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Cámara sobre estos objetos. Tambien el estado de las rentas puede parecer menos favorable á unos que á otros.

<< Pero hay otra parte del discurso, á la cual me es muy difícil suscribir, y es aquella en que se habla de la tranquilidad interior de este pais, la qual se atribuye al vigor de las leyes, que han reprimido las tentativas de aquellos que deseaban introducir la anarquía y la confusion. Yo pienso que jamás ha habido tales personas, y que no se han encontrado mas que dos ó tres individuos de ninguna consecuencia, absolutamente indignos de fijar la atencion del Rey ó del gobierno. Si se ha querido decir que esta tranquilidad es el fruto de las providencias del año pasado, ó de las leyes del último Parlamento, Jo niego formalmente; y si este sosiego proviniese de semejantes leyes seria una calma engañosa y mucho mas temible que el desórden y los tumultos.

« Yo amo y admiro la constitucion de este pais, pero es la constitucion en que me he criado, y que desde mi niñez aprendí á reverenciar, y no la constitucion del último Parlamento. Este ha hecho mas para mutilar y desfigurar la constitucion, que ninguno de sus predecesores: y yo tambien formo mis votos para que en esta ocasion el voto de la Cámara sea unánime; pero declaro, que seria comprar muy cara esta unanimidad si es susceptible de ser interpretada en el sentido que quisieran algunos miembros.

« No creo que sea conveniente ventilar en esta Cámara las condiciones de paz, y juzgo que no debo detenerme en este particular. Se tambien que la Inglaterra tiene grandes recursos, y que si la nacion queda convencida de que la continuacion de la guerra no se debe sino á la ambicion de la Francia, entonces nuestros recursos se aumentarán considerablemente, y nuestras fuerzas se armarán con duplicada energía. Debemos negociar con la mayor moderacion ; y aunque estoy muy lejos de querer que se abandone el honor y el interés nacional, sin embargo juzgo que seria menos funesto el error del lado de la moderacion que por el contrario.

« Por lo que hace á las victorias de los Austriacos, todos debemos admirar el valor y constancia de aquellas tropas: ¿pero cual ha sido el efecto de estas viotorias? El único es que el Emperador ha recobrado una parte de lo que habia perdido

en el discurso de ella. Seguramente este seria un gran motivo de regocijo: ¿pero cuál es la naturaleza de esta guerra, en que nos gloriamos de semejantes triunfos? Convengo en que nuestra marina ha tenido sucesos mas brillantes que en ninguna época de nuestra historia, nuestros marinos se han mostrado iguales en valor, y quizá superiores en habilidad á sus predecesores; pero en esto no veo mas que una nueva objecion contra la naturaleza de esta guerra.

Despues de cuatro años de los sucesos mas brillantes, no podemos hacer ninguna empresa grande y gloriosa; lo que prueba evidentemente que hay un vicio radi cal en el sistema. Algun dia instaré á la Cámara á tomar una resolucion para aconsejar á S. M. que haga mutaciones fundamentales en el gobierno interior de este pais.

« A esto respondió Mr. Pitt: Tengo por gran fortuna el ver en la época mas crítica é importante de este siglo que la unanimidad de la Cámara no me deja que refutar ningun discurso. Esto será una prueba para toda la Europa no solo de la unanimidad de la Cámara, sino tambien de los afectos que animan á todos los individuos de estos reinos, y un presagio de los vigorosos esfuerzos, que si no tienen efecto nuestras negociaciones, no pueden dejar de asegurarnos en una época mas remota una paz honorífica y ventajosa.

« Por lo que mira á las condiciones con que se puede hacer la paz, este es un objeto del cual no debemos tratar por ahora, como ha advertido muy bien el honorífico miembro (Mr. Fox), y por otra parte seria hablar sobre un objeto desconocido, pues no sabemos aun cuales serán las disposiciones del enemigo.

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Aunque la situacion de este pais pueda considerarse bajo el aspecto de una próxima paz, no es menos importante considerarle bajo otro punto de vista, que no es menos probable, quiero decir, en la suposicion en que rompiéndose las negociaciones por pretensiones injustas de nuestros enemigos, seria mas necesario que nunca el proseguir la guerra con vigor. En este caso sacaríamos la mayor ventaja de los esfuerzos que hacemos para entablar las negociaciones, pues quedarian manifestos á los ojos de toda la Europa los proyectos ambiciosos, y los planes peligrosos de la Francia.

