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MUESTRAS

DE LA POESÍA CASTELLANA

EN EL SIGLO XV.

DE JUAN DE MENA. *

MUERTE DEL CONDE DE NIEBLA. Laberinto.
Orden de Marte. Copla 160.

Aquel que en la barca parece sentado
Vestido en engaño de las bravas ondas,
En aguas crueles ya mas que no hondas
Con mucha gran gente en la mar anegado,
Es el valiente, no bien fortunado,
Muy virtuoso, perínclito Conde

De

Niebla, que todos sabeis bien adonde Dió fin al dia del curso hadado.

Y los que lo cercan por el derredor, Puesto que fuesen magníficos hombres, Los títulos todos de todos sus nombres El nombre les cubre de aquel su señor Que todos los hechos que son de valor Para se mostrar por sí cada uno, Cuando se juntan y van de consuno

Pierden

*

el nombre delante el mayor,

Cordobés: murió en 1456...

Arlanza, Pisuerga, y aun Carrion, Gozan de nombres de rios; empero, Despues de juntados, llamámoslos Duero, Hacemos de muchos una relacion: Oye por ende pues la perdicion

De solo el buen Conde sobre Gibraltar; Su muerte llorada de digno llorar Provoque tus ojos á lamentacion.

En la su triste hadada partida, Por muchas señales que los marineros - Han por auspicios y malos agüeros, Le fue denegado hacer su venida : Los cuales veyendo con voz dolorida El cauto maestro de toda su flota, Al Conde amonesta del mal que denota, Porque la via fuese resistida.

Ca he visto, dice, señor, nuevos yerros La noche pasada hacer los planetas, Con crines tendidos arder los cometas, Y dar nueva lumbre las armas y hierros: Ladrar sin herida los canes y perros, Triste presagio hacer de peleas Las aves nocturnas y las funeréas Por las alturas, collados y cerros.

Ví que las gúminas gruesas quebraban Cuando las áncoras quise levantar; Y ví łas antenas por medio quebrar, Aunque los carbasos no se desplegaban; Los másteles fuertes en calma temblaban, Los flacos triquetes con la su mezana Vi levantarse, no de buena gana, Cuando los vientos se nos convidaban.

En la partida del resto Troyano
De aquella Carthago del Byrseo muro,
El voto prudente del buen Palinuro
Toda la flota loó de mas sano:

Tanto que quiso el rey muy humano,
Desque lo vido llegar á Acheronte
Con Leucaspis acerca de Oronte,
En el Averno tocarle la mano.

Ya pues si se debe en este gran lago
Guiarse la flota por dicho del sage,
Vos dexarédes aqueste viage
Hasta ver dia no tan aciago:
Las deidades llevar por halago
Debédes, pues veis señales de plaga :
No dedes causa á Gibraltar que haga
En sangre de reyes dos veces estrago.
El Conde, que nunca de las abusiones
Creía, ni menos de tales señales,
Dixo: ni apruebo por muy naturales,
Maestro, ninguna de aquestas razones;
Las que me dices ni bien perfecciones,
Ni veras pronósticas son de verdad',
Ni los indicios de la tempestad
No vemos fuera de sus opiniones,

Aun si yo viera la menstrua luna Con cuernos obscuros mostrarse fuscada, Muy rubicunda y muy colorada, Temiera que vientos nos diera fortuna. Si Phebo dexada la Delia cuna Igneo lo viéramos ó turbulento,

Temiera yo pluvias mezcladas con viento; En otra manera no sé que repugna.

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