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D. Jaime el Justo, quien concluyó un tratado de paz en virtud del cual el reino de Mallorca fue restituido á su tio D. Jaime II. En su tiempo las artes y la agricultura tomaron mucho vuelo, y la riqueza de la isla llegó á su apogeo. Los mallorquines recuerdan su reinado como una época de prosperidad y bienandanza. Murió en 28 de Mayo de 1311, y le hubiera sucedido su primogénito Don Jaime; mas como este huyendo del fausto y de la grandeza de rey hubiese abrazado ya el estado eclesiástico en vida de su padre, recluyéndose en un convento; habia sido jurado por heredero en 1302 el segundogénito que fue D. Sancho I de Mallorca y que empuñó el cetro despues de la muerte del padre. Mas afortunado que este pudo conservar la paz con los reyes de Francia y de Aragon, sin embargo de que fueron varias las ocasiones en que esa paz estuvo á pique de turbarsc. Su salud valetudinaria no le permitió hacer en favor de su reino todo lo que sus buenos deseos y sus rectas intenciones hubieran querido. Murió en Cerdaña en 1324, y como de su esposa D.a María de Nápoles no tuvo hijo alguno varon, nombró por su heredero universal al infante D. Jaime su sobrino, que fue D. Jaime III de Mallorca. Durante su menoridad tuvo el gobierno de Mallorca y de sus dependencias en calidad de tutor suyo su tio D. Felipe, quien con el objeto de asegurar mas y mas la paz entre Aragon y Mallorca casó á su pupilo con Doña Constanza hija de Alfonso IV de Aragon. Mientras este empuñó el cetro conservaron la paz ambos reyes; mas apenas por la muerte de Alfonso IV entró á reinar en Aragon D. Pedro el Ceremonioso, cuando se acabó para siempre la tranquilidad que D. Jaime III habia disfrutado. Durante la relacion histórica del reinado de D. Pedro IV hemos visto las infinitas desavenencias que tuvo con el rey de Mallorca, las guerras que se hicieron y los graves disturbios que por ellas se causaron en ambos reinos: hemos visto tambien de qué manera D. Jaime de Mallorca acabó el reino y la vida en la célebre batalla de Lluchmayor, en donde le cortaron la cabeza; por lo mismo es superfluo entrar ahora en nuevos pormenores, mucho mas cuando nuestro objeto se dirige á presentar solo la cronología de los reyes de Mallorca.

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Muerto pues D. Jaime III en dicha batalla, y como ya mucho antes hubiese sido jurado por sucesor suyo su hijo llamado tambien Jaime, el reinado de este comienza rigurosamente desde la misma batalla de Lluchmayor en que su padre perdió la vida, y él fue herido y preso por sus enemigos. Llevado por estos á Játiva y mas adelante á Barcelona, estuvo en el llamado Castillo nuevo de esta ciudad, por espacio de trece años, paseándose durante el dia y encerrado por la noche en una jaula de hierro en la cual tenia la cama. Sacado de la prision por algunos de sus parciales se trasladó á Nápoles en donde contrajo matrimonio con D.a Juana que ocupaba el trono. Deseoso de recobrar los estados de su padre se alió con el rey de Castilla D. Pedro el Cruel; hallóse en la batalla de Nájera, y posteriormente quedó prisionero del infante Don Enrique cuando este penetró en Toledo. Rescatado por su esposa y no pudiendo ya contar con el ausilio del rey de Castilla que habia muerto, reunió un ejército de mallorquines y de aventureros de varias naciones, con los cuales penetró por el Rosellon; mas desgraciada tambien esta empresa murió de enfermedad natural hallándose en el Valle de Aran en 1375. Tal fue el término del último rey de Mallorca, cuyos estados quedaron unidos al Aragon para no volver nunca á separarse.

Despues de esta rápida ojeada darémos una idea de los negocios de Cerdeña. Desde que en 1336 D. Pedro IV asentó algunos pactos que trajeron si nó una paz definitiva al menos un armisticio, sostuvosé este no tanto por el temor que pudieran inspirar las fuerzas que allí conservaba el rey de Aragon, cuanto por los disturbios que habia entre los Dorias y los marqueses de Malespina, que habian sido los promovedores de las anteriores revueltas. Si contra los nuestros supieran juntarse Pisanos y Genoveses, no era posible que se sostuviesen en Cerdeña los que representaban los intereses de Aragon. Asi continuaron las cosas hasta 1341, en que habiendo muerto el gobernador general de la isla fue enviado para que desempeñase este cargo D. Guillem de Cervellon, hombre de mucho valor, que llevó consigo algunas tropas para asegurar el vacilante dominio de aquellas posesiones.

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Solicitado el rey en el año 1544 para que emprendiese la conquista de Génova, envió algunas naves desde Cataluña, teniendo ánimo ademas de trasladarse allí en persona al asomar la primavera del año siguiente; pero trastornaron este plan las novedades que como á su tiempo vimos acontecieron por entonces en el reino. Y no solo esto sino que las cosas estuvieron á punto de tomar un sesbien distinto, pues hallándose D. Pedro en Barcelona al cabo de tres años, tuvo noticia de que los Genoveses armaban una poderosa escuadra amenazando la isla de Cerdeña, que cual manifestamos quedó escasamente guarnecida; y estas nuevas movieron al á mandar que en Barcelona y en Valencia se aparejase una escuadra y que se trasladaran á la isla todos los que tenian posesiones en ella. De pronto sin embargo no hubo rompimiento alguno; pero transcurridos pocos meses y en los momentos en que andaban mas complicadas las cosas de Aragon, rebeláronse en Cerdeña los hermanos Dorias y se hicieron dueños de varias fortalezas. Desde ellas pretendian que se accediese á no pocas exigencias; mas no siendo dable ponerse de acuerdo, por disposicion del rey salieron á fines de julio del puerto de Barcelona algunas naves con refuerzos para los nuestros. No desperdiciaron los Genoveses aquella favorable coyuntura á fin de hacer guerra á D. Pedro, y asi con achaque de ausiliar á los Dorias armaron algunas galeras con destino á Cerdeña. A tales noticias Cervellon reunió sus gentes para combatir á los contrarios antes que el socorro de Génova llegase, y encontrándose con los enemigos trabó con ellos la pelea, tan desgraciada para los nuestros como venturosa para los Dorias. En ella perecieron D. Guillem, sus hijos y su sobrino, y no pocos caballeros de cuenta.

