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Flecha del cazador dejó sin vida,
Errad por la espésura

Del monte, que de gloria tan perdida
No hay sino lamentar su desventura.

ODA I.

Mira, Filis, furiosa

Onda, que sigue y huye la ribera
Y torna presurosa
Echando al punto fuera

Del agua el peso de la nao ligera.
Aquellas despojadas

Plantas, que son estériles abrojos,
Solian adornadas

De cárdenos y rojos

Ramos lucir ante tus bellos ojos.

Vino del Austro frio

Invierno verto, y abrasó la hermosa Gloria del valle umbrío,

Y derribó la hojosa

Corona de los árboles umbrosa.

Agora que el Oriente

De tu belleza reverbera, agora

Que el ravo trasparente

De la rosada Aurora

Abre tus ojos y tu frente dora:

Antes que Ja dorada

Cumbre de relucientes llamas de oro

Húmeda y argentada,

Quede inutil tesoro

Consagrado al errante y fijo Coro;

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Que la concha de Venus hiere; dado
Que apenas se restaura

El contento pasado,

Como el dia de ayer, y el no gozado.

Vendrá la temerosa

Noche, de nieblas y de vientos llena:
Marchitará la rosa

Purpúrea; y la azucena

"

19

Nevada, mustia tornará de amena.

f. ODA II.

Tirsis? ah Tirsis? Vuelve y endereza
Tu navecilla contrastada y fragil
A la seguridad del puerto; mira
Que se te cierra el cielo.

El frio Boreas y el ardiente Noto
Apoderados de la mar insana,
Anegaron agora en este piélago
Una dichosa nave.

Clamó la gente mísera, y el cielo
Escondió los clamores y gemidos
Entre los rayos y espantosos truenos
De su turbada cara.

¡Ay que me dice tu animoso pecho ;
Que tus atrevimientos mal regidos
Te ordenan algun caso desastrado
romper de tu oriente!

Al

¿No ves cuitado, que el hinchado Noto Trae en sus remolinos polvorosos

Las imitadas mal seguras alas

De un atrevido mozo?

No ves, que la tormenta rigurosa
Viene del abrasado monte donde
Yace muriendo vivo el temerario
Encelado, y Tifeo?

.

Conoce, desdichado, tu fortuna,

Y preven á tu mal que la desdicha
Prevenida con tiempo no penetra

Tanto como la súbita.

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¡Ay que te pierdes! Vuelve, Tirsis, vuelve:
Tierra, tierra, que brama tu navios,
Hecho prision y cueva sonorosa
De los hinchados vientos.

Alla se avenga el mar, allá se avengan
Los mal regidos súbditos del fiero
Éolo, con soberbios navegantes,
Que su furor desprecian.

Miremos la tormenta rigurosa

Dende la playa que el ayrado cielo
Menos se encrüelece de continuo

કૈં

Con quien se anima menos.

ODA III.

Viste, Filis, herida

Cierva de la saeta, que temiendo

Nuevo daño, la vida

Cara pierde, vertiendo

La roja sangre que dilata huyendo?

¿ Viste resplandeciente

Cielo, del cuerpo de las nubes suelto

Turbarse. y el ardiente

Soplo de Boreas vuelto,

Dejar el mundo en sombra y agua envuelto?

¿ Viste de la empinada

Cumbre sacar á Febo la cabeza
Roja, y acelerada

Noche con gran tristeza

Salir escureciendo su belleza?
¿ Viste volando hermosa
Garza señorearse deste Cielo,
Y salir de la odiosa

Mano, torciendo el vuelo,
Sacre que la derriba por el suelo ?
¿Lucidas flores viste,

A quien, o Aurora, fuiste su Lucina,
Y viene el Euro triste,

Y á la tierra reclina

La corona de hojas mortecina?

Así fue mi ventura,

Y así, Filis, podria ser tu suerte:

No vivas tan segura

Del mal; que hasta la muerte

No hay estado tan firme, que sea fuerte.

Cuando Jupiter tira

A las alturas de la humilde tierra,

Jamas alcanza su ira

Al valle; que en la sierra

Yace penando quien le armó la guerra.

El ayre se embravece,

Y entre los verdes árboles bramando
Cobra fuerzas y crece,

Sopla, y está silvando,

Y en el suelo las flores regalando.

I.

ODA IV.

Sale de la sagrada, ¦

Cipro la soberana ninfa Flora,
Vestida y adornada

Del color de la Aurora,

Con que pinta la tierra, el cielo dora,
De la nevada y llana⠀⠀

Frente del levantado monte arroja
La cabellera cana

Del viejo invierno, y moja

El nuevo fruto en esperanza y hoja. A
Deslízase corriendo

Por los hermosos mármoles de Paro
Las alturas huyendo

Un arroyuelo claro,

De la cuesta beldad, del valle amparo. Corre bramando y salta ;

Y codiciosamente procurando

Adelantarse, esmalta.

De plata el cristal blando

Con la espuma que cuaja golpeando. A

Viste, y ensoberbece

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Con diferentes hojas la corona

De plantas, y florece

Las que apenas perdona

Furioso rayo de la ardiente zona.

El regalado aliento

Del bullicioso Zéfiro encerrado

En las hojas, el viento

Enriquece y el prado,

Este de flor, y aquel de olor sagrado.

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