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gos y á los de muchos otros deudos de los hermanos la Cerda, el aragones puso en libertad á estos, y hallándose en Jaca con ellos declaró rey de Castilla y de Leon á D. Alfonso que era el primogénito. Este paso dió mas calor á los disturbios y se disponian las cosas para que el de Castilla tuviese que hacer la guerra á Aragon, y en Vizcaya á D. Diego hermano de D. Lope de Haro, cuando afortunadamente la muerte de dicho D. Diego entibió á sus valedores y puso en poder de D. Sancho el señorío que aquel pretendia con、 servar, aquietándose de este modo las cosas de Vizcaya.

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D. Sancho entonces se coligó con el rey de Portugal para guerrear á los aragoneses, y aunque en verdad aquellos combates no produjeron grandes resultados, llegaron sin embargo á romperse las hostilidades hácia mitad del año 1289. Desde que D. Alfonso de la Cerda habia sido declarado rey de Leon y de Castilla se mostró en su favor un partido considerable, de modo que en algunos pueblos podia contar con un seguro apoyo. No se descuidaba Don Sancho en averiguar cuáles eran los lugares que pertenecian á aquel bando, llevando el intento de castigarlos cuando para ello se le ofreciese sazon favorable. La ciudad de Badajoz fue la prime ra que esperimentó los efectos de su resentimiento. Hacia tiempo que sus vecinos andaban divididos en dos bandos, los cuales finalmente llegaron á las manos; y el partido vencedor no contento con haber humillado á su adversario, aclamó por rey á D. Alfon so de la Cerda. A semejante nueva D. Sancho envió allá su ejército, los vecinos se rindieron á merced, y cuando las tropas habian penetrado en la ciudad fueron pasadas á cuchillo mas de cuatro mil personas. Igual rigor ejerció con la ciudad de Talavera, en donde mas de cuatrocientos nobles espiaron en un cadalso su adhesion á los infantes de la Gerda. Tales escarmientos sirvieron de castigo á los unos y de aviso á los otros; de manera que por de pronto se aseguró la tranquilidad de Castilla.

Asentadas asi las cosas del reino, D. Sancho se trasladó á Bayona para tener una entrevista con el rey de Francia, quien renunció los derechos que pudiese tener á la corona de Castilla, se acordó que no diese favor á los infantes de la Cerda, y se aliaron los dos

reyes para hacer la guerra al de Aragon. Sabido por este la resolucion tomada en Bayona, y conociendo que sus fuerzas no bastaban para luchar con la Francia, la Italia y la Castilla á un tiempo mismo, y como viese por otra parte que el rey de Nápoles no cumplia la palabra qué en el último asiento le diera, cedió de su intento y convinieron todas las partes en acudir al papa á fin de que pusiese un término á tantos desacuerdos.

D. Juan Nuño de Lara deseoso de que se le restituyera la ciudad de Albarracin intentó pasar de nuevo al reino de Aragon y ejecutó su designio muy contra la voluntad de D. Sancho, á quien no se ocultaba que la ida de semejante personage á aquel reino era fuerza que trajese nuevos disturbios. Efectivamente, bien pronto hizo correrías por las fronteras de Castilla, mas si bien al principio pareció que las cosas iban á tomar un aspecto grave, desengañado muy luego D. Juan de que no conseguiria la posesion de la ciudad de Albarracin, que fue el primer objeto que le hizo abandonar la Castilla, volvióse á ella y á la gracia de D. Sancho. A poco tiempo fue sacado de la cárcel el infante D. Juan, que prestó juramento de fidelidad y homenage al rey y al hijo de este el príncipe D. Fernando.

Con estos últimos hechos coincide el concierto celebrado en 1291 entre los reyes de Aragon, de Francia y de Mallorca, del cual hemos dado conocimiento al relatar los principales sucesos de la vida del primero; y como por aquel mismo tiempo acaeció su muerte, nos parece del caso acabar aqui su historia y comenzar la de su sucesor, tanto mas cuánto dejamos las cosas de Castilla bastante sosegadas. Volvamos pues á Aragon.

A 15 de agosto de 1282 cuando vívia aun el rey D. Pedro se habia concertado en la ciudad de Huesca el matrimonio de D. Alfonso con Da Leonor, hija de Eduardo IV de Inglaterra, y cuya corta edad no permitió que por entonces se llevase á cabo el enlace; mas al llegar el mayo del año 1291, hallándose el rey cu Barcelona, partió para la Gascuña D. Ramon Folch, vizconde de Cardona, con lucido acompañamiento para traer á la reina, á quien los ingleses acompañaron hasta aquel punto. Grandes y magníficas

cran las fiestas que para este enlace se preparaban en Barcelona, mas no vino el caso de gozar de ellas porque el rey cayó enfermo de una landre, y por efecto de la misma murió en la noche del 17 al 18 de junio del mismo año en la edad de veinte y siete. Pocas horas antes de su fallecimiento otorgó dos codicilos ratificando su última voluntad de 2 de marzo de 1287, en que llamaba á la sucesion de la corona á su hermano D. Jaime, rey de Sicilia, y á la de esta isla á su otro hermano D. Fadrique, á tenor de lo que su padre habia dejado dispuesto. El mismo dia de la muerte del rey salió de Barcelona para Sicilia D. Ramon de la Manresa, y mientras tanto quedó gobernando el reino el infante D. Pedro, cuarto hermano del rey difunto. Las muchas larguezas que asi durante su vida como por causa de su muerte hizo este príncipe le grangearon el renombre de liberal.