Cuando llegaron tan tristes anuncios á Zaragoza, el rey que se hallaba en ella envió á la isla algunos ausilios á las órdenes de Riambau de Corbera á quien dió el cargo de capitan general, mas lejos por esto de desistir los Genoveses de su intento, en el año siguiente enviaron una embajada á D. Pedro pidiendo la restitucion de la isla que antes les habia pertenecido, y prosiguieron el sitio de la ciudad de Sacer. En Sicilia al mismo tiempo se habia movido

cruda guerra contra los nuestros que en ella estaban domiciliados, y que aunque pocos en número defendian al rey, durante cuya

menoría se alzaron varias rebeliones.

Corria el año 1350 cuando el rey envió una embajada á Génova requiriendo á aquella república para que no diese favor á los rebeldes Dorias, y no es fácil conjeturar cuál habría sido el resultado de las negociaciones, cuando una circunstancia favorable allanó el camino que debia seguirse. Puestas en guerra las señorías de Venecia y Génova, acudió la primera á D. Pedro proponiéndole una alianza para ir contra la segunda, y aun no habia tomado el rey resolucion alguna cuando se le presentaron los embajadores de Génova solicitando lo mismo. Decidióse D. Pedro por Venecia, y en 3 de agosto de 1351 envió á desafiar á los Genoveses y despidió á los embajadores que estos tenian en su corte. Poncio de Santapau fue el almirante nombrado para ir con la armada aragonesa que debia unirse á la veneciana á fin de atacar las dos juntas el lugar de Pera que los Genoveses poseian á las puertas de Constantinopla. Reuniéronse ambas escuadras en el puerto de Mecina, y desde allí hicieron rumbo á Negroponto en donde estaban los Genoveses, quienes al saber la llegada de los enemigos se dirigieron á Constantinopla. Hácia ella aproaron los buques combinados, y encontrándose allí con los adversarios, en medio de una furiosa borrasca dieron principio al combate. Los genoveses rotos en parte por los nuestros y en parte por la tempestad se perdieron casi todos, cayendo en poder de los aragoneses veinte y tres de sus galeras. El general Santapau salió tan mal trecho que en marzo de 1352 murió en Constantinopla, cuando apenas habia transcurrido un mes desde que tan bizarramente sostuvo el honor del pabellon aragones.

Continuose la guerra contra los Genoveses, para la cual ellos y los nuestros hicieron nuevos armamentos, cuando D. Pedro recibió un mensage del papa en que le encarecia el pontífice que quisiese concertar la paz, puesto que la guerra comenzada era en daño de la cristiandad entera. Nada pudo conseguirse sin embargo, de manera que en 1354 se aparejo otra escuadra que á las órdenes de

que se

D. Bernardo de Cabrera salió del puerto de Mahon en 18 de agosto, y á los pocos dias se juntó con la veneciana, y las dos dieron la proa hácia Cerdeña. Cerca de Alguer apareció la genovesa, y al punto la de Aragon y Venecia se dispuso para el combate. empeñó delante del puerto del Conde en 27 de agosto, y fue ganado por los nuestros que apresaron treinta y tres galeras enemigas. Los Genoveses perdieron once mil hombres entre muertos, prisioneros y heridos, y los nuestros apenas tres mil. La escuadra entonces junto con las tropas de tierra dirigióse á sitiar á Alguer cuyo pueblo se rindió á D. Bernardo de Cabrera, que en él hizo sufrir pena de muerte á algunas personas rebeldes.

El regocijo que esta victoria causó fue turbado muy pronto por nuevas revueltas en otro punto de Cerdeña, y los de Alguer aprovechando la ausencia que con este motivo hubo de hacer Cabrera, se sublevaron y dieron muerte á la guarnicion. Fue imitado este mal ejemplo por varios pueblos, con quienes hizo causa comun un ejército de sardos que tambien fueron rotos por Cabrera. Las cosas sin embargo habian tomado un aspecto tan serio que D. Bernardo se vino á Cataluña para sacar nuevos socorros. Consultado el negocio con algunos magnates, determinó el rey aparejar otra escuadra é ir en persona á Cerdeña, aunque de pronto envió á ella algunos ausilios. Recorriendo D. Pedro el reino juntó hasta setenta buques y once mil soldados, amen de la gente que aprestaron varios magnates que debian seguir al monarca. Muchos estrangeros acudieron tambien para tomar parte en la empresa; de manera que nunca se habia visto en Aragon un armamento de tanta importancia. En vano los rebeldes noticiosos de estos preparativos mandaron una embajada á D. Pedro ofreciendo ventajosos pactos, pues el rey que desconfiaba de ellos habia resuelto por otra parte dar un buen golpe, en 15 de junio de 1354 salió de Rosas al frente de toda la armada. En 22 del mismo mes desembarcó la gente á tres millas de Alguer hácia la cual se dirigió el ejército. Despues de un largo sitio, al fin en los últimos dias del mes de octubre se concertó con los de la ciudad y con los demas rebeldes la paz, con pactos á la verdad poco ventajosos pero reclamados imperiosamen

y

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