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do la retaguardia la española. Unánimes en estos puntos, y arreglados todos nuestros, relojes para evitar toda equivocacion ó retardo, me fuí con el coronel Don Ramon Avilés, y mi ayudante Don Carlos O-Donell, que me acompañaban á dicho puesto siendo las nueve y media.

A poco rato de hallarme en el cuerpo de guardia me avisó Avilés de que se notaba mucho humo en una de las casas inmediatas. Subí á la muralla para reconocer con certeza el paraje, y adverti ser el arsenal, que ardia ya, con notable fuerza. Observé al mismo tiempo mucha confusion y voces lastimeras en el interior del pueblo. En tan críticas circunstancias, supe que las tropas inglesas y parte de las sardas habian salido de la plaza, sin haberme llegado de esta novedad aviso alguno; con este antecedente envié á mis ayudantes con la órden á los gefes de nuestras tropas, que cubrian la muralla, de que las hiciesen desfilar en el órden y disposicion que se les habia prevenido anteriormente, determinado á seguir el mismo camino que habia llevado la coluna inglesa. Al llegar á la poterna con el teniente coronel Don Juan Hogan, sargento mayor del regimiento de Hibernia, hallamos una porcion de tropa napolitana que confusamente se habia introducido en ella, y tropezando en el primer retorno aseguraban estar cerrada la puerta que salia al foso. Resolví acorde con el citado Hogan, con el mayor general el coronel Don José Ago, y con el capitan del regimiento de Hibernia Don Andrés Creaghe subir á la muralla para tomar espeques ó algun otro instrumento para echar la puerta en tierra: cuando íbamos á practicar esta diligencia, haciendo salir fuera la gente que se habia introducido, hallamos el error, y por consiguiente el paso franco con lo cual inmediatamente volvieron los referidos oficiales con el Conde del puerto á avivar la marcha, y evitar la confusion que pudiera sobrevenir en tales circunstancias. Tomé yo la vanguardia, recogiendo la avanzada de la puerta de Francia que por el foso se habia retirado á la de Italia, segun se le habia prevenido. Encargué á todos el mas profundo silencio, y consegui llegar al castillo de Malga sin ser sentido (al parecer) de los fuertes de Santa Catalina y Artigas, que ya se hallaban ocupados por los enemigos. En la inmediacion hallé á su gobernador Mr. Elfiston con su tropa formada en batalla,

TOMO IX.

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formé yo igualmente la que conducia á medida que se incorporaba, y se dispuso á su tiempo el embarco de todas en el mejor modo posible en las lanchas de las dos escuadras que los almirantes habian dispuesto con anticipacion.

A las siete de la mañana quedó concluida la retirada, habiéndose embarcado todas las tropas de las cuatro naciones coligadás, siendo de los últimos dos soldados del regimiento de Córdoba, que se quedaron dormidos y recogió el bote de este navío, segun lo declararon cuando llegaron á bordo.

No puedo menos de recomendár á V. E. el particular mérito que han contraido en esta ocasion los gefes y oficiales arriba nombrados, los coroneles D. Terencio O'Neille, D. José Osorio, D. Ramon Ansoátegui, y D. Nicolás de la Rosa, los capítanes de artillería de tierra D. José Vigil y D. José Montes, que con los gefes de este ejército, y otros varios oficiales de que V. E. tendrá noticia más exacta que yo, se distinguieron en la defensa y retirada de la plaza.

Dios guarde á V. E. muchos años. A bordo del navío Reina Luisa en las islas de Hyeres á 23 de diciembre de 1793. Excelentísimo Sr. Domingo Izquierdo.- Exemo. Sr. D. Federi

co Gravina.

Excmo. Sr. El dia 16 de diciembre próximo anterior atacaron los enemigos la batería de San Luis de mi mando, en el órden siguiente:

Desde las once de este dia hasta las dos menos cuarto de la mañana siguiente tiraron á mi batería los enemigos trescientas bombas y seiscientos cañonazos, derrotándome algunos merlones que pudieron recomponerse; aunque no del todo, y la mayor parte de los perapetos; inferí que seguramente el ánimo de los enemigos era atacarme: y con este conocimientu previne á los oficiales destinados de ronda la hiciesen con la mayor exactitud, y que fuesen frecuentes sus visitas á las avanzadas, dándome parte de las menores ocurrencias que notasen en el campo. A las siete de la tarde mandé á D. Antonio de Miguel, segundo teniente del regimiento de Málaga, recorriese las avanzadas y los previniese cuanto juzgase conveniente, así para recibir á los enemigos, como para retirarse en caso necesario. Al regreso de su comision me aseguró dicho oficial que todas las avanzadas estaban con la mayor vigilancia, y que era

cierto el parte verbal que me dieron dichos puestos de que en la Aseña, se oian cajas; así previne á los oficiales reconociesen las armas y municiones de sus respectivas tropas, y las pusiesen á cubierto de la lluvia, prohibiendo el que ninguno dejase el arma de la mano: todo se ejecutó segun mi órden de que me dieron parte los respectivos comandantes, á quienes como á los demas oficiales previne el cuidado y riesgo en que estábamos, y nuestra precisa obligacion de conducir bien la tropa á sus puestos, y defenderlos hasta el último estremo. Elegí para mi residencia la batería y gola de la izquierda, y para la de mi segundo el teniente coronel de las milicias de Lorca D. Diego Pareja la retaguardia, de que di noticia á todos para que me dirigieran sus avisos, previniéndoles que no obstante lo dispuesto me ballarian siempre en el paraje mas atacado.