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«He visto con placer que al tiempo en que el honorífico miembro se propone hacer una mocion dirigida á introducir una mudanza fundamental en el gobierno interior, ha sido bastante sincero para reconocer que este sistema basta para esplicar las causas de la tranquilidad general é imperturbable que ha reinado desde el momento en que se pretende que se han introducido abusos criminales en la administracion interior; pero estamos discordes el honorífico miembro y yo, como siempre lo hemos estado, sobre las causas á que conviene atribuir la tranquilidad del pais.

« Si la mudanza en el gobierno, que el honorífico miembro nos amenaza proponer, debe tener por objeto el revocar las leyes que se han hecho para la seguridad del pais, entonces tendrémos tiempo para ocuparnos en la discusion de este objeto.

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REPRESENTACION

HECHA

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AL SENOR REY DON CARLOS III

Por su Secretario de Estado y del Despacho el Excmo, Sr. D. José Moûino, conde de Floridablanca, etc. etc., en 10 de octubre de 1788.

CONTIENE

Todas las operaciones ministeriales que desempeñió desde que fué elevado á aquella dignidad en febrero de 1777, y otras muchas y diversas comisiones que S. M. le encargó, y se vcrificaron con feliz suceso en beneficio de la patria y del estado.

Señor.

N 19 de febrero de 1777 tuve el honor de presentarme á los pies de V. M. para empezar á servir el ministerio de Estado á que se dignó elevarme. Acababa de salir de Cádiz la espedicion destinada al rio de la Plata, para tomar satisfaccion de los insultos portugueses en el rio grande de San Pedro y contener los que pudieran intentarse en aquellas regiones por la mediacion de la Francia é Inglaterra.

La muerte del rey Don José de Portugal abrió una puerta á negociaciones pacíficas, habiéndome hablado el embajador de aquella corona don Francisco Inocencio de Sousa, para que tratásemos del modo de acomodar y fenecer nuestras desa

TOMO IX.

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venencias. Inmediatamente le respondí que estaba pronto á concurrir á sus deseos siempre que nos entendiésemos solos de corte á corte sin intervencion de mediadores, á que me satisfizo diciendo que trabajaria para ello.

Tuve en mi respuesta el objeto de apartar de la negociacion dos cortes poderosas, que por mas amigas que fuesen, no teniendo zelos algunos de Portugal, los podrian tener del engrandecimiento y prosperidad de España, á quien estrecharian por consecuencia á aceptar en la pacificacion el partido menos ventajoso. Tambien tuve por objeto que Portugal agradeciese directamente á V. M. cualquier condescendencia que tuviese, cuando mediando la Francia é Inglaterra siempre seria el agradecimiento para estas potencias, á cuyo poder se atribuiria cualquier sacrificio forzado que hiciere la España.

Sobre estos principios, que V. M. se dignó aprobarme, se entabló la negociacion, preparándose con el tratado preliminar de límites, hecho en 1.o de octubre de 1777, la union que felizmente subsiste entre ambas cortes, y la ejecucion de otros tratados, de que hemos sacado grandes utilidades, especialmente en la última guerra.

Por aquel tratado logró V. M. la adquisicion absoluta de la colonia del Sacramento, y dejar cerrado el rio de la Plata á todas las naciones. Tres veces habia la España destruido y conquistado aquella colonia. Una á fines del siglo pasado, cuando acababa de formarse; otra en la guerra de sucesion en principios de este siglo, y otra en la guerra de 1762, fenecida por el infeliz tratado de Paris.

En todas tres ocasiones intervinieron las cortes de Francia é Inglaterra para hacerse los tratados, y en todas tres se forzó á la España á restituir la colonia á Portugal. Estaba reservado á V. M. fenecer por sí solo este asunto, siendo una de las mayores fortunas de mi ministerio el haber podido ser instrumento y testigo de esta adquisicion, logrando destruir el abrigo del contrabando estranjero en el centro del rio de la Plata, y quitar á nuestros enemigos la proporcion de turbar desde allí la quietud de nuestras provincias con sublevaciones, y de apoderarse ó aprovecharse de todas las riquezas de nuestra América meridional.

De tanta importancia y consecuencia se creyó por estas ra.

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