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1642.

refuerzos, y se dispuso para la campaña siguiente. En Italia perdimos á Moncalvo, y fué rechazado despues el príncipe Tomás, queriendo socorrer la plaza de Ivrea, á que habian puesto sitio los Franceses. Entonces, para alucinar á estos hizo como que sitiaba á Chivas, y mientras para acudir á este punto debilitaban aquellos su línea de Ivrea, revolvió allá, introdujo socorro en esta plaza, pasó el Pó con su ejército, y recobró poco despues la plaza de Moncalvo; en cambio entraron los Franceses en Ceva, Mondovi y Coni. En Flándes se hizo campaña de sitios, y llevaron lo mejor los Franceses; pues se apoderaron de la Basée, Bopaume, Liliers, Lens y Aire, de cuyas plazas solo esta pudimos recobrar. Tuvimos sin embargo la desgracia de perder al Cardenal Infante, cuya muerte fué llorada sinceramente; sucedióle en el gobierno de Flandes un consejo compuesto de don Francisco de Mello, el Marqués de la Velada y el Conde de Fuentes, bajo la presidencia del prudente Rosa.

Capitulo iv.

Muerte del cardenal de Richelieu. Siguen las guerras de Alemania. Entran los Franceses en el Rosellon, Mazarini. Caida del Conde Duque. Muere Luis XIII. Funesta batalla de Rocroy. Congreso de Wesfalia. Sitio de Lérida. Batallas de Janowitz y Bozzolo. Paz con Holanda, Paz de Westfalia. Muerte del Rey de Inglaterra. Toma de Tortosa y de Barcelona. Batallas de la Roqueta, de Valenciennes, y sitio de Olivenza.

EL mas importante acontecimiento del año 1642 fué sin disputa la muerte del cardenal de Richelieu, hombre funesto á la dominacion austriaca, y que así que entró en los consejos del Rey Cristianísimo supo á la vez avasallar al Monarca y á la Francia. Odiábale la corte, y aun el mismo Luis XIII parecia no quererle bien; pero antepuso ( cosa que no todos los reyes saben hacer) á sus sentimientos particulares el bien de sus reinos, y no lo separó del poder. Richelieu era á la vez objeto de admiracion y de aborrecimiento; lo primero, por sus miras vastas, por su talento estraordinario, y el tino con que las lle

vaba á cabo; por el modo como supo esterminar en Francia los partidos, y dar á conocer á su pais cuanto podia en la balanza europea; lo segundo, porque se mostró cruel con los enemigos del reposo público, é implacable con los suyos personales.

Creyó la corte de Madrid que la muerte de Richelieu era para la España una victoria, y se entregó á una alegría insensata; pero se equivocó, porque el grande impulso se habia dado ya, y porque Mazarino, sucesor de Richelieu en el poder, era hombre para continuar su sistema, si ya no con vigor igual, al menos con la misma actividad, y acaso con mas astucia.

Cinco puntos llamaban la atencion de la España : Cataluña, Portugal, Alemania, Flándes é Italia, y en todas partes sufrió reveses la casa de Austria.

A últimos de la campaña anterior, nuestros generales Mortara y Torrecusa consiguieron una señalada ventaja sobre los Franceses, derrotando al mariscal de Brezé en el Rosellon, y obligándole á evacuarle. Envióse, pues, un refuerzo de tropas á Cataluña, y se puso todo el ejército Real del Principado a las órdenes del Marqués de Hinojosa. Pero los Franceses revolvieron al momento sobre el Rosellon con fuerzas superiores, y amenazaron acometer sus mejores plazas. Apresuróse el Conde Duque á enviar órden al Marqués de Povar que desde Tarragona pasașe á reforzar el Rosellon con unos siete mil hombres: con este intento salió Povar de Tarragona. Difícil era la empresa de atravesar con tan escasa fuerza toda la Cataluña; porque ademas de que se opondrian á su paso las tropas francesas al mando de Houdancourt, todo el país estaba levantado en masa, y una nube de guerrillas iba á caer sobre él de todos lados, diezmando á cada paso sus filas. Dos veces los Franceses y los somatenes cargaron sobre él con osadía; mas dos veces fueron rechazados con vigor. Adelantóse de esta suerte Povar, peleando siempre, hasta cerca de San Celoni; mas sabiendo que tenia que atacar un puente fortificado, dió órden para efectuar una retirada que hubo de serle fatal: rodeáronle los Franceses en Villafranca del Panadés, y tuvo que rendirse con casi todas sus tropas. Golpe fatal fué este así por que quedó debilitado el ejército de Cataluña, como porque se dejó sin defensa el Rosellon, todo en gran parte por efecto de

las malas disposiciones que tomó el Marqués de Hinojosa, y porque no supo proteger como debia con todas sus fuerzas la marcha de Povar. A Hinojosa sucedió en el mando el Marqués de Leganés; pero entretanto se apoderaban para siempre los Franceses del Rosellon, y en Cataluña acometian con esfuerzo á Tortosa. Esta empresa hubo de costarles cara, porque los habitantes de Tortosa eran afectos al partido Real, y auxiliando con poderoso esfuerzo á la guarnicion, rechazaron con estrago á los sitiadores. En cambio pasaron los Franceses á Lérida, adelantáronse hasta Monzon, de cuyo punto se apoderaron, y junto á esta plaza derrotaron al Marqués de Leganés.

En Portural se hizo como el año anterior una guerra de devastacion y de pillaje, que nada decidia, y que servia solo para enconar mas y mas los ánimos. Algunos encuentros fueron favorables á los Españoles, pero eran combates parciales, y se equilibraron con otros en que los Portugueses salieron victoriosos.