Llegado á Sicilia D. Ramon de la Manresa que llevaba á D. Jaime II apellidado el Justo la noticia de la muerte del rey su hermano, salió el príncipe de aquella isla dejando por lugarteniente á D. Fadrique, y arribó á Barcelona en 16 de agosto trasladándose despues de algunos dias á Zaragoza. En ella á 24 de setiembre y ante las Cortes convocadas á este objeto juró los privilegios y fueros de los Aragoneses y fue coronado y ungido, protestando que no tomaba posesion del reino como heredero de su hermano, sino á fuer de hijo primogénito de D. Pedro, que resultaba ser despues de muerto D. Alfonso, y que por lo mismo pensaba quedarse tambien con la Sicilia. Mas adelante sin embargo hubo de trasmitir la corona de este reino á D. Fadrique con muy manifiesta repugnancia.

Continuaban en Aragon las desavenencias y los bandos, y deseando el rey ponerles término pensó aliarse con D. Sancho IV de Castilla, para cuyo efecto se vieron ambos monarcas en la ciudad de Soria pactando ayudarse mutuamente, prometiendo el de Castilla valer al de Aragon contra la Francia, y que no haria paz ni tregua con la Iglesia ni con otro príncipe sin consentimiento de D. Jaime. Este por su parte se comprometió tambien á socorrer al otro, y á tomar por muger á la infanta de Castilla D.a Isabel, y en

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1.o de diciembre de aquel año, que era el de 1291, se verificó civilmente el matrimonio, mas no pudo consum arse, ya porque la infanta tenia solos ocho años, ya porque el parentesco que mediaba entre ella y el de Aragon hacia necesaria la dispensa del papa. Interviniendo el de Castilla se aquietaron los bandos de Aragon, y los partidarios del uno y del otro ofrecieron servir al rey y le rey y prestaron homenage. En 18 del mismo mes hallándose los dos monarcas en Calatayud confirmaron lo que habian acordado y se quedó la infanta en Aragon.

Seguia entre tanto la guerra de Italia en donde D. Blasco de Aragon que mandaba en la Calabria y el almirante Roger de Lauria batieron en diversos encuentros á los franceses, mientras el rey trabajaba en Cataluña para sosegar los bandos que de mucho tiempo la tenian agitada. Pudo finalmente lograrlo, y mientras tanto el rey D. Sancho se dirigió sobre Tarifa que ganó despues de un largo cerco, y cuya defensa quedó encomendada á D. Alfonso Perez de Guzman. Poco tiempo habia que este pundonoroso castellano tenia la custodia de aquella plaza cuando el rey de Marruecos envió un buen golpe de gente para combatirla. Durante el cerco los sitiadores cogieron al único hijo de Guzman y amenazaron á los sitiados con que lo degollarian si no se entregaba la plaza. El padre lejos de arredrarse por esto les arroja desde la muralla una espada para que lleven á ejecucion su amenaza, cual en efecto lo hicieron, mas como no por esto cediesen los sitiados, los enemigos desesperando de conseguir su intento se restituyeron á Africa.

Pocos meses habian pasado desde este suceso cuando hallándose D. Sancho en Alcalá de Henares le atacó una grave enfermedad, y habiéndose hecho conducir á Toledo murió en ella á 25 de abril de 1295. Antes de entrar en el reinado de su sucesor es forzoso que demos un paso mas en la historia del reino de Aragon que hemos interrumpido hace muy poco.

Habia muerto el papa Nicolas, y como abdicase el pontificado Celestino que fue elegido, ocupó su lugar Bonifacio VIII. Este pontífice resentido con el rey de Aragon por los negocios de Sicilia, no quiso conceder la dispensa para su matrimonio con D.a Isabel,

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lo cual dió lugar no solo á que se disolviese el contrato nupcial sino tambien á que se anularan la concordia y los tratados hechos entre D. Jaime y el de Castilla que acababa de morir como hemos dicho. Este contratiempo y la negativa del papa hicieron conocer á D. Jaime la necesidad de concluir sus diferencias con el pontífice y con los reyes de Francia y Nápoles, á cuyo fin aquel y estos enviaron sus representantes á Anagnia en donde se hallaba Bonifacio VIII, ante quien se concluyeron las paces en 20 de junio de 1295, pactándose que la isla de Sicilia y las demas que poseia Cárlos antes de la revolucion de los Sicilianos fuesen entregadas por D. Jaime II á la Iglesia. Que lo mismo debia verificarse con respecto á la Calabria y demas territorios aquende el Faro. Se alzaban las escomuniones y el entredicho lanzados por la Santa Sede 'contra el reino de Aragon, y se anularon las demas disposiciones dadas por los papas contra el derecho de los monarcas de este reino. El rey de Francia se obligaba á revocar todas las donaciones que á su corona pudiesen haber hecho los reyes de Aragon con motivo de la sentencia del papa Martin. Los asuntos de Mallorca no pudieron arreglarse, porque los embajadores del rey de Aragon no estaban autorizados para ello; mas sin embargo instado D. Jaime por el papa hizo cesion de las Baleares, buscando el modo de compensar á los señores á quienes su hermano D. Alfonso habia hecho cesiones en aquellas islas, y finalmente se convino en que D. Jaime se casase con D. Blanca hija del rey de Nápoles, cuyo matrimonio se verificó en Villabertran, lugar del vizcondado de Rocaberti, en 29 de octubre de 1295, casi al mismo tiempo que se presentaban al rey los embajadores de Sicilia para saber si era cierta la cesion que se decia hecha por el mismo. Oida la respuesta del rey y despues de varios incidentes que no corresponden á nuestra historia, los Sicilianos en 25 de marzo de 1296 coronaron por rey á D. Fadrique hermano de D. Jaime.

Inútil nos parece ó cuando menos ageno de este lugar esponer las guerras de D. Jaime II con su hermano el de Sicilia sobre la posesion de aquel reino, las cuales instigadas por la corte de Roma y por el rey de Francia causaron terribles estragos á los dos

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