratar con el almirante Hood lo mas conveniente en las circunstancias. Allí se juntaron todos los generales, el gobernador de la plaza, y los ingenieros y oficiales de artillería de las naciones coligadas. Supimos que el ejército de parte de Levante se habia apoderado de la montaña de Faraon, donde habia ya al amanecer un gran número de tropas enemigas tratóse de la situacion crítica de las escuadras, precisadas en una estacion rigurosa á dejar el puerto y fondear á la boca de él en un tenedero incapaz de resistir cualquiera mediano temporal, y espuestas á ser quemadas, ó acaso quedar en poder de los enemigos: y oido el parecer en órden á la fortificacion de la plaza, y su precision de rendirse luego que le faltasen los auxilios de las escuadras, se determinó unánimemente evacuarla en la forma que espresa el acuerdo que incluyo, y que fuese con la prontitud posible para aprovechar la benignidad del tiempo. En consecuencia dí la órden á los navíos de mí escuadra para que saliesen á la boca del puerto, quedando solo el San Joaquin y las fragatas Santa Cecilia y Mahonesa para los últimos por haberse acoderado para proteger la retirada de Balaguer. La mañana del 18 se embarcaron los enfermos que eran mas de dos mil españoles. Favoreció el tiempo esta operacion, y la de franquearse las escuadras que quedaron á distancia proporcionada para recibir en pocas horas las tropas de Tolon, cuyo embarco debia hacerse á las once de la noche por la playa del fuerte de Malgue, á donde habian de retirarse desde la plaza. Ya por la tarde se habian evacuado la Sablette y cabo Brun, y recogido á bordo y en la Malgue las tropas que guarnecian aquellos puestos. El comandante de las tropas aliadas Don Federico Gravina á pesar de la imposibilidad de andar en que le tenia su herida, quiso mantenerse en la plaza hasta el último instante; pero habiéndose resuelto adelantar la hora de la evacuacion, se retiró á bordo á las ocho de la noche, y de aquella novedad vino á darme aviso el comandante general de las tropas españolas Don Rafael Valdés,

TOMO IX.

21

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considerando los perjuicios que podian resultar de que la ig norase, dejando todas en tierra sus órdenes al teniente coronel Hogard, que con la tropa española debia cubrir la retaguardia. Dadas en consecuencia las órdenes para que estuviesen al costado de este navío á las nueve y media todas las lanchas y botes de la escuadra con oficiales, á cuya hora pasó Don Rafael Valdés con mi Mayor general al sitio señalado: á pocos minutos observé el incendio de un navío, y seguidamente el de otros del arsenal, cuya quema se habia determinado en la junta, y deduje se habia apresurado esta operacion por algun accidente, que luego oí habia sido de haber caido una bomba en una fragata sarda que la hizo arder, lo cual apresuró la empresa de poner fuego á los buques de la dársena. Para ello nombré á los tenientes de navío Don Pedro Cotiella y Don Francisco Riquelme, y la obusera del mando del teniente de fragata Don Francisco Trujillo, y el almirante Hood al capitan Sidney Smith, que no tenia destino en la escuadra, y algunos tenientes de ella. Esta operacion se hizo completa, habiendo seguramente quedado reducido á cenizas el arsenal con los navíos y edificios que habia dentro, librándose solo los buques que por estar sirviendo de cuarteles á la tropa, se hallaban en el muelle y puerto, de cuya cadena se apoderaron los republicanos del pueblo así que se vieron libres las tropas. Tambien se puso fuego á dos navíos de 74 que estaban en la pequeña rada, uno de los cuales (el Temistocles) contenia doscientos ochenta delincuentes que capitularon abandonarlo si se les ponia en tierra, y así se practicó. Del mismo modo volaron dos fragatas cargadas con cuatro mil quintales de pólvora, en cada 'una de las cuales puso una catnisa de fuego el ayudante de la escuadra Don Francisco Riquelme, que en esta operacion contrajo un mérito muy distinguido, como tambien los otros dos oficiales que sufrieron largo rato el fuego de fusil de los sublevados del pueblo.

A media noche del 18 al 19 dió muestras el tiempo de cambiar, y resolví separarme un poco del monte de la torre de las señales, que distaba un tiro de fusil, y estaba ya en poder de los enemigos; pero al dar la vela con este navío llamó el viento al Sur, me obligó á conservar el mismo lugar, y me puso en el mayor cuidado de no poder dar la vela luego que llegase

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