No era mas afortunado en Alemania el Emperador, pues los Suecos se apoderaron de casi toda la Silesia, arrollaron á los Imperiales en Schweidnitz, penetraron en la Moravia y Bohemia, dieron á los Austriacos nueva batalla en Leipsick, y la ganaron aun mas ruidosa, y además se apoderaron de la Westfalia, y de Hesse Cassel; y esto precisamente cuando el Emperador podia prometerse muy pocos auxilios de parte de la España.

A pesar de esto, envió el Conde Duque órden á nuestro ejército de Flandes para que pasase á socorrer á los Austriacos en la Westfalia: órden imprudente, que no pudo cumplirse por impedirlo á la vez los Holandeses y los Franceses, y que nos hizo perder una coyuntura favorable para hacer grandes progresos en los Paises Bajos. Con efecto, reforzado nuestro ejército de Flandes hasta constar de treinta mil hombres habia conseguido algunas ventajas bajo la direccion de Don Francisco de Mello, derrotando completamente en Honnecourt á los Franceses, y apoderándose de Lens y la Bassée; pero de repente, la órden del ministro le impidió aspirar á mayores ventajas, que sin duda hubiera conseguido.

En Italia tuvimos la desgracia de que el principe Tomás se reconciliase con la regente de Saboya, y volviese contra noso

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tros unos talentos y una actividad con que tantos servicios nos habia prestado. Pero, además de perder un buen general, per. dimos tambien la popularidad que él tenia en Italia ; y como no fué posible enviar refuerzos al gobernador de Milan, tampoco le fué á este posible impedir que los enemigos entrasen en Tortona, en Niza, y en Crescentino, pues bastante tuvo que hacer con resguardar sus tropas manteniéndolas á la defensiva.

Murió este año Luis XIII, apellidado el Justo, y ocupó el 1643. trono de Francia un niño que no llegaba todavía á los cinco años, pero que mas adelante debia hacer temblar la Europa; era Luis XIV. Regentaba el reino su madre Ana de Austria: pero quien realmente mandaba era el cardenal Julio de Mazarini.

En Italia recobramos la plaza de Tortona; pero mientras nos apoderamos de ella caian en manos de los enemigos Trino Pontestura, y Asti: no tuvieron lugar acontecimientos de mas alta importancia porque todos los esfuerzos se habian dirigido á otro punto.

Tampoco en Portugal se hizo mas que continuar una guerra de partidas, buena solo para enconar los ánimos, y para arrancar lágrimas de sangre, y de desesperacion á los pueblos.

En Cataluña habia síntomas de que empezaban á perder partido los Franceses, síntomas que mas adelante debian fermentar para que fuese mas fácil reducir á la obediencia al Principado. Nuestras armas recobraron á Monzon, y dirigiéndose despues sobre Flix y Guiers no fueron tan felices: Catalanes y Franceses acudieron al socorro de entrambos puntos, y no sin gran pérdida se tuvo que levantar el sitio.

Esta guerra civil, la de Portugal, mas enconada todavía, y las demas pérdidas esperimentadas tenian en irritacion los ánimos de todos los Españoles contra el Conde Duque. No pudo Felipe IV desoir por mas tiempo los clamores de los súbditos, á pesar del cariño que le profesaba. La misma Reina, enseñando á su augusto esposo el Príncipe Real, le dijo: « Ved señor, á vuestro hijo, que segun como administra la España el Conde Duque, tendrá quizás que pedir limosna algun dia.» Dirigióle, pues, una carta en que le decia que cesase en el poder, y el Conde Duque salió á poco de Madrid. Tan contra su

voluntad misma habia dado el Monarca este paso, que por algun tiempo no pensó en dar sucesor al ministro caido, y contentóse con despachar por sí los negocios con sus secretarios.

Cayó el Conde Duque, pero no porque el cayese se levantó la España, así como no porque muriese Richelieu tuvo que decaer la Francia. En ambos casos estaba dado el impulso, en Francia para su gloria, en España para su humillacion, y las causas nunca dejan de obrar. El Conde Duque tenia de hombre de estado únicamente la ambicion, ambicion que sin talento conduce siempre á la ruina. Como hombre de segundo órden buscaba siempre para los destinos otros hombres de segundo órden, cuyas disposiciones servian solo para agravar los males de la patria. En vano á pesar de él se hallaban todavía á la cabeza del ejército hombres ilustres como Espínola, el Cardenal Infante y el Marqués de Leganés; pero el mérito de estos gefes le hacia sombra, y les escaseaba medios y recursos, para que no saliesen airosos de sus empresas y perdiesen su prestigio. En vano sus antecesores habian procurado aliar la Francia y la España; pues encendió enemistades entre los dos reinos con la cuestion de la Valtelina, y preparó así la ruina de la nacion esponiéndola á la vez á los ataques de numerosos y encarnizados enemigos. En vano habia encontrado en la Península pueblos sumisos, idólatras de su Rey, y dispuestos á hacer por él los mayores sacrificios; pues amenazó los fueros particulares, atizó un encono de muerte en los ánimos de los Catalanes y de los Portugueses, y legó al trono un poder desvirtuado, odio en los estraños, descontento en los súbditos, y un erario exhausto. La Francia se hacia popular en Europa, mientras el Conde Duque hacia cada dia mas odiosa la domina" cion austriaca. Lo peor es que, como hemos dicho, no debian acabar aquí los males, sino que estos eran principio de otros mayores.

Donde mas se habia empeñado la guerra este año era en Flándes, de donde salieron veinte y seis mil hombres al mando de Don Francisco de Mello; penetraron por la Champaña, y dirigiéronse á atacar á Rocroy. Acudió la corte de Francia al riesgo, y opuso al ejército español otro inferior en número, mandado por un jóven de veinte y un años. Mas ese jóven era

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