A la una de la noche oí dos ó tres tiros de fusil, con lo que, y con las noticias que me dió D. Antonio de Miguel, que sin cesar rondaba las avanzadas, puse mi tropa sobre los parapetos, é hice con los cohetes la señal de ser atacado. A poco rató divisé los enemigos en tres colunas, y que las avanzadas se retiraban en buen órden, haciendo fuego sobre ellos; corri todos los puestos, y mandé á los oficiales no permitiesen que su tropa hiciese fuego hasta que pudiesen aprovechar sus tiros. El subteniente de artillería D. José Chacon sirvió con el mayor acierto y valor la artillería, y causó á los enemigos bastante es trago; pero á pesar del vivo fuego que les hice de cañon y fusil, se introdujeron los enemigos por las embrazuras en la gola de la izquierda, de donde fueron rechazados con el mayor valor, quedando muertos en dicha gola casi todos los que tuvieron el atrevimiento de introducirse en ella. Tentaron segunda vez por la izquierda de la batería principal, y lograron por lo derrotado en los merlones entrar en ella ; pero fueron igualmente arrojados con mucha pérdida, pues quedó la batería sembrada de sus cadáveres, y muchos de mis soldados. El teniente coronel D. Vicente Nieto, capitan de granaderos del regimiento de Córdoba, murió en esta ocasion con el sable en la mano, digno de mejor suerte por todas las calidades que le adornaban. El segundo teniente del de Málaga D. José Ariza tuvo igual suerte. El segundo teniente de granaderos de Córdoba D. Francisco Montana, y el primer sargento de la misma

D. Francisco Santaella acreditaron su espíritu y valor, y fueron heridos en este ataque, en el que tuve bastantes muertos y heridos, cuyo número no puedo fijar. Rechazados los enemigos de esta parte, intentaron tercer golpe, y lo dirigieron con tres gruesas colunas, por los dos parajes indicados, y por el barranco de la espalda : se resistió con el mayor denuedo con el sable en mano, bayoneta y chuzo; pero como en esta ocasion se habia disminuido en mas de un tercio el número de los cuatrocientos treinta y siete hombres de defensa, y el de los enemigos ascendia, segun el cómputo del ayudante de ingenieros D. José Torres y Pellicer, cerca de once mil, no fué posible resistir mas tiempo, y los pocos que quedaron se retiraron lo mas ordenados que permitia la crítica situacion por la derecha ó gola de la batería de los Ingleses, siendo yo el último acompañado del primer teniente de mi regimiento Don Juan Molina, en cuya ocasion recibí un bayonetazo en el muslo derecho, á mas del balazo recibido en la espalda en el primer ataque. En este último fué muerto el capitan de las milicias de Lorca D. José Alvarez Castellanos.

Me es indispensable referir á V. E. el particular mérito del teniente del regimiento de Málaga D. Antonio Astolfii, quien por sí mismo sostuvo uno de los puestos atacados, donde fué contuso en el pecho; el del teniente segundo del mismo Don Antonio de Miguel, quien con la mayor bizarría, acudia á los parajes mas espuestos segun se le prevenia. El primer teniente del regimiento de Córdoba D. Juan de Molina, es digno de recompensa por su celo, espíritu y actividad; mi ayudante D. José Pío de Ore, segundo teniente de Córdoba, y el ingeniero Don José Torres Pellicer no se separaron de mis inmediaciones llevando á todas partes mis órdenes; y los considero acreedores á las gracias de S. M. por su celo y actividad.

Ultimamente, Excmo. Sr., jamás tropa algnna se defendió con tal valor, ni despreció con tanta bizarría los riesgos que la cercaban; duró el ataque dos horas, y la continua lluvia nos imposibilitó muchos fuegos que nos hubieran servido para dilatar mas el ataque, y dar mas tiempo á ser socorridos : es cuanto puedo informar á V. E. añadiendo solo que mis heridas, y los cuidados de los caudales del Rey ocuparon en lo

sucesivo mi atencion, de que ha resultado la pérdida total de mi equipaje.

Dios guarde á V. E. mnchos años. Cartagena 3 de enero de 1794.-Excmo. Sr.-Luis de Ariza.-Excmo. Sr.-D. Federico Gravina.

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Número II.

Derrota del Conde de la Union y pérdida de Figueras en 1794.

EL último período del año 1794 fué fatal á la Cataluña por la invasion de los republicanos franceses, que (despues de haber derrotado al conde de la Union y apoderá dose de Figueras, devastaron gran parte del Principado: he aquí los documentos oficiales de aquellos infaustos acontecimientos:

El Marqués de las Amarillas en 21 de noviembre de 1794 participó desde Gerona lo que á la letra sigue

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Noticioso de que el difunto general en gefe Conde de la Union no ha avisado el ataque general del 17, dado por los enemigos á todos los puestos de la línea del ejército, con mala suerte en la derecha y centro, de donde fueron rechazados con mucha pérdida en el combate, que fué uno de los mas obstinados que se pueden ver, particularmente por los puntos que mandaban los mariscales de campo D. Valentin de Belvis, D. Domingo Izquierdo, y D. Antonio Cornel; pero fueron tan dichosos en la izquierda que se apoderaron de todos sus puestos. Por consecuencia precisa quedó débil la línea en esta parte, porque la 'nueva posicion que se dió á sus tropas no cubria suficientemente el flanco izquierdo del centro. Apoderados los enemigos de los puestos que habian ganado, repitieron sus ataques por la parte débil ayer al amanecer, con falsa llamada en la derecha y centro, y vigorosísimo por aquella: se apoderaron de una de las baterías que se creia mas inespugnable, y seguidamente fueron tomando las de retaguardia, á donde llegaba el general en gefe, que animando á la tropa en vano, se vió en la precision de seguirla en su retirada, en

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